a. Todavía acompañado por sus aliados arcadios, Heracles fue a Traquis, donde fijó su residencia durante un tiempo bajo la protección de Ceix. En el camino pasó por da región de los dríopes, situada a la sombra del monte Parnaso, y encontró a su rey Tiodamante, el hijo de Dríope, arando con una yunta de bueyes[458]. Como tenía hambre y además ansiaba un pretexto para hacer la guerra a los dríopes —que, como sabían todos, no tenían derecho a la región— Heracles exigió uno de los bueyes, y cuando Tiodamante se lo negó, lo mató. Después de sacrificar al buey y de comer su carne se llevó a Hilas, el hijo infante de Tiodamante, cuya madre era la ninfa Menódice, hija de Orion[459]. Pero algunos dicen que el padre de Hilas era Ceix, o Eufemo, o Teómenes; e insisten en que Tiodamante era el labrador rodio que maldijo desde lejos cuando Heracles sacrificó uno de sus bueyes[460].
b. Parece que Filante, el sucesor de Tiodamante, violó el templo de Apolo en Delfos. Ultrajado en nombre de Apolo, Heracles mató a Filante y raptó a su hija Meda; ella le dio por hijo a Antíoco, fundador del demo ateniense que lleva su nombre[461]. Luego expulsó a los dríopes de su ciudad en el monte Parnaso y la entregó a los malios que le habían ayudado en su conquista. Llevó a Delfos a los principales dríopes y los dedicó al templo como esclavos; pero, como Apolo no los necesitaba fueron enviados al Peloponeso, donde trataron de conseguir el favor de Euristeo, el rey supremo. Bajo sus órdenes, y con la ayuda de otros compatriotas fugitivos, edificaron tres ciudades: Asine, Hermione y Eyones. De los restantes dríopes, unos huyeron a Eubea, otros a Chipre y a la isla de Cintos. Pero sólo los hombres de Ásine se enorgullecen todavía de ser dríopes; han erigido un templo a su antepasado Driope con una imagen antigua, y celebran misterioslen su honor cada dos años[462].
c. Driope era hijo de Apolo y de Día, una hija del rey Licaón; por temor a su padre Día ocultó al niño en un roble hueco, y de ahí su nombre. Algunos dicen que Driope mismo llevó a su gente desde el río tesalio Esperqueo a Asine y que era hijo de Esperqueo y la ninfa Polidora[463].
d. Se había producido una disputa de límites entre los dorios de Hestieotis, gobernada por el rey Egimio, y los lapitas del monte Olimpo, ex aliados de los dríopes, cuyo rey era Corono, hijo de Ceneo. Los dorios, muy superados en número por los lapitas, huyeron en busca de Heracles y pidieron su ayuda, ofreciéndole en cambio una tercera parte de su reino; después de lo cual Heracles y sus aliados arcadios vencieron a los lapitas, dieron muerte a Corono y a la mayoría de sus súbditos y les obligaron a abandonar el territorio en disputa. Algunos de ellos se establecieron en Corinto. Egimio recibió la tercera parte de Heracles en administración para sus descendientes[464].
e. Heracles fue luego a Itono, una ciudad de Ftiótide, donde se halla el antiguo templo de Atenea. Allí se encontró con Cicno, hijo de Ares y Pelopia, quien ofrecía constantemente valiosos premios a los huéspedes que se atrevían a competir con él en una carrera de carros. El siempre vencedor Cicno les cortaba la cabeza y empleaba los cráneos para decorar el templo de su padre Ares. Éste, dicho sea de paso, no era el Cicno que Ares había engendrado con Pirene y transformado en un cisne cuando murió[465].
f. Apolo, cada vez más enojado con Cicno porque acechaba y robaba el ganado que se enviaba a Delfos para los sacrificios, incitó a Heracles a aceptar el desafío de Cicno. Se convino en que a Heracles le acompañaría su auriga Yolao y a Cicno su padre Ares. Aunque aquel no era su estilo de lucha habitual, Heracles se puso las pulidas grebas de bronce que le había hecho Hefesto, el peto de oro curiosamente forjado que le había dado Atenea y un par de hombreras de hierro. Armado con el arco y las flechas, la lanza, el yelmo y un fuerte escudo que le había proporcionado Hefesto por orden de Zeus, subió ágilmente a su carro.
g. Atenea descendió del Olimpo y advirtió a Heracles que, aunque Zeus le había autorizado para matar y despojar a Cicno, no debía hacer más que defenderse de Ares y, aunque saliese vencedor, no debía privarle de sus caballos ni de su magnífica armadura. Luego montó junto a Heracles y Yolao, sacudiendo su égida, y la Madre Tierra crujió cuando el carro salió disparado. Cicno condujo el suyo a toda velocidad hacia ellos y el choque fue tan violento que él y Heracles fueron lanzados al suelo y quedaron lanza contra escudo. Sin embargo, consiguieron levantarse y, tras un breve combate, Heracles le atravesó el cuello a Cicno. Luego hizo frente audazmente a Ares, quien le asestó un lanzazo, pero Atenea, con el ceño frucido, lo desvió. Ares corrió hacia Heracles con la espada en la mano, sólo para ser herido en el muslo por haberse metido, y Heracles le habría asestado un nuevo golpe cuando estaba tendido en tierra si Zeus no hubiera separado a los combatiente con un rayo. Heracles y Yolao despojaron entonces el cadáver de Cicno y reanudaron su viaje interrumpido, mientras Atenea llevaba de vuelta al Olimpo al desfallecido Ares. A Cicno lo enterró Ceix en el valle del Anauro, pero, por orden de Apolo, el río creció y se llevó la lápida[466].
h. Sin embargo, algunos dicen que Cicno vivía en Amfane, y que Heracles lo traspasó con una flecha junto al río Penco, o en Pegaso[467].
i. Al pasar por Pelagia llegó Heracles a Ormenio, pequeña ciudad al pie del monte Pelión, donde el rey Amintor se negó a darle su hija Astidamía. «Estás ya casado —le dijo— y has engañado a demasiadas princesas para que te confíe otra». Heracles atacó la ciudad y, después de matar a Amintor, se llevó a Astidamía, quien le dio Ctesipo o, según dicen algunos, Tlepólemo[468].
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1. El sacrificio de un buey de arado por Heracles, la maldición de Tiodamante y la aparición del niño Hilas en un surco son partes del ritual de la siembra preheleno. La sangre del buey propicia a la diosa Tierra, las maldiciones desvían la ira divina de las semillas que brotan, y el niño representa a la próxima cosecha, es decir, a Pluto, el hijo que Deméter dio a Yasión después de haberse abrazado en el campo arado tres veces (véase 24.d). Tiodamante es el espíritu del año viejo, ahora destruido. El luto anual por el Hilas espíritu del árbol condenado (véase I50.d-e) ha sido confundido aquí con el espíritu del cereal condenado.
2. La expulsión de los dríopes del Parnaso por Heracles con ayuda de los dorios y la emigración de los dríopes a la Grecia meridional ocurrieron probablemente en el siglo XII a. de C., con anterioridad a la invasión doria del Peloponeso (véase 146.1). Su combate con Cicno recuerda la carrera de Pélope con Enómao (véase 109.a-b), otro hijo de Ares, e igualmente notorio como cazador de cabezas. En ambos casos en uno de los carros iba una mujer: a saber, la hija de Enómao, Hipodamía (el objeto de su disputa con Pélope) y Atenea, que es aparentemente el mismo personaje, es decir la novia destinada al nuevo rey. Geno, como el espartano Pólux, es un rey del culto del cisne cuya alma vuela al lejano otro mundo septentrional (véase 161.4).
3. El nombre de Egimio —significa «desempeñando el papel de una cabra»— indica que realizaba en la Víspera de Mayo un casamiento cabruno con la reina de la tribu, y que en su guerra contra los lapitas del norte de Tesalia sus dorios lucharon junto a los centauros, los enemigos hereditarios de los lapitas, los que, como los sátiros, son representados en las obras de arte primitivas como hombres cabras (véase 142.j).
4. Cípselo, el tirano de Corinto, famoso por su cofre tallado, pretendía descender de la casa real lapita de Ceneo (véase 78.1).
a. En Traquis Heracles reunió un ejército de arcadios, méllanos y locrios epimenidios y marchó sobre Ecalia para vengarse del rey Éurito, quien se había negado a entregarle la princesa Yole, justamente ganada en una competencia de ballestería, pero lo único que dijo a sus aliados fue que Éurito imponía injustamente tributos a los cúbeos. Tomó por asalto la ciudad, acribilló con sus flechas a Éurito y su hijo y, después de enterrar a algunos de sus compañeros que habían caído en la batalla, entre ellos Hípaso, hijo de Ceix, y Argeo y Melas, hijos de Licimio, saqueó Ecalia y se llevó cautiva a Yole[469]. Antes que entregarse a Heracles, Yole había preferido que matase a toda su familia ante sus mismos ojos y luego se arrojó desde la muralla de la ciudad; pero sobrevivió, porque el viento le hinchó las faldas y amortiguó la caída. Heracles la envió, con otras mujeres ecalias, a Deyanira en Traquis, mientras él visitaba el promontorio eubeo de Ceneo[470]. Debe advertirse que cuando se despidió de Deyanira, Heracles divulgó una profecía: al cabo de quince meses estaba destinado a morir o a pasar el resto de su vida en completa tranquilidad. Le habían transmitido esa noticia las palomas mellizas del antiguo oráculo de la encina de Dodona[471].
b. Se discute cuál de varias ciudades llamadas Ecalia fue saqueada en esa ocasión: si la mesenia, la tesalia, la eubea, la iraquiniana o la etolia[472]. La más probable es la Ecalia mesenia, pues el padre de Éurito, Melaneo, rey de los dríopes —hábil arquero, por lo que se le llamaba hijo de Apolo— fue a Mesenia durante el reinado de Peñeres, hijo de Eolo, quien le dio Ecalia como su residencia. Ecalia se llamaba así por la esposa de Melaneo. Allí, en un bosque de cipreses sagrado, se le hacen sacrificios de héroe a Éurito, cuyos huesos se conservan en una urna de bronce, y con ello se inician los Misterios de la Gran Diosa. Otros identifican a Ecalia con Andania, a kilómetro y medio del bosque, donde se realizaban anteriormente esos Misterios. Éurito era uno de los héroes a los que los mesenios invitaron a residir entre ellos cuando Epaminondas restableció su patrimonio peloponense[473].
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1. Éurito se había negado a entregar a Yole basándose en que Heracles era un esclavo (véase 135.a). Aunque el salto suicida de Yole es una fábula verosímil —las faldas micénicas tenían forma de campana y mi padre presenció en una ocasión cómo se salvaba una suicida victoriana gracias a su ancho miriñaque—, más probablemente ha sido deducido de una ilustración micénica en la que se veía a la diosa revoloteando sobre un ejército mientras éste atacaba a su ciudad. El nombre de Ecalia, «casa de harina», demuestra que la diosa en cuyo honor se realizaban los misterior era Deméter.
a. Después de haber consagrado altares de mármol y un bosquecillo sagrado a su padre Zeus en el promontorio de Cenca, Heracles preparaba un sacrificio de acción de gracias por la toma de Ecalia. Ya había enviado a Licas para que pidiese a Deyanira una bella camisa y un manto como los que usaba regularmente en esas ocasiones[474].
b. Deyanira, cómodamente instalada en Traquis, estaba ya resignada a la costumbre de Heracles de tomar amantes, y cuando reconoció a Yole como la última de ellas sintió compasión más bien que resentimiento por la belleza fatal que había causado la ruina de Ecalia. Sin embargo, ¿no era intolerable que Heracles esperase que ella y Yole viviesen juntas bajo el mismo techo? Como ya no era joven, Deyanira decidió utilizar el supuesto talismán amoroso de Neso como un medio para conservar el afecto de su esposo. Le había tejido una camisa nueva para los sacrificios por si volvía a salvo, y a escondidas abrió el tarro, empapó un pedazo de lana en la mezcla y frotó con él la camisa. Cuando llegó Licas metió la camisa en un cofre, lo cerró y se lo entregó diciendo: «Por ningún motivo expongas la túnica a la luz o el calor hasta que Heracles esté a punto de ponérsela para el sacrificio». Licas había partido ya a toda velocidad en su carro cuando Deyanira, mirando casualmente el trozo de lana que había arrojado al patio iluminado por la luz del sol, se quedó horrorizada al ver que ardía como serrín y que en las losas se formaban ampollas de espuma roja. Dándose cuenta de que Neso le había engañado, envió a toda prisa un correo para que hiciera volver a Licas y, maldiciendo su desatino, juró que si Heracles moría ella no le sobreviviría[475].
c. El correo llegó demasiado tarde al promontorio de Cenca. Heracles se había puesto ya la camisa y sacrificado doce toros inmaculados como la primicias de su botín: en conjunto había llevado al altar una vacada mixta de cien cabezas. Vertía vino con una escudilla en los altares y arrojaba incienso en las llamas cuando de pronto gritó como si le hubiera mordido una serpiente. El calor había derretido el veneno de la Hidra en la sangre de Neso y se extendió por todos los miembros de Heracles, corroyéndole la carne. Pronto el dolor se hizo insoportable y rugiendo de angustia derribó los dos altares. Trató de arrancarse la camisa, pero se le había pegado de tal modo que salía la carne con ella y dejaba los huesos al descubierto. Su sangre silbaba y burbujeaba como el agua de manantial cuando se templa el metal candente. Se arrojó de cabeza en la corriente más próxima, pero el veneno le quemaba todavía más; y desde entonces las aguas escaldan y se las llama Termópilas, que quiere decir «pasaje caliente[476]».
d. Recorriendo la montaña y arrancando los árboles a su paso, Heracles encontró al aterrado Licas agazapado en el hueco de una roca, con las manos entrelazadas en las rodillas. Licas trató en vano de disculparse; Heracles lo asió, le hizo girar tres veces alrededor de su cabeza y lo arrojó al mar Eubeo. Allí se transformó en una roca de aspecto humano que se proyecta a corta distancia sobre el agua y a la que los marineros siguen llamando Licas y temen pisar, pues la creen sensible. El ejército, que observaba desde lejos, se lamentaba ruidosamente, pero nadie se atrevía a acercarse hasta que, retorciéndose de angustia, Heracles llamó a Hilo y le pidió que lo llevara de allí para morir en soledad. Hilo lo llevó al pie del monte Eta en Traquis (región famosa por su eléboro blanco), pues el Oráculo de Delfos ya había señalado ese lugar a Licimio y a Yolao como el escenario destinado para la muerte de su amigo[477].
e. Horrorizada al saberlo, Deyanira se ahorcó, o, según dicen algunos, se hirió con una espada en su lecho matrimonial. El único pensamiento de Heracles había sido castigarla antes de morir, pero cuando Hilo le aseguró que Deyanira era inocente, como lo probó su suicidio, suspiró su perdón y manifestó el deseo de que Alcmena y todos sus hijos se reunieran para escuchar sus últimas palabras. Pero Alcmena se hallaba en Tirinto con algunos de sus hijos y la mayoría de los otros se habían establecido en Tebas. En consecuencia, sólo pudo revelar la profecía de Zeus, ahora cumplida, a Hilo: «Ningún hombre vivo podrá matar nunca a Heracles; un enemigo muerto será su ruina». Hilo le pidió instrucciones y Heracles le dijo: «Jura por la cabeza de Zeus que me llevarás a la cima más alta de esta montaña, y allí me quemarás, sin lamentaciones, en una pira de ramas de encina y troncos de acebuche. Jura también que te casarás con Yole tan pronto como llegues a la mayoría de edad». Aunque escandalizado por estos pedidos, Hilo prometió cumplirlos[478].
f. Cuando todo estuvo preparado, Yolao y sus compañeros se retiraron a una breve distancia, mientras Heracles subía a la pira y ordenaba que la encendiesen. Pero nadie se atrevía a obedecerle, hasta que un pastor eolio llamado Peante que pasaba por allí ordenó a Filoctetes, su hijo con Demonasa, que hiciera lo que pedía Heracles. En agradecimiento, Heracles legó a Filoctetes su aljaba, arco y flechas, y cuando las llamas comenzaron a lamer la pira extendió su piel de león en la plataforma formada en la cima y se tendió, con la clava como almohada, con un aspecto tan feliz como el de un huésped enguirnaldado rodeado por copas de vino. Del cielo cayeron rayos que inmediatamente redujeron la pira a cenizas[479].
g. En el Olimpo Zeus se felicitó de que su hijo favorito se hubiera conducido tan noblemente. «La parte inmortal de Heracles —anunció— está a salvo de la muerte y pronto lo recibiré en esta región bendita. Pero si aquí a alguien le aflige su divinización, tan merecida, ese dios o diosa debe aprobarla, no obstante, ¡les guste o no!» Todos los olímpicos asintieron y Hera decidió aguantar el insulto, que estaba claramente dirigido a ella, porque ya había dispuesto castigar a Filoctetes por su acción bondadosa haciendo que le mordiera una víbora lemnia.
h. Los rayos habían consumido la parte mortal de Heracles. Ya no tenía parecido alguno con Alcmena, sino que, como una serpiente que ha mudado su piel, aparecía con toda la majestad de su padre divino. Una nube lo ocultó a la vista de sus compañeros, mientras, entre truenos, Zeus lo transportaba en su carro de cuatro caballos al cielo, donde Atenea lo tomó de la mano y lo presentó solemnemente a los otros dioses[480].
i. Ahora bien, Zeus había destinado a Heracles para que fuera uno de los Doce Olímpicos, pero estaba poco dispuesto a expulsar a alguno de los otros dioses para hacerle lugar. En consecuencia, convenció a Hera para que adoptara a Heracles mediante una ceremonia de renacimiento: a saber, acostándose, simulando que estaba de parto y sacándolo luego de debajo de su túnica, que es la adopción ritual que se realiza todavía en muchas tribus bárbaras. En adelante Hera consideró a Heracles como su hijo y fue al que más amó después de Zeus. Todos los inmortales lo acogieron de buen grado y Hera le casó con su bella hija Hebe, con la que tuvo a Alexiares y Aniceto. Y en verdad Heracles había conquistado el sincero agradecimiento de Hera en la rebelión de los Gigantes al matar a Pronomo cuando trataba de violarla[481].
j. Heracles se convirtió en el portero del cielo y nunca se cansa de permanecer en las puertas del Olimpo, hacia el anochecer, esperando a que Artemis vuelva de la cacería. La recibe alegremente, y levanta los montones de presas de su carro, frunciendo el ceño y sacundiendo un dedo en gesto de desaprobación cuando encuentra sólo cabras y liebres inofensivas. «Mata jabalíes —le dice— que pisotean las mieses y acuchillan los árboles de los huertos; ¡mata toros y leones y lobos que dan muerte a los hombres[482]! ¿Pero qué daño nos han hecho las cabras y las liebres?» Luego desuella los cuerpos y come vorazmente los bocados predilectos que se le antojan. Sin embargo, mientras el Heracles inmortal banquetea en la mesa divina su fantasma mortal se pasea por el Tártaro entre los muertos temblorosos, con el arco tenso y la flecha ajustada en la cuerda. Del hombro le cuelga un tahalí de oro aterradoramente adornado con leones, osos, jabalíes y escenas de batalla y matanza[483].
k. Cuando Yolao y sus compañeros volvieron a Traquis, Menecio, hijo de Actor, sacrificó un carnero, un toro y un jabalí a Heracles e instituyó su culto de héroe en la Opus locria; los tebanos no tardaron en imitarle, pero los atenienses, encabezados por los habitantes de Maratón, fueron los primeros que le adoraron como un dios, y toda la humanidad sigue ahora su glorioso ejemplo[484]. Festo, el hijo de Heracles, encontró que los siciones ofrecían a su padre ritos de héroe, pero insistió en hacerle sacrificios como un dios. Hasta el presente, por tanto, los habitantes de Sición, después de matar un cordero y de quemar sus muslos en el altar de Heracles como dios, dedican parte de su carne a Heracles como héroe. En Eta le adoran con el nombre de Cornopión porque ahuyentó a las langostas que estaban a punto de posarse en la ciudad; pero los jonios de Eritrea le adoran como Heracles Ipóctono, porque destruyó los ipes, que eran gusanos que roían las cepas en casi todas las otras regiones.
l. Una imagen tiria de Heracles que ahora se halla en el templo de Eritrea se dice que representa a Heracles Dáctilo. Se la encontró flotando en una balsa en el Mar Jónico frente al Cabo Mésate, exactamente a mitad de camino entre el puerto de Eritrea y la isla de Quíos. Los eritreos por un lado y los de Quíos por el otro hicieron todos los esfuerzos posible para llevar la balsa a su costa, pero sin conseguirlo. Por fin un pescador eritreo llamado Formio, que había perdido la vista, soñó que las mujeres de Eritrea debían hacer una cuerda con sus trenzas cortadas y con ella podrían los hombres remolcar la balsa a su costa. Las mujeres de un clan tracio que se había establecido en Eritrea consintieron y la balsa fue remolcada a la costa; y sólo a sus descendientes se les permite ahora entrar en el templo donde se conserva la cuerda. Formio recobró la vista y la conservó hasta que murió[485].
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1. Antes de sacrificar y de inmortalizar así al rey sagrado —como Calipso prometió inmortalizar a Odiseo (véase 170. w)— la Reina tenía que despojarlo de sus ropas e insignias reales. Qué flagelaciones y mutilaciones sufría hasta que lo ponían en la pira para hacerle inmortal no se indica aquí, pero las ilustraciones de las que parece haberse deducido este relato lo mostraban probablemente ensangrentado y en agonía mientras luchaba por ponerse la blanca camisa de lino que lo consagraba a la diosa Muerte.
2. Una tradición según la cual Heracles murió en el promontorio de Cenca ha sido puesta de acuerdo con otra según la cual murió en el monte Etá, donde inscripciones y estatuillas primitivas muestran que el rey sagrado siguió siendo quemado en efigie durante siglos después de haber sido quemado personalmente. La de encina es la madera apropiada para la hoguera del solsticio estival; el acebuche es la madera del Año Nuevo, cuando el rey inicia su reinado expulsando a los espíritus del año viejo. Peante, o Filoctetes, que encendió la pira, es el heredero y sucesor del rey; hereda sus armas y su lecho —así debe ser interpretado el casamiento de Yole con Hilo— y muere a consecuencia de una mordedura de serpiente al final del año.
3. Anteriormente Heracles había ido al Paraíso Occidental de las Hespérides; o al castillo de plata, la Corona Boreal, detrás del Viento Norte, leyenda que Píndaro ha incluido incomprensiblemente en un breve relato del tercer trabajo (véase I25. k). Su admisión en el Cielo Olímpico —donde, no obstante, no consiguió un asiento entre los doce, como consiguió Dioniso (véase 27.5)— es una concepción posterior. Puede basarse en una mala interpretación de la misma ilustración sagrada que explica el casamiento de Peleo y Tetis (véase 81.1-5), el llamado rapto de Ganimedes (véase 29.1) y el armamento de Heracles (véase 123.1). Esta ilustración mostraría a Atenea, o Hebe, la joven reina y prometida, presentando al rey a doce testigos del casamiento sagrado, cada uno representante de un clan de una confederación religiosa o de un mes del año sagrado; él ha renacido ritualmente de una yegua o (como aquí) de una mujer. Heracles figura como un portero celestial porque murió en el solsticio estival: el año es comparado con una puerta de roble que giraba sobre un gozne, se abría de par en par en el solsticio estival y luego se iba cerrando poco a poco a medida que se acortaban los días (Diosa Blanca, p. 233). Lo que le impidió llegar a ser un olímpico completo parece haber sido la autoridad de Homero: la Odisea recuerda la presencia de su sombra en el Tártaro.
4. Si la estatua de Heracles en Eritrea era de origen tirio, la cuerda del templo tuvo que ser tejida, no con cabello de mujeres, sino con el cabello cortado al rey sagrado antes de su muerte en el solsticio hiemal, como Dalila cortó el de Sansón, un héroe solar tirio. Un héroe solar análogo había sido sacrificado por las mujeres tracias que adoptaron su culto (véase 28.2). La estatua probablemente fue remolcada en una balsa para evitar la consagración de una nave mercante y su consiguiente retiro del comercio. «Ipóctono» puede haber sido una variante local del título más habitual de Heracles, «Ofióctono», «matador de serpientes». Su renovación mediante la muerte «como una serpiente que muda su piel» era una metáfora tomada del Libro de los muertos egipcios; se creía que las serpientes aplazaban la vejez mudando la piel, pues «piel» y «vejez» se llaman igualmente geros en griego (véase 160.11). Sube al cielo en un carro tirado por cuatro caballos como héroe solar y patrono de los Juegos Olímpicos; cada caballo representa a uno de los cuatro años que transcurren entre los juegos, o una estación de un año dividido en equinoccios y solsticios. Una imagen cuadrada del sol, adorada como Heracles Salvador, se alzaba en el recinto de la Gran Diosa en Megalópolis (Pausanias: viii. 31.4); era probablemente un altar antiguo, como varios bloques cuadrados hallados en el palacio de Cnosos y otro encontrado en el Patio Occidental del palacio de Festo.
5. Hebe, la prometida de Heracles, quizá no sea la diosa como Joven, sino una divinidad mencionada en los Himnos órficos, 48 y 49, como Hipta, la madre Tierra, a la que fue entregado Dioniso en custodia. Proclo dice (Contra Timeo ii.1240) que lo llevó sobre la cabeza en un cesto para aventar. Hipta está asociada con Zeus Sabacio (véase 27.3) en dos inscripciones primitivas de Meonia, entonces habitada por una tribu lidofrigia; y el profesor Kretschmer la ha identificado con la diosa mitania Hepa, Hepit o Hebe, mencionada en los textos de Boghazkoi y al parecer llevada a Meonia desde Tracia. Si Heracles se casó con esta Hebe, el mito se refiere al Heracles que realizó grandes hazañas en Frigia (véase 131.a), Misia (véase 131.e) y Lidia (véase 136.a-f); puede ser identificado con Zeus Sabacio. Hipta era muy conocida en todo el Medio Oriente. Una talla en una roca de Hattusas, en Licaunia (véase 13.2) la muestra montada en un león, a punto de celebrar un casamiento sagrado con el dios de la Tormenta hitita. Allí se la llama Hepatu, palabra hurrita según se dice, y el profesor B. Hrozny (Civilization of tbe Hitites and Subareans, cap. XV) la iguala con Hawwa, «la Madre de Todo lo Viviente», que aparece en el Génesis ii como Eva. Hrozny menciona al príncipe cananeo de Jerusalén, Abdihepa; y Adán, que se casó con Eva, era un héroe tutelar de Jerusalén (Jerónimo: Comentario sobre los Efesios v.15).
a. Alcmena, la madre de Heracles, había ido a Tirinto llevando con ella a algunos de sus hijos; otros seguían en Tebas y Traquis. Euristeo decidió expulsarlos a todos de Grecia antes que pudieran llegar a la edad viril y destronarlo. En consecuencia envió un mensaje a Ceix, exigiéndole la extradición no sólo de los Heraclidas, sino también de Yolao, toda la casa de Licimio y los aliados arcadios de Heracles. Demasiado débiles para oponerse a Euristeo, salieron conjuntamente de Traquis, pues Ceix alegó que no podía ayudarles, y visitaron la mayoría de las ciudades griegas como suplicantes, suplicando hospitalidad. Los atenienses gobernados por Teseo fueron los únicos que se atrevieron a desafiar a Euristeo; su innato sentido de la justicia prevaleció cuando vieron a los Heraclidas sentados en el Altar de la Misericordia[486].
b. Teseo estableció a los Heraclidas y sus compañeros en Tricorito —una ciudad de la tetrápolis ática— y no quiso entregarlos a Euristeo, lo que fue la causa de la primera guerra entre Atenas y el Peloponeso. Pues cuando todos los Heraclidas llegaron a la edad viril Euristeo reunió un ejército y marchó sobre Atenas; Yolao, Teseo e Hilo fueron designados jefes de los atenienses y los heráclidas combinados. Pero algunos dicen que a Teseo le había sucedido ya su hijo Demofonte. Como un oráculo anunció que los atenienses serían derrotados a menos que uno de los hijos de Heracles muriese por el bien común, Macaría, la única hija de Heracles, se suicidó en Maratón y así dio su nombre a la fuente Macaría[487].
c. Los atenienses, cuya protección de los Heraclidas sigue siendo un motivo de orgullo cívico, vencieron luego a Euristeo en una batalla campal y mataron a sus hijos Alejandro, Ifimedonte, Euribio, Mentor y Perimedes, además de a muchos de sus aliados. Euristeo huyó en su carro, perseguido por Hilo, quien le alcanzó en las Rocas Escironias y allí le cortó la cabeza a la que Alcmena le sacó los ojos con agujas de tejer; su tumba se muestra en las cercanías[488]. Pero algunos dicen que le capturó Yolao en las Rocas Escironias y lo llevó a Alcmena, quien ordenó que lo ejecutasen. Los atenienses intercedieron en su favor, aunque en vano, y antes que se cumpliera la sentencia Euristeo derramó lágrimas de agradecimiento y declaró que se mostraría, inclusive muerto, como su amigo constante y enemigo jurado de los Heraclidas. «Teseo —dijo—, no necesitas verter libaciones ni sangre en mi tumba; inclusive sin esas ofrendas me comprometo a arrojar a todos los enemigos del territorio del Ática». Luego fue ejecutado y enterrado frente al templo de Atenea en Pelena, a mitad de camino entre Atenas y Maratón. Según una versión muy distinta, los atenienses ayudaron a Euristeo en una batalla que libró contra los Heraclidas en Maratón, y Yolao, después de cortarle la cabeza junto a la fuente Macaría, cerca del camino de carros, la enterró en Ticorito y envió el cuerpo a Gargueto para que lo enterrasen[489].
d. Entretanto, Hilo y los Heraclidas que se habían establecido junto a la Puerta Electriana en Tebas invadieron el Peloponeso y se apoderaron de todas sus ciudades en un ataque súbito; pero cuando, al año siguiente, se produjo una peste y un oráculo anunció: «Los Heraclidas han vuelto antes del tiempo debido», Hilo se retiró a Maratón. Obedeciendo el último deseo de su padre, se había casado con Yole y fue adoptado por el dorio Egimio; ahora fue a preguntar al oráculo de Delfos cuándo sería «el tiempo debido» y se le aconsejó que «esperase la tercera cosecha». Entendió que eso significaba tres años, esperó a que transcurrieran y atacó de nuevo. En el Istmo le salió al paso Atreo, que entretanto había ocupado el trono de Micenas y cabalgaba al frente de un ejército aqueo[490].
e. Para evitar una matanza innecesaria Hilo desafió a cualquier adversario de categoría a un combate singular. «Si venzo —dijo—, el trono y el reino serán míos. Si pierdo, nosotros, los hijos de Heracles, no volveremos por este camino durante otros cincuenta años». Équemo, rey de Tegea, aceptó el desafío y el combate se realizó en la frontera de Corinto y Megara. Hilo murió y lo enterraron en la ciudad de Megara, después de lo cual los Heraclidas le rindieron honores por su acción y una vez más se retiraron a Tricorito, y de allí a Dóride, donde reclamaron a Egimio la parte del reino que su padre le había confiado. Sólo Licimio y sus hijos y el hijo de Heracles Tlepólemo, quien fue invitado a fijar su residencia en Argos, se quedaron en el Peloponeso. Apolo Deifico, cuyo consejo, al parecer erróneo, le había valido muchos reproches, explicó que por «tercera cosecha» había querido decir la tercera generación[491].
f. Alcmena volvió a Tebas, y cuando murió allí a una edad muy avanzada, Zeus ordenó a Hermes que se apoderase del ataúd que los Heraclidas llevaban a la tumba, lo que él hizo, sustituyendo hábilmente el cuerpo con una piedra y llevándose el cuerpo a las Islas de los Bienaventurados. Allí resucitada y rejuvenecida, Alcmena se casó con Radamantis. Entretanto, al encontrar que el ataúd era demasiado pesado para sus hombros, los Heraclidas lo abrieron y descubrieron el engaño. Colocaron la piedra en un bosquecillo sagrado de Tebas, donde ahora se adora a Alcmena como diosa. Pero algunos dicen que se casó con Radamantis en Ecalia antes de morir; y otros que murió, durante un viaje de Argos a Tebas, en Me gara, donde se muestra todavía su tumba; añaden que cuando se produjo una disputa entre los heráclidas, pues algunos querían llevar el cadáver de vuelta a Argos y otros continuar el viaje, el oráculo de Delfos les aconsejó que la enterraran en Megara. Otra supuesta tumba de Alcmena se muestra en Haliarto[492].
g. Los tebanos concedieron a Yolao un altar de héroe cerca del de Anfitrión, y en él los amantes se desposan en obsequio de Heracles; aunque se admite generalmente que Yolao murió en Cerdeña[493].
h. En Argos, Tlepólemo mató accidentalmente a su querido tío abuelo Lidmio. Castigaba a un sirviente con un garrote de madera de olivo cuando Licimio, viejo y ciego, tropezó con ellos y recibió un golpe en el cráneo. Amenazado con la muerte por los otros Heraclidas, Tlepólemo construyó una flota, reunió gran número de compañeros y, por consejo de Apolo, huyó a Rodas, donde fijó su residencia tras largas andanzas y muchas penalidades[494]. En esa época Rodas estaba habitada por colonos griegos a las órdenes de Triopas, hijo de Forbante, con cuyo consentimiento Tlepólemo dividió la isla en tres partes y se dice que fundó las ciudades de Lindo, Yáliso y Camiro. Su gente fue favorecida y enriquecida por Zeus. Más tarde Tlepólemo fue a Troya con una flota de nueve navíos rodios[495].
i. Heracles engendró otro Hilo con la ninfa acuática Mélite, hija del dios fluvial Egeo, en el país de los feacios. Había ido allá después del asesinato de sus hijos, con la esperanza de que le purificasen el rey Nausítoo y Macris, la nodriza de Dioniso. Éste era el Hilo que emigró al Mar Cronio con algunos de los colonos feacios y dio su nombre a los hileos[496].
j. El último que nació de todos los Heraclidas se dice que fue el atleta tasio Teágenes, cuya madre fue visitada una noche en el templo de Heracles por alguien al que ella tomó por su sacerdote, su marido Timóstenes, pero que resultó ser el dios mismo[497].
k. Los Heraclidas finalmente reconquistaron el Peloponeso en la cuarta generación a las órdenes de Témeno, Cresfontes y los mellizos Proeles y Eurístenes, después de matar al rey Tisámeno de Micenas, hijo de Orestes. Lo habrían conseguido antes si uno de sus príncipes no hubiera matado a Carno, poeta acarniano, cuando se acercó a ellos cantando versos proféticos, pues le confundieron con un mago enviado contra ellos por Tisámeno. En castigo por este sacrilegio se hundió la flota heráclida y el hambre dispersó a su ejército. El oráculo de Delfos les aconsejó entonces que «desterraran al asesino durante diez años y tomaran a Triopas como guía en lugar de él». Estaban a punto de llamar a Triopas, hijo de Forbante de Rodas, cuando Témeno observó que un jefe etolio llamado Óxilo, quien acababa de expiar algún asesinato con un año de destierro en Elide, montaba en un caballo tuerto. Ahora bien, Triopas significa «de tres ojos» y en consecuencia Témeno le contrató como guía y, desembarcando en la costa de Elide con sus parientes heráclidas, no tardó en conquistar todo el Peloponeso y lo dividió echando suertes. El lote marcado con un sapo significaba Argos y le tocó a Témeno; el marcado con una serpiente significa Esparta y correspondió a los mellizos Proeles y Eurístenes; el marcado con una zorra significaba Mesenia y le tocó a Cresfontes[498].
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1. La desastrosa invasión del Peloponeso micénico por montañeses patriarcales incultos desde la Grecia central, que, según Pausanias (iv.3.3) y Tucídides (i.12.3) se realizó alrededor del año 1100 a. de C, fue llamada doria porque sus caudillos provenían del pequeño Estado de Dóride. Tres tribus componían la Liga Doria: los híleos, que adoraban a Heracles; los dimanes («entrantes»), que adoraban a Apolo; y los pánfilos («hombres de todas las tribus»), que adoraban a Deméter. Después de invadir la Tesalia meridional los dorios parecen haberse aliado con los atenienses antes de aventurarse a atacar al Peloponeso. La primera tentativa fracasó, aunque Micenas fue incendiada hacia 1100 a. de C., pero un siglo después conquistaron las regiones oriental y meridional, después de haber destruido toda la antigua cultura de Argólide. Esta invasión que causó emigraciones desde Argólide hasta Rodas y desde Ática hasta la costa jonia del Asia Menor, y al parecer también desde Tebas hasta Cerdeña, originó la edad del oscurantismo en Grecia.
2. El entierro estratégico de la cabeza de un héroe es común en los mitos: así, según el M.abinogion, la cabeza de Bran fue enterrada en la Colina de la Torre para defender a Londres de la invasión por el Támesis; y, según Ambrosio (Epístola vii.2), la cabeza de Adán fue enterrada en el Gólgota para proteger a Jerusalén por el norte. Además, Eurípides (Reso 413-15) hace declarar a Héctor que las ánimas, inclusive de los extranjeros, pueden servir como espíritus guardianes de Troya (véase 28.6). Tanto Tricorito como Gargueto se hallan en estrechos desfiladeros que dominan los accesos al Ática. La persecución de Euristeo por Yolao hasta más allá de las Rocas Escironias parece haber sido tomada de la misma ilustración que sugirió el mito de Hipólito (véase 101. g).
3. El país de los feacios (véase 170.y) era Corara, o Drepane, ahora Corfú, frente al cual se halla el islote sagrado de Macris (véase 154jz). El Mar Cronio era el Golfo de Finlandia, desde donde, según parece, llevaban el ámbar a Corcira; esta isla se halla asociada también con la expedición de los argonautas en busca de ámbar al Adriático (véase 148.9).
4. Triopas, el colonizador griego de Rodas, es una masculinización de la antigua diosa triple Dánae, o Damkina; de acuerdo con sus tres personas recibieron sus nombres Lindo, Yáliso y Camiro. Según otras versiones, estas ciudades fueron fundadas por los Telquinos (véase 54.m), o por Dánao (véase 60.d). Como Alcmena era simplemente un título de Hera, nada había de notable en que se le dedicara un templo.
5. Polignoto, en su famosa pintura de Delfos, representó a Menelao con la insignia de una serpiente en el escudo (Pausanias: x.26.3), probablemente la serpiente de agua de Esparta (véase 125J). Una zorra ayudó al héroe mésenlo Aristómenes a escapar de un abismo al que lo habían arrojado los espartanos (Pausanias: iv.18.6); y la diosa como zorra era muy conocida en Grecia (véase 49.2 y 89.8). El sapo parece haber llegado a ser el emblema argivo, no sólo porque tenía reputación de ser peligroso de manejar y porque causaba un silencio temeroso a todos los que lo veían (Plinio: Historia natural xxxii.18), sino también porque a Argos se le llamó primeramente Forónico (véase 57.d); en el silabario que precedió al alfabeto en Argos los radicales PHRN podían ser expresados por medio de un sapo, phryne.
a. Al niño Lino de Argos hay que distinguirlo del Lino hijo de Ismenio al que Heracles mató con una lira. Según los argivos, Psámate, la hija de Crotopo, tuvo al niño Lino con Apolo y temiendo la ira de su padre, lo abandonó en una montaña. Lo encontraron y criaron unos pastores, pero luego fue despedazado por los mastines de Crotopo. Como Psámate no podía ocultar su pena, Crotopo no tardó en sospechar que era la madre de Lino, y la condenó a muerte. Apolo castigó a la ciudad de Argos por este doble crimen enviando a una especie de harpía llamada Poine que arrancaba a los niños pequeños de sus padres, hasta que un tal Corebo se encargó de matarla. Entonces afligió a la ciudad una peste y, como no daba señales de disminuir, los argivos consultaron al oráculo de Delfos, el cual les aconsejó que propiciaran a Psámate y Lino. En consecuencia, ofrecieron sacrificios a sus ánimas, y las mujeres y doncellas cantaron cantos fúnebres a los que todavía llaman linoi; y como Lino había sido criado entre corderos, llamaron al festival arnis, y al mes en que se celebraba arneios. Como la peste seguía haciendo estragos, por fin Corebo fue a Delfos y confesó que había matado a Poine. La Pitonisa no le dejó que volviera a Argos, pero le dijo: «Lleva mi trípode de aquí y erige un templo a Apolo donde se te caiga de las manos». Eso le sucedió en el monte Gerania, donde fundó primeramente el templo y luego la ciudad de Tripodisco, y fijó allí su residencia. Se muestra su tumba en la plaza del mercado de Megara, coronada por un grupo de estatuas que representan la muerte de Poine y son las esculturas de esa clase más antiguas que sobreviven en Grecia[499]. A este segundo Lino se le llama a veces Etolino, y los arpistas lo lloran en los banquetes[500].
b. Un tercer Lino yace también enterrado en Argos: era el poeta al que algunos llaman hijo de Eagro y la musa Calíope, haciéndole así hermano de Orfeo. Otros dicen que era hijo de Apolo y la musa Urania, o Aretusa, una hija de Posidón; y otros que era hijo de Anfímaro, hijo de Posidón, y Urania; o de Magnes y la musa Clío[501]. Lino era el músico más grande que había aparecido en la humanidad y el celoso Apolo lo mató. Había compuesto canciones en honor de Dioniso y otros héroes antiguos, y las escribía luego con letras pelasgas; y también una epopeya de la Creación. Lino, en realidad, inventó el ritmo y la melodía, era sabio en todo y enseñó a Támiris y Orfeo[502].
c. La lamentación por Lino se extendió por todo el mundo y es el tema, por ejemplo, de la Canción de Mañeros egipcia. En el monte Helicón, cuando uno se acerca al bosque de las Musas, el retrato de Lino está esculpido en la pared de una pequeña gruta en la que los sacrificios anuales que se le hacen a él preceden a los que se ofrecen a las Musas. Se alega que está enterrado en Tebas y que Filipo, el padre de Alejandro Magno, después de derrotar a los griegos en Queronea, trasladó sus huesos a Macedonia, de acuerdo con un sueño, pero después volvió a soñar y los devolvió[503].
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1. Pausanias relaciona este mito del niño Lino con el de Mañeros, el espíritu del cereal egipcio, por quien se cantaban cantos fúnebres en la época de la cosecha; pero Lino parece haber sido el espíritu del lino (linos) que se siembra en la primavera y se cosecha en el verano. Tenía a Psámate por madre, porque, según Plinio (Historia natural xix.2), «sembraban el Uno en tierra arenosa». Su abuelo y asesino era Crotopo porque —también según Plinio— los tallos de lino amarillentos, después de ser arrancados por las raíces y dejados al aire libre, eran machacados con los «pies trituradores» de mazos de estopa. Y Apolo, cuyos sacerdotes vestían túnicas de Uno y que era el patrono de toda la música griega, lo engendró. La muerte de Lino por perros se refiere evidentemente a la maceración de los tallos de lino con destrales de hierro, procedimiento que Plinio describe en el mismo pasaje. Frazer sugiere, aunque sin pruebas que le apoyen, que Lino es una consecuencia de haber oído mal los griegos las palabras fenicias ai lanu, «¡Ay de nosotros!». Etolino significa «Lino condenado».
2. Sin embargo, el mito se ha reducido a la norma corriente del niño abandonado por temor a un abuelo celoso y criado por pastores, lo que indica que la industria de la ropa de lino en Argólide desapareció a causa de la invasión doria, o de que los egipcios la vendían a menor precio, o de ambas cosas, y la sustituyó la industria de las ropas de lana; sin embargo, se siguieron entonando anualmente los cantos fúnebres en honor del niño Lino. Es probable que la industria del lino fuera establecida por los cretenses que civilizaron Argólide; la palabra griega para cuerda de lino es merinthos y todas las palabras terminadas en inthos son de origen cretense.
3. Corebo, cuando mató a Poine («castigo») probablemente prohibió los sacrificios de niños en el festival de Lino, los sustituyó con corderos, y llamó al mes «Mes del Cordero». Se le ha identificado con un eleo del mismo nombre que ganó la carrera pedestre en la Primera Olimpíada (776 a. de C.). Tripodisco parece no tener relación con los trípodes, sino derivarse de tripodizein, «encadenar tres veces».
4. Como la cosecha del lino era la ocasión para los cantos fúnebres y la trituración rítmica, y como en el solsticio estival —a juzgar por los ejemplos suizos y suabos citados en Golden Bough de Frazer— los jóvenes saltaban alrededor de una hoguera para que el lino creciera a gran altura, se suponía la existencia de otro Lino místico, uno que llegó a la edad viril y fue un músico famoso, inventor del ritmo y la melodía. Este Lino tenía por madre a una Musa y por padre al Hermes arcadio, o al Eagro tracio, o Magnes, el antepasado epónimo de los magnesios; en realidad no era heleno, sino guardián de la cultura pelasga pre-helena, que incluía el calendario de árboles y el saber acerca de la Creación. Apolo, quien no toleraba rivales en música —como lo demostró en el caso de Marsias (véase 21.f)— lo mató, según se dice, indirectamente; pero ésta era una versión errónea, pues Apolo adoptó y no mató a Lino. Posteriormente se atribuyó su muerte más apropiadamente a Heracles, patrono de los invasores dorios incivilizados (véase 146.1).
5. A Lino se le llama hermano de Orfeo a causa de la semejanza de su destino (véase 28.2). En los Alpes austríacos (según me informa Margarita Schón-Wels) no se admite a los hombres en la cosecha del lino, ni en el proceso de secarlo, golpearlo y macerarlo, ni en las hilanderías. El espíritu gobernante es la Harpatsch, una bruja aterradora, con las manos y la cara tiznadas con hollín. Si se encuentra accidentalmente con algún hombre lo abraza, le obliga a bailar, le acomete sexualmente y le tizna con hollín. Además, las mujeres que golpean el lino, llamadas Bechlerinnen, persiguen y rodean a todo extraño que se introduce por error entre ellas. Le obligan a tenderse en el suelo, lo pisotean, le atan las manos y los pies, lo envuelven en estopa, le estregan la cara y las manos con desechos de lino punzantes, lo frotan contra la corteza áspera de un árbol derribado y por fin lo hacen rodar por la ladera. En las cercanías de Feldkirch sólo hacen que el transgresor se acueste y pasan sobre él, pero en otras partes le abren la bragueta e introducen en ella desechos de lino, y eso es tan doloroso que tiene que escapar con las piernas desnudas. En las cercanías de Salzburgo las Bechlerinnen mismas le quitan los pantalones y amenazan con castrarlo; cuando huye, purifican el lugar quemando ramitas y entrechocando las hoces.
6. Poco se sabe de lo que sucede en las hilanderías, pues las mujeres guardan el secreto; excepto que cantan un canto fúnebre llamado el Flachses Qual («Tormento del Lino»), o Leinenklage («Lamento del Lino»). Parece probable, por tanto, que las mujeres que cosechaban el lino solían apresar, atacar sexualmente y desmembrar a un hombre que representaba el espíritu del lino; pero como éste fue también el destino de Orfeo, quien protestó contra los sacrificios humanos y las orgías sexuales (véase 28.b), se ha descrito a Lino como su hermano. La Harpatsch resulta familiar: es la bruja de la cosecha de cereal, representante de la diosa Tierra. Se entrechocan las hoces solamente en honor de la luna; no se las utiliza en la cosecha del lino. Se atribuye a Lino la invención de la música porque esos cantos son puestos en boca del propio espíritu del lino y porque algunas cuerdas de lira se hacían con hilo de lino.
a. Después de la muerte del rey eolio Creteo, Pelias, hijo de Posidón, que era ya anciano, se apoderó del trono de Yolco, que pertenecía a su hermanastro Esón, el heredero legítimo. Un oráculo le advirtió poco después que le mataría un descendiente de Eolo, por lo que Pelias dio muerte a todos los eolios prominentes a los que se atrevió a atrapar, con excepción de Esón, a quien perdonó la vida por respeto a su madre Tiro, pero al que retuvo preso en el palacio obligándole a renunciar a su herencia.
b. Ahora bien, Esón estaba casado con Polimela, llamada también Anfínome, Perimede, Alcímede, Polimede, Polifema, Escaria o Arne, quien le dio un hijo llamado Diomedes[504]. Pelias habría matado al niño sin misericordia pero Polimela llamó a sus parientas para que lloraran por él como si hubiera nacido muerto, y luego lo sacó a ocultas de la ciudad y lo llevó al monte Pellón; allí el centauro Quirón lo crió, como había hecho antes, o como hizo después, con Asclepio, Aquiles, Eneas y otros héroes famosos[505].
c. Un segundo oráculo advirtió a Pelias que se cuidara de un hombre con una sola sandalia. Un día en que se hallaba en la costa del mar con un grupo de príncipes aliados para hacer un sacrificio solemne a Posidón su mirada se fijó en un joven magnesio alto y de larga cabellera, vestido con una túnica de cuero muy ajustada y una piel de leopardo. Estaba armado con dos lanzas de ancha hoja y llevaba solamente una sandalia[506].
d. Había perdido la otra sandalia en el fangoso río Anauro —al que algunos llaman equivocadamente Eveno o Enipeo— a causa de la estratagema de una vieja que, apostada en el otro lado del río, suplicaba a los transeúntes que la pasaran a la otra orilla. Nadie se compadecía de ella, hasta que aquel joven desconocido se ofreció cortésmente a llevarla en su ancha espalda. Pero se tambaleó bajo el peso, pues la vieja era nada menos que la diosa Hera disfrazada. Pelias había ofendido a Hera al no hacerle los sacrificios de costumbre y estaba decidida a castigarle por su negligencia[507].
e. Cuando Pelias preguntó al desconocido rudamente: «¿Quién eres y cómo se llama tu padre?» el otro contestó que Quirón, su padre adoptivo, le llamaba Jasón, aunque anteriormente le llamaban Diomedes, hijo de Esón. Pelias le miró funestamente y le preguntó de pronto:
—¿Qué harías si un oráculo te anunciase que uno de tus conciudadanos estaba destinado a matarte?
—Lo enviaría a Cólquide en busca del vellocino del carnero de oro —contestó Jasón, sin saber que Hera había puesto esas palabras en su boca—. Y te ruego me digas con quién tengo el honor de conversar.
f. Cuando Pelias reveló su identidad, Jasón no se alteró. Audazmente reclamó el trono que le había usurpado Pelias, aunque no los rebaños y vacadas que lo habían acompañado, y como le apoyaron firmemente su tío Peres, rey de Peras, y Amitaón, rey de Pilos, quienes habían ido a tomar parte en el sacrificio, Pelias no se atrevió a negarle sus derechos de nacimiento.
—Pero antes —insistió— te exijo que libres a nuestro querido país de una maldición.
g. Jasón se enteró entonces de que a Pelias le acosaba el ánima de Frixo, que había huido de Orcómeno una generación antes, montado en el lomo de un carnero divino, para evitar que lo sacrificaran. Se refugió en Cólquide, donde cuando murió se le negó el entierro adecuado; y según el oráculo de Delfos, el territorio de Yolco, donde se habían establecido muchos de los parientes minias de Jasón, nunca prosperaría si su ánima no era conducida a su patria en una nave, juntamente con el vellón del carnero de oro. El vellón colgaba de un árbol en el bosque de Ares Cólquido, guardado noche y día por un dragón que nunca dormía. Pelias declaró que una vez que se realizase esa hazaña piadosa renunciaría de buena gana al reino, que se estaba convirtiendo en una carga para un hombre de edad tan avanzada como él[508].
h. Jasón no podía negarle a Pelias ese servicio y en consecuencia envió heraldos a todas las cortes de Grecia pidiendo voluntarios dispuestos a embarcarse con él. También consiguió que el tespio Argo le construyera un navío de cincuenta remos; lo hizo en Págasas, con madera curada del monte Pelión; después de lo cual Atenea misma puso un mástil oracular en la proa del Argo, cortado del roble de su padre Zeus en Dodona[509].
i. Muchas listas diferentes de los Argonautas —como se llama a los compañeros de Jasón— se han compilado en diversas épocas, pero los autores más fidedignos dan los siguientes nombres:
Acasto, hijo del rey Pelias.
Actor, hijo del focio Deyon.
Admeto, príncipe de Peras.
Anfiarao, el adivino argivo.
Anceo el Grande de Tegea, hijo de Posidón.
Anceo el Pequeño, lélege de Samos.
Argo, el tespio, constructor del Argo.
Ascalafo de Orcómeno, hijo de Ares.
Asterio, hijo de Cometes, peloponense.
Atalanta de Calidón, la virgen cazadora.
Augías, hijo del rey Forbante de Elide.
Butes de Atenas, el apicultor.
Ceneo el lapita, quien en otro tiempo había sido mujer.
Calais, el hijo alado de Bóreas.
Canto de Eubea.
Castor, el luchador espartano, uno de los Dioscuros.
Ceteo, hijo del arcadio Aleo.
Corono el lapita, de Girtón en Tesalia.
Equión, hijo de Hermes, el heraldo.
Ergino de Mileto.
Estáfilo, hermano de Fano.
Eufemo de Ténaro, el nadador.
Euríalo, hijo de Mecisteo, uno de los Epígonos.
Euridamente, el dólope, del lago LA ynias.
Palero, el arquero ateniense.
Fano, el hijo cretense de Dioniso.
Heracles de Tirinto, el hombre más fuerte que ha existido, ahora un dios.
Hilas el dríope, escudero de Heracles.
Idas, hijo de Afareo de Mesene.
Idmón el argivo, hijo de Apolo.
Ificlo, hijo del etolio Testio.
ífito, hermano del rey Euristeo de Micenas.
Jasón, el capitán de la expedición.
Laertes, hijo del argivo Acrisio.
Linceo, el vigía, hermano de Idas.
Melampo de Pilos, hijo de Posidón.
Meleagro de Calidón.
Mopso el lapita.
Nauplio el argivo, hijo de Posidón, célebre navegante.
Oileo de Lócride, padre de Áyax.
Orfeo, el poeta tracio.
Palemón, hijo de Hefesto, etolio.
Peleo el mirmidón.
Peneleo, hijo de Hipálcimo, el beodo.
Periclímeno de Pilos, el hijo de Posidón que cambiaba de forma.
Peante, hijo de Táumaco el magnesio.
Pólux, el pugilista espartano, uno de los Dioscuros.
Polifemo, hijo de Élato, el arcadio.
Tífis, el piloto beocio de Sifas.
Zetes, hermano de Calais, y nunca, ni antes ni después se ha reunido una tripulación tan valiente[510].
j. A los Argonautas se los llama con frecuencia minias, porque llevaron de vuelta el ánima de Frixo, nieto de Minia, y el vellón de su carnero; y porque muchos de ellos, incluyendo a Jasón mismo, provenían de la sangre de las hijas de Minia. Este Minia, hijo de Crises, había emigrado de la Tesalia a Orcómeno en Beoda, donde fundó un reino y fue el primer rey que construyó una tesorería[511].
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1. En la época de Homero un ciclo de romances acerca del viaje del Argo al país de Eetes («poderoso») estaba «en labios de todos» (Odisea xii.40), y coloca a los Planktai o Simplégadas —por las que había pasado inclusive antes que Odiseo— cerca de las Islas de las Sirenas y no lejos de Escila y Caribdis. Todos estos peligros se dan en los relatos más completos del regreso del Argo de Cólquide.
2. Según Hesíodo, Jasón, hijo de Esón, después de realizar muchos trabajos penosos impuestos por Pellas, se casó con la hija de Eetes, que fue con él a Yolco, donde «ella se le sometió» y le dio su hijo Medeo, a quien educó Quirón. Pero Hesíodo parece haber estado mal informado: en los tiempos heroicos ninguna princesa era llevada a la casa de su marido; él iba a la de ella (véase 137.4 y 160.3). Por tanto, Jasón o bien se casó con la hija de Eetes y se instaló en su corte, o bien se casó con la hija de Pelias y se instaló en Yolco. Eumelo (siglo VIII) informa que cuando Corinto murió sin sucesión, Medea reclamó con buen éxito el trono vacante de Corinto, pues era hija de Eetes, quien, no contento con su herencia, había emigrado desde allí a Cólquide; y que Jasón, su marido, se convirtió por ello en rey.
3. Ni Cólquide ni su capital, Ea, son mencionadas en estos primeros relatos, que describen a Eetes como hijo de Helio y hermano de la Circe aeana. Tampoco se debe suponer que la fábula que conocía Homero tenía mucho en común con la que relatan Apolodoro y Apolonio de Rodas; incluso la ruta seguida por el Argo en su viaje de ida, y no hablemos de la del viaje de vuelta, no había sido fijada todavía en la época de Herodoto, pues Píndaro, en su Cuarta Oda Pítica (462 a. de C.) daba una versión muy diferente de la suya.
4. El mito de Pelias y Diomedes —el nombre original de Jasón— parece haber sido acerca de un príncipe abandonado en una montaña, criado por cuidadores de caballos y al que impuso trabajos aparentemente imposibles el rey de una ciuded vecina, no necesariamente un usurpador: como el uncimiento de toros que respiraban fuego, y la conquista de un tesoro guardado por un monstruo marino. Jasón, medio muerto en las fauces del monstruo marino, es el tema de obras de arte etruscas. Su recompensa sería casarle con la heredera del trono. Mitos análogos son comunes en la mitología celta —como lo atestiguan los trabajos impuestos a Kilhwych, el héroe del Mabinogion cuando deseó casarse con la hechicera Olwen— y al parecer se refieren a las pruebas rituales del coraje de un rey antes de su coronación.
5. Es ciertamente del Cuento de Kilhwych y Olwen y del análogo Cuento de Peredur hijo de Evrawc, perteneciente también al Mabinogion, de los que se pueden sacar las deducciones más verosímiles acerca de la naturaleza de los trabajos de Diomedes. Kilhwych, al enamorarse de Olwen, recibió órdenes de su padre de uncir un toro amarillo y un toro mosqueado, para despejar una colina de espinos y malezas, sembrarla con maíz y luego recoger el grano en un solo día (véase 127.1 y 152.3); y también conseguir un cuerno de la abundancia y una caldera irlandesa mágica. Peredur, al enamorarse de una doncella desconocida, tuvo que matar a un monstruo marino, llamado el Avanc, en un lago cercano al Túmulo de la Aflicción; Eea significa «aflicción». Con la condición de que le jurara fidelidad, ella le dio una piedra mágica que le permitió vencer al Avanc y conseguir «todo el oro que un hombre puede desear». La doncella resultó ser la Emperatriz de Cristinobyl, una hechicera que vivía con gran pompa «hacia la India»; y Peredur fue su amante durante catorce años. Puesto que el único otro héroe gales que venció a un Avanc fue Hu Gadarn el Poderoso, antepasado de los Cymry, quien unciendo dos toros al monstruo lo sacó del río Conwy (Welsh Triads iii.97), parece probable que también Jasón sacara a su monstruo del agua con la ayuda de su yunta que exhalaba fuego.
6. La caldera irlandesa que fue a buscar Kilhwych era, al parecer, la mencionada en el Cuento de Peredur: una caldera de regeneración, como la que utilizó posteriormente Medea; un gigante la había encontrado en el fondo de un lago irlandés. Pelias pudo haber exigido que Diomedes fuese a buscar otra análoga. El escenario de sus trabajos sería alguna región no geográfica situada «hacia el sol naciente». No se menciona cornucopia alguna en la leyenda de los argonautas, pero Medea, por un motivo que no queda claro, rejuvenece a la ninfa Macris y sus hermanas, anteriormente nodrizas de Dioniso, cuando se encuentra con ellas en Drepane, o Corcira. Como Dioniso tenía mucho en común con el Zeus infante, cuya nodriza, la cabra Amaltea, le proporcionó la cornucopia original (véase 7.b), Medea puede haber ayudado a Diomedes a conseguir otra cornucopia de las ninfas prestándoles sus servicios. Los trabajos de Heracles (como los de Teseo y Orion) se comprenden mejor como tareas nupciales e incluían «la ruptura de los cuernos de ambos toros» (el cretense y el aqueloano; véase 134.6).
7. Este mito de los trabajos nupciales, una versión del cual parece haber sido corriente en Yolco, con Pelias como el malvado, y otra en Corinto, con Corinto como el malvado, llegó a vincularse, evidentemente, con la leyenda semihistórica de una expedición marítima minia enviada desde Yolco por los orcómenos. Orcómeno pertenecía a la antigua anfictionía, o liga, de Calauria (Estrabón: viii.6.14), presidida por el dios eolio Posidón, y que incluía seis estados costeros de Argos y Ática; era la única ciudad interior de las siete y estaba estratégicamente situada entre el Golfo de Corinto y el Golfo Tesalio. Sus pobladores, como los beocios de Hesíodo, pueden haber sido agricultores en el invierno y navegantes en el verano.
8. El supuesto propósito de la expedición era recuperar un vellón sagrado que había sido llevado al «país de Eetes» por el rey Frixo, nieto de Minia, cuando estaba a punto de ser sacrificado en el monte Lafistio (véase 70.d) y acompañar al ánima de Frixo de vuelta a Orcómeno. Su jefe tuvo que ser un minia —lo que no era Diomedes, hijo de Esón—, quizá Citisoro (Herodoto: víi.197), hijo de Frixo, a quien Apolonio de Rodas da un lugar prominente en la fábula (véase 151.f y 152.b), y que mereció el sobrenombre de Jasón («curador») en Orcómeno cuando terminó con la sequía y la peste causadas por la huida de Frixo. Sin embargo, Diomedes era minia por parte de su madre; y es probable que la descendencia fuese matrilineal tanto en Orcómeno como en la Yolco pelasga.
9. En esta leyenda minia, el país de Eetes no puede haber estado en el otro extremo del Mar Negro; todos los testimonios primitivos indican la cabecera del Adriático. Se cree que los argonautas navegaron por el río Po, cerca de cuya desembocadura, al otro lado del golfo, se halla la Isla de Circe o Eea, llamada ahora Lussin; y que fueron atrapados por los colquideos de Eetes en la desembocadura del Ister, no el Danubio, sino, como sugiere Diodoro Sículo, el pequeño río Istro, que dio su nombre a Istria. Medea mató entonces a su hermano Apsirto, que estaba enterrado en la vecina Apsirtides; y cuando ella y Jasón se refugiaron con Alcinoo, rey de Drepane (Corcira), a pocos días de navegación hacia el sur, los colquideos, defraudados en su venganza, temieron incurrir en la ira de Eetes sí volvían con las manos vacías y en consecuencia edificaron la ciudad de Pola en la tierra firme de Istria. Además, el país de las sirenas, las Rocas Chocantes, Escila y Caribdis, se hallan todos cerca de Sicilia, y al pasar por allí el Argo fue sacudido por el viento nordeste, con gran violencia. «Cólquide» puede ser en realidad un error por «Colicaria» en el Po inferior, no lejos de Mantua, al parecer un apostadero en la Ruta del Ámbar, pues las hijas de Helio, que lloraron lágrimas de ámbar, aparecen en la fábula tan pronto como el Argo entra en el Po (véase 42.d). El ámbar estaba consagrado al sol, y Electra («ámbar»), la isla en la que se dice que tocó el Argo, difícilmente puede haber sido Samotracia, como creen los escoliastas, sino «la tierra de Eetes», un puesto comercial al término de la Ruta del Ámbar, quizá corintio, porque Eetes había llevado su culto del Sol desde Corinto, pero acaso pelasgo, porque según la Descripción de la Tierra de Dionisios (i. 18), una colonia pelasga, proveniente de Dodona, en un tiempo mantenía una flota poderosa en una de las desembocaduras del Po.
10. Al mito no geográfico de Diomedes, ahora combinado con la leyenda de un viaje minia a la tierra de Eetes, se agregó un tercer elemento: la tradición de una incursión de piratería anterior a lo largo de la costa meridional del Mar Negro, realizada a las órdenes de otro rey minia. La sexta ciudad de Troya, con su dominio del Helesponto, gozaba del monopolio del comercio en el Mar Negro, al que esta incursión se habrá propuesto desafiar (véase 137.1). Ahora bien, el supuesto objetivo de los minias en viaje por el Adriático era un vellocino, no de oro, sino, según Simónides (citado por escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iv.77), de púrpura, al que el Primer Mitógrafo Vaticano describe como aquel «en el que Zeus solía ascender al cielo». Dicho de otro modo, era un vellón negro que se llevaba en un rito regio destinado a producir la lluvia, como el que se realiza todavía todos los primeros de mayo en la cumbre del monte Pelión, donde un anciano con una máscara de badana negra es muerto y resucitado por sus compañeros, vestidos con vellones blancos (Annals of tbe British School at Athens xvi.244-9, 1909-16). Según Dicearco (ii.8), este rito se realizaba en la época clásica bajo los auspicios de Zeus Acteo o Aereo («de la cumbre»). Originalmente el hombre con la máscara de badana negra sería el Rey, representante de Zeus, que era sacrificado al final de su reinado. El empleo de la misma ceremonia en el monte Pelión y en el monte Lafistio explicaría la combinación de las dos tradiciones de Yolco, a saber, el mito de Diomedes y la leyenda de la incursión en el Mar Negro, con la tradición de un viaje mima para deshacer el daño causado por Frixo.
11. Sin embargo, la misión de los minias difícilmente pudo ser la de llevar de vuelta el vellón lafistio perdido, que se podía reemplazar fácilmente; es mucho más probable que fueran en busca de ámbar, para propiciar con él a la divinidad ofendida, la diosa de la Montaña. Debe recordarse que los minias tenían una «Pilos Arenosa» en la costa occidental del Peloponeso —tomada a los léleges por Neleo con la ayuda de pelasgos de Yolco (véase 94.c)—, y que, según Aristóteles (Mirabilia 82), los pilianos llevaban ámbar de la desembocadura del Po. En el lugar donde estaba Pilos (ahora la aldea de Kakovatos) se desenterraron recientemente enormes cantidades de ámbar.
12. En el viaje oriental este vellocino se hizo «de oro» porque había que incluir la hazaña de Diomedes al conquistar el tesoro del monstruo marino; y porque, como señala Estrabón, los argonautas que irrumpieron en el Mar Negro fueron en busca del oro aluvial del Fasis colquideo (ahora el Rion), recogido por los nativos en vellones extendidos en el lecho del río. No fue solamente la confusión de Cólquide con Colicaria, de Ea («tierra») con Eea («lamentación»), y del vellón negro pelonio con el lafistio lo que unión a esas tradiciones diferentes. El palacio de la aurora de Helio, el padre de Eetes, se halla en Cólquide (véase 42.í), el país más oriental que conocía Homero; y se decía que había Jasonica, es decir, templos de Heracles Curador, en el golfo oriental del Mar Negro, donde los eolios habían establecido factorías. Según algunos autores, Heracles encabezó la expedición al Mar Negro. Además, como Homero había mencionado a Jasón solamente como el padre de Euneo, quien proporcionó a los griegos el vino durante el sitio de Troya (véase 162.»), y como Lemnos se halla al este de Tesalia, se creía que el Argo también se había dirigido hacia el este. Las Rocas Errantes o Chocantes que Homero situó en aguas de Sicilia fueron trasladadas por lo tanto al Bosforo.
13. Cada ciudad necesitaba un representante argonauta para justificar sus derechos comerciales en el Mar Negro, y a los bardos errantes no les importaba introducir uno o dos nombres más en este ciclo mixto de baladas. Han sobrevivido, en consecuencia, varias listas de argonautas, todas irreconciliables, pero la mayoría basadas en la teoría de que utilizaron una nave de cincuenta remos, lo que no era, en verdad, imposible en la época micénica; sólo Tzetzes da un centenar de nombres. Sin embargo, ni siquiera los escépticos más empedernidos parecen haber dudado de que la leyenda es en lo principal histórica, o de que el viaje se realizó antes de la guerra de Troya, en algún momento del siglo XIII a. de C.
14. La sandalia única de Jasón demuestra que era un combatiente. Los guerreros etolios eran famosos por su costumbre de hacer la guerra con sólo el pie izquierdo calzado (Macrobio: v. 18-21; Escoliasta sobre las Odas píticas de Píndaro iv.133), recurso que también adoptaron durante la guerra del Peloponeso los de Platea para maniobrar mejor en el barro (Tucídides: iii.22). La causa de que el pie del lado del escudo, y no el del lado del arma, estuviese calzado puede haber sido que se adelantaba en la lucha cuerpo a cuerpo y podía utilizarse para golpear al adversario en la ingle. Por esto el izquierdo era el pie hostil y nunca se ponía en el umbral de la casa de un amigo; la tradición sobrevive en la Europa moderna, donde los soldados marchan invariablemente a la guerra adelantando el pie izquierdo.
15. La disputa entre Hera y Pelias por no haberle hecho sacrificios indica la tensión que existía entre la dinastía aquea que rendía culto a Posidón en Yolco y sus súbditos eolo-magnesios que rendían culto a la diosa.
a. Heracles, después de apoderarse del Jabalí de Erimanto, apareció de pronto en Págasas y fue invitado por unanimidad a que actuara como capitán del Argo, pero accedió generosamente a servir a los órdenes de Jasón, quien, aunque era un principiante, había proyectado y proclamado la expedición. En consecuencia, cuando se botó la nave y se echaron suertes para ocupar los bancos, a razón de dos remeros por cada banco, fue Jasón quien sacrificó una yunta de bueyes a Apolo de los Embarques. Mientras el humo del sacrificio se elevaba propiciamente al firmamento, formando oscuras columnas arremolinadas, los argonautas se sentaron para celebrar su baquete de despedida, en el que Orfeo apaciguó con su lira ciertas disputas de borrachos. Se hicieron a la mar a la primera luz de la aurora, con rumbo a Lemnos[512].
b. Alrededor de un año antes de esto, los lemnios se habían peleado con sus esposas, quejándose de que olían mal, y tomaban como concubinas a muchachas tracias capturadas en sus incursiones. En venganza, las lemnias asesinaron a todos sin compasión, a viejos y jóvenes igualmente, con excepción del rey Toante, a quien salvó la vida en secreto su hija Hipsípila, poniéndolo a la deriva en una embarcación sin remos. Ahora bien, cuando el Argo apareció a la vista y las lemnias lo tomaron por una nave enemiga proveniente de Tracia, se pusieron las armaduras de sus maridos difuntos y corrieron audazmente a la costa para rechazar el ataque que les amenazaba. Pero el elocuente Equión desembarcó con el báculo en la mano como heraldo de Jasón y no tardó en tranquilizarlas; entonces Hipsípila convocó un consejo en el que propuso que se enviaran alimentos y vino a los argonautas, pero no se les admitiera en su ciudad de Mirina, por temor a que se les acusara por la matanza. Polixo la anciana nodriza de Hipsípila, se levantó para alegar que sin hombres la raza lemnia no tardaría en extinguirse. «Lo más sensato —dijo— sería que os ofrecieseis amorosamente a esos aventureros bien nacidos y así no sólo pondríais nuestra isla bajo una fuerte protección, sino que además pariríais una raza nueva y fornida».
c. Este consejo desinteresado fue fuertemente aplaudido y los argonautas fueron bien acogidos en Mirina. Por supuesto, Hipsípila no le dijo a Jasón toda la verdad, sino que, balbuceando y ruborizándose, le explicó que después de haber sufrido muchos malos tratos por parte de sus maridos, sus compañeras se habían levantado en armas y les habían obligado a emigrar. Dijo que el trono vacante de Lemnos sería para Jasón si lo pedía. Aunque Jasón aceptó agradecido el ofrecimiento, declaró que antes de fijar su residencia en la fértil Lemnos debía terminar su búsqueda del Vellocino de Oro. Pero Hipsípila no tardó en convencer a los argonautas para que aplazasen su partida, pues cada aventurero estaba rodeado por numerosas mujeres jóvenes todas las cuales deseaban compartir el lecho con él[513]. Hipsípila reclamó para ella a Jasón y le agasajó regiamente; fue entonces cuando él engendró a Euneo y su mellizo Nebrófono, a quien algunos llaman Deifilo, o Toante el Joven. Euneo llegó a ser rey de Lemnos y proporcionó a los griegos vino durante la guerra de Troya.
d. Muchos hijos engendraron en esta ocasión también los otros argonautas, y si no hubiera sido por Heracles, que guardaba el Argo y que finalmente se dirigió resueltamente a Mirina, golpeando las puertas de las casas con su clava y pidiendo a sus compañeros que volvieran a cumplir su deber, es probable que el vellocino de oro no saliera nunca de Cólquide. Pronto los obligó a volver a la costa y esa misma noche se embarcaron para Samotracia, donde fueron debidamente iniciados en los misterios de Perséfone y sus servidores, los Cabiros, que salvaban a los navegantes del naufragio[514].
e. Más tarde, cuando las lemnias descubrieron que Hipsípila, violando su juramento, había salvado a Toante —fue arrojado a tierra en la isla de Sicinos y luego fue rey de los aurios— la vendieron como esclava al rey Licurgo de Nemea. Pero algunos dicen que unos piratas tracios hicieron una incursión en Mirina y la capturaron. Cuando llegó a la edad viril, Euneo purificó a la isla culpable de homicidio, y los ritos que utilizó se siguen repitiendo en el festival anual de los Cabiros: durante nueve días permanece apagado el fuego en todos los fogones lemnios y se hacen ofrendas a los muertos, después de lo cual se lleva en un barco fuego nuevo, del altar de Apolo en Délos[515].
f. Los argonautas siguieron navegando, dejando a Imbros a estribor, y como se sabía que el rey Laomedonte de Troya guardaba la entrada del Helesponto y no dejaba entrar ninguna nave griega, se deslizaron por el estrecho de noche, manteniéndose cerca de la costa tracia, y llegaron a salvo al Mar de Mármara. Cuando se acercaban al territorio de los doliones desembarcaron en el cabo de una península escarpada llamada Arctón, a la que corona el monte Díndimo. Allí los recibió el rey Cícico, hijo de Éneo y anterior aliado de Heracles, quien se acababa de casar con Clito, de la Percote frigia, y les invitó cordialmente a compartir su banquete de boda. Mientras se realizaban las festividades los guardianes del Argo fueron atacados con piedras y palos por ciertos gigantes de seis manos nacidos de la Tierra, desde el interior de la península, pero los rechazaron.
g. Después los argonautas dedicaron la piedra que les servía como ancla a Atenea, en cuyo templo se la exhibe hasta el presente, y, tomando a bordo otra más pesada, se alejaron remando tras una despedida cordial en dirección al Bósforo. Pero de pronto comenzó a soplar un viento del nordeste y no tardaron en avanzar tan despacio que Tifis decidió cambiar la dirección de la nave y volver a ponerse al socaire de la península. Fue desviada de su curso y los argonautas, que vararon su embarcación al azar en medio de la más intensa oscuridad, fueron atacados inmediatamente por guerreros bien armados. Sólo después de haberlos vencido en una feroz batalla y de matar a algunos y poner a los demás en fuga descubrió Jasón que había ido a parar a la costa oriental de Arctón y que el noble rey Cícico, que había tomado a los argonautas por piratas, yacía muerto a sus pies. Clito, enloquecido por la noticia, se ahorcó; y las ninfas del bosquecillo lloraron tan lastimosamente que sus lágrimas formaron la fuente que ahora lleva su nombre.
h. Los argonautas realizaron juegos fúnebres en honor de Cícico, pero el mal tiempo los detuvo durante muchos días más. Por fin un alción revoloteó sobre la cabeza de Jasón y se posó gorjeando en la proa del Argo; en vista de lo cual Mopso, que entendía el lenguaje de las aves, explicó que todo iría bien si aplacaban a la Diosa Rea. Ella había exigido la muerte de Cícico en represalia por la de su león sagrado, muerto por él en el monte Díndimo, y estaba ofendida con los argonautas por haber causado aquella carnicería entre sus hermanos los gigantes de seis brazos nacidos de la Tierra. En consecuencia erigieron una imagen a la diosa, tallada por Argo de una cepa antigua, y danzaron plenamente armados en la cima de la montaña. Rea agradeció su devoción e hizo que un manantial —llamado ahora el Manantial de Jasón— brotase de unas rocas cercanas. Se levantó un viento favorable y continuaron el viaje. Sin embargo, los doliones prolongaron su luto durante todo un mes, sin encender fuego y viviendo de alimentos sin cocinar, costumbre que se observa todavía durante los Juegos Cícicos anuales[516].
*
1. Se hace que Jasón haga escala en Lemnos porque, según Homero, Euneo, que reinaba allí durante la guerra de Troya, era hijo suyo; y porque Eufemo, otro argonauta, engendró a Leucofano («apariencia blanca») con una lemnia (Tzetzes: Sobre Licofrón 886; Escoliasta sobre las Odas piticas de Píndaro ív.455), convirtiéndose así en el antepasado de una larga dinastía cirenea. La matanza de lemnios indica que los isleños conservaban la forma de sociedad ginecocrática, apoyada por sacerdotisas armadas, que se observaba entre ciertas tribus libias en la época de Herodoto (véase 8.1), y que los visitantes helenos sólo podían comprender esta anomalía como una revolución femenina. Mirina era el nombre de su diosa (véase 131.3). Quizá se decía que las lemnias olían mal porque trabajaban con glasto —utilizado por sus vecinas tracias para tatuarse—, planta de un olor tan nauseabundo y duradero que las familias de Norfol la que trabajan con glasto se han visto siempre obligadas a casarse entre ellas.
2. Samotracia era un centro de la religión heládica, y los iniciados en sus Misterios de la diosa Luna —el secreto de los cuales ha sido bien mantenido— tenían derecho a llevar un amuleto purpúreo (Apolonio de Rodas: i.197; Diodoro Sículo: v.49), valorizado como una protección contra peligros de toda clase, pero especialmente los naufragios. Filipo de Macedonia y su esposa Olimpia se iniciaron en esos misterios (Aristófanes: La paz 277, con escoliastas); César Germánico no pudo tomar parte en los Misterios sólo a causa de un agüero y murió poco después (Tácito: Anales ii.54). Ciertas vasijas de bronce antiguas encontradas en Samotracia se dice que habían sido dedicadas por los argonautas.
3. Los hermanos de Rea, los gigantes de seis brazos nacidos de la Tierra de la Isla del Oso, quizás han sido deducidos de ilustraciones que representaban a hombres velludos vestidos con pieles de oso y las garras extendidas. El relato de la muerte de Cícico es lo bastante minucioso para que indique una tradición germina de la incursión en el Mar Negro, aunque tan poco relacionada con la extinción anual de los fuegos en Cícico como la supuesta matanza de los lemnios con una ceremonia análoga en Mirina, durante el festival de los Cabiros, que duraba nueve días. Al término del año, cuando el rey sagrado era sacrificado, se apagaban habitualmente los fuegos en muchos reinos y se renovaban más tarde como uno de los ritos de la instalación del nuevo rey.
4. La muerte del león de Rea se refiere probablemente a la supresión de su culto en Cícico en favor del Olimpianismo.
5. Los alciones eran mensajeros de la diosa del Mar, Alcíone («la reina que evita [las tormentas]»; véase 45.1-2).
a. Desafiados por Heracles, los argonautas emprendieron una competencia para ver quién podía remar durante más tiempo seguido. Tras muchas horas de esfuerzo, aliviadas únicamente por la lira de Orfeo, sólo quedaron Jasón, los Dióscuros y Heracles, pues sus compañeros se habían declarado sucesivamente vencidos. La fuerza de Castor comenzó a disminuir y Pólux, viendo que éste era el único modo de hacerle desistir, abandonó su remo. Jasón y Heracles, no obstante, siguieron haciendo avanzar al Argo, sentados en los lados opuestos de la nave, hasta que poco después, cuando llegaron a la desembocadura del río Cío en Misia, Jasón se desmayó. Casi inmediatamente se partió el remo de Heracles. Miró a su alrededor con ira y disgusto y sus cansados compañeros volvieron a empuñar los remos y vararon el Argo a la orilla del río.
b. Mientras preparaban la comida de la noche Heracles fue en busca de un árbol que pudiera servirle para hacerse un remo nuevo. Desarraigó un abeto enorme, pero cuando lo arrastró de vuelta para desbastarlo junto a la hoguera del campamento se encontró con que su escudero Hilas había salido, una o dos horas antes, en busca de agua al cercano estanque de Pegae y que todavía no había vuelto. Polifemo había salido también a buscarlo. Hilas había sido el favorito del Heracles desde la muerte de su padre, Tiodamante, rey de los dríopes, a quien Heracles había matado por haberse negado a darle un buey arador. Gritando: «¡Hilas! ¡Hilas!», Heracles se introdujo frenéticamente en el bosque y no tardó en encontrar a Polifemo, quien le informó: «¡Ay!, oí a Hilas que gritaba pidiendo ayuda y corrí hacia donde había oído su voz. Pero cuando llegué al estanque no vi señales de lucha ni con fieras ni con enemigos de otra clase. Sólo estaba su jarro abandonado junto al estanque». Heracles y Polifemo siguieron buscando durante toda la noche y obligaron a todos los misios con los que se encontraban a que se les unieran, pero en vano. La realidad era que Dríope y las ninfas de Pegae hermanas suyas se habían enamorado de Hilas y le habían seducido y convencido para que fuera a vivir con ellas en una gruta situada bajo el agua.
c. Al amanecer comenzó a soplar un viento favorable y, como no aparecían Heracles ni Polifemo, aunque todos gritaban sus nombres, que repetía el eco en las laderas de las montañas, Jasón ordenó que se reanudara el viaje. Esta decisión provocó fuertes protestas y cuando el Argo se alejaba de la costa varios de los argonautas le acusaron de que abandonaba a Heracles para vengarse de su derrota en la competencia de los remos. Inclusive trataron de hacer que Tifis diera la vuelta a la nave, pero Calais y Zetes se interpusieron, y éste es el motivo por el que Heracles los mató luego en la isla de Tenos, donde puso una gran piedra tambaleante sobre su tumba.
d. Después de amenazar con devastar el país de Misia si sus habitantes no continuaban buscando a Hilas, muerto o vivo, y de realizar una afortunada irrupción en Troya, Heracles reanudó sus trabajos, pero Polifemo se estableció cerca de Pegae y construyó la ciudad de Crío, donde reinó hasta que los cálibes lo mataron en una batalla[517]. En honor de Heracles, los misios siguen sacrificando una vez al año a Hilas en Prusa, cerca de Pagae; su sacerdote pronuncia tres veces su nombre en voz alta y los devotos simulan que le buscan por el bosque[518].
e. Hilas, en verdad, sufrió el mismo destino que Bormo, o Borimo, hijo de Upio, un joven mariandino de una belleza extraordinaria que en una ocasión, en la época de la cosecha, fue a un pozo en busca de agua para los segadores. También a él lo introdujeron en el pozo las ninfas y no fue visto nunca más. Los campesinos de Bitinia celebran su memoria todos los años en la época de la cosecha con canciones quejumbrosas y acompañamiento de flautas[519].
f. En consecuencia, algunos se burlan de la fábula de Hilas alegando que era realmente Bormo y que Heracles fue abandonado en la Afete magnesia, cerca de Págasas, cuando desembarcó en busca de agua, poco después de haberse iniciado el viaje; el mástil oracular del Argo había anunciado que él sería demasiado pesado para que lo transportase. Otros, al contrario, dicen que no sólo llegó a Cólquide, sino que estuvo todo el tiempo al mando de la expedición[520].
g. Luego el Argo hizo escala en la isla de Bébricos, y también en el Mar de Mármara, donde gobernaba el arrogante rey Amico, hijo de Posidón. Este Amico se consideraba un pugilista y solía desafiar a los extranjeros a una lucha que invariablemente terminaba con la muerte de éstos. Pero si se negaban, los arrojaba sin ceremonia desde lo alto de un risco al mar. En esta ocasión fue a ver a los argonautas y les negó alimentos y agua a menos que uno de sus paladines luchase con él. Pólux, que había vencido en la prueba de pugilato en los Juegos Olímpicos, se adelantó de buena gana y se puso los guantes de cuero sin curtir que le ofreció Amico.
h. Amico y Pólux se enfrentaron con violencia en un pequeño valle florido, no lejos de la playa. Los guantes de Amico estaban tachonados con escarpias de bronce y los músculos de sus brazos velludos sobresalían como cantos rodados cubiertos con algas marinas. Era con mucho el más pesado de los dos y varios años más joven que su contrincante; pero Pólux, luchando cautelosamente al principio y eludiendo sus acometidas parecidas a las de un toro, no tardó en descubrir los puntos débiles de su defensa y antes que pasara mucho tiempo le hizo escupir sangre por la boca hinchada. Tras un combate prolongado, en el que ninguno de los dos mostró la menor señal de flaquear, Pólux irrumpió a través de la guardia de Amico, le aplastó la nariz con un golpe directo de la mano izquierda y le castigó sin misericordia en ambos lados de ella, utilizando para ello ganchos y golpes potentes. Impulsado por el dolor y la desesperación, Amico asió el puño izquierdo de Pólux y tiró de él con su mano izquierda mientras descargaba sobre él un tremendo derechazo; pero Pólux se arrojó en la dirección del tirón. El golpe dio en el vacío y él replicó con un fuerte golpe de la mano derecha en la oreja de Amico, seguido por un irresistible golpe de abajo arriba que le rompió los huesos de la sien y lo mató instantáneamente.
i. Cuando vieron que su rey yacía muerto, los bébrices acudieron a las armas, pero los compañeros de Pólux los vencieron fácilmente y saquearon el palacio real. Para aplacar a Posidón, el padre de Amico, Jasón le ofreció un holocausto de veinte toros rojos que fueron encontrados entre el botín[521].
j. Los argonautas se hicieron otra vez a la mar al siguiente día y llegaron a Salmidesos en la Tracia oriental, donde reinaba Fineo, el hijo de Agenor. Los dioses le habían cegado por profetizar el futuro con demasiada exactitud, y también le molestaban un par de harpías, criaturas femeninas repugnantes y aladas que en cada comida entraban volando en el palacio y arrebataban los comestibles de su mesa, ensuciando los que dejaban, de modo que hedían y eran incomibles. Una harpía se llamaba Aelo y la otra Ocípete[522]. Cuando Jasón pidió a Fineo que le aconsejase cómo se podía conseguir el vellocino de oro, Fineo le contestó: «¡Primeramente líbrame de las harpías!» Los sirvientes de Fineo sirvieron a los argonautas un banquete, sobre el cual descendieron inmediatamente las harpías y realizaron sus tretas habituales. Pero Calais y Zetes, los alados hijos de Bóreas, se levantaron espada en mano y las persiguieron por el aire hasta el otro lado del mar. Algunos dicen que alcanzaron a las harpías en las islas Estrófades, pero les perdonaron la vida cuando se volvieron e imploraron misericordia; pues Iris, la mensajera de Hera, intervino y prometió que volverían a su cueva en la Dicte cretense y que nunca molestarían a Fineo. Otros dicen que Ocípete llegó a un arreglo en esas islas, pero que Aelo siguió volando y se ahogó en el río Tigris del Peloponeso, llamado ahora Harpis por ella.
k. Fineo instruyó a Jasón sobre la manera de navegar por el Bosforo y le hizo un relato detallado del tiempo, la hospitalidad y la suerte que podía esperar en su viaje a Cólquide, país que colonizaron por primera vez los egipcios y se halla en el extremo más oriental del Mar Negro, a la sombra de las montañas del Cáucaso. Y añadió: «Y una vez que hayas llegado a Cólquide ¡confía en Afrodita!»[523]
l. Ahora bien, Fineo se había casado la primera vez con Cleopatra, hermana de Calais y Zetes, y luego, cuando ella murió, con Idea, una princesa escita Idea estaba celosa de los dos hijos de Cleopatra y sobornó a falsos testigos para que les acusaran de toda clase de maldades. Sin embargo, Calais y Zetes descubrieron la conspiración, liberaron a sus sobrinos de la prisión, donde los azotaban a diario guardianes escitas, y Fineo no sólo volvió a sentir afecto por ellos, sino que además envió a Idea de vuelta a la casa de su padre[524].
m. Y algunos dicen que a Fineo le cegaron los dioses después de la visita de los argonautas porque les habían dado un consejo profético[525].
*
1. En la leyenda del viaje de los yolcos al este del Mar Negro —aunque no en el viaje occidental de los minias a Istria— Heracles puede haber estado al frente de la expedición. La fábula de la desaparición de Hilas fue inventada para explicar los ritos misinos, que todavía se practicaban en Prusa, cerca de Pegae, en la época romana, de lamentación por Adonis de los Bosques. El destino de Hilas en poder de Dríope y sus ninfas sería el de Leucipo (váase 21.6), Acteón (véase 22.i), Orfeo (véase 28.d) o de cualquier otro rey sagrado del culto del roble: a saber, ser desmembrado y devorado por mujeres furiosas que luego se purificaban en un manantial y anunciaban que había desaparecido inexplicablemente. «Dríope» significa «picamaderos o pájaro carpintero» (literalmente: «cara de roble o encina»), pájaro cuyo picoteo en los troncos sugería la búsqueda de Hilas, dríope de nacimiento, y que, por lo visto, pronosticaba el tiempo húmedo (véase 56.1); el propósito principal de este sacrificio era provocar las lluvias de otoño. Heracles, como el nuevo rey, simularía intervenir en la búsqueda de su predecesor. Bormo, o Borimo, es probablemente una variante de Brimo, el hijo de Brimo (véase 24.5).
2. La fábula de Ámico puede derivarse de una ilustración que mostraba los juegos fúnebres celebrados después de haber sido arrojado el rey viejo desde un risco (véase 96.3 y 6). El pugilato, deporte cretense, mencionado en la Ilíada y la Odisea, parece haber sido bastante limpio hasta que la rivalidad cívica de los Juegos Olímpicos introdujo el profesionalismo. Los pugilistas del anfitetro romano utilizan guantes con escarpias y manoplas, y no las correas de cuero sin curtir tradicionales. Teócrito, en su relato experto de la lucha entre Pólux y Ámico, lamenta los tiempos gloriosos de la liza. Las harpías eran originalmente personificaciones de la diosa de la Muerte cretense como un torbellino (Homero: Odisea i.241 y xx.66 y 77), pero en este contexto parecen haber sido aves sagradas, milanos o halietos, a los que los tracios aumentaban regularmente. Diodoro Sículo, cuando describe la visita de los argonautas a la corte de Fineo, evita cuidadosamente toda mención de las harpías —quizá por temor a incurrir en su ira—, pero se las ingenia para insinuar que la segunda esposa del ciego Fineo, que era escita, le engañaba simulando que las harpías le robaban los alimentos y ensuciaban lo que dejaban, lo que hacían sus sirvientes por orden de ella. Fineo se moría lentamente de hambre cuando Calais y Zetes —los hermanos de su primera esposa— descubrieron la culpabilidad de Idea y sacaron a sus sobrinos de la prisión en la que los había encerrado Fineo por consejo de Idea.
3. Las islas Estrófades («giratorias») se llamaban así porque las naves podían esperar que el viento girase al acercarse a ellas.
4. Las piedras oscilantes, enormes cantos rodados tan cuidadosamente equilibrados que se inclinaban de un lado a otro al menor impulso, son monumentos fúnebres erigidos, al parecer, por emigrantes libios constructores de avenidas hacia el final del tercer milenio. Unas pocas todavía funcionan en Cornualles y Devon, y otras han sido sacadas de su lugar por los esfuerzos concertados de soldados ociosos o turistas. La dedicación de una piedra oscilante tenían a Calais y Zetes, los hijos alados de Bóreas, sugiere que se invocaba a los espíritus de los héroes para que hicieran oscilar la piedra en forma de vientos y aplastar así a la víctima viva que se hallaba debajo.
a. Fineo había advertido a los argonautas que encontrarían unas rocas aterradoras, llamadas Simplégadas, o Planctai, o Cianeas, las cuales, envueltas perpetuamente en la niebla marítima, defendían la entrada del Bosforo. Cuando un navío trataba de pasar entre ellas se unían y lo aplastaban; pero, por consejo de Fineo, Eufemo soltó una paloma o, según dicen algunos, una garza, para que volase delante del Argo. Tan pronto como las rocas le recortaron las plumas de la cola y retrocedía, los argonautas pasaron remando a toda velocidad, ayudados por Atenea y la lira de Orfeo, y así sólo perdieron el ornamento de la popa. A partir de entonces, y de acuerdo con una profecía, las rocas quedaron fijas, una a cada lado del estrecho, y aunque la fuerza de la corriente hacía la nave casi inmanejable, los argonautas tiraron de sus remos hasta que quedaron doblados como arcos y llegaron al Mar Negro sin sufrir un desastre[526].
b. Siguiendo a lo largo de la costa meridional llegaron poco después al islote de Tinias, donde Apolo se dignó aparecer ante ellos entre una llamarada de gloria divina. Orfeo erigió inmediatamente un altar y le sacrificó una cabra montes como Apolo de la Aurora. A instancias suyas los argonautas juraron que no se separarían en tiempo de peligro, juramento que conmemora el Templo de Harmonía erigido luego en esa isla.
c. Luego navegaron a la ciudad de Mariandina —famosa por la sima cercana por la que Heracles sacó al perro Cerbero del mundo subterráneo— y los recibió cordialmente el rey Lico. La noticia de que su enemigo, el rey Ámico, había muerto la tenía ya Lico por fugitivos y en agradecimiento ofreció a los argonautas su hijo Dáscilo para que los guiase en su viaje a lo largo de la costa. Al día siguiente, cuando estaban a punto de embarcarse, el adivino Idmón fue atacado por un jabalí feroz que acechaba en los juncales del río Lico y le hirió profundamente en el muslo con sus grandes colmillos. Idas corrió en ayuda de Idmón, y cuando el jabalí le embistió, lo clavó en su espada. Sin embargo, Idmón murió desangrado a pesar de todos los cuidados y los argonautas le lloraron durante tres días. Luego Tifis se enfermó y murió, y sus compañeros, abrumados por el pesar, lavantaron un túmulo sobre sus cenizas junto al que habían erigido para Idmón. Primeramente el gran Anceo y luego Ergino, Nauplio y Eufemo, se ofrecieron a ocupar el puesto de Tifis como timonel, pero fue elegido Anceo, y les sirvió bien[527].
d. Desde Mariandina siguieron hacia el este a vela durante muchos días, hasta que llegaron a Sinope en Paflagonia, una ciudad que llevaba el nombre de la hija del río Asopo, a la que Zeus, enamorado de ella, había prometido el don que desease. Sinope, astutamente, eligió la virginidad, fijó allí su residencia y pasó el resto de su vida en una soledad feliz. En Sinope, Jasón encontró reclutas para ocupar tres de los asientos vacantes en los bancos del Argo, a saber los hermanos Deileonte, Autólico y Flogio, de Trica, que habían acompañado a Heracles en su expedición a las Amazonas, pero, habiéndose separado de él por accidente, quedaron abandonados en aquella región.
e. Luego el Argo navegó hasta más allá del país de las amazonas, y del de los cálibes forjadores de hierro, que no cultivan la tierra ni guardan rebaños, sino que viven completamente de lo que les producen sus fraguas; y del país de los tibarenos, donde es costumbre que los maridos giman, como si estuvieran de parto, mientras sus esposas dan a luz; y del país de los mosinos, que viven en castillos de madera, se acoplan promiscuamente y llevan lanzas muy largas y escudos blancos en forma de hojas de hiedra[528].
f. Cerca del islote de Ares grandes bandadas de pájaros volaron sobre el Argo, arrojando plumas de bronce, una de las cuales hirió a Oileo en el hombro. Al ver eso los argonautas, recordando las instrucciones de Fineo, se pusieron sus yelmos y gritaron con todas sus fuerzas; la mitad de ellos remaban mientras los otros los protegían con los escudos, contra los que golpeaban las espadas. Fineo les había aconsejado también que desembarcaran en el islote, lo que hicieron, ahuyentando a millares de aves hasta que no quedó una sola. Esa noche elogiaron su sabiduría cuando se levantó una gran tormenta y cuatro eolios asidos a una viga de madera fueron arrojados a tierra en las cercanías de su campamento. Resultó que eran Citisoro, Argo, Frontis y Melanión, hijos de Frixo y Calcíope, hija ésta del rey Eetes de Cólquide, y por lo tanto estrechamente emparentados con muchos de los presentes. Habían naufragado en un viaje a Grecia, donde se proponían reclamar el reino de Orcómeno de su abuelo Atamante. Jasón los recibió cordialmente y todos juntos ofrecieron sacrificios sobrios en una piedra negra del templo de Ares, donde su fundadora, la amazona Antíope, sacrificaba caballos en otro tiempo. Cuando Jasón explicó que su misión consistía en llevar de vuelta a Grecia el ánima de Frixo y también recuperar el vellón del carnero de oro en el que había montado, Citisoro y sus hermanos se encontraron en un aprieto: aunque debían devoción a la memoria de su padre, temían ofender a su abuelo reclamando el vellón. Pero ¿qué podían hacer sino ayudar a aquellos primos que les habían salvado la vida[529]?
g. El Argo pasó luego por la costa de Fílira, donde Crono había yacido en otro tiempo con Fílira, la hija de Océano, y le había sorprendido Rea in fraganti, por lo que se transformó inmediatamente en un semental y se alejó al galope, dejando que Fílira criara a su hijo, medio hombre y medio caballo, el cual era Quirón, el centauro ilustrado. Como le repugnaba el monstruo al que tenía que amamantar, Fílira rogó que los dioses le transformasen y se metamorfoseó en un tilo. Pero algunos dicen que eso sucedió en Tesalia, o en Tracia, y no en la isla de Fílira[530].
h. Pronto se alzó sobre los argonautas la cordillera del Caucase y entraron en la desembocadura del ancho río Fasis, que riega Cólquide. Después de hacer una libación de vino mezclado con miel en honor de los dioses del país, Jasón ocultó el Argo en un remanso encubierto, donde convocó un consejo de guerra[531].
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1. Las Rocas Chocantes, Errantes o Azules, envueltas en niebla marina, parecen haber sido témpanos provenientes de los ríos rusos a la deriva en el Mar Negro; los informes acerca de ellos se combinaban con descripciones desalentadoras del Bosforo, cuya corriente, aumentada por el deshielo de los grandes ríos rusos, con frecuencia alcanza una velocidad de cinco nudos. Otras Islas Errantes en el mar Báltico parecen haber conocido los mercaderes de ámbar (véase 170.4).
2. Los cenotafios erigidos posteriormente por colonos griegos en honor de los héroes Idmón y Tifis pueden explicar la fábula de su muerte durante el viaje. Se dice que Idmón fue muerto por un jabalí, como el Zeus cretense, Anceo y Adonis, todos reyes sagrados primitivos (véase 18.7). El nombre Idmón («sabio») indica que el suyo era un templo oracular y, ciertamente, Apolonio de Rodas dice que era adivino.
3. Mariandina se llama así por Ma-ri-enna (palabra sumeria que significa «madre muy fecunda del cielo»), alias Mirina, Ai-mari o Marianna, diosa muy conocida del Mediterráneo Oriental, Chalybí es una palabra griega que significa «hierro» y «calibes» parece haber sido otro nombre de los tibarenios, los primeros forjadores de hierro de la antigüedad. En el Génesis x.2 se llama a su país Tubal (Tubal - Tibor) y Tubalcaín representa a los tibarenios que habían ido de Armenia a Canaán con las hordas de los hicsos. Formas modificadas de la couvade que practicaban los tibarenios sobreviven en muchas partes de Europa. Las costumbres de los mosinos descritas por Jenofonte —cuya Anábasis había estudiado Apolonio de Rodas— son notablemente semejantes a las de los pictos escoceses y los sidhes irlandeses, tribus que fueron a Britania al comienzo de la Edad de Bronce desde la región del Mar Negro.
4. El encuentro de Jasón con las aves del islote de Ares, ahora Puga, cerca del río LA essab, indica que el Argo llegó allá a comienzos de mayo; navegaría por el Bosforo antes que la corriente se hiciera demasiado fuerte para hacerle frente, y llegaría a Puga en el momento de la gran migración primaveral dé las aves desde la península de Sinaí. Parece que algunas aves cansadas que habían volado a través de las montañas del Asia Menor en su camino al Volga encontraron su asilo habitual en el islote de Puga demasiado poblado y se posaron en el Argo, asustando casi hasta enloquecerlos a sus tripulantes supersticiosos. Según Birds of Egypt de Nicoll, esas aves migradoras incluyen a «cernícalos, alondras, aves de rapiña, ánades y zancudas», pero como el islote estaba dedicado a Ares, los mitógrafos les atribuyen plumas de bronce e intenciones hostiles. La expulsión de Heracles de las aves estinfálidas a una isla del Mar Negro oriental es probable que haya sido deducida de la aventura de los argonautas, más bien que lo contrario, como se supone habitualmente.
5. La fama de Quirón como médico, docto y profeta le mereció el título de Hijo de Fílira («tilo»); también se le llama descendiente de Ixión (véase 63.d). Las flores del tilo eran muy utilizadas en la época clásica como un restaurativo, y siguen siéndolo; además, el líber, o corteza interior, del tilo, proporcionaba tablillas para escribir fáciles de manejar, y dividido en tiras se utilizaba en la adivinación (Herodoto: iv.67; Eliano: Varia Historia xiv.12). Pero la isla de Fílira se llamó así sin duda por un grupo de tilos que había allí más bien que por cualesquiera vínculos históricos con Tesalia o Tracia. Ninguna de esas islas de la costa tiene más de cien metros de longitud.
6. Cólquide se llama ahora Georgia y el río Fasis es el Rion.
a. Hera y Atenea discutían ansiosamente en el Olimpo cómo podía su favorito Jasón conseguir el vellocino de oro. Por fin decidieron apelar a Afrodita, quien se encargó de que su travieso hijito Eros despertara en Medea, la hija del rey Eetes, una súbita pasión por él. Afrodita encontró a Eros jugando a los dados con Ganimedes, pero haciendo trampa en cada jugada, y le pidió que clavara una de sus flechas en el corazón de Medea. Como pago le ofreció una pelota de oro esmaltada con anillos azules, con la que jugaba en otro tiempo el infante Zeus; cuando se la lanzaba al aire dejaba una estela como una estrella fugaz. Eros aceptó ansiosamente el regalo y Afrodita prometió a las otras diosas que mantendría viva la pasión de Medea por medio de un talismán nuevo: un torcecuello vivo extendido sobre una rueda de fuego.
b. Entretanto, en el consejo de guerra reunido en el remanso Jasón propuso que fueran con los hijos de Frixo a la cercana ciudad de Ea en Cólquide, donde gobernaba Eetes, y le pidieran como un favor el vellocino; sólo si se lo negaba apelarían al engaño o la fuerza. Todos aprobaron su sugerencia, y Augías, el hermanastro de Eetes, se unió al grupo. Se acercaron a Ea por el cementerio ribereño de Circe, donde cadáveres masculinos envueltos en cueros de buey sin curtir estaban expuestos en las copas de los sauces para que los devoraran las aves, pues los colquídeos sólo entierran los cadáveres femeninos. Ea brillaba espléndidamente sobre ellos desde una colina consagrada a Helio, el padre de Eetes, quien tenía allí el establo para sus caballos blancos. Hefesto había construido el palacio real en agradecimiento por haberle salvado Helio cuando le dominaban los gigantes durante su ataque al Olimpo.
c. La primera esposa de Eetes, la ninfa caucasiana Asterodia, madre de Colciope, la viuda de Frixo, y de Medea, la sacerdotisa hechicera de Hécate, había muerto algunos años antes; y su segunda esposa, Idía, le había dado un hijo, Apsirto.
d. Cuando Jasón y sus compañeros se acercaron al palacio se encontraron primeramente con Calcíope, que se sorprendió al ver que Citisoro y sus otros tres hijos volvían tan pronto, y, cuando oyó su relato, agradeció a Jasón por haberles salvado la vida. Luego se presentó Eetes, acompañado por Idía y mostrando gran desagrado, pues Laomedonte se había comprometido a impedir a todos los griegos la entrada en el Mar Negro, y pidió a Argo, su nieto favorito, que explicara la intrusión, Argo contestó que Jasón, a quien él y sus hermanos debían la vida, había venido en busca del vellocino de oro de acuerdo con un oráculo. Viendo que el rostro de Eetes hacía un gesto de furia se apresuró a añadir: «A cambio de ese favor estos nobles griegos someterán de buena gana a los saurómatas al gobierno de Vuestra Majestad». Eetes rió despectivamente y ordenó a Jasón —y a Augías, a quien no se dignó reconocer como su hermano— que volvieran al lugar de donde venían antes que les cortasen las lenguas y los decapitaran.
e. En ese momento salió del Palacio la princesa Medea, y cuando Jasón respondió amable y cortésmente, Eetes, algo avergonzado de sí mismo, prometió entregar el vellocino, pero con condiciones al parecer imposibles. Jasón debía uncir a dos toros que exhalaban fuego y tenían las pezuñas de bronce, creaciones de Hefesto; arar con ellos el Campo de Ares en una gran extensión y luego sembrarlo con los clientes de serpiente que le había dado Atenea, los que sobraron de la siembra de Cadmo en Tebas. Jasón se preguntaba estupefacto cómo podía realizar esas hazañas extraordinarias, pero Eros disparó una de sus flechas contra Medea y se la introdujo en el corazón hasta las plumas.
f. Cuando Calcíope fue al dormitorio de Medea esa noche para pedirle ayuda en nombre de Citisoro y sus hermanos, la encontró perdidamente enamorada de Jason. Cuando Calcíope se ofreció como mediadora, Medea se comprometió de buena gana a ayudar a Jasón a uncir los toros que exhalaban fuego y a conseguir el vellocino. Puso como única condición que ella volviera en el Argo como su esposa.
g. Llamaron a Jasón, quien juró por todos los dioses del Olimpo que sería eternamente fiel a Medea. Ella le entregó un pomo que contenía una loción hecha con el zumo de color de sangre de azafranes de doble tallo caucasianos, que le protegería contra el aliento ígneo de los toros; esta flor poderosa nació por primera vez de la sangre del atormentado Prometeo. Jasón aceptó agradecido el pomo y, tras una libación de miel, lo destapó y bañó su cuerpo, la lanza y el escudo con su contenido. Así pudo someter a los toros y uncirlos a un arado con un yugo adamantino. Aró durante todo el día y al anochecer sembró los dientes, de los que surgieron inmediatamente hombres armados. Hizo que esos hombres lucharan unos contra otros, como había hecho Cadmo en una ocasión análoga, arrojando un tejo de piedra entre ellos, y luego dio muerte a los heridos sobrevivientes.
h. Pero el rey Eetes no tenía la intención de desprenderse del vellocino y se negó desvergonzadamente a cumplir lo convenido. Amenazó con incendiar el Argo, que estaba amarrado frente a Ea, y matar a sus tripulantes; pero Medea, en la que confiaba imprudentemente, condujo a Jasón y un grupo de argonautas al recinto de Ares, a unos nueve la ilómetros de distancia. Allí estaba el vellocino, guardado por un dragón repugnante e inmortal, de un millar de enrollamientos, más grande que el Argo mismo y nacido de la sangre del monstruo Tifón destruido por Zeus. Medea apaciguó al dragón silbante con encantamientos y luego, utilizando ramitas de enebro recién cortadas, le roció los párpados con gotas soporíferas. Jasón desató con cautela el vellocino del roble y todos juntos corrieron a la playa donde estaba el Argo.
i. Los sacerdotes de Ares habían dado ya la alarma y en un reñido combate los colquideos hirieron a Ifito, Meleagro, Argo, Atalanta y Jasón. Pero todos ellos consiguieron embarcarse en el Argo que los esperaba y en el que se apresuraron a alejarse de la costa, perseguidos por las galeras de Eetes. Sólo ífito murió a consecuencia de sus heridas; Medea no tardó en curar a los otros con vulnerarios inventados por ella[532].
j. Ahora bien, los saurómatas, a cuya conquista se había comprometido Jasón, eran descendientes de tres cargamentos de amazonas capturadas por Heracles durante su noveno trabajo; rompieron sus cadenas y mataron a los marineros que les habían puesto como guardianes, pero como no sabían nada de navegación, fueron a la deriva al Bosforo Cimerio, donde desembarcaron en Cremni, en el país de los escitas libres. Allí se apoderaron de una manada de caballos salvajes, montaron en ellos y se dedicaron a saquear el país. Poco después los escitas descubrieron por algunos cadáveres que cayeron en su poder que los invasores eran mujeres y enviaron un grupo de muchachos para que ofrecieran a las amazonas amor en vez de guerra. La cosa no fue difícil, pero las amazonas consintieron en casarse con ellos sólo si se trasladaban a la orilla oriental del río Tanáis, donde sus descendientes, los saurómatas, todavía viven y conservan ciertas costumbres amazónicas, como la de que cada muchacha tiene que haber matado a un hombre en batalla antes de que pueda encontrar marido[533].
*
1. Esta parte de la leyenda incluye el mito primitivo acerca de los trabajos que impuso a Diomedes el rey con cuya hija deseaba casarse.
2. El talismán amoroso de Afrodita, cuidadosamente descrito por Teócrito (Idilios ii.17), era utilizado en toda Grecia, incluyendo al círculo de Sócrates (Jenofonte: Memorabilia iii.11.17). Debido a que el torcecuello construye en los sauces, silba como una serpiente y pone huevos blancos, ha estado siempre consagrado a la luna: lo («luna») lo envió como su mensajero al enamorado Zeus (véase 56.a). Uno de sus nombres populares en Europa es «compañero del cuclillo», y el cuclillo aparece en la fábula de cómo Zeus cortejó a la diosa Luna Hera (véase 12.a). Encender fuego mediante la fricción constituía una magia simpática para causar el amor, y la palabra inglesa pun la significa tanto yesca como ramera. Eros con antorcha y flechas es post-homérico, pero en la época de Apolonio de Rodas sus travesuras y la desesperación de Afrodita se habían convertido ya en una broma literaria (véase 18.a) que Apuleyo exageró aún más en Cupido y Psique.
3. La costumbre colquídea de envolver los cadáveres en cueros y exponerlos en las copas de los sauces recuerda la costumbre parsi de dejarlos en plataformas para que los devoren los buitres, con objeto de no profanar el sagrado principio del fuego, el don santo del Sol, mediante la cremación. Apolonio de Rodas lo menciona, al parecer, para destacar el interés de Pelias por el ánima de Frixo; como era griego, no podía considerarlo un rito fúnebre adecuado. Los toros que exhalan fuego de Eetes recuerdan también los de bronce en que los prisioneros eran asados vivos por Falaris de Agrigento —una colonia rodia—, probablemente en honor de su dios Helio, cuyo símbolo era un toro de bronce (Píndaro: Odas píticas i. 185, con escoliasta); pero los hombres sembrados con los que luchó Jasón eran inapropiados para la fábula. Aunque era razonable para Cadmo, extranjero cananeo, luchar con los pelasgos autóctonos cuando invadió Beocia (véase 58.g), Jasón, como candidato nativo al reino, debió realizar más bien los trabajos de Kilhwych de arar, sembrar y recoger una cosecha en un día (véase 148.j), acto ritual cuya pantomima se hacía fácilmente en el solsticio estival, y luego luchar con un toro y librar la batalla ficticia acostumbrada contra hombres disfrazados de animales. Su conquista del vellocino de oro tiene su igual en la de las manzanas de oro que obtuvo Heracles, guardadas por otro dragón que no dormía (véase 133.d). Por lo menos cuatro de los trabajos de Heracles parecen haberle sido impuestos como candidato a la dignidad de rey (véase 123.1, 124.2, 127.1 y 129.1).
4. Jasón y Heracles son, en realidad, el mismo personaje en lo que concierne al mito de las tareas matrimoniales; y los trabajos primero y séptimo sobreviven rudimentariamente aquí en la muerte del jabalí mariandino y el león cícico, los cuales deberían haberse atribuido a Jasón. «Jasón» era, por supuesto, un título de Heracles.
5. El azafrán colquídeo de Medea es el cólquico venenoso utilizado por los antiguos como el específico más digno de confianza contra la gota, como sigue siendo. Su reputación de ser peligroso contribuyó a la de Medea.
6. Los saurómatas eran los arqueros jinetes escitas de las estepas (véase 132.6); no es extraño que Eetes riese ante la idea de que Jasón y su infantería pesadamente armada pudieran vencerlos.
a. Sobreviven muchas versiones diferentes de la vuelta del Argo a Tesalia, aunque se conviene generalmente en que, siguiendo el consejo de Fineo, los argonautas costearon el Mar Negro en dirección contraria al sol. Algunos dicen que cuando Eetes los alcanzó, cerca de la desembocadura del Danubio, Medea mató a su joven hermanastro Apsirto, al que había llevado a bordo, y lo descuartizó y arrojó un pedazo tras otro a la corriente rápida. Esta cruel estratagema demoró la persecución, porque obligó a Eetes a recoger cada trozo para enterrarlo luego en Tomi[534]. Se dice que el verdadero nombre del hermanastro de Medea era Egialeo, que «Apsirto», que significa «arrojado», sólo recuerda lo que les sucedió a sus miembros descuartizados después de su muerte[535]. Otros sitúan el crimen en Eea misma y dicen que Jasón mató también a Eetes.
b. La versión más minuciosa y coherente, no obstante, es que Apsirto, enviado por Eetes en persecución de Jasón, alcanzó al Argo en la desembocadura del Danubio, donde los argonautas convinieron en desembarcar a Medea en una isla cercana consagrada a Ártemis, dejándola a cargo de una sacerdotisa durante unos días; entretanto un rey de los brigios juzgaría el caso y decidiría si debía volver a su patria o seguir a Jasón hasta Grecia y en poder de quién quedaría el vellocino de oro. Pero Medea envió un mensaje privado a Apsirto, fingiendo que la habían raptado por la fuerza y pidiéndole que la liberara. Esa noche, cuando él desembarcó en la isla y con ello violó la tregua, Jasón le siguió, le acechó y le dio muerte por la espalda. Luego cortó las extremidades de Apsirto y chupó tres veces parte de la sangre derramada, que escupió cada vez, para impedir que el ánima le persiguiera. Tan pronto como Medea estuvo otra vez a bordo del Argo, los argonautas atacaron a los colquideos que se habían quedado sin jefe, dispersaron su flotilla y huyeron[536].
c. Según algunos, después de la muerte de Apsirto el Argo volvió atrás y remontó el Fasis hasta el Mar Caspio, y desde allí pasó al Océano Indico, volviendo al Mediterráneo por el lago Tritonis[537]. Otros dicen que remontó el Danubio y el Save y luego descendió por el Po, que se une con el Save, al mar Adriático[538]. Pero lo persiguieron las tormentas y lo llevaron alrededor de toda la costa de Italia, hasta que llegó a la isla Eea de Circe. Otros más dicen que remontó el Danubio y luego llegó a la isla de Circe por el Po y las rebalsas arremolinadas donde se une con el Ródano.
d. Otros sostienen que los argonautas remontaron el Don hasta que llegaron a sus fuentes; luego arrastraron el Argo hasta las fuentes de otro río que corre hacia el norte y desemboca en el golfo de Finlandia. O que desde el Danubio lo llevaron hasta las fuentes del río Elba y por las aguas de éste llegaron a Jutlandia. Y que desde allí navegaron hacia el oeste hasta el océano, pasando por Gran Bretaña e Irlanda, y llegaron a la isla de Circe pasando entre las Columnas de Heracles y a lo largo de las costas de España y Galia[539].
e. Éstas no son, sin embargo, rutas practicables. La verdad es que el Argo volvió por el Bosforo, la ruta por la que había ido, y pasó por el Helesponto sin inconvenientes porque los troyanos ya no podían impedírselo. Pues Heracles, a su regreso de Misia, había reunido una flota de seis naves [proporcionadas por los dolios y sus aliados percotes] y, remontando el río Escamandro a cubierto de la oscuridad, sorprendió y destruyó a la flota troyana. Luego entró en Troya abriéndose camino con su clava y exigió que el rey Laomedonte le entregara las yeguas devoradoras de hombres de Diomedes, que éste había dejado a su cargo algunos años antes. Cuando Laomedonte negó que tuviera conocimiento alguno de esas yeguas, Heracles los mató a él y a todos sus hijos, con excepción del infante Podarces, o Príamo, a quien nombró rey en su lugar[540].
f. Jasón y Medea ya no estaban a bordo del Argo. Su mástil oracular había hablado una vez más, negándose a llevarla hasta que se hubiesen purificado del asesinato, y desde la desembocadura del Danubio habían ido por tierra a Eea, la isla en que vivía Circe, la tía de Medea. Ésta no era la Eea campaniana adonde Circe fue a vivir más tarde, sino su anterior residencia en Istria; y Medea condujo a Jasón allá por el camino por el que los dones envueltos en paja de los hiperbóreos son llevados anualmente a Délos. Circe, a la que acudieron como suplicantes, los purificó a regañadientes con la sangre de una cerda joven[541].
g. Ahora bien, a sus perseguidores colquídeos se les había advertido que no debían volver sin Medea y el vellocino de oro, y sospechando que ella había ido a ver a Circe para que le purificase, siguieron al Argo por el mar Egeo, alrededor del Peloponeso y por la costa del Iliria, sacando la conclusión acertada de que Medea y Jasón habían dispuesto que los fueran a buscar en Eea».
h. Sin embargo, algunos dicen que Apsirto mandaba todavía la flotilla colquídea en ese momento y que Medea lo atrapó y asesinó en una de las islas ilirias llamadas ahora las Apsírtidas[542].
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1. La combinación del viaje occidental con el oriental fue aceptada hasta que aumentaron los conocimientos geográficos de los griegos y se hizo imposible conciliar los elementos principales de la fábula: a saber, la conquista del vellocino de oro desde el Fasis y la purificación de Medea y Jasón por Circe, quien vivía en Istria o frente a la costa occidental de Italia. Sin embargo, como ningún historiador podía ofender a su público rechazando el viaje como fabuloso, se suponía al principio que los argonautas habían vuelto del Mar Negro por el Danubio, el Save y el Adriático; luego, cuando los exploradores descubrieron que el Save no desemboca en el Adriático, se supuso que existía una confluencia del Danubio y el Po, por los que el Argo podía haber navegado; y cuando más tarde se comprobó que el Danubio era navegable sólo hasta las Puertas de Hierro y que no se unía con el Po, se sostuvo que había remontado el Fasis hasta el mar Caspio, y desde allí hasta el Océano Indico (donde se extendía otra Cólquide a lo largo de la costa malabar; Tolomeo Hefestiono: viii.1.10), y había vuelto por la «corriente del Océano» y el lago Tritonis.
2. Como poco después se negó también la posibilidad de esta tercera ruta, los mitógrafos sugirieron que el Argo había remontado el Don, el cual, según se suponía, tenía sus fuentes en el Golfo de Finlandia, desde donde podía circunnavegar a Europa y volver a Grecia por el estrecho de Gibraltar. O que de algún modo había llegado al Elba por el Danubio y un largo transporte por tierra, y luego descendido por ese río hasta su desembocadura, y así vuelto a Grecia a lo largo de las costas de Irlanda y de España. Diodoro Sículo, quien tuvo la sensatez de darse cuenta de que el Argo sólo podía haber vuelto por el Bosforo, por donde había ido, trató este problema de una manera más realista e hizo la observación esclarecedora de que al Ister (ahora el Danubio) se lo confundía con frecuencia con el Istro, un arroyo de poca importancia que desembocaba en el Adriático cerca de Trieste. La verdad es que, inclusive en la época de Augusto, el geógrafo Pomponio Mela podía informar (ii.3.13 y 4.4) que el ramal occidental del Danubio «desemboca en el Adriático con una turbulencia y violencia iguales a las del Po». La toma del vellocino, la persecución por los colquideos y la muerte de Apsirto se habrían producido originalmente en el norte del Adriático. Ovidio prefería creer que Apsirto había sido asesinado en la desembocadura del Danubio y enterrado en Tomi, porque ése era el lugar donde él mismo estaba destinado a morir.
3. Se dice que Eea (véase ITO.i-l y 5) había pertenecido a Crises, padre de Minia y bisabuelo de Frixo; y Crises significa «de oro». Muy bien puede haber sido su espíritu, más bien que el de Frixo, el que se ordenó a los minias que apaciguasen cuando fueron en busca del vellón. Según Éstrabón, Frixo tenía un altar de héroe en Mosquia, en el Mar Negro, «donde nunca se sacrifica un carnero»; no obstante, ésta debe haber sido una fundación posterior, promovida por la fama del viaje del Argo; así los romanos construyeron también templos a los héroes y heroínas griegos introducidos ficticiamente en su historia nacional.
4. El nombre «Apsirto», que conmemora el deslizamiento de sus restos corriente abajo, era quizás un título local de Orfeo después de su desmembramiento por las Ménades (véase 28.d).
5. Tanto Valerio Flaco como Diodoro Sículo afirman que Heracles saqueó Troya en el viaje de ida y no el de vuelta, pero esto parece ser un error.
a. Al llegar a Corcira, que entonces se llamaba Drepane, los colquideos encontraron al Argo varado frente al islote de Macris; sus tripulantes celebraban alegremente el resultado afortunado de su expedición. El caudillo de los colquideos fue a ver al rey Alcínoo y a la reina Arete y les pidió en nombre de Eetes que le entregaran a Medea y el vellocino. Arete, cuya protección había solicitado Medea, mantuvo a Alcínoo despierto esa noche quejándose de los malos tratos a que los padres someten con demasiada frecuencia a sus hijas errantes: por ejemplo, de la crueldad de Nicteo con Ántíope y de Acrisio con Dánae. «Inclusive ahora —dijo— esa pobre princesa Metope languidece en un calabozo epirota por orden de su inhumano padre, el rey Équeto. La han cegado con clavos de bronce y puesto a moler granos de cebada de hierro con un molino pesado. «Cuando los conviertas en harina te devolveré la vista», se mofa de la pobre muchacha. Eetes es capaz de tratar a esta encantadora Medea con la misma barbarie si le das la oportunidad.»[543].
b. Finalmente Arete consiguió que Alcínoo le dijera qué sentencia iba a dictar a la mañana siguiente, a saber: «Si Medea es todavía virgen volverá a Cólquide; si no lo es, podrá quedarse con Jasón». Dejando a Alcínoo profundamente dormido, Arete envió a su heraldo para que advirtiera a Jasón lo que podía esperar, y él se casó con Medea inmediatamente en la Cueva de Macris, la hija de Aristeo y en un tiempo nodriza de Dioniso. Los argonautas celebraron la boda con un suntuoso banquete y extendieron el vellocino de oro sobre el lecho nupcial. Por la mañana Alcínoo pronunció su sentencia, Jasón alegó que Medea era su esposa y los enviados de Cólquide no pudieron cumplir las órdenes de Eetes ni volver a su patria por temor a su ira. En consecuencia, algunos se establecieron en Corcira y otros ocuparon las islas ilirias, no lejanas de la Eea de Circe, que ahora se llaman Apsírtidas, y después construyeron la ciudad de Pola en la tierra firme de Istria[544].
c. Cuando, un año o dos después, Eetes se enteró de lo sucedido, casi murió de rabia y envió un heraldo a Grecia reclamando la persona de Medea y una compensación por los perjuicios que se le habían causado, pero le informaron que todavía no se había pagado compensación alguna por el rapto de lo por hombres de la raza de Eetes (aunque la verdad era que ella había huido porque la perseguía un tábano) y que por tanto no se pagaría ninguna por la partida voluntaria de Medea[545].
d. Jasón sólo necesitaba ahora doblar el cabo Malea y volver con el vellocino a Yolco. Pasó sin inconvenientes por delante de las Islas de las Sirenas, donde las melodías arrebatadoras de esas mujeres-aves fueron contrarrestadas por los acordes todavía más bellos de la lira de Orfeo. Solamente Butes se arrojó de cabeza al mar con el propósito de nadar hasta la costa, pero Afrodita le salvó; lo llevó al monte Érix por el camino de Lilibea y allí lo hizo su amante. Algunos dicen que las sirenas, que ya habían perdido sus alas a consecuencia de un desafortunado concurso de canto con las Musas, patrocinadas por Hera, se suicidaron a causa de su fracaso al no haber podido vencer a Orfeo; pero todavía estaban en su isla cuando pasó por allí Odiseo una generación después[546].
e. Luego los argonautas navegaron con buen tiempo a lo largo de la costa oriental de Sicilia, donde vieron los rebaños sin iguales de Helio paciendo en la costa, aunque se abstuvieron de robar alguno de ellos[547]. De pronto les azotó un terrible viento norte que en nueve días los llevó a las partes más lejanas de la Libia; allí una ola enorme lanzó al Argo contra las rocas peligrosas que se alzan a lo largo de la costa, y luego se retiró, dejando a la nave en seco a una milla o más tierra adentro. Un desierto inanimado se extendía hasta donde alcanzaba la vista y los argonautas se preparaban ya para morir cuando la triple diosa Libia, vestida con pieles de cabra, se apareció a Jasón en un sueño y le tranquilizó. Eso les animó y [colocando el Argo sobre rodillos] lo llevaron, mediante la fuerza de sus hombros, hasta el salado lago Tritonis, a varios kilómetros de distancia, trabajo que les ocupó doce días. Todos habrían muerto de sed de no ser por un manantial que Heracles, en su viaje en busca de las manzanas de oro de las Hespérides, había hecho brotar recientemente de la tierra[548].
f. Canto fue muerto por Cafauro, un pastor garamante, cuyo rebaño se llevaba, pero sus compañeros le vengaron[549]. Y apenas habían sido enterrados los dos cadáveres cuando Mopso pisó una serpiente libia que le mordió en el talón; una densa niebla le cubrió los ojos, se le cayó el pelo y murió con grandes dolores. Los argonautas, después de hacerle un entierro de héroe, comenzaron una vez más a desesperar, pues no podían encontrar salida alguna del lago[550].
g. Pero Jasón, antes de embarcarse para este viaje, había consultado con la Pitonisa de Delfos, quien le dio dos trípodes de bronce macizos, y Orfeo le aconsejó que con uno de ellos propiciase a los dioses del país. Cuando hizo eso se apareció el dios Tritón y tomó el trípode sin ni siquiera pronunciar una palabra de agradecimiento, pero Eufemo le cerró el camino y le preguntó cortésmente: «Por favor, señor, ¿tendrías la bondad de dirigirnos al mar Mediterráneo?» Por respuesta, Tritón se limitó a señalar hacia el río Tacape, pero, como si lo hubiera pensado mejor, le entregó un terrón que otorgó a sus descendientes la soberanía sobre la Libia hasta el presente. Eufemo agradeció el don con el sacrificio de una oveja y Tritón consintió en transportar el Argo llevándolo por la quilla, hasta que una vez más estuvo en el Mediterráneo. En el camino predijo que cuando el descendiente de cierto argonauta se apoderase del trípode de bronce y lo llevase de su templo, un centenar de ciudades griegas se alzarían alrededor del lago Tritonis. Los trogloditas libios, al enterarse de esa profecía, ocultaron inmediatamente el trípode en la arena y la profecía no se ha realizado todavía[551].
h. Dirigiéndose hacia el norte, los argonautas llegaron a Creta, donde les impidió desembarcar Talos, el centinela de bronce, creación de Hefesto, quien apedreó al Argo según su costumbre. Medea llamó amablemente al monstruo y le prometió hacerlo inmortal si bebía cierta poción mágica, pero era una bebida que producía el sueño y mientras Talos dormía Medea le quitó el clavo de bronce que taponaba la única vena que le corría desde el cuello hasta los tobillos. De ella brotó el licor divino, un líquido incoloro que le servía de sangre, y el monstruo murió. Sin embargo, algunos dicen que, hechizado por los ojos de Medea, Talos tambaleó, rozó el talón contra una roca y se desangró. Otros, que Peante le hirió en el talón con una flecha[552].
i. En la noche siguiente el Argo fue alcanzado por una tormenta del sur, pero Jasón invocó a Apolo, quien envió un relámpago que puso al descubierto a estribor la isla de Anafe, una de las Cíclades, donde Anceo consiguió varar la nave. En agradecimiento, Jasón erigió un altar a Apolo; y las dos esclavas feacias de Medea que le había dado la reina Arete rieron alegremente cuando, por falta de una víctima, Jasón y sus compañeros hicieron libaciones de agua sobre los tizones ardientes del sacrificio. Los argonautas las reprendieron en respuesta y forcejearon amorosamente con ellas, costumbre que sobrevive hasta el presente en el Festival Otoñal de Anafe.
j. Cuando llegaron a Egina realizaron una competencia para ver quién era el primero que llenaba un cántaro con agua y lo llevaba de vuelta a la nave, carrera que corren todavía los eginetas. Desde Egina el viaje fue sencillo hasta Yolco, trayecto que hacen cada año numerosos barcos, y lo realizaron con buen tiempo y sin peligro alguno[553].
k. Algunos bardos disponen estos acontecimientos en un orden distinto: dicen que los argonautas repoblaron Lemnos en el viaje de vuelta y no cuando navegaban para Cólquide[554]; otros, que su visita a Libia se realizó antes que comenzara el viaje a Ea, cuando Jasón fue en el Argo a consultar con el oráculo de Delfos y le desvió de su curso una tormenta súbita[555]. Otros más sostienen que navegaron por la costa occidental de Italia y a un puerto de la isla de Elba en el que desembarcaron le llamaron Argos, por el Argo, y cuando se quitaban el sudor en la playa se convertía en guijarros de diversas formas. Además, que fundaron el templo de Hera Argiva en Leucania; que, como Odiseo, pasaron entre Escila y Caribdis; y que Tetis y sus nereidas les guiaron al pasar por las llameantes Planktai o Rocas Errantes, que ahora están firmemente asentadas en el lecho del mar[556].
l. Hay quienes sostienen que Jasón y sus compañeros exploraron la región que rodea a Eea en Cólquide y llegaron hasta la Media; que uno de ellos, Armeno, tesalio del lago Boebe, se estableció en Armenia y dio su nombre a toda la región. Justifican esta opinión señalando que los monumentos heroicos en honor de Jasón, erigidos por Armeno en las Puertas Caspianas son muy venerados por los bárbaros, y que los armenios todavía visten como los tesalios de la antigüedad[557].
*
1. El mito de Metope, que no dan por completo Homero ni Apolonio de Rodas, recuerda los de Ame (véase 43.2) y Antíope (véase 76.b). Al parecer ha sido deducido de una ilustración que mostraba a la diosa del Destino sentada en una tumba; su molino era el molino del mundo, alrededor del cual, según el Tratado sobre asuntos campesinos de Varrón, gira el sistema celestial, y que aparece en los Edda escandinavos, manejado por las gigantas Fenia y Menja, y en los Jueces, manejados por Sansón, el héroe Sol ciego de Tiro. La diosa de los molinos harineros, Deméter, era una diosa del infierno.
2. El relato que hace Herodoto de la embajada enviada por Eetes a Grecia tiene poco sentido a menos que sostenga que la princesa argiva Io no huyó a Cólquide en un ataque de locura, disfrazada de novilla, y posteriormente la divinizaron los egipcios como Isis (véase 56.b), sino que los colquideos (a quienes describe como reliquias del ejército del Faraón Sesostris que invadió el Asia) se apoderaron de ella en una incursión y la vendieron en Egipto.
3. Las tres Sirenas (Homero sólo menciona a dos) eran hijas cantoras de la Tierra, que atraían a los marineros a las praderas de su isla, donde se amontonaban los huesos de sus víctimas anteriores (Odisea xii. 39 ss. y 184 ss.). Se las describía como mujeres-aves y tienen mucho en común con las Aves de Rhiannon en el mito gales, que lloraban por Bran y otros héroes; Rhiannon era un Deméter de cabeza de yegua. Al país de las sirenas se lo comprende mejor como la isla sepulcral que recibe al ánima del rey muerto, como la Avalon de Arturo (véase 31.2); las sirenas eran al mismo tiempo las sacerdotisas que le lloraban y las aves que frecuentaban la isla —sirvientas de la diosa Muerte. Como tales pertenecían a un culto preolímpico—, que es por lo que se dice que fueron vencidas en un certamen con las hijas de Zeus, las Musas. Se les da variadamente como lugar de residencia las islas Sirenusas frente a Pesto, Capri y las cercanías del cabo Péloro de Sicilia (Estrabón: i.2.12). Parejas de sirenas se grababan todavía en las tumbas en la época de Eurípides (Helena 167) y su nombre se deriva habitualmente de seirazein, «atar con una cuerda»; pero si, como es más probable, proviene del otro seirazein que significa «secar» las dos sirenas representarían aspectos gemelos de la diosa en el solsticio estival, cuando los pastos griegos se secan: Ante-vorta y Post-vorta, la que ve proféticamente el reinado del nuevo rey y la que llora al viejo (véase 170.7). El tipo de la sirena-pez es post-clásico.
4. El rebaño de Helio se componía de trescientas cincuenta cabezas y era un regalo de su madre, la diosa Luna (véase 42.1 y 170.10). Varias colonias de Corinto y Rodas en las que se adoraba al toro celeste se habían instalado en Sicilia. Odiseo conocía a Helio con el nombre de Hiperión (véase 170.c).
5. El lago Tritonis, en otro tiempo un enorme mar interno que sumergió las tierras de los atlantes neolíticos, se ha ido achicando lentamente desde entonces y aunque seguía teniendo un tamaño respetable en la época clásica —el geógrafo Scylax le calculó unas novecientas millas cuadradas— ahora ha quedado reducido a una línea de pantanos salados (véase 39.b). Neith, la diosa triple de Libia vestida con pieles, se anticipó a Atenea con su égida (véase 8.1).
6. Mopso, cuya muerte por la mordedura de una serpiente en el talón era común (véase l06.g, 117.C y 168.e), aparece también en el mito de Derceto (véase 89.2), la Dictina filistea. Otro Mopso, nieto de Tiresias, sobrevivió a la guerra de Troya (véase 169.c).
7. Cafauro es un nombre extraño para un libanés —caphaura es una palabra arábiga que significa «alcanfor», planta que no se da en Libia—, pero los mitógrafos no entienden mucho de geografía.
8. Talos, el hombre de bronce, es un personaje compuesto: en parte toro del cielo, en parte rey sagrado con un talón vulnerable, y en parte una demostración del método de la cire-perdue en la fundición del bronce (véase 92.8).
9. El sacrificio con agua en Anafe recuerda el que ofrecían los judíos en el Día de los Sauces, la culminación de su festival de los Tabernáculos, cuando llevaban en solemne procesión el agua desde el Estanque de Siloam; la carrera del agua egineta formaría parte de una ceremonia análoga. Los Tabernáculos comenzaban como un festival de la fertilidad en el otoño y, según el Talmud, a los fariseos se les hacía difícil refrenar el «atolondramiento» tradicional de las mujeres.
10. «Guijarros de formas variadas», cristales de hierro, se encuentran todavía en las orillas del Elba.
11. Tetis guió al Argo a través de las Planktai a la entrada del estrecho de Messina como Atenea lo guió a través de las Planktai a la entrada del Bosforo. Odiseo las evitó eligiendo el paso entre Escila y Caribdis (véase 170.t). Las Planktai occidentales son las islas Lípari volcánicas.
12. Armenia, que significa Ar-Minni, «la tierra alta de Minni» —Minni es convocada por Jeremías (ii.27) a la guerra contra Babilonia—, no tiene una relación histórica con el Armeno del lago Boebe. Pero Minni es, al parecer, el Minia al que menciona Josefo (Antigüedades i. 1.6) cuando describe el Diluvio de Noé: y el nombre del Minia tesalio, antepasado de los minios, podía ser un vínculo verosímil entre Armenia y Tesalia.
a. Una noche de otoño los argonautas llegaron a la bien recordada playa de Págasas, pero no encontraron en ella a nadie que los recibiera. En Tesalia había circulado el rumor de que todos habían muerto y en consecuencia Pelias se había atrevido a matar a los padres de Jasón, Esón y Polimela, y a un hijo infante, Promaco, nacido después de la partida del Argo. Pero Esón pidió permiso para quitarse él mismo la vida y, como se accedió a su súplica bebió sangre de toro y así expiró; después de lo cual Polimela se mató con una daga o, según dicen algunos, con una cuerda, después de maldecir a Pelias, quien despidadamente hizo saltar los sesos de Prómaco golpeándole la cabeza contra el piso del palacio[558].
b. Cuando Jasón se enteró de esos dolorosos acontecimientos por un barquero solitario, le prohibió que difundiera la noticia de la vuelta del Argo y convocó un consejo de guerra. Todos sus compañeros opinaron que Pelias merecía la muerte, pero cuando Jasón exigió un ataque inmediato a Yolco, Acasto observó que no se podía esperar que él se opusiese a su padre, y los otros creyeron más prudente dispersarse, yendo cada uno a su propia patria, y allí si era necesario, reunir contingentes para una guerra en favor de Jasón. La verdad era que Yolco parecía contar con una guarnición demasiado fuerte para que la atacase un grupo tan pequeño como el que ellos formaban.
c. Habló, no obstante, Medea, quien se comprometió a dominar la ciudad ella sola. Pidió a los argonautas que se ocultaran con su nave en una playa boscosa y retirada desde la cual podía verse Yolco. Cuando vieran ondear una antorcha en el techo del palacio esto significaría que Pelias había muerto, que las puertas estaban abiertas y que podían tomar la ciudad.
d. Durante su visita a Anafe Medea había encontrado una imagen hueca de Artemis y la había llevado al Argo. Ahora vistió a sus doce esclavas feacias con extraños disfraces y las condujo, cada una de ellas llevando la imagen por turno, hacia Yolco. Al llegar a las puertas de la ciudad, Medea, que se había dado el aspecto de una vieja arrugada, ordenó a los centinelas que la dejaran pasar. Gritó con voz chillona que la diosa Artemis había llegado del brumoso país de los Hiperbóreos en un carro tirado por serpientes voladoras para llevar la buena suerte a Yolco. Los asombrados centinelas no se atrevieron a desobedecer, y Medea con sus esclavas, recorriendo las calles de la ciudad enfurecidas como ménades, despertaron a los habitantes provocando en ellos un frenesí religioso.
e. Interrumpido su sueño, Pelias preguntó aterrado qué deseaba de él la diosa. Medea respondió que Artemis se disponía a agradecer su piedad rejuveneciéndolo, permitiéndole así engendrar herederos en lugar de su mal hijo Acasto, quien había muerto hacía poco tiempo en un naufragio frente a la costa de Libia. Pelias ponía en duda esta promesa, hasta que Medea, quitándose el aspecto de anciana que se había impuesto, se transformó otra vez en joven delante de sus propios ojos: «¡Tal es el poder de Artemis!», exclamó. Pelias observó luego cómo ella descuartizaba un viejo carnero de ojos legañosos en trece pedazos y los haría hervir en una caldera. Empleando ensalmos colquideos, que él tomó equivocadamente por hiperbóreos, e invocando solemnemente a Artemis para que le ayudase, Medea simuló que rejuvenecía al carnero muerto, pues un cordero retozón estaba oculto, junto con otros utensilios mágicos, dentro de la imagen hueca de la diosa. Pelias, completamente engañado, consintió en acostarse en un lecho, en el que Medea no tardó en dormirlo mediante encantamientos. Luego ordenó a sus hijas, Alcestis, Evadne y Anfínome, que lo despedazasen exactamente como ellas le habían visto hacer con el carnero, e hirviesen los pedazos en la misma caldera.
f. Alcestis se negó piadosamente a derramar la sangre de su padre por buena que fuera la causa, pero Medea, dando una nueva prueba de sus poderes mágicos, convenció a Evadne y Anfínome para que manejaran sus cuchillos con resolución. Una vez terminado el trabajo, las llevó al tejado, cada una con una antorcha, y les explicó que debían invocar a la Luna mientras hervía la caldera. Desde su emboscada los argonautas vieron el lejano resplandor de las antorchas y, acogiendo de buena gana la señal, corrieron a introducirse en Yolco, donde no encontraron oposición.
g. Jason, no obstante, temiendo la venganza de Acasto, le cedió el reino y no discutió la sentencia de destierro que pronunció contra él el Consejo de Yolco, pues esperaba ocupar un trono más rico en otra parte[559].
h. Algunos niegan que Esón se viese obligado a quitarse la vida y declaran que, al contrario, Medea, después de extraerle del cuerpo la sangre gastada, le devolvió la juventud por medio de un elixir mágico, como había hecho con Macris y las ninfas hermanas suyas en Corcira; y lo presentó, fornido y vigoroso, a Pelias en las puertas del palacio. Después de convencer así a Pelias para que se sometiera al mismo tratamiento, le engañó omitiendo los encantamientos apropiados, por lo que murió miserablemente[560].
i. En los juegos fúnebres de Pelias, realizados al siguiente día, Eufemo venció en la carrera de carros de dos caballos; Pólux en el pugilato, Meleagro en el lanzamiento de jabalina, Peleo en la lucha cuerpo a cuerpo, Zetes en la carrera pedestre más corta, y su hermano Calais (o, según dicen algunos, Ificles) en la más larga; y Heracles, que había vuelto de su visita a las Hespérides, en la lucha libre. Pero durante la carrera de carros de cuatro caballos, que ganó Yolao, el auriga de Heracles, Glauco, hijo de Sísifo, fue devorado por sus caballos, a los que Afrodita había enloquecido con hipómanes[561].
j. En cuanto a las hijas de Pelias: Alcestis se casó con Admeto de Peras, con quien estaba comprometida desde hacía mucho tiempo; Evadne y Anfínome fueron desterradas por Acasto a Mantinea en Arcadia, donde, después de purificarse, consiguieron casarse honorablemente[562].
*
1. Los cretenses y micénicos utilizaban sangre de toro, muy diluida en agua, como un elemento mágico para fertilizar las mieses y los árboles; sólo la sacerdotisa de la Madre Tierra podía bebería pura sin envenenarse (véase 51.4).
2. A los mitógrafos clásicos se les hace difícil decidir hasta qué punto Medea era una ilusionista y embaucadora y hasta qué punto su magia era auténtica. Las calderas de regeneración son comunes en el mito celta (véase 148.5-6); de aquí que Medea pretenda ser una diosa hiperbórea, lo que puede significar británica. La teoría religiosa básica parece haber sido que en el solsticio estival el rey sagrado, llevando una máscara de carnero negra, era descuartizado en la cumbre de una montaña y sus pedazos cocidos en una sopa que debían comer las sacerdotisas; su espíritu pasaría entonces a una de ellas, para nacer de nuevo como niño en la siguiente estación de los corderos. El hecho de que Frixo evitara ese destino había sido la causa original de la expedición de los argonautas (véase 70.2 y 148.d).
3. El carro tirado por serpientes de Medea —las serpientes son animales infernales— tenía alas porque ella era al mismo tiempo diosa de la tierra y diosa de la luna. Aquí aparece en tríada como Perséfone-Deméter-Hécate: las tres hijas de Pelias desmembrando a su padre. La teoría de que el rey Sol se casa con la reina Luna, la cual luego le invita graciosamente a subir en su carro (véase 24.m), cambió al fortalecerse el sistema patriarcal; en la época clásica el carro tirado por serpientes era propiedad indiscutida de Helio, y en el mito posterior de Medea y Teseo (véase 154.J) se lo prestó a su nieta Medea sólo porque se hallaba en peligro de muerte (véase 156.d). La diosa Tierra india del Ramayana también viaja en un carro tirado por serpientes.
4. Calimaco parece atribuir a la cazadora Cirene el triunfo en la carrera pedestre realizada en los juegos fúnebres de Pelias (véase 82.a).
a. Jasón fue en primer lugar a Orcómeno, en Beoda, donde colgó el vellocino de oro en el templo de Zeus Lafistio; luego varó el Argo en el Istmo de Corinto y allí lo dedicó a Posidón.
b. Ahora bien, Medea era la única hija sobreviviente de Eetes, el rey legítimo de Corinto, quien cuando emigró a Cólquide dejó como regente a un tal Buno. Como el trono había quedado vacante con la muerte sin sucesión del usurpador Corinto, hijo de Maratón (quien se llamaba a sí mismo «Hijo de Zeus»), Medea lo reclamó, y los corintios aceptaron gustosamente a Jasón como su rey. Pero, después de reinar durante diez años prósperos y felices, llegó a sospechar que Medea había conseguido su sucesión envenenando a Corinto, y se proponía divorciarse de ella en favor de la tebana Glauce, hija del rey Creonte.
c. Medea, aunque no negó su crimen, hizo que Jasón se atuviese al juramento que había hecho en Ea en nombre de todos los dioses, y cuando él protestó que un juramento hecho por la fuerza no era válido, Medea le recordó que también le debía a ella el trono de Corinto. Él respondió: «Es cierto, pero los corintios han aprendido a sentir más respeto por mí que por ti». Como Jasón no cedía, Medea, fingiendo que se sometía, envió a Glauce un regalo de boda por medio de los príncipes de la casa real, pues había dado a Jasón siete hijos y siete hijas. El regalo consistía en una corona de oro y una larga túnica blanca. Tan pronto como se los puso Glauce surgieron de ellos unas llamas inextinguibles que consumieron no sólo a ella —aunque se arrojó de cabeza en la fuente del palacio—, sino también al rey Creonte, a otros muchos huéspedes tebanos distinguidos y a todos los que se habían reunido en el palacio, con excepción de Jasón, quien se salvó saltando por una ventana alta.
d. En ese momento Zeus, quien admiraba mucho el ánimo de Medea, se enamoró de ella, pero Medea rechazó sus requerimientos. Hera, agradecida, le dijo: «Haré a tus hijos inmortales si los dejas en el altar de los sacrificios de mi templo». Medea lo hizo, y luego huyó en un carro tirado por serpientes aladas, que le prestó su abuelo Helio, después de legar el reino de Sísifo[563].
e. Sólo se recuerda el nombre de una de las hijas que tuvo Medea con Jasón: Eriopis. Su hijo mayor, Medeo o Políxeno, al que educaba Quirón en el monte Pelión, gobernó posteriormente el país de Media; pero a veces se dice que el padre de Medeo se llamaba Egeo[564]. Los otros hijos eran Mérmero, Peres o Tésalo, Alcímenes, Tisandro y Argos, de todos los cuales se apoderaron los corintios, encolerizados por el asesinato de Glauce y Creonte, y les dieron muerte apredreándolos. Desde entonces han expiado este crimen: siete muchachas y siete muchachos, vestidos de blanco y con las cabezas rapadas, pasan todo un año en el templo de Hera en la colina donde se cometió el asesinato[565]. Por orden del oráculo de Delfos los cadáveres de los niños fueron enterrados en el templo, pero sus almas se hicieron inmortales, como había prometido Hera. Hay quienes acusan a Jasón por haber condenado este asesinato, pero explican que estaba más que furioso por la ambición de Medea en interés de sus hijos[566].
f. Otros, engañados por el dramaturgo Eurípides, a quien sobornaron los corintios con quince talentos de plata para que los absolviera de culpabilidad, pretenden que Medea mató a dos de sus hijos[567] y que los demás perecieron en el palacio que ella incendió, con excepción de Tésalo, que escapó y posteriormente reinó en Yolco y dio su nombre a toda la Tesalia; y Peres, cuyo hijo Mérmero heredó la habilidad de Medea como envenenadora[568].
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1. El número de los hijos de Medea recuerda el de los titanes y titanides (véase 1.3 y 43.4), pero los catorce muchachos y muchachas que eran confinados anualmente en el templo de Hera pueden haber representado los días impares y pares de la primera mitad del mes sagrado.
2. La muerte de Glauce se dedujo quizá de una ilustración que mostraba el holocausto anual en el templo de Hera, como el que describe Luciano en Hierápolis (Sobre la diosa siria 49). Pero Glauce sería la sacerdotisa con diadema que dirigía la conflagración, no su víctima; y la fuente su baño ritual. Luciano explica que la diosa siria era principalmente Hera, aunque también poseía algunos atributos de Atenea y otras diosas (ibid. 32). Aquí Eriopis («de ojos grandes») señala a la Hera de ojos de vaca, y Glauce («lechuza») a la Atenea de ojos de lechuza. En la época de Luciano colgaban anímales domésticos de las ramas de árboles amontonados en el patio del templo de Hierápolis y los quemaban vivos; pero la muerte de los catorce hijos de Medea y la expiación hecha por ellos indican que originalmente se ofrecían víctimas humanas. Melicertes, el dios cretense que presidía los Juegos ístmicos en Corinto (véase 70.b y 96.6) era Melkarth, «protector de la ciudad», el Heracles fenicio en cuyo nombre quemaban niños vivos ciertamente en Jerusalén (Levítico xviii.21 y xx.2; 1 Reyes xi.7; 2 Reyes xxiii.10; Jeremías xxxii.35). Como el fuego era un elemento sagrado, inmortalizaba a las víctimas, como hizo con Heracles mismo cuando subió a su pira en el monte Eta, se tendió en ella y murió consumido (véase 145.l).
3. Si Medea, Jasón o los corintios sacrificaron a los niños se convirtió en una cuestión importante sólo posteriormente, cuando Medea dejó de ser identificada con Ino, la madre de Melicertes, y el sacrificio humano denotaba barbarie. Como cualquier drama que ganaba un premio en el festival ateniense en honor de Dioniso adquiría inmediatamente autoridad religiosa, es muy probable que los corintios recompensaran bien a Eurípides por su generosa manipulación del mito ya ignominioso.
4. El amor de Zeus por Medea, como el de Hera por Jasón (Homero: Odisea xii.72; Apolonio de Rodas: iii.66), indica que «Zeus» y «Hera» eran títulos del rey y la reina corintios (véase 43.2 y 68.1). Corinto, aunque era hijo de Maratón, se titulaba también «hijo de Zeus», y el padre de Maratón, Epopeo («el que ve todo») tenía la misma esposa que Zeus (Pausanias: ii.1.1; Asio: Fragmento I).
a. Medea huyó en primer lugar a Tebas para ver a Heracles, quien le había prometido ampararla si Jasón se mostraba alguna vez infiel, y le curó de la locura que le hizo matar a sus hijos; pero los tebanos no le permitieron que fijase su residencia entre ellos porque había matado a Creonte, su rey. En consecuencia fue a Atenas, y el rey Egeo se casó gustosamente con ella. Luego, desterrada de Atenas por haber intentado envenenar a Teseo, se embarcó para Italia y enseñó a los marrubios el arte del encantamiento de las serpientes; todavía la adoran como la diosa Angitia[569]. Tras una breve visita a Tesalia, donde compitió sin buen éxito con Tetis en un certamen de belleza juzgado por el cretense Idomeneo, se casó con un rey asiático cuyo nombre no ha sobrevivido, pero del que se dice que fue el verdadero padre de Medeo.
b. Finalmente, cuando supo que el trono de Eetes en Cólquide había sido usurpado por su tío Perses, Medea fue a la Cólquide con Medeo, quien mató a Perses, volvió a poner a Eetes en su trono y ensanchó el reino de Cólquide incluyendo en él el territorio de Media. Algunos alegan que para entonces Medea se había reconciliado con Jasón y lo llevó con ella a Cólquide, pero la historia de Medea, por supuesto, ha sido embellecida y deformada por las fantasías extravagantes de muchos dramaturgos[570]. La verdad es que Jasón, habiendo perdido el favor de los dioses, cuyos nombres había invocado en vano cuando fue infiel a Medea, erró de ciudad en ciudad odiado por los hombres. En la ancianidad volvió una vez más a Corinto y se sentó a la sombra del Argo para recordar sus glorias pasadas y lamentar los desastres que le habían sobrevenido. Estaba a punto de ahorcarse de la proa cuando de pronto la nave se volcó hacia adelante y le mató. Posidón puso luego la imagen de la popa del Argo, que era inocente de homicidio, entre las estrellas[571].
c. Medea no murió sino que se hizo inmortal y reinó en los Campos Elíseos, donde, según dicen algunos, fue ella y no Helena quien se casó con Aquiles[572].
d. En cuanto a Atamante, quien por no haber sacrificado a Frixo fue la causa de la expedición de los argonautas, estaba a punto de ser sacrificado él mismo en Orcómeno, como el sacrificio propiciatorio exigido por el oráculo de Zeus Lafistio, cuando su nieto Citísoro volvió de Eea y le salvó. Eso molestó a Zeus, quien ordenó que en adelante el hijo mayor de los Atamántidas debía evitar la Sala del Consejo perpetuamente, bajo pena de muerte, orden que ha sido observada desde entonces[573].
e. La vuelta a su patria de los argonautas dio origen a muchas fábulas, pero la del Gran Anceo, el timonel, es la más instructiva. Habiendo sobrevivido a tantas penalidades y peligros, volvió a su palacio de Tegea, donde un adivino le había advertido en otro tiempo que no probaría nunca el vino de una viña que había plantado algunos años antes. El día de su llegada informaron a Anceo que su mayordomo había cosechado las primeras uvas y el vino le esperaba. En consecuencia llenó una copa de vino, la llevó a los labios, llamó al adivino y le reprochó por haber profetizado falsamente. El adivino le respondió: «Señor, entre el plato y la boca se pierde la sopa», y en aquel momento los sirvientes de Anceo entraron gritando: «¡Señor, un jabalí! ¡Está haciendo estragos en tu viña!» Dejó la copa no probada, tomó su lanza y salió apresuradamente, pero el jabalí se había ocultado detrás de un arbusto, le acometió y le mató[574].
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1. Un culto ático de Deméter como diosa Tierra ha dado origen a la fábula de la estada de Medea en Atenas (véase 97.b). Cultos análogos explican sus visitas a Tebas, Tesalia y el Asia Menor; pero los marrubios pueden haber emigrado a Italia desde Libia, donde los psilos eran peritos en el arte del encantamiento de las serpientes (Plinio: Historia natural vii.2). El reinado de Medea en los Campos Elíseos es comprensible: como la diosa que manejaba la caldera de la regeneración podía ofrecer a los héroes la oportunidad de otra vida en la tierra (véase 31.c). Helena («luna») sería uno de sus títulos (véase 159.1).
2. Parece que en la edad heroica el rey de Orcómeno, cuando terminaba su reinado, era llevado para sacrificarlo a la cumbre del monte Lafistio. Este rey era también un sacerdote de Zeus Lafistio, un ministerio hereditario en el clan minia matrilineal; y en la época de las guerras persas, según Herodoto, se esperaba todavía que el jefe del clan asistiera a la Sala del Consejo cuando se lo convocaba para el sacrificio. Sin embargo, nadie le obligaba a obedecer esa convocatoria, y por el relato de Herodoto parece que le representaba un sustituto, excepto en las ocasiones de un desastre nacional, como una peste o una sequía, ocasiones en las que se sentía obligado a asistir personalmente. Las muertes de Jasón y de Anceo son fábulas morales que destacan los peligros de la fama, la prosperidad y el orgullo excesivos. Pero Anceo muere regiamente en su ciudad, herido por el colmillo de un jabalí (véase 18.7), en tanto que Jasón, como Belerofonte (véase 75.f) y Edipo (véase 105.d), vaga de ciudad en ciudad, odiado por los hombres, y finalmente muere de accidente. En el Istmo, donde había reinado Jasón, era costumbre que el pharmacos regio fuese arrojado desde un risco, pero le salvaba en el mar una embarcación que esperaba, y luego vivía la vida de un mendigo anónimo que llevaba la mala suerte consigo (véase 89.6 y 98.7)
3. Sir Isaac Newton fue el primero, por lo que yo sé, que señaló la relación entre el Zodíaco y el viaje del Argo; y la leyenda puede muy bien haber sido influida en Alejandría por los signos del Zodíaco: el Carnero de Frixo, los Toros de Eetes, los Dioscuros como los Mellizos Celestiales, el León de Rea, la Balanza de Alcínoo, los Aguadores de Egina, Heracles como Arquero, Medea como Virgen, y la Cabra, símbolo de lujuria, para recordar los amoríos en Lemnos. Cuando se utilizan los signos del Zodíaco egipcios aparecen los elementos que faltan: la Serpiente por Escorpión, y el Escarabajo, símbolo de regeneración, por el Cangrejo.
a. Una fábula que se relata acerca de la fundación de Troya es que, en una época de hambre, una tercera parte de la población cretense, a las órdenes del príncipe Escamandro, partió para fundar una colonia. AI llegar a Frigia acamparon junto al mar, no lejos de la ciudad de Hamaxito[575], al pie de una alta montaña que llamaron Ida en honor de la patria cretense de Zeus. Ahora bien, Apolo les había aconsejado que se establecieran dondequiera que les atacaran enemigos nacidos de la tierra a cubierto de la oscuridad, y esa noche misma una horda de ratones campestres hambrientos invadió las tiendas y royó las cuerdas de los arcos, las abrazaderas de cuero de los escudos y todas las otras partes comestibles del armamento cretense. En consecuencia, Escamandro ordenó que hicieran alto y dedicaran un templo a Apolo Esminteo (alrededor del cual surgió pronto la ciudad de Esmintea) y se casó con la ninfa Idea, quien le dio un hijo, Teucro. Con la ayuda de Apolo, los cretenses vencieron a sus nuevos vecinos, los bébrices, pero durante la lucha Escamandro cayó en el río Janto, que por ello tomó su nombre. Teucro, por quien los pobladores recibieron el nombre de teucros, le sucedió. Pero algunos dicen que Teucro mismo fue al frente de los inmigrantes cretenses y en Frigia le recibió Dárdano, quien le dio en casamiento su hija y llamó a sus súbditos teucros[576].
b. Los atenienses dan una versión completamente distinta. Niegan que los teucros provinieran de Creta y recuerdan que cierto Teucro, perteneciente al demo de Troes, emigró de Atenas a Frigia, y que Dárdano, hijo de Zeus y la pléyade Electra y nacido en la Feneo arcadia, fue recibido en Frigia por este Teucro, y no al contrario. En apoyo de esta tradición se alega que Erictonio aparece en la genealogía tanto de la casa real ateniense como de la teucra[577]. Dárdano, añaden los atenienses, se casó con Crisa, hija de Palante, quien le dio dos hijos, Ideo y Dimante. Éstos reinaron durante un tiempo en el reino arcadio fundado por Atlante, pero los separaron las calamidades del Diluvio de Deucalión. Dimante se quedó en Arcadia, pero Ideo fue con su padre Dárdano a Samotracia, donde colonizaron juntos, y a la isla se la llamó en adelante Dardania. Crisa había dado a Dárdano como dote las imágenes sagradas de los Grandes Dioses de los que era sacerdotisa, y él introdujo su culto en Samotracia, aunque manteniendo en secreto sus verdaderos nombres. Dárdano fundó también un colegio de sacerdotes salios para que realizasen los ritos necesarios, que eran los mismos que realizaban los curetes cretenses[578].
c. La pena por la muerte de su hermano Yasión llevó a Dárdano a través del mar a Tróade. Llegó solo, conduciendo a remo una balsa hecha con una piel inflada lastrada con cuatro piedras. Teucro le recibió hospitalariamente y, con la condición de que le ayudase a dominar a ciertas tribus vecinas, le dio una participación en el reino y le casó con la princesa Batiea. Algunos dicen que esta Batiea era tía de Teucro; otros, que era su hija[579].
d. Dárdano se proponía fundar una ciudad en la pequeña colina de Ate, que se alza en la llanura donde se halla ahora Troya, o Ilio; pero cuando un oráculo de Apolo frigio le advirtió que la desgracia acompañaría siempre a sus habitantes; eligió un lugar en las laderas más bajas del monte Ida y llamó a su ciudad Dardania[580]. Después de la muerte de Teucro, Dárdano le sucedió en el resto del reino, al que dio su nombre y extendió su gobierno sobre muchas naciones asiáticas; también envió colonias a Tracia y más allá de ésta[581].
e. Entretanto, el hijo menor de Dárdano, Ideo, le había seguido a Tróade llevando las imágenes sagradas, lo que permitió a Dárdano enseñar a sus súbditos los Misterios samotracios. Un oráculo le aseguró entonces que la ciudad que estaba a punto de fundar sería invencible sólo mientras la dote de su hija siguiera bajo la protección de Atenea[582]. Todavía se muestra su tumba en la parte de Troya que se llamaba Dardania antes de mezclarse con las aldeas de Ilio y Tros formando una ciudad única. Ideo se estableció en los Montes Ideos que, según dicen algunos, se llaman así por él, e instituyó allí el culto y los Misterios de la Madre de los Dioses frigia[583].
f. Según la tradición latina, el padre de Yasión era el príncipe tirreno Corito; y su mellizo, Dárdano, hijo de Zeus y de Electra, la esposa de Corito. Ambos emigraron de Etruria después de dividir entre ellos las imágenes sagradas; Yasión fue a Samotracia y Dárdano a Tróade. Mientras combatía con los bóbrices, que trataban de arrojar a los tirrenos nuevamente al mar, Dárdano perdió el yelmo y, aunque sus soldados se hallaban en retirada, los hizo volver para recuperarlo. Esta vez obtuvo la victoria y fundó una ciudad llamada Corito en el campo de batalla, tanto en memoria de su yelmo (corys) como de su padre[584].
g. Ideo tenía dos hermanos mayores, Erictonio e Ilo, o Zacinto; y una hija, Idea, que llegó a ser la segunda esposa de Fineo. Cuando Erictonio sucedió a Dárdano en el reino se casó con Astíoque, hija de Simunte, quien le dio a Tros[585]. Erictonio, descrito también como un rey de Creta, era el más próspero de los hombres, dueño de tres mil yeguas de las que se enamoró Bóreas. Tros sucedió a su padre Erictonio, y no solamente Troya, sino también toda Tróade recibió su nombre. Con su esposa Calírroe, hija de Escamandro, llegó a ser padre de Cleopatra la Menor, Ilo el Menor, Ásáraco y Ganimedes[586].
h. Entretanto, Ilo, el hermano de Erictonio, había ido a Frigia, donde intervino en los juegos que se realizaban en aquel momento, salió vencedor en la lucha y ganó como premio cincuenta muchachos y cincuenta muchachas. El rey frigio (cuyo nombre se ha olvidado) le dio también una vaca torda y le aconsejó que fundara una ciudad allí donde el animal sintiera el deseo de acostarse, Ilo siguió a la vaca, que se acostó al llegar a la colina de Ate, y él construyó allí la ciudad de Ilio, aunque, a causa de la advertencia del oráculo a su padre Dárdano, no la fortificó. Algunos dicen, no obstante, que fue a una de sus propias vacas misias la que siguió Ilo y que sus instrucciones provenían de Apolo. Pero otros sostienen que Ilio fue fundada por inmigrantes locrios y que ellos dieron el nombre de su montaña Friconis al monte Gime de Troya[587].
i. Cuando quedó marcado el circuito de los límites de la ciudad, Ilo pidió una señal a Zeus Omnipotente, y a la mañana siguiente encontró un objeto de madera delante de su tienda, medio enterrado en la tierra y cubierto con malezas. Era el Paladio, imagen sin piernas de tres codos de altura, hecha por Atenea en recuerdo de su difunta compañera de juegos libia Palas. Palas, cuyo nombre agregó Atenea al suyo, tenía una lanza en alto en la mano derecha y una rueca y un huso en la izquierda, y la égida le envolvía el pecho. Atenea había puesto primeramente la imagen en el Olimpo, junto al trono de Zeus, donde era objeto de grandes honores, pero cuando la bisabuela de Ilo, la pléyade Electra, fue violada por Zeus y la profanó con su contacto, Atenea la arrojó airadamente, juntamente con la imagen, a la tierra[588].
j. Apolo Esminteo aconsejó ahora a Ilo: «Protege a la Diosa que cayó del cielo y protegerás a tu ciudad, pues adondequiera que va lleva el imperio». En consecuencia, erigió un templo en la ciudadela para alojar a la imagen[589].
k Algunos dicen que se erigía ya el templo cuando la imagen descendió del cielo como un don de la diosa. Cayó a través de una parte del techo que todavía no estaba terminada y la encontraron colocada exactamente en el lugar apropiado[590]. Otros dicen que Electra le dio el Paladio a Dárdano, su hijo tenido con Zeus, y que lo llevaron de Dardania a Ilio después de su muerte[591]. Otros más afirman que cayó del cielo en Atenas y que el ateniense Teucro lo llevó a Tróade. Y no faltan quienes creen que hubo dos paladios, uno ateniense y otro troyano, el último hecho con los huesos de Pélope, así como la imagen de Zeus en Olimpia estaba hecha con marfil indio; o que hubo muchos Paladios, todo igualmente lanzados desde el cielo, incluyendo las imágenes samotracias que llevó Ideo a Tróade[592]. El Colegio de las Vestales en Roma conserva al presente el que es considerado como el Paladio auténtico. Ningún ser humano puede contemplarlo impunemente. En un tiempo, cuando se hallaba todavía en poder de los troyanos, Ilo corrió a salvarlo en una alarma de incendio y por ello fue castigado con la ceguera; pero más tarde consiguió aplacar a Atenea y recuperó la vista[593].
l. Eurídice, hija de Adraste, tuvo con Ilo a Laomedonte, y a Temiste, que se casó con el frigio Capis y, según dicen algunos, fue la madre de Anquises[594]. Con Estrimo, hija de Escamandro y de Leucipe, o Zeuxipe, o Toosa, Laomedonte tuvo cinco hijos: Titón, Lampo, Clitio, Hicetaón y Podarces; así como tres hijas: Hesione, Cila y Astíoque. También engendró a dos mellizos bastardos con la ninfa pastora Cálibe. Fue él quien decidió construir las famosas murallas de Troya y tuvo la buena suerte de conseguir los servicios de los dioses Apolo y Posidón, con quienes en aquel momento estaba disgustado Zeus porque se habían rebelado contra él, obligándoles a trabajar como peones. Posidón construyó las murallas mientras Apolo tocaba la lira y daba de comer a los rebaños de Laomedonte; y el lélege Éaco le echó una mano a Posidón. Pero Laomedonte no pagó a los dioses lo que les debía, por lo que mereció su enconado resentimiento. Ésta fue la causa de que él y todos sus hijos —con excepción de Podarces, que había cambiado su nombre por el de Príamo— perecieran cuando Heracles saqueó Troya[595].
m. Príamo, a quien Heracles concedió generosamente el trono de Troya, sospechaba que la calamidad que había caído sobre Troya se debía a su situación desafortunada más bien que a la ira de los dioses. En consecuencia envió a uno de sus sobrinos a que preguntara a la Pitonisa de Delfos si todavía pesaba una maldición sobre la colina de Ate. Pero el sacerdote de Apolo, Pántoo hijo de Otrias, era tan bello, que el sobrino de Príamo, olvidando su misión, se enamoró de él y lo llevó de vuelta a Troya. Aunque eso le molestó a Príamo, no se atrevió a castigar a su sobrino. En compensación por el mal que había cometido nombró a Pántoo sacerdote de Apolo y, como le daba vergüenza volver a consultar a la Pitonisa, reconstruyó Troya sobre los mismos cimientos. La primera esposa de Príamo fue Arisbe, hija de Merope, el adivino. Después de haberle dado a Esaco, la casó con Hirtaco, con quien fue madre de los hirtácidas Asió y Niso[596].
n. Este Ésaco, que aprendió el arte de interpretar los sueños de su abuelo Merope, es famoso por su gran amor a Astérope, hija del río Cebrén; cuando ella murió, Ésaco trató repetidamente de matarse saltando desde un risco, hasta que por fin los dioses se compadecieron de él y lo transformaron en una ave acuática, permitiéndole así que satisfaciera su obsesión con más decencia[597].
o. Hécabe, la segunda esposa de Príamo —a la que los latinos llaman Hécuba— era hija de Dimante y de la ninfa Eunoe; o, según dicen algunos, de Cisco y Teleclea; o del río Sangario y Metope; o de Glaucipé, la hija de Janto[598]. Le dio a Príamo diecinueve hijos, y los restantes eran hijos.de concubinas; los cincuenta ocupaban dormitorios adyacentes de piedra pulimentada. Las doce hijas de Príamo dormían con sus maridos en el lado más lejano del mismo patio[599]. El hijo mayor de Hécabe era Héctor, al que algunos llaman hijo de Apolo; luego dio a luz a París, Creúsa, Laódice y Políxena; y después a Deífobo, Heleno, Casandra, Pamón, Polites, Antifo, Hipónoo y Polidoro. Pero no hay duda de que a Troilo lo tuvo con Apolo[600].
p. Entre los hijos menores de Hécabe se hallaban los mellizos Casandra y Heleno. En la fiesta de su cumpleaños, celebrada en el templo de Apolo Timbreo, se cansaron de jugar y quedaron dormidos en un rincón, mientras sus olvidadizos padres, que habían bebido demasiado vino, volvieron tambaleándose a su casa sin ellos. Cuando Hécabe volvió al templo se encontró con que las serpientes sagradas lamían los oídos de los niños y gritó aterrada. Las serpientes desaparecieron inmediatamente en un montón de hojas de laurel, pero desde aquel momento Casandra y Heleno poseyeron el don de la profecía[601].
q. Otra versión del tema es que un día Casandra se quedó dormida en el templo; apareció Apolo y le prometió enseñarle el arte de la profecía si se acostaba con él. Casandra, después de aceptar el don, se arrepintió de lo convenido, pero Apolo le rogó que le diera un beso, y cuando ella lo hizo le escupió en la boca, con lo que se aseguró de que nadie creería nunca lo que ella profetizara[602].
r. Cuando, tras varios años de gobierno prudente, Príamo consiguió que Troya recuperara su riqueza y poderío anteriores, convocó a un consejo para tratar el caso de su hermana Hesíone, a la que el eácida Telamón había llevado a Grecia. Aunque él estaba a favor de emplear la fuerza, el consejo recomendó que primeramente se intentara la persuasión. En consecuencia, su cuñado Antenor y su primo Anquises fueron a Grecia y entregaron las demandas troyanas a los griegos reunidos en la corte de Telamón, pero éstos acogieron desdeñosamente esas demandas. Este incidente fue una de las causas principales de la guerra de Troya[603], el triste fin de la cual predecía ya Casandra. Para evitar el escándalo, Príamo la encerró en un edificio piramidal de la ciudadela; la guardiana que cuidaba de ella tenía la orden de mantener a Príamo informado de todas sus profecías[604].
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1. La situación de Troya en una llanura bien regada a la entrada del Helesponto, aunque la convertía en el principal centro comercial de la Edad de Bronce entre Oriente y Occidente, provocaba frecuentes ataques de todas partes. Las alegaciones griegas, cretenses y frigias de haber fundado la ciudad no eran irreconciliables, puesto que en la época clásica ya había sido destruida y reconstruida con mucha frecuencia. Hubo en total diez Troyas, y la séptima era la homérica. La Troya a la que se refiere Homero parece haber sido poblada por una federación de tres tribus —troyanos, ilianos y dardáneos—, cosa habitual en la Edad de Bronce.
2. «Apolo Esminteo» señala a Creta, pues smirthos es la palabra cretense con que se designa al «ratón», animal sagrado no sólo en Cnosos (véase 90.3), sino también en Filistia (1 Samuel vi.4) y Fócide (Pausanias: x.12.5); y Erictonio, el Viento Norte fertilizante, era adorado tanto por los pelasgos de Atenas como por los tracios (véase 48.3). Pero la pretensión ateniense de haber fundado Troya puede ser rechazada como propaganda política. Los ratones blancos que se mantenían en los templos de Apolo eran profilácticos contra la peste y contra las invasiones súbitas de ratones, como las que mencionan Eliano (Historia de animales xii.5 y 41) y Aristóteles (Historia de animales vi.370). Dárdano puede haber sido un tirreno de Lidia (véase 136.g) o Samotracia, pero Servio se equivoca al decir que provenía de Etruria, donde los tirrenos se establecieron mucho tiempo después de la guerra de Troya. «Zacinto», palabra cretense, que figura en la genealogía regia de Troya, era el nombre de una isla perteneciente al reino de Odiseo; y esto sugiere que reclamaba derechos hereditarios respecto a Troya.
3. El Paladio que las Vírgenes Vestales guardaban en Roma para la buena suerte de la ciudad tenía inmensa importancia para los mitógrafos italianos; alegaban que había sido rescatado de Troya por Eneas (Pausanias: ii.23.5) y llevado a Italia. Quizás estaba hecho con marfil de marsopa (véase 108.5). «Paladio» significa una piedra u otro objeto de culto alrededor del cual bailaban las muchachas de un clan particular, como en Tespia (véase 120.a) o saltaban los muchachos, pues pallas se emplea indistintamente para ambos sexos. El Colegio de Salios romano era una sociedad de sacerdotes saltarines. Cuando esos objetos de culto se identificaban con la prosperidad de la tribu y eran guardados cuidadosamente para impedir su robo o mutilación, se interpretaba que palladla significaba palta, «o cosas arrojadas desde el cielo». Los palta no podían estar ocultos al cielo; por eso la piedra del trueno sagrada de Término en Roma se hallaba bajo un agujero abierto en el techo del templo de Júpiter, lo que explica una abertura análoga en Troya.
4. La adoración de los meteoritos se extendió fácilmente a los monolitos antiguos, el origen fúnebre de los cuales había sido olvidado; y luego del monolito a la imagen de piedra, y de la imagen de piedra a la imagen de madera o de marfil sólo había un corto paso. Pero la caída de un escudo del cielo —el ancile de Marte (Ovidio: Fasti iii.259-73) es el caso más conocido— necesita una explicación mayor. Al principio se creía que los meteoritos, como los únicos palta auténticos, originaban el rayo que raja los árboles de los bosques. Luego las hachas de piedra neolíticas, como la que se encontró recientemente en el templo de Asine en Micenas, y las hachas o martinetes primitivos de la Edad de Bronce, como el de Cibeles en Éfeso (Hechos xix.35), fueron tomados erróneamente por rayos. Pero el escudo era también un instrumento del trueno. Los hacedores de lluvia prehelenos convocaban tormentas haciendo girar matracas para imitar el sonido del viento, y para imitar al trueno golpeaban grandes escudos de piel de buey muy estirada con palillos de tambor de dos cabezas como los que llevan los sacerdotes salios en el relieve de Anagni. La única manera de hacer que una matraca suene continuamente es girarla en circuito en forma de ocho, como hacen los niños con los molinos de viento de juguete; y como a las antorchas utilizadas para imitar el relámpago se las hacía girar, al parecer, del mismo modo, el escudo hacedor de lluvia tenía también la forma de ocho y los palillos dobles golpeaban continuamente en ambos lados. Por esto las ilustraciones cretenses que sobreviven muestran al espíritu del trueno descendiendo como un escudo en forma de ocho, y, por tanto, a los escudos antiguos se los adoraba como palta. Una tablilla de piedra caliza pintada de la acrópolis de Micenas demuestra, por el color de la carne, que el espíritu del Trueno era una diosa más bien que un dios; en un anillo de oro encontrado en las cercanías no se indica el sexo del escudo que desciende.
5. Casandra y las serpientes recuerdan el mito de Melampo (véase 122.c) y el acto de escupir Apolo en su boca el de Glauco (véase 90.f). Su prisión era probablemente una tumba en forma de colmena desde la que hacía profecías en nombre del héroe que yacía enterrado allí (véase 43.2 y 154.1).
6. Éaco, el nombre del hijo profético de Príamo, significa la rama de mirto que se pasaba de uno a otro comensal en los banquetes griegos como un desafío a cantar o componer. Como el mirto es un árbol de la muerte (véase 101.1 y 109.4), esos poemas pueden haber sido originalmente profecías hechas en una fiesta dedicadas a un héroe. El ave acuática estaba consagrada a Atenea en el Ática y asociada con el anegamiento del pharmacos regio (véase 94.1). El salto de Escamandro en el río Janto tiene que referirse a una costumbre troyana análoga de ahogar al rey viejo (véase 108.3); se suponía que su ánima preñaba a las muchachas cuando iban a bañarse allí (véase 137.3). Tántalo, que parece haber sufrido la misma suerte, se casó con la hija de Janto (véase 108.d)
7. Príamo tenía cincuenta hijos, diecinueve de los cuales eran legítimos; esto indica que en Troya la longitud del reinado del Rey se regía por el ciclo metónico de diecinueve años y no por el ciclo de cien lunaciones compartido entre el rey y el heredero, como en Creta (véase 138.j) y Arcadia (véase 38.2). Sus doce hijas eran quizá guardianas de los meses.
8. La importancia de la participación de Éaco en la construcción de las murallas de Troya no se debe pasar por alto: Apolo había profetizado que sus descendientes estarían presentes en su captura tanto en la primera como en la cuarta generación (véase 66.i), y sólo se podría abrir una brecha en la parte construida por Éaco (Píndaro: Odas píticas viii. 31-46). Andrómaca recordó a Héctor que esa parte era la cortina del lado occidental de la muralla, «cerca de la higuera», donde la ciudad podía ser atacada con más facilidad (Homero: Ilíada vi.431-9), y «los más valientes que siguen a los dos Ayantes ya por tres veces se han encaminado a aquel sitio para intentar el asalto: alguien que conoce los oráculos se lo indicó, o su mismo arrojo los impele y anima». Las excavaciones realizadas en Troya por Dórpfeld demostraron que la muralla era, inexplicablemente, más débil en ese punto; pero los compañeros de Áyax y de Éaco no necesitaban que un adivino les informara de ello si, como sugiere Polibio, «Éaco» provenía de la locrense Opus, la ciudad de Áyax el Pequeño. Lócride, que parece haber proporcionado el elemento iliano de la Troya homérica, y gozaba del privilegio de nombrar a las sacerdotisas troyanas (véase 168.2), era un distrito lélege pre-helénico con instituciones matrilineales e inclusive matriarcales (véase 136.4); otra tribu de léleges, quizá de ascendencia locria, vivía en Pedaso, en Tróade. Una de sus princesas, Laótoe, fue a Troya y tuvo un hijo con Príamo (Homero: Ilíada xxi.86). Parece haber sido la buena voluntad de las sacerdotisas locrias para sacar a escondidas el paladio y ponerlo a salvo en Lócride lo que facilitó la toma de la ciudad por los griegos (véase 168.4).
9. Puesto que un Teucro era hijo de Escamandro y otro nieto de Éaco e hijo de Hesíone, la hermana de Príamo (véase 137.2), al elemento teucro en Troya se le puede identificar con el lélege, o eácida, o iliano; los otros dos elementos eran el lidio, o dardanio, o tirreno, y el troyano, o frigio.
a. Cuando Helena, la bella hija de Leda, llegó al estado de mujer en el palacio de su padre adoptivo Tindáreo en Esparta, todos los príncipes de Grecia se presentaron con valiosos regalos como pretendientes, o enviaron parientes para representarlos. Diomedes, quien acababa de obtener su victoria en Tebas, se hallaba allí con Áyax, Teucro, Filoctetes, Idomeneo, Patroclo, Menesteo y otros muchos. También fue Odiseo, pero con las manos vacías, porque no tenía la menor probabilidad de buen éxito, pues aunque los Dioscuros, hermanos de Helena, deseaban que ésta se casase con Menesteo de Atenas, Odiseo sabía que se la darían al príncipe Menelao, el más rico de los aqueos, representado por el poderoso yerno de Tindáreo, Agamenón[605].
b. Tindáreo no despidió a ninguno de los pretendientes, pero, por otra parte, tampoco aceptó ninguno de los regalos, pues temía que su parcialidad por cualquiera de los príncipes provocara peleas entre los demás. Odiseo le preguntó un día: «Si te digo cómo pueden evitar una querella, ¿me ayudarás, en cambio, a casarme con Penélope, la hija de Icario?» «Trato hecho», contestó Tindáreo. «Entonces —continuó Odiseo— mi consejo es éste: insiste en que todos los pretendientes de Helena juren defender al marido elegido por ella contra quienquiera que se sienta ofendido por su buena suerte.» Tindáreo convino en que ése era un procedimiento prudente. Después de sacrificar un caballo y de descuartizarlo, hizo que cada uno de los pretendientes se colocase sobre los pedazos sangrientos y repitiese el juramento que Odiseo había formulado; luego enterraron los pedazos en un lugar al que se sigue llamando «La Tumba del Caballo».
c. No se sabe si fue el propio Tindáreo quien eligió al marido de Helena o si ella declaró su preferencia coronándole con una guirnalda[606]. De todos modos se casó con Menelao, quien llegó a ser rey de Esparta después de la muerte de Tindáreo y de la deificación de los Dioscuros. Pero su matrimonio estaba condenado al fracaso: años antes, mientras hacía sacrificios a los dioses, Tindáreo se había olvidado tontamente de Afrodita, quien se vengó jurando que haría a sus tres hijas —Clitemestra, Timandra y Helena— célebres por sus adulterios[607].
d. Menelao tuvo una hija con Helena y la llamó Hermíone; sus hijos eran Etiolao —de quien pretende descender la familia persa de los Morrafio— y Plístenes. Una esclava etolia llamada Pieris dio más tarde a Menelao dos mellizos bastardos: Nicóstrato y Megapentes[608].
e. Se ha preguntado por qué Zeus y Temis proyectaron la guerra de Troya. ¿Fue para hacer famosa a Helena por haber embrollado a Europa y Asia? ¿O para exaltar a la raza de los semidioses y al mismo tiempo hacer menos densas las tribus populosas que oprimían la superficie de la Madre Tierra? Sus motivos tienen que seguir siendo oscuros, pero ya habían tomado la decisión cuando Éride arrojó una manzana de oro en la que estaban inscritas estas palabras: «Para la más bella», en la boda de Peleo y Tetis. Zeus Omnipotente no quiso decidir la subsiguiente disputa entre Hera, Atenea y Afrodita y dejó que Hermes llevara a las diosas al monte Ida, donde Paris, el hijo perdido de Príamo, actuaría como árbitro[609].
f. Ahora bien, poco antes del nacimiento de París había soñado Hécabe que daba a luz un haz de leña del que salían retorciéndose innumerables serpientes de fuego. Se despertó gritando que la ciudad de Troya y los bosques del monte Ida ardían. Príamo consultó inmediatamente con su hijo Ésaco, el adivino, quien anunció: «¡El niño que está a punto de nacer será la ruina de nuestro país! Te ruego que te deshagas de él[610]».
g. Pocos día después Ésaco hizo otro anuncio: «La troyana de la casa real que hoy dé a luz un niño debe ser destruida, y también su hijo». Por consiguiente Príamo mató a su hermana Cila y su hijo Munipo, nacido esa mañana misma de su unión secreta con Timete, y los enterró en el recinto sagrado de Tros. Pero Hécabe había dado a luz un hijo antes del anochecer y Príamo perdonó a ambos la. vida, aunque Herófila y otros adivinos instaron a Hécabe a que matara por lo menos al niño. Ella no pudo decidirse a hacerlo, y al final convencieron a Príamo para que llamara al jefe de sus pastores, un tal Agelao, y le confiara la tarea. Agelao, demasiado bondadoso para emplear una cuerda o una espada, abandonó al recién nacido en el monte Ida, donde le amamantó una osa. Cuando volvió cinco días después, Ageleao quedó pasmado ante el portento y llevó al niño a su casa en un zurrón —de aquí el nombre de «París»— para criarlo juntamente con su propio hijo recién nacido[611] y le llevó a Príamo una lengua de perro como prueba de que había obedecido su orden. Pero algunos dicen que Hécabe sobornó a Agelao para que no matara a París y ocultara el secreto a Príamo[612].
h. La noble alcurnia de París se puso pronto de manifiesto gracias a su belleza, su inteligencia y su fuerza sobresalientes: cuando era poco más que un niño venció a una cuadrilla de ladrones de ganado y recuperó las vacas que habían robado, por lo que mereció el sobrenombre de Alejandro[613]. Aunque no era más que un esclavo en esa época, Paris fue el amante preferido de Enone hija del río Éneo, una ninfa de las fuentes. Rea le había enseñado el arte de la profecía y Apolo el de la medicina mientras trabajaba como pastor de Laomedonte. Paris y Enone solían cuidar sus rebaños y cazar juntos y él grababa su nombre en la corteza de las hayas y los álamos[614]. Su principal diversión consistía en hacer que los toros de Agelao lucharan entre ellos; coronaba al vencedor con flores y al perdedor con paja. Cuándo un toro comenzó a vencer continuamente, Paris lo enfrentó con los campeones de los rebaños de sus vecinos, a todos los cuales venció. Por fin ofreció poner una corona de oro en los cuernos del toro que pudiese vencer al suyo. Por broma, Ares se transformó en toro y ganó el premio. Paris entregó sin vacilar la corona a Ares, lo que sorprendió y complació a los dioses que observaban desde el Olimpo, y ése fue el motivo de que Zeus lo eligiese como arbitro entre las tres diosas[615].
i. Cuidaba su ganado en el monte Gárgaro, la cumbre más alta del Ida, cuando Hermes, acompañado por Hera, Atenea y Afrodita, le entregó la manzana de oro y el mensaje de Zeus:
—Paris, puesto que eres tan bello como sabio en los asuntos del corazón, Zeus te ordena que juzgues cuál de estas diosas es la más bella.
Paris aceptó la manzana dudosamente y contestó:
—¿Cómo puede un simple pastor como yo hacerse arbitro de la belleza divina? Dividiré la manzana entre las tres.
—No, no, no puedes desobedecer a Zeus Omnipotente —se apresuró a replicar Hermes—. Tampoco estoy autorizado para aconsejarte. ¡Utiliza tu inteligencia natural!
—Así sea —suspiró Paris—. Pero antes ruego que las perdedoras no se ofendan conmigo. Sólo soy un ser humano, expuesto a cometer los errores más estúpidos.
Las diosas convinieron en acatar su decisión.
—¿Bastará con juzgarlas tal como están —preguntó Paris a Hermes— o deberán desnudarse?
—Tú debes decidir las reglas de la competencia —contestó Hermes con una sonrisa discreta.
—En ese caso, ¿tendrán la bondad de desnudarse?
Hermes dijo a las diosas que lo hicieran y él se volvió cortésmente.
j. Afrodita no tardó en estar lista, pero Atenea insistió en que debía quitarse su famoso ceñidor mágico que le daba una ventaja injusta, pues hacía que todos se enamoraran de quien lo llevaba.
—Está bien —dijo Afrodita con rencor—, lo haré con la condición de que tú te quites tu yelmo, pues estás espantosa sin él.
—Ahora, si no tenéis inconveniente, os juzgaré una por una —anunció Paris— para evitar discusiones perturbadoras. ¡Ven, divina Hera! ¿Tendrán las otras dos diosas la bondad de dejarnos durante un rato?
—Examíname concienzudamente —dijo Hera mientras se daba vuelta lentamente y exhibía su figura magnífica—, y recuerda que si me declaras la más bella te haré señor de toda el Asia y el hombre más rico del mundo[616].
—Yo no me dejo sobornar, señora… Muy bien, gracias. Ya he visto todo lo que necesitaba ver. ¡Ahora ven, divina Atenea!
k. —Aquí estoy —dijo Atenea, avanzando con decisión—. Escucha, Paris: si tienes el sentido común suficiente para concederme el premio haré que salgas victorioso en todas tus batallas, y que seas el hombre más bello y sabio del mundo.
—Soy un humilde pastor, no un soldado —replicó Paris—. Puedes ver con tus propios ojos que la paz reina en toda Lidia y Frigia y que no se disputa la soberanía del rey Príamo. Pero prometo considerar imparcialmente tu aspiración a la manzana. Ahora puedes volver a ponerte tus ropas y tu yelmo. ¿Estás lista, Afrodita?
l. Afrodita se acercó a él despacio y Paris se ruborizó porque se puso tan cerca que casi se tocaban.
—Examíname cuidadosamente, por favor, sin pasar nada por alto… Por cierto, en cuanto te vi me dije: «A fe mía, éste es el joven más hermoso de Frigia. ¿Por qué pierde el tiempo en este desierto cuidando un ganado estúpido?» ¿Por qué lo haces, Paris? ¿Por qué no vas a una ciudad y vives una vida civilizada? ¿Qué puedes perder casándote con alguien como Helena de Esparta, que es tan bella como yo y no menos apasionada? Estoy convencida de que, cuando os hayáis conocido, ella abandonará su hogar, su familia y todo para ser tu amante. Habrás oído hablar de Helena ¿no?
—Nunca hasta ahora, señora. Te quedaré muy agradecido si me la describes.
m. —Helena tiene una tez bella y delicada, pues nació del huevo de un cisne. Puede alegar que su padre es Zeus, le gustan la caza y la lucha y causó una guerra cuando era todavía niña. Y cuando llegó a la mayoría de edad todos los príncipes de Grecia aspiraron a su mano. Ahora está casada con Menelao, hermano del rey supremo Agamenón, pero eso no es un inconveniente, pues puedes conseguirla si quieres.
—¿Cómo es posible si está ya casada?
—¡Caramba, qué inocente eres! ¿Nunca has oído que es mi deber divino arreglar esa clase de asuntos? Te sugiero que recorras Grecia con mi hijo Eros come guía. Cuando lleguéis a Esparta él y yo procuraremos que Helena se enamore perdidamente de ti.
—¿Estás dispuesta a jurarlo? —preguntó París, excitado.
Afrodita juró solemnemente y Paris, sin pensarlo más, le concedió la manzana de oro.
Pero incurrió en el odio encubierto de Hera y Atenea, quienes se alejaron tomadas del brazo a preparar la destrucción de Troya, mientras Afrodita, sonriendo pícaramente, se preguntaba cómo podía cumplir mejor su promesa[617].
n. Poco después Príamo envió a sus sirvientes en busca de un toro del rebaño de Agelao. Iba a ser el premio en los juegos fúnebres que se celebraban anualmente en honor de su hijo difunto. Cuando los sirvientes eligieron el toro mejor, Paris sintió de pronto el deseo de asistir a los juegos y corrió tras ellos. Agelao trató de retenerlo: «Tú tiene tus corridas de toros particulares. ¿Qué más puedes desear?», le dijo, pero Paris insistió y al final Agelao le acompañó a Troya.
o. En Troya era costumbre que al terminar la sexta vuelta de la carrera de carros los que se habían presentado para intervenir en el pugilato comenzasen a luchar delante del trono. Paris decidió competir y, a pesar de las súplicas de Agelao, salió a la liza y ganó la corona, por puro valor más bien que por habilidad. También ganó la carrera pedestre, lo que exasperó tanto a los hijos de Príamo que le desafiaron a correr otra; y así conquistó la tercera corona. Avergonzados por su derrota pública, decidieron matar a París y pusieron guardias armados en todas las salidas del estadio, mientras Héctor y Deífobo le atacaban con sus espadas. Paris corrió a protegerse en el altar de Zeus y Agelao se acercó corriendo a Príamo: gritando: «¡Majestad, ese joven es tu hijo perdido hace tiempo!» Príamo llamó inmediatamente a Hécabe, quien, cuando Agelao mostró el sonajero que había encontrado en las manos de Paris, confirmó su identidad. Fue llevado triunfalmente al palacio, donde Príamo celebró su regreso con un gran banquete y sacrificios a los dioses. Sin embargo, tan pronto como los sacerdotes de Apolo se enteraron de la noticia anunciaron que Paris debía ser ejecutado inmediatamente, pues de otro modo Troya perecería. Le informaron de ello a Príamo, quien contestó: «¡Prefiero que caiga Troya a que muera mi hijo maravilloso!»[618]).
p. Los hermanos casados de Paris le instaron poco después a que tomara una esposa, pero él les dijo que confiaba en que Afrodita le elegiría una, pues se lo suplicaba todos los días. Cuando se convocó a otro consejo para tratar del rescate de Hesíone, pues las gestiones pacíficas habían fracasado, Paris se ofreció voluntariamente para encabezar la expedición si Príamo le proporcionaba una flota grande y bien tripulada. Añadió astutamente que si no conseguía llevar de vuelta a Hesíone, quizá podría llevar a una princesa griega de la misma categoría como rehén por ella. Su deseo secreto era, por supuesto, ir a Esparta para sacar de allí a Helena[619].
q. Ese mismo día Menelao llegó inesperadamente a Troya y preguntó por las tumbas de Lico y Quimereo, los hijos de Prometeo con la atlántida Celeno; explicó que el remedio que le había prescrito el oráculo de Delíos para una peste que hacía estragos en Esparta era ofrecerles sacrificios de héroes. París agasajó a Menelao y le pidió, como favor, que le purificara en Esparta, pues había matado accidentalmente al joven hijo de Antenor, Anteo, con una espada de juguete. Menelao accedió y París, por consejo de Afrodita, encargó a Pereció, hijo de Tectón, que construyera la flota que Príamo le había prometido; el mascarón de proa de la nave capitana debía ser una Afrodita sosteniendo a un Eros en miniatura. El primo de París, Eneas, hijo de Anquises, accedió a acompañarle[620]. Casandra, con la cabellera suelta, predijo la conflagración que causaría el viaje, y Heleno se mostró de acuerdo, pero Príamo no hizo caso de ninguno de sus hijos proféticos. Ni siquiera Enone logró disuadir a París de su viaje fatal, aunque lloró cuando le dio el beso de despedida. «Vuelve a mí si te hieren —le dijo ella—, pues solamente yo puedo curarte[621]».
r. La flota se hizo a la mar, Afrodita envió un viento favorable y París llegó pronto a Esparta, donde Menelao le agasajó durante nueve días. En el banquete París entregó a Helena los regalos que había llevado de Troya, y sus miradas desvergonzadas, fuertes suspiros y señas audaces le causaron una gran turbación. Tomando la copa de ella, ponía los labios en la parte del borde por donde ella había bebido; y en una ocasión encontró las palabras «Te amo, Helena», escritas con vino en la mesa. A Helena le aterraba que Menelao pudiera sospechar que alentaba la pasión de París, pero como Menelao no era observador, se embarcó alegremente para Creta, donde tenía que asistir a las exequias de su abuelo Catreo, dejando que Helena agasajara a los huéspedes y gobernara el reino durante su ausencia[622].
s. Helena se fugó con París esa misma noche y se entregó a él amorosamente en el primer puerto de escala, que era la isla de Cránae. En la tierra firme, frente a Cránae, se halla el altar de Afrodita Unidora, fundado por París para celebrar esta ocasión[623]. Algunos dicen falsamente que Helena rechazó sus requerimientos y que él se la llevó por la fuerza mientras ella cazaba; o haciendo una incursión súbita en la ciudad de Esparta; o disfrazándose de Menelao con la ayuda de Afrodita. Ella abandonó a su hija Hermíone, que tenía entonces nueve años de edad, pero se llevó a su hijo Plístenes, la mayor parte de los tesoros del palacio y oro por valor de tres talentos robado en el templo de Apolo; así como cinco sirvientas, entre ellas dos ex-reinas, Etra, la madre de Teseo, y Tisadie, la hermana de Pirítoo[624].
t. Cuando se dirigían a Troya una gran tormenta enviada por Hera obligó a París a hacer escala en Chipre. Desde allí navegó a Sidón, donde le agasajó el rey, al cual, instruido ya en los métodos del mundo griego, asesinó y robó traidoramente en la sala de los banquetes. Mientras embarcaban el cuantioso botín le atacó un grupo de sidonios; París los rechazó tras un sangriento combate y la pérdida de dos navíos, y continuó su viaje. Como temía que le persiguiera Menelao, se detuvo durante varios meses en Fenicia, Chipre y Egipto, pero por fin llegó a Troya y celebró su boda con Helena[625]. Los troyanos la acogieron bien, embelesados por su belleza, y un día, al encontrar en la ciudadela troyana una piedra que goteaba sangre cuando se la frotaba con otra, la reconoció como un poderoso afrodisíaco y la utilizó para mantener encendida la pasión de Paris. Más todavía: toda Troya y no solamente Paris se enamoró de ella y Príamo juró que nunca la dejaría irse[626].
u. Según una versión completamente distinta, Hermes robó a Helena por orden de Zeus y la confió al rey Proteo de Egipto; entretanto una Helena fantasma, hecha con nubes por Hera (o, según dicen algunos, por Proteo) fue enviada a Troya junto a Paris, con el único propósito de provocar la lucha[627].
v. Según la versión de Jos sacerdotes egipcios, no menos improbable, la flota troyana fue desviada de su ruta por el viento y Paris desembarcó en las Salinas, en la desembocadura canópica del Nilo. Allí hay un templo de Heracles, al que acuden los esclavos fugitivos, los cuales, a su llegada, se dedican al dios y reciben ciertas marcas sagradas en su cuerpo. Los sirvientes de París se refugiaron en ese templo y, después de conseguir la protección de los sacerdotes, le acusaron de haber raptado a Helena. El guardián canópico se enteró del asunto e informó al rey Proteo de Menfis, quien hizo detener a Paris y ordenó que lo llevaran ante él, juntamente con Helena y el tesoro robado. Tras un severo interrogatorio, Proteo desterró a Paris, pero retuvo a Helena y el tesoro en Egipto hasta que Menelao fuera a recogerlos. En Menfis hay un templo de Afrodita Extranjera que, según se dice, le dedicó personalmente Helena. Helena le dio a Paris tres hijos: Bunico, Agano e Ideo, todos los cuales murieron en Troya cuando eran todavía niños de pecho a consecuencia del derrumbamiento de un techo; y una hija llamada también Helena[628]. Paris había tenido un hijo llamado Corito con Enone, y ésta, celosa de Helena, lo envió para que guiara hasta Troya a los griegos vengadores[629].
*
1. A Estesícoro, el poeta siciliano del siglo VI, se le atribuye la versión de que Helena nunca fue a Troya y que la guerra se libró por «sólo un fantasma». Después de escribir un poema que la presentaba bajo una luz sumamente desfavorable, quedó ciego y luego supo que era víctima del desagrado postumo de Helena (véase 164.w). De aquí su palinodia, que comienza así: «La verdad es que no fuiste en las naves bien tripuladas, ni llegaste a las torres de Troya», la declamación pública de la cual le devolvió la vista (Platón: Fedro 44; Pausanias: iii.19.ii). Y ciertamente, no está claro en qué sentido Paris, o Teseo antes que él, habían raptado a Helena. «Helena» era el nombre de la diosa Luna espartana, el casamiento con la cual, después del sacrificio de un caballo (véase 81.4) hizo rey a Menelao; pero Paris no usurpó el trono. Es posible, por supuesto, que los troyanos invadieran Esparta y se llevaran a la heredera y los tesoros del palacio en represalia por un saqueo griego de Troya, como implica la fábula de Hesíone. Pero si bien la Helena de Teseo era quizás de carne y hueso (véase 103.4) la Helena troyana es más probable que fuera «sólo un fantasma», como alegaba Estesícoro.
2. Esto es sugerir que los mnesteres tes Helenes, «pretendientes de Helena», eran realmente mnesteres tou Hellespontou, «los que tenían en cuenta el Helesponto», y que el juramento solemne que esos reyes prestaron sobre los peda zos sangrientos del caballo consagrado a Posidón, el principal patrono de la expedición, fue para apoyar los derechos de cualquier miembro de la confederación a navegar por el Helesponto a pesar de los troyanos y sus aliados asiáticos (véase 148.10, 161.1 y 162J). Después de todo, el Helesponto llevaba el nombre de su propia diosa Hele. La fábula de Helena proviene, en realidad, de la epopeya ugarita Keret, en la que la esposa legítima de Keret, Huray, es raptada y llevada a Udm.
3. El nacimiento de París sigue el modelo mítico de Eolo (véase 43.c), Edipo (véase 105.a), Jasón (véase 148.a) y los demás; es el conocido niño del Año Nuevo, con el hijo de Agelao como mellizo. Su victoria sobre los cincuenta hijos de Príamo en una carrera pedestre resulta igualmente familiar (véase 53. y 60.m). «Enone» parece haber sido el título de la princesa que conquistó en esa ocasión (véase 53J; 60.4; 98.o y 160.d). En realidad no otorgó la manzana a la más bella de las tres diosas. Esta fábula ha sido deducida erróneamente de una ilustración que mostraba a Heracles recibiendo una rama de manzano de las Hespérides (véase 133.4) —la diosa ninfa desnuda en tríada—, a Ádano de Hebrón en el acto de ser hecho inmortal por la Madre de Todos los Vivientes cananea, o al triunfador en la carrera pedestre de Olimpia recibiendo su premio (véase 53.7); como lo demuestra la presencia de Hermes, Conductor de las Almas, su guía para ir a los Campos Elíseos.
4. En el siglo XIV a. de C. Egipto y Fenicia sufrieron frecuentes incursiones de los keftiu, o «pueblos del mar», en las que los troyanos parecen haber desempeñado un papel importante. Entre las tribus que se asentaron en la Palestina se hallaban los gergeseos (Génesis x.16), es decir, los teucros de Gergis, o Gergesa, en Tróade (Homero: Ilíada viii.304; Herodoto: v.122 y vii.43; Livio: xxxviii.39). Príamo y Anquises figuran en el Antiguo Testamento como Piram y Achish (Josué x.3 y 1 Samuel xxvii.2); y Pharez, un antepasado de la tribu racialmente mixta de Judá, que luchó con su mellizo dentro del vientre de su madre (Génesis xxxviii. 29), parece ser París. La «piedra sangrante» de Helena, encontrada en la ciudad troyana, se explica con la ejecución allí del sobrino de Príamo, Munipo: París siguió siendo el consorte de la reina al precio del sacrificio anual de un niño. Anteo («florido») es una víctima análoga: su nombre, un título de Dioniso Primaveral (véase 85.2) se dio a otros príncipes infortunados, cortados en la flor de su vida; entre ellos el hijo de Posidón, muerto y desollado por Cleómenes (Filostéfano: Fragmento 8); y Anteo de Halicarnaso, ahogado en un pozo por Cleobis (Pártenos: Narraciones 14).
5. Cila, cuyo nombre significa «los dados adivinadores hechos con hueso de asno» (Hesiquio sub Cila) tiene que ser Atenea, la diosa de la ciudadela troyana que inventó el arte de la pronosticación (véase 17.j) y presidió la muerte de Munipo.
a. Cuando Paris decidió hacer a Helena su esposa no esperaba que tendría que pagar el ultraje inferido a la hospitalidad de Menelao. ¿Los cretenses habían sido llamados a cuentas cuando, en nombre de Zeus, robaron Europa a los fenicios? ¿Se les había pedido a los argonautas que pagasen por el rapto de Medea en Cólquide? ¿O a los atenienses por el rapto de la cretense Ariadna? ¿O a los tracios por el de la ateniense Orítía[630]?. Sin embargo, este caso tuvo unas consecuencias diferentes. Hera hizo que Iris volara a Creta con la noticia de la fuga, y Menelao se apresuró a volver a Micenas, donde pidió a su hermano Agamenón que reclutase inmediatamente un ejército y lo llevase contra Troya.
b. Agamenón accedió a hacerlo solamente si los mensajeros que se disponía a enviar a Troya para exigir la vuelta de Helena y la compensación por la afrenta inferida a Menelao volvían sin haber conseguido nada. Cuando Príamo negó todo conocimiento del asunto —pues Paris se hallaba todavía en aguas meridionales— y preguntó qué satisfacción se les había dado a sus propios enviados por el rapto de Hesíone, Menelao envió heraldos a todos los príncipes que habían jurado sobre los trozos sangrientos del caballo, recordándoles que la acción de Paris era una afrenta para toda Grecia. A menos que el delito fuera castigado de una manera ejemplar en adelante nadie podría estar seguro de que a su esposa no le sucedería nada malo. Menelao llamó al viejo Néstor de Pilos y recorrieron juntos el continente griego para convocar a los caudillos de la expedición[631].
c. Luego, acompañado por Menelao y Palamedes, el hijo de Nauplio, Agamenón fue a Ítaca, donde le resultó sumamente difícil convencer a Odiseo de que debía unirse e ellos. Este Odiseo, aunque pasaba por ser hijo de Laertes, había sido engendrado en secreto por Sísifo y Anticlea, hija del famoso ladrón Autólico. Inmediatamente después del nacimiento, Autólico fue a Ítaca y en la primera noche de su estada, terminada la cena, tomó al infante en sus rodillas. «Dale un nombre, padre», le dijo Anticlea, y Autólico contestó: «Durante mi vida he contenido con muchos príncipes y por lo tanto llamaré a este nieto Odiseo, que significa el Enojado, porque será víctima de mis enemistades. Pero si alguna vez va al monte Parnaso para reprocharme le daré una parte de mis posesiones y apaciguaré su ira». Tan pronto como Odiseo llegó a la mayoría de edad hizo la debida visita a Autólico, pero mientras cazaba con sus tíos le hirió en el muslo un jabalí y conservó la cicatriz hasta su muerte. Sin embargo, Autólico le atendió bien y volvió a Ítaca cargado con los dones prometidos[632].
d. Odiseo se casó con Penélope, hija de Icario y de la náyade Peribea; algunos dicen que a pedido de Tindáreo, el hermano de Icario, quien se las arregló para que ganara una carrera de los pretendiente por la calle de Esparta llamada «Afeta». Penélope, quien anteriormente se llamaba Arnea, o Arnacia, había sido arrojada al mar por Nauplio obedeciendo la orden de su padre, pero una bandada de patos con rayas purpúreas la sostuvo a flote, la alimentó y la llevó a la costa. Impresionados por este prodigio, Icario y Peribea se enternecieron y Arnea recibió el nuevo nombre de Penélope, que significa «pato[633]».
e. Después de casar a Penélope con Odiseo, Icario suplicó a éste que se quedara en Esparta y, cuando él se negó, siguió al carro en que se alejaban los recién casados rogando a Penélope que volviera. Odiseo, que hasta entonces había conservado su paciencia, se volvió y le dijo a Penélopé «¡O bien vienes a Ítaca por tu libre albedrío, o bien, si prefieres a tu padre, quédate aquí sin mí!» La única respuesta de Penélope fue bajarse el velo. Icario, comprendiendo que Odiseo tenía derecho a ello, la dejó ir y erigió una imagen al Pudor que todavía se muestra a unos seis kilómetros de la ciudad de Esparta, en el lugar donde sucedió este episodio[634].
f. Ahora bien, a Odiseo le había advertido un oráculo: «Si vas a Troya, no volverás hasta el vigésimo año, y lo harás solo e indigente». En consecuencia simuló estar loco, y Agamenón, Menelao y Palamedes lo encontraron con un gorro de fieltro en forma de medio huevo, arando con un asno y un buey uncidos juntos y arrojando sal sobre el hombro mientras caminaba. Cuando simuló no reconocer a sus distinguidos huéspedes, Palamedes arrancó al niño Telémaco de los brazos de Penélope y lo puso en tierra delante de la yunta que avanzaba. Odiseo se apresuró a refrenar a los animales para que no mataran a su hijo único, con lo que quedó demostrada su cordura y se vio obligado a unirse a la expedición[635].
g. Menelao y Odiseo fueron con Taltibio, el heraldo de Agamenón, a Chipre, donde el rey Cíniras, otro de los anteriores pretendientes de Helena, les entregó un peto como regalo para Agamenón y juró que contribuiría con cincuenta naves. Cumplió su promesa, pero envió solamente una nave verdadera y cuarenta y nueve pequeñas de barro, con muñecos como tripulantes, que el capitán botó al agua cuando se acercaba a la costa de Grecia. Invocado por Agamenón para que vengara este fraude, se dice que Apolo mató a Cíniras y al punto sus cincuenta hijas se arrojaron al mar y se transformaron en alciones. La verdad es, no obstante, que Cíniras se suicidó cuando descubrió que había cometido incesto con su hija Esmirna[636].
h. Calcante, el sacerdote de Apolo, renegado troyano, había predicho que no se podría tomar a Troya sin la ayuda del joven Aquiles, el séptimo hijo de Peleo. Tetis, la madre de Aquiles había dado muerte a los otros hermanos de éste quemándoles sus partes mortales, y él habría perecido de la misma manera si Peleo no le hubiera arrancado del fuego y reemplazado su hueso del tobillo chamuscado con otro tomado del esqueleto desenterrado del gigante Damiso. Pero algunos dicen que Tetis lo sumergió en el río Estigia, de modo que solamente el talón por el que lo sostuvo no quedó inmortalizado[637].
i. Cuando Tetis abandonó a Peleo llevó el niño al centauro Quirón, el que lo crió en el monte Pelión, alimentándolo con entrañas de leones y jabalíes y tuétano de osos, para hacerlo valiente; o, según otra versión, con panales de miel y tuétano de cervatillos para que pudiera correr rápidamente. Quirón le instruyó en las artes de la equitación, la caza, la flauta y la curación; la musa Calíope le enseñó también a cantar en los banquetes. Cuando sólo tenía seis años de edad mató a su primer jabalí y en adelante llevaba constantemente a la cueva de Quirón los cuerpos jadeantes de jabalíes y leones. Atenea y Ártemis contemplaban admiradas a aquel niño de cabellera dorada que corrían tan rápidamente que podía alcanzar y matar a los ciervos sin ayuda de sabuesos[638].
j. Ahora bien. Tetis sabía que su hijo no volvería jamás de Troya si se unía a la expedición, pues estaba destinado a alcanzar allí la gloria y morir prematuramente, o a vivir una vida larga pero no gloriosa en su patria. Lo disfrazó de muchacha y lo confió a Licomedes, rey de Esciros, en cuyo palacio vivió con el nombre de Cercisera, Aisa o Pirra, y tuvo un amorío con Deidamía, la hija de Licomedes, quien le dio un hijo llamado Pirro y más tarde Neoptólemo. Pero algunos dicen que Neoptólemo era hijo de Aquiles e Ifigenia[639].
k. Odiseo, Néstor y Áyax fueron enviados en busca de Aquiles a Esciros, donde según los rumores se hallaba oculto. Licomedes les dejó registrar el palacio, y tal vez no hubieran descubierto nunca a Aquiles si Odiseo no hubiera dejado un montón de regalos —en su mayoría joyas, ceñidores y vestidos bordados— en el vestíbulo y pedido a las damas de la corte que tomaran lo que más les gustase. Luego Odiseo ordenó que de pronto tocaran la trompeta y chocaron las armas fuera del palacio, y tal como esperaba una de las muchachas se desnudó hasta la cintura y tomó el escudo y la lanza que había incluido entre los regalos. Era Aquiles, quien acto seguido prometió llevar a los mirmidones a Troya[640].
l. Algunos autores desdeñan esto como un cuento fantástico y dicen que Néstor y Odiseo en su viaje de reclutamiento llegaron a Ftía, donde fueron agasajados por Peleo, quien permitió de buena gana que Aquiles, que entonces tenía quince años de edad, fuera con ellos bajo la tutoría de Fénix, el hijo de Amintor y Cleóbule y que Tetis le dio un bello cofre con inscrustáciones lleno con túnicas, capas a pruebas del viento y gruesas mantas para el viaje[641]. Este Fénix había sido acusado por Ftía, la amante de su padre, de haberla violado. Amintor cegó a Fénix y al mismo tiempo le maldijo para que no tuviera hijos, y fuera cierta o falsa la acusación, el hecho es que no los tuvo. Sin embargo, huyó a Ftía, donde Peleo no sólo convenció a Quirón para que le devolviera la vista, sino que además le nombró rey de los vecinos dólopes. Fénix se ofreció voluntariamente para ser el guardián de Aquiles, quien, por su parte, se encariñó mucho con él. Algunos sostienen, en consecuencia, que la ceguera de Fénix no era una verdadera pérdida de la vista, sino metafórica y referente a su impotencia, maldición que anuló Peleo haciéndolo segundo padre de Aquiles[642].
m. Aquiles tenía un compañero inseparable: su primo Patroclo, que era mayor que él, pero no tan fuerte, ni tan rápido, ni tan bien nacido. A veces se llama al padre de Patroclo Menecio de Opunte y otras veces Éaco; y a su madre se le llama variadamente Esténele, hija de Acasto; Periopis, hija de Feres; Polimela, hija de Peleo; o Filomela, hija de Actor[643]. Había huido a la corte de Peleo después de matar a Clitónimo, o Eanes, hijo de Anfidamante, en una disputa durante un juego de dados[644].
n. Cuando la flota griega estaba ya formada en Áulide, una playa protegida en el estrecho de Eubea, los enviados cretenses llegaron para anunciar que su rey Idomeneo, hijo de Deucalión, llevaría cien naves a Troya si Agamenón accedía a compartir con él el mando supremo, condición que fue aceptada. Idomeneo, anterior pretendiente de Helena y famoso por su belleza, llevó como su segundo a Meriones, hijo de Molo, de quien se decía que era uno de los hijos bastardos de Minos. Llevaba en el escudo la figura de un gallo, porque descendía de Helio, y se cubría la cabeza con un yelmo adornado con colmillos de jabalí[645]. Así la expedición se convirtió en una empresa heleno-cretense. Las fuerzas de tierra helenas estaban al mando de Agamenón, con Odiseo, Palamedes y Diomedes como sus segundos; y la flota helena al mando de Aquiles, con el apoyo de Áyax el Grande y Fénix[646].
o. El mejor consejero de Agamenón era el rey Néstor de Pilos, cuya sabiduría no tenía rival y cuya elocuencia era más dulce que la miel. Gobernó a tres generaciones de hombres, pero, a pesar de su mucha edad, seguía siendo un combatiente audaz y el único caudillo que superaba al rey ateniense Menesteo en las tácticas de la caballería y la infantería. Su sólido juicio era compartido por Odiseo y ambos aconsejaban siempre lo mismo para la buena marcha de la guerra[647].
p. Áyax el Grande, hijo de Telamón y Peribea, provenía de Salamina. Solo cedía el primer puesto a Aquiles en valor, fuerza y belleza, y su cabeza y sus hombros se alzaban a más altura que los de su rival más cercano. Llevaba un escudo impenetrable hecho con siete cueros de toro. Su cuerpo era invulnerable, excepto en el sobaco y, según dicen algunos, en el cuello, a causa del encantamiento de que le había hecho objeto Heracles[648]. Cuando subió a bordo de su nave, Telamón le dio este consejo de despedida: «Fija tu atención en la conquista, pero siempre con la ayuda de los dioses». Áyax se jactó: «Con la ayuda de los dioses cualquier cobarde o tonto puede alcanzar la gloria. ¡Yo confío en hacerlo inclusive sin ellos!» Por esta jactancia, y otras parecidas, incurrió en la ira divina. En una ocasión en que Atenea acudió a animarle en la batalla, él le contestó a gritos: «¡Aléjate de aquí, diosa, y anima a mis compañeros griegos, pues por donde estoy yo nunca pasará enemigo!»[649]. Teucro, el hermanastro de Áyax, hijo bastardo de Telamón y Hesíone, y el mejor arquero de Grecia, solía luchar desde detrás del escudo de Áyax y corría a refugiarse en él como un niño en los brazos de su madre[650].
q. El locrio Áyax el Pequeño, hijo de Oileo y Eriopis, aunque pequeño, superaba a todos los griegos en el manejo de la lanza y era el más rápido después de Aquiles. Era el tercer miembro del grupo de combatientes de Áyax el Grande y se le podía reconocer fácilmente por su peto de lino y la serpiente amaestrada, más larga que un hombre, que le seguía a todas partes como un perro[651]. Su hermanastro Medonte, hijo bastardo de Oileo y la ninfa Rene, provenía de Filase, adonde había sido desterrado por haber matado al hermano de Eriopis[652].
r. Diomedes, el hijo de Tideo y Deípile, provenía de Argos y le acompañaban otros dos epígonos; Esténelo, hijo de Capaneo, y Euríalo, el argonauta, hijo de Mecisteo. Había estado profundamente enamorado de Helena y tomó su rapto por Paris como una afrenta personal[653].
s. Tlepólemo, el argivo, hijo de Heracles, llevó nueve naves desde Rodas[654].
t. Antes de zarpar de Áulide la flota griega recibió provisiones de cereal, vino y otros abstecimientos de Anio, rey de Délos, a quien Apolo había engendrado secretamente con Reo, hija de Estáfilo y Crisótemis. Reo fue encerrada en un cofre y arrojada al agua por su padre cuando descubrió que estaba encinta, pero las olas la llevaron a la costa de Eubea, donde dio a luz a un niño al que llamó Anio a causa de la cuita que había sufrido por él; y Apolo le hizo su rey-sacerdote profético en Délos. Algunos dicen, no obstante, que el cofre en que estaba Reo fue directamente a parar en Délos[655].
u. Con su esposa Doripe tuvo Anio tres hijas: Elais, Espermo y Eno, a las que llaman las Viticultoras; y un hijo, Andrón, rey de Andros, a quien Apolo enseñó el arte del augurio. Como él mismo era un sacerdote de Apolo, Anio dedicó las Viticultoras a Dioniso, pues deseaba que su familia estuviera bajo la protección de más de un dios. En reciprocidad le concedió Dioniso que todo lo que tocara Elais después de invocar su ayuda se convirtiera en aceite; todo lo que tocara Espermo, en cereal; y todo lo que tocara Eno, en vino[656]. Así a Anio le fue bastante fácil abastecer a la flota griega. Pero Agamenón no estaba satisfecho; envió a Menelao y Odiseo a Délos para que preguntasen a Anio si podían llevar a las Viticultoras en la expedición. Anio rechazó la petición y le dijo a Menelao que era voluntad de los dioses que Troya fuese tomada sólo al cabo de diez años. «¿Por qué no os quedáis todos en Délos durante ese período intermedio? —sugirió hospitalariamente—. Mis hijas os tendrán abastecidos con comida y bebida hasta el décimo año y luego os acompañarán a Troya si es necesario». Pero como Agamenón había ordenado estrictamente: «¡Traédmelas, lo consienta o no Anio!», Odiseo ató a las Viticultoras y las obligó a embarcarse en su nave[657]. Las tres huyeron, dos de ellas a Eubea y la otra a Andros, y Agamenón envió naves en su persecución y amenazó con la guerra si no se entregaban. Las tres se entregaron, pero invocaron a Dioniso, quien las transformó en palomas, y desde entonces las palomas están muy protegidas en Délos[658].
v. En Áulide, mientras Agamenón hacía sacrificios a Zeus y Apolo, una serpiente azul con marcas de color de sangre en el lomo salió de debajo del altar y fue directamente a un hermoso sicómoro que crecía en las cercanías. En la rama más alta había un nido de gorriones que contenía ocho crías y su madre; la serpiente los devoró a todos y luego, todavía enrollada en la rama, fue convertida en piedra por Zeus. Calcante explicó este portento de manera que reforzaba la profecía de Anio: debían pasar nueve años antes que se pudiera tomar a Troya, pero sería tomada. Zeus, además, alentó a toda la tripulación con un relámpago lanzado con la mano derecha en el momento en que zarpaba la flota[659].
w. Algunos dicen que los griegos partieron de Áulide un mes después de que Agamenón hubiese convencido a Odiseo para que se les uniera, y Calcante los condujo a Troya con ayuda de su doble vista. Otros, que Enone envió a su hijo Corito para que los guiara[660]. Pero, según una tercera versión más generalmente aceptada, no tenían piloto y fueron por error a Misia, donde desembarcaron y comenzaron a saquear la región, confundiéndola con Tróade. El rey Télefo les hizo retroceder a sus naves y mató al valiente Tersandro, hijo del tebano Polinices, el único que se mantuvo firme. Entonces corrieron hacia él Aquiles. y Patroclo, a la vista de los cuales Télefo se volvió y huyó por la orilla del río Caico. Ahora bien, los griegos habían hecho sacrificios a Dioniso en Áulide, en tanto que los misios le habían olvidado; en consecuencia, y como castigo, Télefo se trabó en una vid que surgió inesperadamente de la tierra y Aquiles le hirió en el muslo con la famosa lanza que sólo él podía manejar, regalo de Quirón a su padre Peleo[661].
x. Tersandro fue enterrado en la Elea misia, donde tiene ahora un altar de héroe; el mando de sus beocios pasó primeramente a Peneleo, y luego, cuando a éste le mató Eurípilo, el hijo de Télefo, a Tisámeno, hijo de Tersandro, quien todavía no era mayor de edad cuando murió su padre. Pero algunos pretenden que Tersandro sobrevivió y fue uno de los que se ocultaron en el Caballo de Madera[662].
y. Después de lavar sus heridas en las aguas termales jonias de las cercanías de Esmirna, llamadas «Los Baños de Agamenón», los griegos se hicieron una vez más a la mar, pero una violenta tormenta desencadenada por Hera diseminó sus naves y cada capitán se dirigió hacia su país. Fue en esa ocasión cuando Aquiles desembarcó en Esciros y se casó formalmente con Deidamía[663]. Algunos creen que Troya cayó veinte años después del rapto de Helena, que los griegos hicieron esa falsa salida en el segundo año y que pasaron ocho años antes que volvieran a embarcarse. Pero es mucho más probable que su consejo de guerra en la Helenia espartana se realizara en el mismo año de su retirada de Misia; se dice que todavía se hallaban muy perplejos porque no tenían un piloto competente que los condujera a Troya[664].
z. Entretanto, la herida de Télefo seguía enconada y Apolo anunció que sólo se podría curar con su causa. En consecuencia fue a ver a Agamenón en Micenas, vestido con harapos como un suplicante, y por consejo de Clitemestra sacó al infante Orestes de su cuna. «¡Matare a tu hijo —gritó— si no me curas!» Pero Agamenón, a quien había advertido un oráculo que los griegos no tomarían Troya sin el consejo de Télefo, se dispuso de buena gana a ayudarle si él guiaba su flota a Troya. Cuando Télefo accedió, Aquiles, por pedido de Agamenón, raspó un poco del orín de su lanza en la herida y así la curó; con la ayuda complementaria de la hierba achilleos, un vulnerario que él mismo había descubierto[665]. Posteriormente Télefo se negó a unirse a la expedición, alegando que su esposa, Laódice, llamada también Hiera y Astíoque, era hija de Príamo; pero indicó a los griegos el rumbo que debían seguir, y Calcante confirmó la exactitud de su consejo mediante la adivinación[666].
*
1. Después de la caída de Cnosos, hacia el año 1400 a. de C, se produjo una contienda por el poderío marítimo entre los pueblos del Mediterráneo oriental. Esto se refleja en el relato de Herodoto, que Juan Malalas apoya (véase 58.4), de las invasiones que precedieron al rapto de Helena, y en la relación de Apolodoro de cómo París invadió Sidón (véase 159.t) y la gente de Agamenón, Misia. Una confederación troyana era el principal obstáculo para las ambiciones mercantiles griegas, hasta que el rey supremo de Micenas reunió a los aliados, incluyendo a los señores griegos de Creta, para un ataque conjunto a Troya. La guerra naval, y no el sitio de Troya, puede muy bien haber durado nueve o diez años.
2. Entre los aliados independientes de Agamenón se hallaban los habitantes de las islas de Ítaca, Samos, Duliquio y Zacinto al mando de Odiseo; los tesalios meridionales al mando de Aquiles; y sus primos eácidas de Lócride y Salamina, al mando de los dos Ayantes. Estos caudillos eran difíciles de manejar y Agamenón sólo consiguió que no se pelearan entre ellos mediante la intriga, con el apoyo leal de sus secuaces peloponenses Menelao de Esparta, Diomedes de Argos y Néstor de Pilos. La repudiación de Áyax de los dioses olímpicos y su afrenta a la Atenea nacida de Zeus han sido mal interpretados como pruebas de ateísmo; representan más bien su conservadurismo religioso. Los Eácidas eran de origen lélege y adoraban a la diosa pre-helénica (véase 158.8 y 168.2).
3. Los tebanos y atenienses se mantuvieron, al parecer, al margen de la guerra; aunque se menciona a fuerzas atenienses en el Catálogo de las naves, no desempeñan un papel memorable delante de Troya. Pero la presencia del rey Menesteo ha sido destacada para justificar la posterior expansión ateniense a lo largo de la costa del Mar Negro (véase 162.3). Odiseo es una figura clave en la mitología griega A pesar de haber nacido de una hija del dios Sol corintio y de haber conseguido a Penélope en una anticuada carrera pedestre, viola la antigua regla matrilocal al insistir en que Penélope vaya a su reino, y no él al de ella (véase 137.4). También, como su padre, Sísifo (véase 67.2), y Cíniras de Creta (véase 18J), se niega a morir al final del período que le corresponde, lo que constituye la alegoría central de la Odisea (véase 170.1 y 171.3). Odiseo, además, es el primer personaje mítico al que se le atribuye una peculiaridad física que no viene al caso: piernas cortas en proporción con su cuerpo, de modo que «parece más noble sentado que de pie». La cicatriz en el muslo, sin embargo, debe ser interpretada como una señal de que eludió la muerte obligatoria para los reyes del culto del jabalí (véase 18.3 y 151.2).
4. La supuesta locura de Odiseo, aunque de acuerdo con su insólita renuencia a actuar como correspondía a un rey, parece haber sido mal constatada. Lo que hizo fue demostrar proféticamente la inutilidad de la guerra para la que le habían convocado. Llevando un sombrero cónico que caracterizaba al mistagogo o adivino, araba un campo de un lado a otro. El buey y el asno representaban a Zeus y Crono, o el verano y el invierno; y cada surco, sembrado con sal, un año inútil. Palamedes, quien poseía también facultades proféticas (véase 52.6), se apoderó de Telémaco y detuvo el arado, sin duda en el décimo surco, colocándolo delante de la yunta; con ello indicó que la batalla decisiva, que es lo que significa «Telémaco», se realizaría entonces.
5. Aquiles, personaje más conservador, se oculta entre las mujeres, como corresponde a un héroe solar (Diosa Blanca, p. 280) y toma las armas en el cuarto mes, cuando el Sol ha pasado del equinoccio y por tanto de la tutela de su madre, la Noche. A los muchachos cretenses los llamaban scofioi, «hijos de la oscuridad» (véase 27.2), mientras se hallaban confinados en los departamentos de las mujeres y todavía no les había dado armas la sacerdotisa-madre (véase 121.j). En el Mabinogion, la artimaña de Odiseo para armar a Aquiles es utilizada por Gwydion (el dios Odin, o Woden) en una ocasión análoga: deseando liberar a Llew Llaw Gyffes, otro héroe solar, del poder de su madre, Arianrhod, crea un ruido de batalla fuera del castillo y la asusta, haciendo que entregue a Llew Llaw la espada y el escudo. La galesa es probablemente la versión más antigua del mito, el que los argivos dramatizaban el primer día del cuarto mes con una lucha entre muchachos vestidos con ropas de muchachas y mujeres vestidas con ropas de hombres, y al festival lo llamaban Hibrística («comportamiento vergonzoso»). Su excusa histórica era que a comienzos del siglo V la poetisa Telesila con una compañía de mujeres, había conseguido defender a Argos contra el rey Cleómenes de Esparta después de la derrota total del ejército argivo (Plutarco: Sobre las virtudes de las mujeres 4). Como Patroció tiene un nombre inapropiadamente patriarcal («gloria del padre»), puede haber sido en otro tiempo Fénix («color de sangre»), el mellizo y heredero de Aquiles bajo el sistema matrilineal.
6. Todos los caudillos griegos que lucharon delante de Troya eran reyes sagrados. La serpiente domada de Áyax el Pequeño no puede haberle acompañado en la batalla: no la tenía hasta que se convirtió en héroe oracular. El yelmo con colmillos de jabalí de Idomeneo, atestiguado por los hallazgos hechos en Creta y la Grecia micénica, quizá lo llevaba originalmente el heredero (véase 18.7); su gallo, consagrado al sol y que representaba a Zeus Velcano, tiene que ser una adición posterior a Homero, porque la gallina doméstica no llegó a Grecia hasta el siglo VI a. de C. El dibujo original es probable que fuera una perdiz macho (véase 92.1). Esos escudos pesados consistían en cueros de toro cosidos unos a otros, con las extremidades redondeadas y el centro recortado, formando la figura del ocho, para el uso ritual. Cubrían todo el cuerpo desde la barbilla hasta los tobillos. Aquiles («sin labio») parece haber sido un título común de los héroes oraculares, pues hay cultos de Aquiles en Esciros, Ftía y la Elide (Pausanias: vi.23.3).
7. Reo, hija de Estáfilo y Crisótemis («Granada, hija de Racimo de Uvas y Orden Dorado»), fue a Délos en un cofre y es la conocida diosa de la fertilidad con su nave de la luna nueva. También aparece en tríada como sus nietas las Viticultoras, cuyos nombres significan «aceite de oliva», «grano» y «vino». Su madre es Doripe, o «yegua regalada», lo que sugiere que Reo era la Deméter de cabeza de yegua (véase 16.5). Su culto sobrevive en forma rudimentaria en el kernos[667] de tres copas, vasija que utilizan los sacerdotes ortodoxos griegos para guardar los donativos de aceite, grano y vino que llevan a la iglesia para su santificación. Un kernos del mismo tipo se encontró en una tumba minoica primitiva de Koumasa; y las Viticulturas, que eran bisnietas de Ariadna, fueron sin duda a Délos desde Creta (véase 27.8).
8. La dificultad de los griegos para hallar el camino que llevaba a Troya se contradice con la facilidad con que Menelao había navegado hasta allá; quizás en la leyenda original la Afrodita troyana les hizo objeto de un hechizo que veló su memoria, como más tarde dispersó la flota en el viaje de vuelta (véase 169.2).
9. El tratamiento de la herida de lanza por Aquiles, basado en el antiguo principio homeopático de que «lo semejante cura a lo semejante», recuerda el empleo por Melampo del orín de un cuchillo de castrar para curar a Ificles (véase 72.e).
10. Las Ménades, en las pinturas de los vasos, tienen a veces los miembros tatuados con un dibujo de trama y urdimbre en forma de escalera de mano. Si sus rostros estaban en un tiempo igualmente tatuados como un camuflaje para la orgía en el bosque, esto podría explicar el nombre de Penélope («con una tela de araña sobre el rostro») como un título de la diosa orgiástica de la montaña; alternativamente, puede haber llevado una red en sus orgías, como Dictina y la diosa británica Goda (véase 89.2 y 3). El supuesto nacimiento de Pan de Penélope, después de haber dormido promiscuamente con todos sus pretendientes durante la ausencia de Odiseo (véase 161.l), indica la existencia de una tradición de orgías sexuales pre-helenas; el pato penélope, como el cisne, era probablemente un ave totémica de Esparta (véase 62.3-4).
11. Hasta ahora ningún comentarista se ha molestado en explicar con precisión por qué el nido de pájaros de Calcante tuvo que ser puesto en un sicómoro y devorado por una serpiente; pero el hecho es que las serpientes mudan de piel cada año y se renuevan, y lo mismo hacen los sicómoros, lo que hace a ambos símbolos de regeneración. Calcante sabía, por tanto, que los pájaros devorados representaban años y no meses. Aunque posteriormente se lo apropió Apolo, el sicómoro era el árbol sagrado de la Diosa en Creta y Esparta (véase 58.3), porque su hoja se parecía a una mano verde con los dedos extendidos para bendecir, gesto que se encuentra con frecuencia en sus estatuillas antiguas. Las manchas azules de la serpiente demostraban que era enviada por Zeus, quien tenía su nimbo azul como dios del firmamento. Las naves de juguete de Cíniras quizás reflejan una costumbre chipriota tomada de Egipto: la de enterrar naves de terracota junto a los príncipes muertos para su viaje al otro mundo.
12. Las cincuenta hijas de Cíniras transformadas en alciones sería un colegio de sacerdotisas de Afrodita. Uno de sus títulos era «Alcíone», «la reina que desvía [las tormentas]», y los alciones, o martín pescadores, que estaban consagrados a ella, presagian las calmas (véase 45.2).