[1] Yüang-chou (fallecido en 1287), citado por Suzuki en Essays in Zen Buddhism, segundo tomo, p. 92. <<
[2] Bernard Berenson, Sketch for a Self-Portrait, p. 18, Pantheon Books, Nueva York, 1949. <<
[3] Dame Julian de Norwich (1342-1414 aprox.), Revelations of divine Love, XXVII, editado por Grace Warrack, Londres, 1949. «Incumbente» tiene el sentido de «jugar un papel necesario». Compárese con el célebre fragmento de la liturgia católica romana del Sábado Santo: «¡Oh pecado verdaderamente necesario de Adán, que la muerte de Jesucristo ha borrado! ¡Oh, afortunado error que ha merecido a un redentor tan grandioso!». <<
[4] Cita de una impresión privada de la experiencia de William James, Varieties of Religious Experience, p. 339, Londres, 1929. La cursiva es mía. <<
[5] Dostoievski, El poseído, pp. 240-41, traducción Constance Garnett, Modern Library, Nueva York, 1936. <<
[6] Los nombres se cambiaron a última hora y en un momento dado aparece «Gary» en lugar de «Japhy». En el extracto publicado en verano de 1958 en la Chicago Review, bajo el título de «Meditation in the Woods», aparecen los nombres originales. <<
[7] «Cold Mountain Poems», Evergreen Review, segundo volumen, número seis, 1958. <<
[8] Véase la segunda parte de mi Naturaleza, Hombre y Mujer, Kairós, Barcelona, 1990. <<
[9] Como consecuencia de los experimentos realizados con ácido lisérgico desde la redacción original de este ensayo, me he visto obligado a modificar la opinión entonces expresada en cuanto a la completa disimilitud entre dichos estados de conciencia y la experiencia mística. El problema se analiza a fondo en el último ensayo de esta obra, titulado «La nueva alquimia». <<
[10] A propósito, Suzuki es un personaje excepcional entre los asiáticos contemporáneos: un pensador original. No es el mero portavoz de una tradición establecida, y he expresado algunas ideas de enorme importancia sobre la religión comparativa y la psicología de la religión, además de su labor como traductor e intérprete de la literatura sobre el zen. Pero ésta es precisamente la razón por la que a los adeptos del zen inveterado y a los sinólogos les resulta difícil aceptarle. <<
[11] El zen Rinzai es la forma más conocida en Occidente. Existe también el zen Soto, que se diferencia ligeramente en cuanto a la técnica, pero sigue estando más cerca de Hakuin que de Bankei. Sin embargo, Bankei no debe identificarse exactamente con el zen beat tal como lo he descrito, ya que no propugnó en modo alguno una vida de antojos indisciplinados, a pesar de todas sus declaraciones sobre la importancia de una vida no premeditada y de lo descabellado de la búsqueda del satori. <<
[12] A menudo he señalado, como en El camino del zen, que el mundo «real» es concreto en lugar de abstracto y, por consiguiente, que las pautas conceptuales de orden, categorización y lógica, que la mente humana proyecta en la naturaleza, son de algún modo menos reales. Pero en varias ocasiones el LSD ha sugerido una identidad fundamental de lo percibido y lo concebido, lo concreto y lo abstracto. Después de todo, nuestros cerebros y sus pautas forman a su vez parte del universo físico y concreto, y por tanto nuestras abstracciones son formas de la naturaleza en la misma medida que la estructura de los cristales o la organización de los helechos. <<
[13] Más adelante, con la ayuda de la concha de un erizo de mar, logré averiguar algo referente a las causas de este efecto. Todas las pequeñas protuberancias purpúreas de la concha parecían moverse rápidamente, no sólo a la vista sino al tacto. Al examinar este fenómeno determinante, me di cuenta de que conforme mis ojos se desplazaban por la concha, parecía cambiar la intensidad de su color, que se manifestaba en un aumento o disminución del tono de la sombra. Esto no ocurría cuando mantenía la mirada fija. Ahora bien, el movimiento, o el movimiento aparente de la sombra, a menudo se confunde con el movimiento del objeto que la produce, en este caso las protuberancias de la concha. En el cuadro de Van Eyck había asimismo una alteración de sombras, de claros y oscuros pintados por el artista, que producían la misma ilusión de movimiento. <<