Last

Dennis Mourdoch Morán

Cuba

Ellos:

—Son cuatro. Están en el sector quince de la estación.

—¿Estás seguro?

—Seguro está el escáner.

—Entonces son cuatro.

—Sí, ya te lo dije ¿les tienes miedo?

—No jodas.

—¡Ja! Les tienes miedo.

—No digas estupideces.

—¿Por qué te tiembla el fusil?… sí, ponlo en sistema autolineante, ¡te cagas de miedo!

—¿Quieres hacerlo tú?

—Yo soy el tipo del escáner, el de los sistemas de detención. Soy tu apoyo.

—Sí… ya veo. También les tienes miedo.

—¿Y qué?

—Estás así por el cuerpo que encontramos en el hangar. Has actuado muy raro desde aquello. No te culpo. Fue horrible verse muerto.

—No fastidies.

—O es por esa sensación… de que hagas lo hagas todo terminará igual… porque siempre olvidamos cómo morimos, o más bien, como murieron los que nos precedieron. Y nos dejan esta sensación. ¿Los próximos se sentirán igual?… Si por lo menos tuviésemos nombres.

—¿Para qué?

—Ellos los tienen.

—Ellos son cuatro, nosotros dos. No necesitamos nombres.

—Eso crees… Mejor olvidemos todo. Entraron en rango.

—Te voy a transferir la dirección y aceleración centrípeta del bloque, también la rapidez de variación de la gravedad dentro de la estación.

***

Nosotros:

—Son dos

—¿Qué vamos hacer, Eld?

—Matarlos. Son los últimos.

—Y nosotros, los últimos indas.

—Sí, somos cuatro, y dentro de poco cinco. No es así, Leme.

—Mira, Mo, tu futuro.

—¿Qué es uno más contra ellos?

—Mo, ellos eran cientos y ahora quedan dos.

—Ayer también eran dos, y antes de ayer.

—Pero cada día los matamos. Cada día, Mo.

—Y al otro día tenemos que matar dos más. No tenemos descanso. Y tuvimos que abandonar el arnan. Dejarlo en medio de… esto…

* * *

Ellos:

—Vienen.

—¿Viste los tanques de cultivo en la Generatriz? Los que estaban detrás de los nuestros. Había uno como yo. Uno como tú.

—Parece que no puedes dejar de pensar en eso. No te preocupes.

—Me siento gastado. Como si yo fuese el original. Pero no es así. Soy otro clon…

—Enfócate en ellos. Todo está listo. Calculando tácticas de ataque, transfiriendo variantes al fusil.

—…un clon como los de Star Wars.

—Un clásico. En los satélites se podía encontrar lo que fuese. Es una lástima que fueran los primeros en caer.

—Sí, pero nos quedan algunos servidores.

—Pero lo que me gusta es el satélite. Tú sabes, ver los reality shows de la Isla Peligro.

—Todo eso era montaje.

—Y la sangre y los sesos congelados.

—Montaje.

—No jodas, eso no era montaje… Ya todo está listo, transferí las variantes de ataque.

—Gracias por levantarme el ánimo. Si seguía así, no sé qué hubiese hecho. Empezaremos por el líder.

—La otra vez no funcionó.

—¿Cuál vez exactamente?

—La última.

* * *

Nosotros:

—¿Dónde están, Unla?

—Afuera, Eld.

—¿Crees que puedas con ellos? Eres el más rápido.

—Quizás.

—Bien, empezarán conmigo. Mo, cubre a Unla.

—¿Y yo, Eld?

—No puedes participar en esto, Leme. Después volvemos al arnan.

—Allí no tenemos energía.

—Mo, aquí Leme no puede dividirse. Podría morir nuestra esperanza.

—Hace mucho que está muerta, Eld.

—¡No fastidies con eso, Mo!

—¡Nunca debimos dejar Loxa! Era nuestro hogar. Si nos hubiésemos quedado…

—Nos hubiese tragado el Iari. ¿Te recuerdo el miedo, Mo? Tanto que nuestros ancestros lo legaron en los pensamientos generacionales…

—Cada día hay menos estrellas.

—Sí, Leme. Iari las devoraba mientras se acercaba.

—Iari nos robará el aire y el agua.

—También eso, Mo. Nuestra atmósfera desapareció y nuestros mares se evaporaron.

—La noche será eterna. El mundo abandonará su forma y su piel se volverá fuego.

—Sí, Unla. La noche es eterna. Lo ha sido desde que dejamos nuestro mundo.

* * *

Ellos:

—Están discutiendo ¡dispara!

—No.

—Esta es nuestra oportunidad. ¡Dispara!

—Podemos saber el porqué de todo esto.

—¿El porqué? A quién le importa; ellos vinieron y mataron a mucha gente. Vaciaron la estación ¡Y tú quieres saber el porqué!

—Sí, quiero saber. Es ilógico, lo sé, pero así estoy condicionado. Tienes suerte de no estarlo, de que tu proceso haya sufrido un error en 99.93 de ejecución. Pero no es mi caso. Necesito saber. Recuerda que los primeros clones desentrañaron el lenguaje. Los segundos, la sexualidad. Los últimos, la energía. Ahora nos toca a nosotros. Acéptalo. Es una oportunidad única. Así, los próximos tendrán mayores posibilidades de vencer. Las guerras no se ganan sin sacrificios. Instala los micrófonos.

—Maldita sea. ¿Te escuchaste? Morir para saber un poco más sobre esos hijos de puta. ¡Olvídate de los micrófonos! ¡Deja de escuchar y grabar toda la mierda que dicen y dispara!… Nos están atacando… ¡Dispara!… ¡Evádelo! ¡Evádelo!… ¡Fijando blanco!… ¡Cómo puede ser tan rápido!… ¡No, de nuevo no!…

* * *

Nosotros:

—Están muertos.

—Unla fue rápido. Apenas lo sentí.

—Leme, volveremos al arnan; allí por lo menos estarás más cómoda… ¿Y bien, Unla?

—Está hecho, Eld.

—¿Cuántos eran?

—Dos.

—Siempre dos.

—Eran los mismos.

—¿A qué te refieres, Unla?

—Eran los mismos, sentí sus rostros. Estaban fríos, pero eran los mismos.

—¿Qué significa eso?

—Son inmortales, Eld.

—¿Inmortales?

—Sí, Eld, no mueren.

—Mo, es imposible. Todo muere, incluso nuestro mundo, nuestra estrella. Y se convierte en parte de Iari.

—Ellos se convierten en sí mismos, son inmortales.

—Maldito seas, Mo. Es imposible, lo sabes.

—Entonces ¿qué es?

—No lo sabemos, todo es muy extraño.

—Tienes razón, Unla. Mo, volvemos al arnan.

—¿Para qué?

—No fastidies con eso, Mo.

—Eld, solo somos cuatro y ellos son inmortales.

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Dennis Mourdoch Morán (Cuba, 1985). Ingeniero Mecánico, graduado del Centro Onelio. Miembro de Espacio Abierto. Ha obtenido menciones en el Oscar Hurtado 2010 y 2011, y en el Mabuya 2011.