Los autores dramáticos cobran en la Sociedad de Autores en relación al número de actos de sus piezas.
Registraba yo LA VOZ HUMANA:
La dactilógrafa: Comedía Francesa… ¿cantidad de actos?
Yo: Uno solo. Lo lamento.
La dactilógrafa: ¡Eso de todos modos, os pone un pie en la casa!
LES ENFANTS TERRIBLES ha sido escrito bajo la obsesión de Make Believe (SHOW BOAT); los que amen ese libro deben comprar ese disco y releerlo escuchándolo.
Curado, me siento vacío, pobre, asqueado, enfermo. Floto. Salgo pasado mañana de la clínica. ¿Adónde ir? Hace tres semanas sentía como un verdadero gozo, interrogaba a M.… sobre la altitud, sobre unos hotelitos en la nieve. Iba a salir.
Era un libro el que iba a salir. Es un libro el que sale, el que va a salir, como dicen los editores. No soy yo… Ya puedo morirme: a él le tiene sin cuidado… La misma farsa se repite siempre y siempre se deja uno embaucar por ella.
Era difícil prever un libro escrito en diecisiete días. Podía creer que se trataba de mí.
El trabajo que me explotaba necesitaba el opio; necesitaba que dejase el opio; soy su víctima una vez más. Y yo me preguntaba: ¿volveré a fumar? Inútil adoptar un aire desenvuelto, querido poeta. Volveré a fumar si mi trabajo quiere.
Y si el opio quiere.
La bola de nieve de Dargelos[30] era una bola de nieve durísima.
Ahora, he leído tantas veces, me han dicho tantas veces: «Esa bola contenía una piedra», que ya dudo. El amor hace presciente; ¿habría adivinado, Gerardo, la verdad?
Yo no sabía que el libro empezaba por una bola blanca y terminaba en una bola negra, ni que Dargelos era el que enviaba las dos. Aire premeditado de los equilibrios instintivos.
Frecuentemente, personas a quienes parece gustar LES ENFANTS TERRIBLES, me dicen: «Menos las últimas páginas». Pues bien, las últimas páginas se han grabado al principio, una noche, en mi cabeza. Yo no respiraba ya, no me movía, no tomaba notas. Me sentía indeciso entre el miedo a perderlas y el de tener que hacer un libro que fuese digno de ellas.
Poema que sirvió de puesta en marcha, después del regalo de las últimas páginas.
Abandono Saint-Cloud