El piso franco, en mi edificio de renta baja.
Pete, Freddy T.; Chick Vecchio, esposado a una tubería de la calefacción.
Una grabadora y un receptor de onda corta sintonizado en la banda 7.
Unidades móviles informando a Newton. Base emitiendo a los coches: Exley en persona.
Informaciones:
Tommy y Lucille, cada cual en su coche, recorriendo Lincoln Heights, Chinatown, en dirección sur.
El hombre apostado junto a la casa de los K.
—Lo he oído por el micrófono exterior. Me ha parecido como si J.C. le pegara una buena paliza a Madge. Además, he visto pasar coches federales con suma discreción cada hora, más o menos.
Unidad 3-B71:
—Lucille anda por Chinatown haciendo preguntas. Parece bastante nerviosa y el último tugurio donde ha entrado, el Kowloon, me ha olido a un garito de drogas.
Pete, royendo el hueso de una costilla de cerdo.
Fred, con un combinado en la mano.
Chick, contusiones y morados, la mitad del cuero cabelludo chamuscado.
Fred se sirvió otro trago.
—Tú y los Kafesjian… No logro encajarlo.
—Es una larga historia.
—Claro, y no me importaría oír algo distinto de esas malditas llamadas de radio.
—No le digas nada, o terminará en el Hush-Hush —intervino Pete.
—He estado pensando que una docena de coches de vigilancia y Ed Exley atendiendo personalmente las llamadas significa que se trata de algún asunto grande, sobre el cual Dave debería ser más explícito. Por ejemplo, ¿a quién andan buscando esos imbéciles, Tommy y Lucille?
Un destello:
Richie Herrick, «el Mirón»: recluso en Chino/formación en electrónica. Fred Turentine, conductor ebrio: programa de enseñanza en Chino.
—Freddy, ¿cuándo diste esas clases de electrónica en Chino?
—Desde principios del 57 hasta que me aburrí y eché a rodar esa libertad condicional, hace seis meses, quizá. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver eso con…?
—¿Asistió a tu curso un chico llamado Richie Herrick?
Una lucecita en la cabeza, mortecina: Freddy, exprimidor.
—¡Sííí! Richie Herrick: se fugó de Chino y un psicópata ha despedazado a su familia hace poco.
—Entonces, ¿acudía a tus clases?
—Desde luego que sí. Le recuerdo porque era un chico tímido y porque ponía discos de jazz mientras el resto de la clase trabajaba en sus proyectos.
—¿Y?
—Y nada más. Bueno, también estaba ese otro chico blanco que era su colega, y que también se apuntó a la clase con Herrick. El tipo no se separaba de él, pero no creo que hubiera nada de mariconeo entre ellos.
—¿Recuerdas cómo se llamaba?
—No. No consigo ubicarlo.
—¿Descripción?
—Mierda, no lo sé. Era sólo un interno, la habitual basura blanca con un tupé muy cuidado. Ni siquiera recuerdo por qué le habían encerrado.
¿Algo?/¿Nada? Difícil de saber. Los historiales de Chino, desaparecidos…
—Dave, ¿de qué va todo es…?
—Deja en paz a Klein. A ti te pagan por esto —Pete.
Banda 7:
Tommy, en su coche por Chinatown.
Lucille, en su coche por Chinatown, cerca de Chavez Ravine.
Bajé el volumen y cogí una silla. Chick echó la suya hacia atrás.
Mirándole de frente:
—DUDLEY SMITH.
—Dave, por favor… —Voz áspera, seca.
—Él está detrás de todo el alboroto del barrio negro y acaba de mandar a la muerte a Mike Breuning. Cuéntame lo que sabes de él y te soltaré y te daré dinero.
—Supongamos que no quiero.
—Entonces, te mataré.
—Dave…
Pete me hizo un gesto: dale whisky.
—Dave… Dave… por favor.
Le ofrecí el vaso de Freddy.
—Vosotros no conocéis a Dudley. No sabéis lo que me haría.
Licor añejo y seco, tres dedos.
—Bebe, te sentirás mejor.
—Dave…
—Bebe.
Chick apuró el vaso. Volví a llenarlo y le observé mientras tragaba. De inmediato, le entró la euforia del alcohol:
—¿Qué coño me hablas de dinero? Tengo gustos caros, ¿sabes?
—Veinte de los grandes —Pura mentira.
—Eso es muy poco para mí.
—Díselo, jodido, o seré yo quien acabe contigo.
—Está bien, está bien, está bien.
Señaló el vaso. Lo volví a llenar.
—Canta, Chick.
—Está bien, está bien, está bien —Dando lentos sorbos.
Acerqué la grabadora a su silla y pulsé la tecla de grabar.
—Dudley, Chick. Las pieles, Duhamel, los Kafesjian, toda la historia de la conspiración.
—Supongo que sé la mayor parte. Supongo que a Dudley le gusta hablar porque cree que todo el mundo le tiene demasiado miedo como para irse de la lengua.
—Al grano.
Con la bravuconería que da el alcohol:
—Domenico Chick Vecchio sabe muy bien cuándo hablar y cuándo es mejor callar. Y digo que a la mierda todo el mundo menos seis, los precisos para portar el ataúd.
—¿Quieres hacer el jodido favor de cantar de una vez? —Pete.
—Está bien, está bien. Empecemos por Dudley, que era el jefe de la sección de Robos. Exley tenía una especial fijación con él, porque había encargado a Dud un montón de trabajos a lo largo de los años.
—¿Como el asunto de la Nite Owl?
—Sí, como lo de la cafetería. En cualquier caso, Dudley siempre se encargaba en persona de los robos más interesantes, simplemente porque ésa es su forma de ser. Así pues, Exley encargó el caso de Pieles Hurwitz a Robos, y Dud puso manos a la obra y consiguió ciertas pistas que más tarde descubrió que habían sido colocadas por Exley, y esas jodidas pistas le condujeron a su propio presunto protegido, Johnny Duhamel.
Freddy y Pete, royendo costillas de cerdo, extasiados.
—Continúa.
—Está bien. Resulta que Dudley había reclutado a Johnny «el Escolar» para la brigada Antibandas. Ya sabes que se le cae la baba por los tipos duros y Johnny, cuando estuvo en la Academia del LAPD, demostró cierta vileza muy del gusto de Dud. Así pues, Johnny estaba en Antibandas ejerciendo de tipo duro cuando Dudley descubrió que era uno de los jodidos ladrones. Y, en una reacción muy propia de Dud, el descubrimiento le llenó de satisfacción. Dud acusó a Johnny de participar en el golpe y Johnny lo admitió, pero se negó a soplar a sus cómplices, lo cual también impresionó a Dud. Así pues, Dudley decidió silenciar la participación de Johnny en el robo de las pieles y le confió algunos de sus propios golpes, lo cual significaba que, hasta aquel momento, la trampa de Exley estaba dando resultados.
Siseo de la cinta. Chick, cantando de plano ahora:
—Entonces, Dudley se incautó de las pieles de Johnny y las guardó en una consigna. Un par de piezas salieron a la circulación porque Dudley le dijo a Johnny que se relacionara con Lucille Kafesjian cuando Exley os asignó a ti y a ese chiflado de Stemmons el caso del robo.
—¿Dudley le dijo a Johnny que intimara con Lucille?
—Sí, una especie de guardaespaldas por si empezabais a presionar demasiado a la familia.
—Y luego, ¿qué?
—Luego, ese condenado Stemmons se entrometió en el asunto. Había sido instructor de Johnny en la Academia y Johnny le tenía desde entonces por un marica de lavabos. Pues bien, resulta que Junior vio el striptease que hizo Lucille con el visón que Johnny le había regalado. Creo que Junior estaba en el Bido Lito's trabajando en el asunto del robo. Johnny también estaba allí y él y Junior hablaron, lo cual reavivó la jodida llama amorosa que Stemmons había alimentado tiempo atrás.
—Así pues, en un primer momento, Junior se acercó como colega.
—Exacto, y supongo que todo ese asunto de hacer de matón en la brigada Antibandas no era realmente el estilo de Johnny, sino sólo el papel que le hacía interpretar Exley. En cualquier caso, Johnny estaba muy harto y se sentía fatal con todo aquello, y le contó a Stemmons lo brutal que era el trabajo, y Junior empezó a sospechar que alguien manipulaba a Johnny en secreto. Johnny no llegó a delatar abiertamente a Dudley, pero le habló a Stemmons de las «audiciones» que estaba haciendo Dudley, sin citar nombres.
—¿Qué «audiciones» son ésas?
—Dud hacía venir a esos tipos de fuera de la ciudad. Los necesitaba para encargarse de las máquinas tragaperras del Southside y quería que los federales los vieran. Dud comentó más tarde que Johnny comprendió que los tipos serían eliminados cuando Mickey hiciera pública su presentación como testigo federal.
El colector de Haverford Wash. Cuatro muertos.
—Pero Johnny no le comentó eso a Junior, ¿verdad?
—Verdad.
—¿Y los recaudadores de las máquinas sólo eran pichones destinados a ser eliminados?
—Exacto.
—¿Qué me dices de las «audiciones» en sí?
—Dudley dijo a los chicos de fuera de la ciudad que tenían que ganarse el derecho a trabajar para él. Y les dijo que eso significaba soportar el dolor. Les pagó por dejar que Johnny les hiciera daño mientras él los liaba con toda esa basura filosófica. Dick Carlisle comentó que Dud les había quebrado la voluntad y los había convertido en jodidos esclavos.
—¡Jodeeer! —murmuró Pete.
—No me lo creo —terció Freddy.
—¿Quién mató a los forasteros?
—Carlisle y Breuning. ¿Queréis oír un buen detalle de Dudley? Hizo que los dos empaparan las balas en matarratas y volvieran a cargar las armas con ellas.
—Volvamos a Johnny.
Chick se desperezó, con un tintineo de la cadena de las esposas.
—Dud hizo que Johnny controlara a los recaudadores. Ya sabéis, vigilarles mientras manipulaban las máquinas tragaperras. Una noche, estaba dedicado a eso cuando Stemmons le abordó y empezó a contarle todas esas chifladuras suyas. Carlisle les vio juntos y tuvo la sensación de que Johnny podía ser un espía, de modo que se lo dijo a Dudley y éste hizo que Dick y Breuning le siguieran de lejos. En fin, que no sé quién mató a Stemmons (Tommy o J.C. Kafesjian, probablemente), pero más o menos al tiempo que Carlisle mostraba sus sospechas, J.C. le contó a Dudley que Stemmons se había vuelto loco, que sacaba dinero a los camellos, que trataba de chantajearles a él y a Tommy y que les había dicho que podía sacar dinero de tu investigación del robo. Así pues, ese chalado maricón de Junior andaba por ahí proclamando su rollo de que iba a hacerse el amo del barrio negro, y estoy seguro de que Dudley se lo habría cargado personalmente de no haber sido por esa sobredosis, fuera cosa suya o de los Kafesjian.
—¿Y luego, qué?
—Luego, Dud recibió el soplo de que Johnny te había llamado a ti para establecer una cita. Y te aseguro que no fui yo. Con esto, quedaba confirmado que Johnny era un maldito traidor, un señuelo o algo así.
La reunión: Chick estaba al corriente. Bob Gallaudet, también.
—¿Y luego?
—Johnny te citó en ese apartamento de Lynwood. Había sido propiedad de Dudley hace tiempo, de modo que supongo que Johnny quería encontrarse contigo cerca del apartamento donde… ya sabes…
Cambio de tema:
—Phillip Herrick.
—¿Quién es ése?
—Lo mataron en Hancock Park, la semana pasada. Dudley y él fueron copropietarios de esa finca, Spindrift 4980.
—¿Y?
Deducción clara: no sabía nada de Herrick.
—De modo que Johnny me dijo que nos viéramos allí, y ese pequeño plató que utilizabais no estaba lejos. ¿Qué crees tú que querría enseñarme?
—El plató de las películas porno, quizá.
—Quizá, pero tú me dijiste que Sid Frizell no tenía ninguna relación con los planes de Dudley.
—Y es verdad, pero a Dud le encanta el porno y, cuando se hizo amigo de Mickey, éste le habló de esa basura de película de sangre y vampiros que estaba produciendo y le contó que Sid Frizell quería filmar películas guarras pero no encontraba dónde. Dud le dijo a Mickey que le dijera a Frizell que podía usar uno de los apartamentos del complejo, de modo que Sid siguió el consejo, pero te aseguro que ni siquiera sabe que Dudley exista.
ALGO, alguna RELACIÓN. Traspasándome como un rayo.
—¿Dudley es el dueño de los apartamentos?
—Estoy seguro de ello, a través de hombres de paja. Calculo que es propietario de otros veinte locales más, comprados a bajo precio mediante manejos sucios con el Consejo Municipal de Lynwood.
—¿Y?
Con una sonrisa burlona, borracho perdido:
—Y, ¿sabes?, a Dudley Liam Smith no le ponen cachondo las chicas, los chicos ni los terrier airedales. Lo que le va es mirar. ¿Recuerdas las paredes de espejos de ese piso donde me sorprendiste? Pues tiene un montón de locales como ése. Ahora se le ha ocurrido la idea de filmar películas guarras a escondidas, sin que los que joden sepan que les están mirando. Ha llegado a un acuerdo con la oficina de Tierras y Caminos para acoger a los desahuciados de Chavez Ravine en esos pisos y en los apartamentos de Spindrift. Dudley se propone filmar a todos esos comedores de tacos jodiendo y vender las películas a degenerados como él, que se ponen calientes con esa mierda del voyeurismo.
Rumores:
Sid Frizell filmando películas porno en LYNWOOD.
Inminente, quizás, el traslado de los chicanos a LYNWOOD.
Ese ALGO. Clic:
El vampiro atómico.
Película de sangre: incesto/ojos fisgando/ceguera.
El 459 de los Kafesjian: perros cegados.
El 187 de los Herrick: tres víctimas con las órbitas de los ojos destrozadas a tiros.
Sid Frizell, aspecto de ex presidiario.
No conectado con Dudley: Chick me había convencido.
Algo no encajaba: faltaba ALGO.
—Dudley y Mickey —dije.
—Quieres decir qué sé de los planes de Dudley, ¿no es eso?
Carraspeo por la onda corta: «Chinatown, Chinatown, Chavez Ravine.»
—Exacto.
—Bien, la palabra clave es «contención». Es la idea sagrada de Dudley y lo que se propone es levantar un imperio en el Southside, extendiéndose quizás hasta Lynwood, donde tiene todas esas propiedades. Sólo venderá droga a los negros, dirigirá la prostitución y la pornografía desde las sombras y llevará todas las máquinas tragaperras que Mickey ha abandonado, por lo visto. Su gran golpe se supone que ha de ser la aprobación del juego en el distrito, con Mickey de pantalla. Él se cargó a todos los tipos de Mickey menos a Touch y a mí, y luego consiguió que Mickey aceptara ser sociable con los federales. Ahora, Mick es un héroe, un tonto adorable, y Dud cree que puede comprar más propiedades en Lynwood y empezar a, como él dice, «contener» la economía ahí abajo, y luego colocar a Mickey para que dé la cara en la franquicia de juego en el distrito, todo limpio y legal.
—La Cámara del Estado no aprobará nunca el juego en el distrito.
—Bueno, supón que Dudley tiene otra opinión. Supón que cuenta con un político al que ha untado lo suficiente como para estar seguro de que la ley será aprobada.
Bob «Cámara de Gas» Gallaudet: defensor del juego en el distrito. El chivatazo de mi reunión con Duhamel.
Piel de gallina: las quemaduras del hielo seco empezaban a escocer otra vez.
—De modo que Dud descubrió que ibas a verte con Johnny. Breuning y Carlisle te noquearon y te drogaron, y Dud torturó a Johnny antes de que tú le hicieras picadillo. Le hicieron reconocer que Exley le utilizaba de señuelo y que tenía esas falsas cuentas bancarias y el dinero en billetes de sus operaciones guardados en una caja fuerte en su casa. Johnny dijo que había intentado varias veces retirarse del asunto porque sabía que los tipos de las máquinas terminarían cosidos a tiros, probablemente, y que las cosas no terminarían ahí, pero Exley había seguido enviándole a descubrir más cosas.
Zumbido en la radio: Tommy, circulando; Lucille, circulando.
Pete y Freddy, asombrados: jodeeer/hostia, hostia…
—¿Por qué filmó la escena? ¿Por qué no se limitó a matarnos a los dos?
—Dijo que quería comprometerte y utilizarte. Dudley pensaba ofrecerte el trabajo de enlace y pagador con el LAPD. Dijo que podría utilizarte para acabar con Exley. Según él, debías de ser un abogado bastante bueno y pensaba que podrías enseñarle cosas sobre el mantenimiento de la propiedad.
Chick, emitiendo ondas mentales: reverenciar a Dudley o morir.
Pete, emitiendo ondas mentales: matar al italo y quedarse su dinero.
Freddy, emitiendo ondas mentales: a Hush-Hush le encantaría ESTO.
El vampiro atómico. INCESTO/VÍSCERAS.
—Chick, ¿qué sabes de Sid Frizell?
—Me parece que casi nada.
—¿Ha cumplido alguna condena?
—En la prisión del condado, por hurtos menores. No es ningún tipo duro de penitenciaría, si es en eso en lo que piensas.
Freddy:
—Sid Frizell. Es un tipo alto y delgado de unos treinta y cinco. Tiene una especie de acento de Oklahoma.
—No me suena. ¿Se supone que debo conocerlo?
—Pensaba que tal vez le habías dado clase en Chino.
—Me parece que no. Quiero decir, yo soy un especialista en escuchas, de modo que me fijo en cómo habla la gente. Lo siento, pero no había ningún acento okie en la clase.
FALTABA ALGO.
Descolgué el auricular y hablé con una telefonista. Me puso con Chino.
Contestó un asistente del alcaide. Adelante, díselo:
Prepáreme una lista de los internos que coincidieron con Richie Herrick en Chino. ¿Si me la envía por un mensajero? No, volveré a llamarle para que me informe de palabra.
2.00 de la madrugada: la custodia, muy cerca. Chisporroteo en la radio, pop/pop: Pete, haciendo chasquear los nudillos. Chick, atontado por el alcohol, con el pelo chamuscado. Culpa mía.
Olores: comida rancia, humo. Un vistazo por la ventana: cubos de basura rebosantes. Mi propiedad: nueve de los grandes al año, beneficios limpios.
Pienso: chivatazos, golpes.
Intentos desesperados, últimos recursos.
Welles Noonan, un rival de Gallaudet.
Intentar cambios: Glenda por Bob G. y Dudley.
El teléfono del dormitorio; manos temblorosas en el dial. MA 4-0218. Noonan.
—Oficina del Fiscal Federal, agente especial Shipstad.
—Soy Klein.
—Klein, esta llamada no ha existido —en voz baja, furtiva.
—Noonan ha recibido una película. Entrega especial. Eres tú haciendo pedazos a otro tipo y yo sé que es una trampa, pero a él no le importa. Una nota dice que enviarán copias a la prensa si testificas para nosotros y Noonan dice que tu pacto de inmunidad queda cancelado. Ha emitido una orden federal de detención contra ti y esta llamada no ha existido.
CLIC…
Sillas/cajones/mesas…, lo arrojé todo por el suelo y le di patadas y lo destrocé. Me enredé en las cortinas, sin fuerzas en los brazos; me sentía mareado de agotamiento.
Graznidos en la radio.
«Madge deja la casa. El coche escucha la sigue.» «Lucille, entrando en Chavez Ravine. Conduce erráticamente, pasa rozando los árboles…»