De vuelta a L.Á. A solas en el coche de Pete; paradas en teléfonos públicos de la ruta.
Se lo conté a Glenda: te van a detener por lo de Dwight Gilette. Ella soltó una maldición y trazó un plan: coger un autobús hasta Fresno, ocultarse en casa de una antigua compañera de trabajo del autorrestaurante. Me asaltó el miedo a que tuviera el teléfono intervenido y la instruí para que lo comprobara. Glenda sacó cables y comprobó diodos: no había micrófonos ocultos en su aparato.
Su despedida:
—Somos demasiado guapos para perder.
Jack Woods, tres llamadas sin respuesta; Meg, lo mismo. Una cabina frente a la oficina; suerte: Jack acababa de llegar. Le conté que los federales me tenían jodido: coge a Meg, coge el dinero, LARGAOS.
—Está bien, Dave.
Ningún adiós. Corrí a la oficina. Una nota del escribiente sobre mi mesa: «Llame a Meg. Importante.»
La cesta de Entradas, la de Salidas: ningún informe nuevo sobre Herrick.
Miré en el escritorio: el expediente del caso Kafesjian/He—rrick había desaparecido.
Sonó el teléfono.
—Diga?
—Jefe, soy Riegle.
—¿Sí?
—Vamos, usted me asignó una vigilancia, ¿recuerda? Ese local de la consigna; usted me dijo…
—Sí, lo recuerdo. ¿Es una llamada de rutina o algo interesante?
Riegle, disgustado:
—Tengo para usted doce horas de visitantes normales, certificados por Tráfico, y un asunto interesante.
—Y bien, dime…
—Y bien, un tipo entró y volvió a aparecer enseguida, corriendo a su coche con cara de susto. Y bien, tomé la matrícula y la comprobé, y el tipo ya me parecía algo familiar. Y bien, era Richard Carlisle, ¿sabe quién le digo? Es un hombre del LAPD y creo que trabaja para Dudley Smith.
Pistas, inconsistentes.
—¿Jefe, está usted…?
Colgué el teléfono; las pistas inconsistentes, pero algo tomando forma:
Dick Carlisle, detective del trabajo de las pieles.
Dick Carlisle, compañero de Mike Breuning.
11/51: Breuning cierra una investigación de un robo con escalo. Evidentes autores: Tommy K. y Richie Herrick, menores de edad.
Mi expediente del caso Kafesjian/Herrick, desaparecido.
Bajé a Personal. Volantes de petición de expedientes sobre el mostrador del archivero: sólo para jefes con mando de sección.
Convencí al encargado:
Michael Breuning, Richard Carlisle, déjeme ver los expedientes.
—Sí, señor. —Diez minutos, vuelve con las carpetas—: No puede sacarlas del archivo.
Carlisle, empleos anteriores: nada de interés.
Breuning. Una relación con las películas: técnico de revelado de Wilshire Film Processing, del 37 al 39, antes del LAPD.
Una pista; inconsistente, circunstancial.
Una de la madrugada, de vuelta en la oficina. Pensamientos dispersos: Pete, vigilando a Chick en mi casa vacía de El Segundo.
Chick:
«ELLOS»
Asustado de decir «los Kafesjian».
Asustado de dar el soplo. Ellos… ELLOS, ¿quiénes?
La nota de mi mesa: «Llame a Meg. Importante.»
Circunstancial. Carne de gallina hasta mis cortos cabellos.
Meg, en casa de Jack: merecía la pena intentarlo. Tres zumbidos. Jack, nervioso:
—¿Sí?
—Soy yo.
Ruido de fondo: tacones finos deambulando. Jack:
—Ella está aquí. Se lo está tomando bastante bien; quizá sólo un poco nerviosa.
—¿Os marcháis mañana?
—Sí. Iremos a los bancos a primera hora, sacaremos el metálico y nos llevaremos letras bancarias. Después, nos marcharemos a Del Mar, abriremos nuevas cuentas y buscaremos alojamiento. ¿Quieres hablar con ella?
Tac tac, Meg caminando. Los tacones altos hacían que las costuras de sus medias se arrugaran.
—Dile que sólo es adiós por ahora y pregúntale qué quería.
Tac tac, voces bajas. Pisadas, Jack:
—Meg dice que ha encontrado un rastro parcial sobre ese edificio de Lynwood.
—¿Y?
—Ha encontrado algunos informes de tasación de la propiedad en ese archivo del sótano del edificio del Ayuntamiento. Y lo que ha encontrado es un informe de 1937 en el que aparecen Phillip Herrick y un tal Dudley L. Smith como licitadores por el 4980 de Spindrift. ¿Oye, crees que puede ser ése Dudley Smith?
Manos sudorosas. Colgué el teléfono.
Vaya vaya:
Ed Exley contra Dudley Smith.