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Una pared del estudio era ahora un gráfico: personas relacionadas con el Nite Owl unidas por líneas horizontales; líneas verticales que las enlazaban con una gran hoja de cartón dividida en compartimientos, con hechos tomados de la declaración de Vincennes. Ed escribía notas al margen; la llamada de su padre aún le zumbaba en los oídos: «Edmund, me presentaré para gobernador. Tu reciente notoriedad tal vez me haya perjudicado, pero dejemos eso de lado. No quiero que el caso de Atherton resucite en letras de molde y se conecte con tus diversos casos, ni quiero que molestes a Ray Dieterling. Quiero que me presentes a mí todas tus preguntas, y entre los dos resolveremos las cosas».

Aceptó. Era irritante. Le hacía sentirse como un niño, así como dormir con Lynn Bracken le hacía sentirse prostituido. Y el apellido Dieterling aparecía demasiadas veces en el gráfico.

Ed trazó líneas.

Sid Hudgens se unía con el material porno hallado por Vincennes en el 53; el material porno se unía con Pierce Patchett. Otra línea: Christine Bergeron, su hijo Daryl y Bobby Inge habían posado para las fotos y habían desaparecido en la época del Nite Owl. Pediría a Fisk y Kleckner que los buscaran de nuevo; intentaría identificar a los demás modelos, una vez más. Olvidaría la línea porno/Hudgens-Atherton, el ex inspector Preston Exley haría discretas averiguaciones cuando se lo pidiera.

Una línea teórica: Pierce Patchett-Duke Cathcart. Lynn Bracken la negaba, pero mentía. En la declaración de Vincennes, Patchett vendía el material que Cathcart planeaba distribuir. Pero ¿quién lo manufacturaba? Hudgens-Patchett-Bracken: el redactor de Hush-Hush aterrado cuando Vincennes empezó a husmear en Fleur-de-Lys; Lynn le dijo a Jack que Patchett y Hudgens tenían un proyecto común, ahora lo negaba: otra mentira. Necesitaba otro gráfico para tener un mapa de las mentiras. No tenía una habitación suficientemente grande.

Más líneas.

Davey Goldman-Dean van Gelder-Duke Cathcart-Susan Nancy Lefferts: incomprensible hasta que Vincennes llamara desde McNeil, hasta que interrogara a Bud White, quien sin duda estaba escondido, acerca de lo que ocultaba. Líneas vocacionales: Patchett, los hermanos Englekling y su padre sabían de química; Patchett, quien presuntamente esnifaba heroína, tenía conexiones con el doctor Terry Lux para tratamientos de cirugía plástica. Lux era dueño de un sanatorio para desintoxicación de alcohólicos y drogadictos. El informe de Dudley Smith a Parker declaraba que Peter y Baxter Englekling habían sido torturados con sustancias químicas corrosivas, sin más detalles. Conclusión: el eslabón para descifrar cada línea interconectada tenía que ser Patchett: sus rameras, sus modelos para fotos porno.

Patchett era el conducto hacia el hombre que había preparado la foto ensangrentada con tinta, había matado a Hudgens y constituía la línea final, que remitía a 1934 y el gran caso de su padre.

Demasiadas líneas para ignorarlas.

Patchett financió películas de Dieterling. Billy, hijo de Dieterling, y su novio Timmy Valburn usaban Fleur-de-Lys; Valburn era un socio conocido de Bobby Inge. Billy trabajaba en Insignia del Honor, el foco inicial de la investigación del homicidio de Hudgens. Miller Stanton, coprotagonista de Insignia del Honor, era una estrella infantil de Dieterling en la época del asesinato de Wee Willie Wennerholm. ¿Cometido por Loren Atherton? Líneas transversales: Atherton-pornografía-Hudgens; líneas de coincidencia invitando a no respetar lealtades familiares: diecisiete años después de Atherton, Preston Exley construye la Tierra de los Sueños.

Gobernador Exley, jefe de Detectives Exley.

Ed pensó en Lynn, la saboreó, se estremeció. Un salto a Inez: una nueva línea.

Partió hacia Laguna Beach.

Un enjambre de reporteros: apiñados junto a los coches, jugando a las cartas en el parque de Ray Dieterling. Ed aparcó a la vuelta de la esquina y echó a andar. Apuró el paso.

Lo vieron, lo acosaron. Llegó a la puerta, golpeó el picaporte. La puerta se abrió: Inez.

Ella dio un portazo, cerró con la aldaba. Ed entró en el salón: la Tierra de los Sueños sonreía a su alrededor.

Objetos publicitarios, estatuas de porcelana: Moochie, Danny, Scooter. Fotos en la pared: Dieterling y niños lisiados.

Cheques cancelados en fundas de plástico: números de seis dígitos para combatir enfermedades infantiles.

—Como ves, tengo compañía.

Ed se volvió hacia Inez.

—Gracias por dejarme pasar.

—Te han tratado peor que a mí, así que me siento en deuda contigo.

Inez estaba pálida.

—Gracias. Sabes que ya pasará, igual que la última vez.

—Quizá. Tienes pésimo aspecto, Exley.

—Todos me dicen lo mismo.

—Pues quizá sea cierto. Mira, si quieres quedarte a hablar, de acuerdo, pero por favor no menciones a Bud ni toda esta inmundicia.

—No pensaba hacerlo, pero la charla menuda nunca fue nuestro fuerte.

Inez se le acercó. Ed la abrazó; ella le cogió los brazos y se zafó. Ed intentó sonreír.

—Tienes algunas canas. Cuando tengas mi edad quizá seas tan canosa como yo. ¿Qué te parece como charla menuda?

—Muy menuda, y yo puedo mejorarla. Preston se presenta para gobernador, a menos que su célebre hijo le arruine la oportunidad. Yo seré la coordinadora de la campaña.

—Papá gobernador. ¿Dijo que yo le arruinaría la oportunidad?

—No, porque nunca diría nada malo de ti. Sólo haz lo posible para no perjudicarlo.

Reporteros fuera. Ed les oyó reírse.

—Yo tampoco quiero que mi padre salga perjudicado. Y tú puedes ayudarme a impedirlo.

—¿Cómo?

—Un favor. Un favor entre tú y yo. Nadie más debe saberlo.

—¿Qué?, explícate.

—Es muy complicado, e involucra a Ray Dieterling. ¿Conoces el nombre «Pierce Patchett»? Inez movió la cabeza.

—No. ¿Quién es?

—Un inversor, es todo lo que puedo decirte. Necesito que utilices tu acceso a la Tierra de los Sueños para indagar sus conexiones financieras con Dieterling. Investiga hasta los años treinta, con mucho sigilo. ¿Lo harás?

—Exley, esto apesta a asunto policial. ¿Qué tiene que ver con tu padre?

Vacilación: aquello significaba poner en duda al hombre que lo había formado.

—Mi padre podría tener problemas de impuestos. Necesito que investigues los documentos financieros de Dieterling para ver si lo mencionan.

—¿Problemas serios?

—Sí.

—¿Quieres que investigue hasta el 50? ¿Cuándo empezaron a planear la Tierra de los Sueños?

—No, llega hasta 1932. Sé que has visto los libros en Dieterling Productions, y sé que puedes hacerlo.

—¿Y luego me darás explicaciones?

Más vacilaciones.

—El día de las elecciones. Vamos, Inez, tú lo amas casi tanto como yo.

—De acuerdo. Por tu padre.

—¿Ninguna otra razón?

—De acuerdo, por lo que hiciste por mí y los amigos que me conseguiste, y si eso te parece cruel, lo lamento.

Un reloj «Ratón Moochie» dio las diez.

—Tengo que irme —dijo Ed—. Tengo una reunión en Los Ángeles.

—Sal por detrás. Todavía oigo a los buitres.

Se recobró de las vacilaciones en el viaje de regreso.

Lo consideraría un procedimiento eliminatorio estándar:

Si su padre conocía a Ray Dieterling durante la época del caso Atherton, tenía razones válidas para no revelarlo: quizá le causaba embarazo tener tratos de negocios con un hombre con quien se había codeado durante la investigación de un tétrico asesinato. Preston Exley mantenía que la amistad entre policías y civiles influyentes estaba reñida con el concepto de justicia absoluta e imparcial, y si no respetaba sus propias pautas era comprensible que mantuviera oculto el hecho.

Se recobró de las dudas con amor y respeto.

Ed llegó temprano al Dining Car; el maître dijo que su invitado estaba esperando. Caminó hacia su reservado favorito, un rincón detrás de la barra. Allí estaba Vincennes con una cinta magnetofónica. Ed se sentó'.

—¿Esa grabación se tomó con un micrófono oculto?

Vincennes le alcanzó la cinta.

—Sí, y contiene muchos exabruptos de Mickey C. sobre asuntos que no tienen nada que ver con el Nite Owl. Es una lástima, pero creo que podemos considerar que Davey traicionó a Mickey y oyó que los Englekling le ofrecían a Mick el proyecto Cathcart. Le pareció prometedor y envió a Van Gelder a liquidar a Duke. Es todo lo que sé.

El hombre parecía agotado.

—Buen trabajo, Jack. Lo digo en serio.

—Gracias, pero no te he autorizado a llamarme por mi nombre de pila.

Ed cogió una carta y se vació los bolsillos debajo. —Es medianoche y he perdido mi sutileza.

—Estás elaborando algo. ¿Qué le sonsacaste a Bracken?

—Sólo mentiras. Y tienes razón, sargento. El enfoque McNeil es una vía muerta.

—¿Entonces?

—Entonces mañana me las veré con Patchett. Cerraré las puertas de Asuntos Internos a Dudley y sus hombres y citaré a Terry Lux, Chester Yorkin y cada amigote de Patchett que Fisk y Kleckner puedan hallar.

—Sí, pero ¿qué hay de Bracken y Patchett?

Ed vio a Lynn desnuda.

—Bracken trató de impedir que usáramos tu declaración. Me comentó el episodio de Malibu Rendezvous, y le seguí el juego.

Jack apoyó la cabeza en los tensos puños.

—Le dije que harías cualquier cosa para recobrar el archivo —continuó Ed—. Le dije que todavía amas la droga y que estás en deuda con algunos corredores de apuestas. Te espera un juicio interno y quieres entrar en los negocios de Patchett.

Vincennes alzó la cabeza, pálida, con la marca de los nudillos.

—Dime que eliminarás lo que hay en el archivo.

Ed alzó la carta. Debajo: heroína, bencedrina, una navaja, una automática de 9 milímetros.

—Vas a presionar a Patchett. Él esnifa heroína, así que le ofrecerás una pizca. Si quieres algún estímulo, aquí tienes. Recobrarás tu archivo y averiguarás quién preparó la foto de las mutilaciones y mató a Hudgens. Estoy redactando un guión, y lo tendrás mañana por la noche. Matarás de miedo a Patchett y harás lo necesario para conseguir lo que ambos buscamos. Sé que puedes hacerlo, así que no me obligues a amenazarte.

Vincennes sonrió. Se sentía renovado: el Gran V de otros tiempos.

—¿Y si algo sale mal?

—Entonces mátalo.