Una bonita sala de interrogatorios, sin sillas atornilladas ni olor a orina. Jack miró a Ed Exley.
—Sabía que tenía problemas, pero no creí que fuera tan importante.
—Tal vez te preguntes por qué no te han suspendido —dijo Exley.
Jack se desperezó. El uniforme estaba arrugado: no lo usaba desde 1945. Exley tenía pésimo aspecto: enjuto, canoso, gafas con montura metálica que le endurecían la mirada.
—En efecto. Supongo que Ellis se arrepintió después de presentar esa queja. Mala publicidad y todo eso.
Exley movió la cabeza.
—Loew te considera un perjuicio para su carrera y su matrimonio, y el abandono de esa escena del delito y la agresión contra ese policía son suficientes para extender una suspensión y una expulsión.
—¿Sí? ¿Entonces por qué no me han suspendido?
—Porque he intercedido ante Loew y el jefe Parker. ¿Alguna otra pregunta?
—Sí, ¿dónde están la grabadora y la taquígrafa?
—No los quise aquí.
Jack cogió una silla.
—Capitán, ¿qué quieres?
—Misma pregunta. ¿Quieres arrojar tu carrera a la cloaca o prefieres aguantar unos meses y cobrar tus veinte años?
Fácil: la expresión de Karen cuando se lo contara.
—De acuerdo, seguiré el juego. ¿Qué quieres? Exley se le acercó.
—En la primavera del 53 tu amigo y socio Sid Hudgens fue asesinado y dos detectives que trabajaban en el caso al mando de Russell Millard me dijeron que lo llamaste «bazofia» y que estabas muy agitado la mañana en que descubrieron el cuerpo. En esa época Dudley Smith te pidió que siguieras a Bud White y aceptaste. En esa época se investigaba el caso del Nite Owl y tú buscabas material pornográfico para Antivicio y presentaste varios informes negativos, cuando tu procedimiento tradicional consistía en inflar cada uno de tus informes. En esa época dos hombres, Peter y Baxter Englekling, ofrecieron pruebas sobre un presunto contacto pornográfico con el Nite Owl. Russell Millard te interrogó y tú seguiste con tus declaraciones negativas. Durante la búsqueda de esas revistas sugeriste varias veces que abandonaran la investigación. Esos dos detectives, los sargentos Fisk y Kleckner, te oyeron sugerir a Ellis Loew que dejara el caso Hudgens, y uno de tus colegas de Antivicio recuerda que estabas extrañamente nervioso durante esa tarea y que aparecías muy esporádicamente en la oficina del escuadrón. Ordéname estos datos, Jack, por favor.
Diez veces culpable. Sabía que estaba boquiabierto, pestañeando, temblando.
—¿Cómo… coño… lo…?
—No importa. Ahora oigamos tu interpretación de lo que yo quiero. —Jack aspiró hondamente.
—Bien, seguí a Bud White. Dudley temía que perdiera la chaveta con el asesinato de otra ramera, porque White tenía esa tendencia cuando se trataba de chicas jóvenes. Bien, lo seguí y no encontré nada importante. Tú y White os odiáis, y todos lo saben. Piensas que un día intentará vengarse porque liquidaste a Dick Stensland y tú intercederás por mí ante Loew y Parker a cambio de algún dato que lo perjudique. ¿Eso quieres?
—Digamos que es el veinte por ciento. Dime qué averiguaste sobre White.
—¿Cómo qué?
—Mujeres.
—A White le gustan las mujeres, pero eso no es novedad.
—Asuntos Internos realizó una investigación personal sobre White cuando aprobó el examen de sargento. El informe decía que salía con una mujer llamada Lynn Bracken. ¿La conoció en el 53?
Jack se encogió de hombros.
—No sé. Nunca oí ese nombre.
—Vincennes, tu cara dice que mientes, pero olvidemos a Lynn Bracken. Ella no me interesa. ¿White veía a Inez Soto en la época en que lo seguías?
Jack casi rió.
—No, no mientras lo seguía. ¿Por eso estás tan exaltado? ¿Crees que White y tu…?
Exley alzó una mano.
—No te preguntaré si mataste a Hudgens, no te pediré que me expliques qué ocurrió esa primavera, no todavía, y quizá nunca. Sólo dame tu opinión sobre algo. Estabas hasta las orejas en la investigación de material porno y trabajaste en el caso Nite Owl. ¿Crees que los negros fueron culpables?
Jack se echó hacia atrás, alejándose de esos ojos.
—Hay cabos sueltos, y lo supe entonces. Si no fueron los tres que mataste, quizá fueron otros negros. Quizá sabían dónde escondió Coates el coche y pusieron allí las escopetas. Tal vez esté relacionado con el material porno. ¿Te importa? Esos negros violaron a tu novia, así que hiciste lo que debías. ¿De qué se trata, capitán?
Exley sonrió. Jack comprendió: un hombre asomando un pie en un precipicio, brincando sobre una pierna.
—Capitán, ¿de qué…?
—No, mis motivos son cosa mía, y he aquí mi primera conjetura: Hudgens estaba conectado con el material porno, y tenía un archivo sobre ti. Por eso estabas tan nervioso.
Arenas movedizas.
—Sí, una vez cometí un serio error. Sabes…, demonios, a veces creo… que no me importa si lo averiguan.
Exley se levantó.
—Ya he detenido las quejas contra ti. No habrá enjuiciamiento ni acusaciones. Parte del acuerdo al que llegué con el jefe Parker consiste en que te retires voluntariamente en mayo. Le dije que aceptarías, y lo convencí de que mereces una pensión completa. No me preguntó mis motivos, y no quiero que tú me los preguntes.
Jack se levantó.
—¿A cambio de qué?
—Si alguna vez se vuelve a investigar el Nite Owl, tú, con todo lo que sabes, me perteneces. Jack le tendió la mano.
—Hijo de perra, te has vuelto frío como el hielo.