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Bud miró su nueva placa: «Sargento» en vez de «Agente». Apoyó los pies en el escritorio, se despidió de Homicidios.

Su cubículo era un desorden: cinco años de papeleo. Dudley decía que la transferencia a Hollywood era temporal. Su ascenso causaba resquemores, Thad Green lo tenía atravesado por el asunto de las ventanas: Dick Stensland atado en la sala verde, Bud machacando vidrio. Una conclusión: nunca se había distinguido como investigador porque los únicos casos que le importaban eran casos cerrados y casos olvidados. Melancolía de traslado: ya no tendría acceso inicial a los informes sobre cadáveres, buen modo de seguir el caso Kathy Janeway y los demás asesinatos de prostitutas, sin duda emparentados.

Cosas para empaquetar:

Su nueva placa: «Sargento Wendell White», una foto de Lynn: castaña, adiós Veronica Lake.

Una foto del Escuadrón Antihampones: él y Dudley en el motel Victory. Los emblemas del Escuadrón —nudilleras, un saco con bolas de metal— podían quedar atrás.

Material reservado:

Sus diplomas del FBI y el curso de procedimientos forenses; la herencia de Dick Stensland: seis mil pavos del asalto. Las últimas palabras de Dick, una nota que le pasó un guardia:

Socio:

Lamento los errores que cometí. Especialmente lamento haber lastimado a gentes que lo único que hicieron fue interponerse en mi camino cuando me sentía mal, los tíos de Navidad y el hombre de la licorería y su hijo. Es demasiado tarde para cambiar todo eso. Sólo puedo decir que lo lamento, y no creo que sirva de nada. Trataré de aceptar el castigo como un hombre. Sigo pensando que tú podrías haber hecho lo que yo hice, que fue sólo una cuestión de suerte, y sé que tú has pensado lo mismo. Ojalá lamentar las cosas sirviera de algo más con tíos como tú y yo. Le pagué al flautista para que tocara, es verdad, pero Exley siguió ejecutando la melodía cuando ya no era preciso. Mi último deseo es que le des su merecido, pero no seas tan estúpido como yo. Usa el cerebro y ese dinero que te dije dónde encontrar y dale su merecido, una buena tunda en el trasero a cuenta del sargento Dick Stensland. Buena suerte, socio. Me cuesta creer que cuando leas la presente estaré muerto.

Dick

Bajo doble llave:

Su archivo sobre los asesinatos Janeway/prostitutas, su archivo privado sobre el Nite Owl. Pulcros como deberes escolares.

Dos casos que demostraban que era un verdadero detective; la alusión de Dick a Ed Exley. Los extrajo, los releyó: deberes escolares.

El asunto Janeway.

Cuando las cosas se enfriaban con Lynn, buscaba material para estimularse. Perseguir mujeres no lo aplacaba, ni su relación esporádica con Inez. Lo suspendieron dos veces en el examen de sargento, se pagó la educación con la pasta de Dick, trabajó en el Escuadrón Antihampones: recibiendo trenes, aviones, autobuses, llevando a aspirantes a hampones al motel Victory, moliéndolos a palos, llevándolos de vuelta a aviones, trenes, autobuses. Dudley lo llamaba contención; Bud lo llamaba algo imposible de aguantar si querías seguir mirándote en el espejo. Los buenos casos de Homicidios no le llegaban nunca: Thad Green los desviaba, los asignaba a otros hombres. Los cursos le enseñaron cosas interesantes sobre cuestiones forenses, psicología criminal y procedimientos. Decidió aplicar lo que había aprendido a un viejo caso que aún le carcomía: la muerte de Kathy Janeway.

Leyó el archivo de Joe DiCenzo: ninguna pista, ningún sospechoso. Desechado como un asesinato sexual cualquiera. Leyó la reconstrucción según la autopsia: Kathy muerta a golpes, puñetazos en la cara, un hombre con anillos en ambos puños. Semen en la boca, el recto, la vagina: tres eyaculaciones. El bastardo se había tomado su tiempo. Una corazonada respaldada por casos anteriores: un maniaco así no mata una sola vez, no se queda sentado tranquilamente.

Empezó a hojear papeles, una tarea que antes odiaba.

No había casos similares en el Departamento de Policía ni en el Departamento del Sheriff. La búsqueda le llevó ocho meses. Investigó en otras agencias policíacas, usando el dinero de Stensland. Nada en los condados de Orange y San Bernardino; cuatro meses de trabajo y un hallazgo en el Departamento de Policía de San Diego: Jane Mildred Hamsher,

19 años, prostituta, fecha de defunción 8/3/51, iguales características y violación triple: ninguna pista, ningún sospechoso, caso cerrado.

Leyó archivos de los Departamentos de Los Ángeles y San Diego y no llegó a ninguna parte; recordó que Dudley lo había apartado del caso Janeway, reprochándole su obsesión con las mujeres maltratadas. Continuó de todos modos; un cablegrama con resultados. Sharon Susan Palwick,

20 años, prostituta, fecha de defunción 29/8/53, Bakersfield, California. Las mismas características: ningún sospechoso, ninguna pista, caso cerrado. Dudley nunca mencionó el cablegrama, si sabía que existía.

Bud fue a San Diego y Bakersfield. Leyó archivos, asedió a los detectives que investigaban los casos. El trabajo les aburría, la intervención de Bud les molestaba. Intentó reconstruir los elementos de tiempo y lugar: quién estaba en esas ciudades en las fechas de las muertes. Revisó viejos registros de tren, autobús y avión sin encontrar nombres superpuestos. Envió cablegramas pidiendo información sobre el modus operandi del asesino, pidiendo que lo llamaran si se repetía un procedimiento similar. Nadie respondió al requerimiento; tres informes sobre cadáveres llegaron con los años: Sally DeWayne, 17 años, prostituta, Needles, Arizona, 2/11/55; Chrissie Virginia Renfro, 21, prostituta, San Francisco, 14/7/56; Maria Waldo, 20, prostituta, Seattle, Washington, 28/11/57: dos meses atrás. Las llamadas llegaron tarde, iguales resultados: cero. Abordó cada enfoque posible, en balde. Kathy Janeway y otras cinco prostitutas violadas, muertas a golpes. Sólo él mantenía los casos abiertos.

Un archivo de 116 páginas para llegar a Hollywood: su propio caso, muerto por ahora.

Y su caso principal: páginas y páginas que seguía revisando. El caso de Dick Stensland: clavos en el ataúd de Ed Exley. De sólo decir las palabras se le ponía la carne de gallina.

El caso del Nite Owl.

Lo recordó al trabajar en el caso Janeway: la conexión Duke Cathcart / pornografía, retención de pruebas, material para liquidar a Exley. El momento no era oportuno entonces: no tenía sesos para continuarlo, los negros escaparon, Exley les disparó. El caso se cerró, los detalles incongruentes se olvidaron. Pasaron años; Bud volvió al asunto Janeway, descubrió una conexión. Y la pequeña Kathy le hacía pensar Nite Owl, Nite Owl, Nite Owl.

Deducciones:

En el 53, Dwight Gilette y Cindy Benavides —asociados conocidos de Kathy— le dijeron que un tío parecido a Duke Cathcart quería adueñarse del negocio de Cathcart. ¿Qué «negocio»? Duke tenía sólo dos hembras en el rebaño, pero había hablado de meterse en pornografía. Al principio parecía un castillo en el aire construido por un experto en castillos en el aire, pero quedó convalidado cuando los hermanos Englekling contaron que Cathcart les había propuesto un trato: ellos imprimirían las revistas, él las distribuiría, ellos verían a Mickey Cohen buscando financiación.

Los hechos:

Bud estuvo en el apartamento de Duke después del Nite Owl. Lo habían limpiado y habían borrado las huellas; habían revisado la ropa de Duke. Las Páginas Amarillas de la guía de San Bernardino estaban ajadas, sobre todo las correspondientes a imprentas. Peter y Baxter Englekling tenían una imprenta en San Bernardino; Susan Nancy Lefferts, víctima del Nite Owl, era oriunda de San Bernardino.

Informe del forense:

El especialista basó su identificación del cuerpo de Cathcart en dos cosas: fragmentos dentales cotejados con los registros carcelarios de Cathcart y la camisa deportiva que llevaba el cadáver, con el monograma D.C. Los fragmentos de placas dentales eran típicos de las cárceles de California: cualquier ex convicto que hubiera cumplido una condena en el sistema penal estatal podía tener ese… plástico en la boca.

Los datos confidenciales de Bud:

Kathy Janeway mencionó una «simpática» cicatriz en el pecho de Duke. El informe del doctor Layman no mencionaba esa cicatriz, y la perdigonada no había destruido el pecho de Cathcart. Un detalle final: el cadáver del Nite Owl medía uno sesenta; los documentos carcelarios de Cathcart le daban uno sesenta y dos.

Conclusión:

Alguien que se hacía pasar por Cathcart había muerto en el Nite Owl.

Además:

Pornografía.

Cindy Benavides decía que Duke estaba prepara do para distribuirla; Antivicio investigaba pornografía entonces —Bud había leído los informes del Escuadrón 4— y no había mencionado pistas. Russell Millard murió y el caso de los libros obscenos quedó en el olvido. Los hermanos Englekling contaron su historia sobre Duke Cathcart, dijeron que habían visitado a Mickey Cohen en prisión y él se había negado a patrocinar el negocio. Pensaban que Cohen había ordenado las muertes del Nite Owl por convicción moral; una idea ridícula. Pero quizás algún complot relacionado con el Nite Owl se iniciara con Mick. Exley presentó un informe diciendo que él y Bob Gallaudet proponían esa teoría, pero los negros escaparon, y las muertes se les atribuyeron.

Ahora, la teoría de Bud:

Cohen —o Davey Goldman— pudo haber hablado con algún convicto acerca del plan Cathcart/Englekling. Tal vez el sujeto salió en libertad bajo palabra y habló de adueñarse del rebaño de Duke, cuando en realidad se estaba ejercitando para irritar a Duke. Quizá mató a Duke, le robó algunas prendas y terminó en el Nite Owl por casualidad, porque Duke frecuentaba el lugar o, más probablemente, como parte de una reunión delictiva que salió mal. Los asesinos salieron, regresaron con escopetas y dispararon al falso Cathcart y a cinco inocentes para que pareciera un asalto.

Un defecto en su teoría:

Había revisado los registros de libertad bajo palabra de McNeil: sólo negros, latinos y blancos demasiado grandes o demasiado pequeños para ser el falso Cathcart fueron liberados entre el momento de la reunión Cohen-Englekling y el Nite Owl. Pero Cohen pudo haber comentado la propuesta, el rumor llegó al exterior, la personificación de Cathcart pudo ser obra de alguien que lo oyó de tercera o cuarta mano.

Teorías sobre teorías, teorías que demostraban que tenía cerebro para ser detective:

Si las muertes de Nite Owl se relacionaban con un proyecto para distribuir pornografía, los negros eran inocentes. Los asesinos habían puesto las escopetas en el coche de Ray Coates. Eso significaba que el Mercury rojo visto frente al Nite Owl era coincidencia. Los asesinos no podían saber que tres negros habían disparado escopetas hacía poco en el Griffith Park y que figurarían como primeros sospechosos. Los asesinos encontraron el coche de Coates antes que la policía y pusieron allí las escopetas tras limpiarles las huellas. Podría haber sido de varios modos.

1. Coates, en la cárcel, pudo haber dicho a su abogado dónde estaba escondido el coche, los asesinos o un representante pudieron solicitarle la información al abogado, o pudieron obligarlo a que sonsacara los datos a Coates.

2. Los negros pudieron deslizarle el dato a otro prisionero, quizás un interno infiltrado por los asesinos.

3. Su favorito, por ser el más simple: los asesinos eran más listos que el Departamento, exploraron por su cuenta, revisando en primer lugar garajes detrás de casas desiertas mientras la policía revisaba paso a paso.

O los negros hablaron con otros presos, quienes salieron en libertad y fueron abordados por los asesinos; o —improbable— un polizonte les informó de cómo andaba la investigación. Imposible verificarlo todo: la Cárcel de los Tribunales destruyó sus archivos 1935-55 para contar con más espacio de depósito.

O los negros eran culpables de veras.

O era otra pandilla de negros, que andaba en coche, había disparado al aire en Griffith Park y había matado a seis personas en el Nite Owl. El Ford/ Chevy/Mercury 1948-50 no se encontró porque la pintura roja era casera y no constaba en ningún formulario de Vehículos.

Ejercicios cerebrales de alguien que nunca se había atribuido mucho cerebro. Y que no creía que una pandilla de negros hubiera causado las muertes, pues:

Los hermanos Englekling vendieron la imprenta en el 54 y desaparecieron de la faz de la tierra. Dos años atrás, Bud había pedido el paradero: ningún resultado, ningún resultado positivo al comparar con boletines sobre cadáveres de todo el estado. Nada sobre los hermanos, ningún cadáver que pudiera ser el verdadero Duke Cathcart. Y seis meses atrás, en San Bernardino, se había topado con una buena pista.

Un lugareño de San Bernardino había visto a Susan Nancy Lefferts con un hombre que respondía a la descripción de Duke Cathcart, dos semanas antes de la Matanza del Nite Owl. Le mostró fotos de Cathcart; el hombre dijo: «Se parece, pero no es igual». El informe de la matanza decía que Susan Nancy había «intentado» tocar al hombre sentado en la mesa contigua: el falso Duke Cathcart, supuestamente desconocido para ella. ¿Por qué estaban en mesas diferentes? Dato final: intentó entrevistar a la madre de Susan Lefferts, pensando en identificar al novio a través de ella. La madre no quiso hablarle.

¿Por qué?

Bud recogió sus cosas: recuerdos, cinco kilos de papel. Todo atascado por ahora. No había nuevas pistas sobre las prostitutas, y el Nite Owl quedaría muerto hasta que él abordara a Mickey Cohen. Fue al ascensor: adiós, Homicidios.

Ed Exley pasó clavándole los ojos.

Sabe que me acuesto con Inez, pensó Bud.