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Una boda al aire libre, ceremonia presbiteriana. Papá Morrow invitaba y pagaba la cuenta. El 19 de junio de 1953: el Gran V cierra el nudo.

Miller Stanton padrino; Joan Loew —achispada con ponche de champaña— es la madrina. Dudley Smith: el éxito de la recepción; anécdotas, canciones gaélicas. Parker y Green vinieron a petición de Ellis Loew; apareció el capitancito Ed Exley. El círculo social de los Morrow redondeaba la lista de invitados y atestaba el enorme patio de Welton.

Votos matrimoniales para el telón. Malas deudas bien saldadas: nuevos días en el calendario, su «declaración / póliza de seguros» guardada en catorce bóvedas bancarias. Votos temibles: tuvo que darse ánimos en el altar.

Parker enterró la muerte de Hudgens. Bracken y Patchett crearon un empate. Dudley le pidió que dejara de seguir a White, creyó sus informes falsos, en los cuales Lynn no existía: de noche White recorría bares. Jack vigiló la casa de Lynn un par de días, y al parecer tenía una buena relación con Bud. Que siempre fue un sentimental.

Como Jack.

El sacerdote dijo las palabras; ellos dijeron las palabras; Jack besó a la novia. Abrazos, palmadas, buenos deseos. Parker infundió un poco de calidez; Ed Exley saludaba a los presentes. Ni huellas de la muchacha mexicana. Apodos: «Ed Escopeta», «Ed Gatillo». El «Mayor Héroe de Los Ángeles» le sonríe al polizonte/recaudador que se casa.

Jack encontró un lugar encima de la caseta de la piscina: una elevación con vistas. Dos celebrantes sobresalían: Karen, Exley. Debía admitirlo: había aprovechado la oportunidad, había dado buen nombre al Departamento. Él no habría tenido el estómago. Ni la furia.

Exley. White. Jack.

Jack contó secretos: los suyos, aquello que vivía en el linde donde la pornografía se unía con la muerte de un experto en escándalos y quizá con la Matanza del Nite Owl. Pensó en Bud White, Ed Exley. Hizo una plegaria de bodas: el Nite Owl muerto y enterrado, un tránsito seguro para hombres implacables y enamorados.