XII

NOTICIAS DE MAX

MAX Labarthe vino con los oficiales de Brujó a Berga. Al parecer, se hallaba muy entusiasmado con Pilar la Aragonesa, que no le hacía caso, porque ella estaba a su vez prendada de Hugo.

Max hizo una porción de tonterías y de imprudencias que no tuvieron ningún éxito y pusieron al marido de Pilar en guardia. Escribió cartas, que fueron interceptadas; siguió a la capitana por todas partes. Ella estaba furiosa contra él, pues con sus persecuciones había conseguido que no tuviera libertad.

—Ese amigo de usted es un estúpido, un imprudente —le decía a Hugo.

—Qué quiere usted; yo no tengo la culpa.

—Dígale usted que me deje en paz, y le añade usted que no le hago caso no sólo porque soy una mujer honrada, sino porque no me gusta.

—Es usted cruel como todas las mujeres —le dijo Hugo.

—También lo son conmigo —replicó ella.

—¡Quién va a ser cruel con usted!

—Alguno —contestó ella.

Unos días después fue Hugo a ver a Max. Hablaron de la Pilar.

Max creía que la capitana estaba prendada de alguien, y casi sospechaba que fuera de Hugo. A pesar de su entusiasmo por la Pilar, no creía que su honestidad fuese la que le impidiera corresponder a su amor. Había otro motivo, según él.

Con el entusiasmo por la Pilar alternaba en Max el odio por el conde de España.

—Es un farsante y un hipócrita —dijo—. Se sabe que está en relaciones con los liberales de Barcelona y que quiere pasarse al bando cristino de capitán general.

—¿Hay indicios de ello?

—Sí. Se sabe que tiene correspondencia con gentes de Barcelona.

—No me parece nada extraordinario después de todo —replicó Hugo.