LOS INFORMES DEL CURA DE CASTILLON
PARA ir a Castillon tomaron el camino que les indicaron y fueron por la tarde. Castillon se halla a dos leguas de Saint-Girons. El camino bordea un arroyo y cruza varias aldeas. Hugo recordó que Arthur Young, el viajero inglés, dice que cuando pasó cerca de Saint-Girons, en doscientas millas no se cruzó más que con dos cabriolés y tres miserables cosas parecidas a viejas sillas de posta de un caballo. No vio más que aldeanos pobres y ni un gentilhombre, y encontró las posadas execrables.
A poco de salir Hugo y Max camino de Castillon comenzó a llover. El cielo se iba poniendo oscuro, las ráfagas de viento agitaban los árboles y pasaban nubes blancas y moradas.
Fueron primero por la orilla de un arroyo y después internáronse por el valle de Biros. En el fondo se veía un castillo; debía de ser el castillo de Montespan. Cuando llegaron a Castillon llovía a torrentes.
Castillon en Couserans es un pueblo colocado parte sobre una colina y parte en el valle; a la mitad de la altura se encuentra la iglesia y en lo alto una capilla románica, resto de una antigua fortaleza.
Preguntaron por dónde se podía ir a la iglesia; les dijeron que por la calle Mayor llegarían a ella. Siguieron, dieron la vuelta a la calle y aparecieron delante de una iglesia moderna. Saltaron del cochecito y entraron en el pórtico a protegerse de la lluvia.
Desde el atrio se divisaba una plaza con casas pequeñas, y con tejados de pizarra; encima, el cerro, y entre los árboles, la capilla, resto del castillo de Comminges.
Entraron en la iglesia y vieron a una vieja, a quien preguntaron si se podía ver al cura.
—Sí; aquí cerca vive.
La vieja salió al atrio con los dos jóvenes.
—¿Es de ustedes el coche? —les preguntó.
—Sí.
—Ahí enfrente lo pueden ustedes dejar.
El sitio indicado era un taller de carros. Metieron dentro el coche, llevando el caballo a la cuadra Después, acompañados de la vieja, fueron a una casa próxima.
Abrió la vieja la puerta con un picaporte y pasaron los tres a un zaguán un tanto oscuro, con un banco. Subieron una escalera y entraron en un despacho grande, con armarios alrededor, llenos de legajos y de libros y en un estante más de cien cuadernos pequeños y negros.
—Le voy a avisar al señor cura —dijo la vieja.
Al poco rato apareció el cura; un señor de unos sesenta años, grueso, rechoncho, sonrosado, con la mirada inquieta y alarmada y las cejas blancas salientes como pinceles.
Se quedó un poco sorprendido al oír lo que deseaban los dos jóvenes y murmuró:
—Creo que tengo algunos datos sobre ese conde de España que ha sido capitán general de Cataluña. No me parece que esté muy claro que sea de aquí.
—Lo consideran de aquí —observó Max—. Ya ve usted, él se llama en las alocuciones Carlos de España, de Couserans, de Comminges y de Foix.
—Puede ser, no digo que no; pero no creo que estos sean apellidos que queden por línea directa. Respecto al Couserans, antes comprendido en Comminges, pertenecía en el siglo X a los condes de Carcasona. Roger II, conde de Carcasona, lo dio en 990 a Bernardo, su hijo mayor, con el título de vizconde. Hacia la mitad del sigloXII, el vizcondado de Couserans cayó en la casa de Bigorre, de donde pasó a la casa de Navarra, y de esta, naturalmente, a la rama mayor de los Borbones.
—¿Así, que, actualmente, el auténtico vizconde de Couserans será el representante de los Borbones?
—Claro. Respecto a los Comminges, que salen de los condes de Toulouse, es una familia real. Una dama casada con uno de los Comminges descendía de los emperadores de Constantinopla. Vemos en la guerra de los Albigenses un conde de Comminges, Bernardo IV, que se distingue en varias batallas, entre ellas en la de Muret. Después siguen los Comminges hasta la mitad del siglo XV, en que se extingue la familia por línea de varón y pasa el título a la corona de Francia.
—¿Y con respecto a los condes de Foix ocurrirá lo mismo?
—Igual. Es una familia reinante que dura más, pero al último el título de conde de Foix pasa a la familia de Albret, y de aquí a los Borbones. Sin embargo, todavía en un libro Terrier, hecho en 1682 por monsieur Jean Rofier Legrand, se habla de messire Paul Gabriel de Foix, conde de Couserans, señor del presente lugar.
—¿Y quiénes pueden ser los descendientes de los Couserans, de los Comminges y de los Foix por línea no directa de varón?
—Todos los títulos de estos condados o vizcondados de Foix, Comminges, Nemours, Armagnac, Couserans, etc., han ido, cómo he dicho, a parar a los Borbones. Parientes por líneas colaterales se consideran los Polignac por los Foix y los Mauleons, los Narbonne, los Montespan, los Pardaillan Gondrin y los D’Antin. Algún parentesco más lejano pueden tener los Montesquieu, los Castelnau, los Montaut y los Orbessan; pero la familia más directa es la de Montespan. La fundación de la casa de Montespan es conocida. Arnaldo de Comminges, llamado de España, vizconde de Couserans, casó en 1264 con Felipa de Foix y tuvo varios hijos. El mayor, Arnaldo, casado con la marquesa de Semeac-Benac, fue el fundador de la casa de Montespan. El castillo de Montespan, que está hoy en ruinas en Labarthe-Inard, a dos horas de Saint-Gaudens, se llama Montespan de Mons Hispania o Mons Hispan. Es una pretensión ridícula de los aristócratas el afirmar que el nombre de familia es anterior al nombre del lugar. Lo lógico es que sea al revés. Probablemente los reyes de armas dirán que la familia Hispania edificó un castillo, y de ahí vino el nombre de Mons Hispania; pero eso no parece lo racional. Yo me figuro que como esta comarca del Couserans se cree habitada por españoles, en ese monte vivirían gentes procedentes de España, y por eso le llamarían Monte Hispano, y de aquí Montespan.
—Y estos Españas, ¿quiénes son?
—No lo sé. Algunos de estos condes de Comminges, no sé si por matrimonios con las casas de Barcelona y de Urgel, se llaman de España; pero esto, en general, no es un apellido que va de padres a hijos. Así vemos un Arnaud d’Espagne, hijo de Roger, conde de Comminges en el siglo XIII, y una Auberte, hija de Gaston-Roger de Comminges y de Margarita d’Espagne, y una Grisa de España, y un Lolie, señor de Miglor, casado con una Juana d’Espagne en el siglo XV. Pero, como digo, no es España un apellido en el sentido actual que vaya de padres a hijos. En cambio, tenemos el apellido d’Espagne o D’Espaigne en el Couserans, pero no en la aristocracia.
El cura echó mano de sus cuadernos, que tenían distintos títulos: Inscripciones de las iglesias, listas de nombres y de castillos, testamentos, genealogías, etc., y leyó:
—Aquí tenemos la lista de los nobles de Couserans del siglo XVI y XVII. No aparecen los Espagne. En cambio, aquí hay una lista de D’Espagne, burgueses. Miguel D’Espaigne, cura de Mane; Francisco D’Espaigne, cura de Balaguer; Juan D’Espaigne, cura de Labastide de Salat; Pierre D’Espaigne, hijo de Dominique D’Espaigne, notario en Labastide de Salat en 1679; Juan Luis D’Espaigne, cura escolano, es decir, coadjutor de Ballaguer en 1735 y vicario de Tedeille en 1739; Arnaut D’Espaigne, burgués de Mazeres del Salat, casado con Annie Dussoulier, que tuvo muchos hijos y murió en 2 de agosto de 1674; Sebastián D’Espaigne, cura de Cerisol, bachiller en sagrada Teología. Como ven ustedes, el apellido D’Espaigne no es aquí de aristócratas.
—¿Y como título?
El cura echó mano de otro cuaderno.
—Como título aparece un marqués de Espagne, creado en 1755, como presidente de los Estados generales de la nobleza de Couserans, tenidos en Saint-Girons en 1779.
—¿Qué apellido tiene?
—Al parecer, se llama D’Espagne, aunque hay quien dice que se llama Espagnac. Es Enrique Bernardo, marqués D’Espagne, barón de Ramefort, señor de la castellanía de Cassagnabère y primer barón de Nebouzan. Este señor parece que entró en el servicio real en julio de 1752. Sirvió en calidad de capitán de caballería en el regimiento de Royal Picardie; fue caballero de San Luis y coronel del regimiento provincial de Marmande. Después llega a ser brigadier del Ejército y adquiere tierra en los alrededores. Aquí hay una nota que dice: Messire Enrique Bernardo, marqués D’Espagne, barón de Ramefort, tiene tierras incultas en Laureac.
—¿Así que este es el primer titulado de la familia?
—Así parece.
—¿Y de este no se sabe claramente quiénes eran sus ascendientes?
—No se sabe. El primer barón de Ramefort es un hijo tercero de un señor de Montespan. Quizá de aquí vienen estos Españas.
—Vamos a ver ahora la relación que puede haber entre nuestro general y el marqués.
—Buscaré el cuaderno de matrimonios —dijo el cura—. Vamos a ver: aquí está. Del matrimonio de Enrique Bernardo, marqués d’Espagne, con una señorita Cabalby nacieron: 1.º, N., muerto en la niñez; 2.º, Armando Roger, nacido en 9 de octubre de 1771 (después conde de España y capitán general español, dice el copista); 3.º, Juan Alejandro Francisco, llamado el caballero d’Espagne, el 10 de noviembre de 1772; 4.º, Octavia Francisca Enriqueta Carlota d’Espagne, nacida en agosto de 1765, y 5.º, Juana Jaquette d’Espagne, nacida en julio de 1768. Ahora hay una nota copiada de un genealogista que asegura que los Espagne tienen como armas un león de gules en campo azul, y que esto es prueba de que descienden de los reyes de León.
—Todo esto es muy vago para lo que buscamos nosotros.
—Pues no hay otra cosa.
—¿Y cómo se asegura que el Armando Roger es el conde de España, capitán general español, cuando este se llama Carlos? —dijo Hugo.
—¡Ah! Eso no lo sé.
El cura mostró después algunos de los documentos curiosos que guardaba en su archivo con gran satisfacción. Luego echó mano de sus cuadernos llenos de notas. Representaba un trabajo enorme de compilación, que parecía imposible que pudiera llegar a ordenarlo.
—Quizá entre estas notas haya algo que se refiera a los Españas… Listas de los curas de las parroquias del Couserans… Inscripciones funerarias… Planos de las torres… Inscripción en el campanario de Seix… Lista de los obispos… Plan de la nota para pedir la restauración del título episcopal de Saint-Lizier… Precio de los arrendamientos de las tierras del Couserans en libras tornesas… Aquí, aquí hay algo. Es una nota: La casa de Comminges contiene diez castellanías: Muret, Samalhan, L’Isle-en-Dodon, Saint-Julien, Aurignac, Salies, Castillon, Fronsac, Saint-Girons y la baronía de Aspet. Otra nota: En 1309, carta del Papa Bonifacio VIII sobre asuntos de Pamiers. El acta en la cual está incluida se halla firmada por Arnalde de Hispania, vicecomitis cousseranensis; es decir, Vizconde de Couserans. Castillos de la casa real de Comminges había por casi todos estos contornos. El que está aquí en el cerro de Castillon, del que no queda más que la iglesia, era uno de ellos. En Cassagnabère, en el cantón de Aurignac, estaba en ruinas el castillo de Ramefort.
—Aquí se habla también del general francés D’Espagne, hecho conde por Napoleón y muerto en la batalla de Essling —siguió diciendo el cura—. Este se llamaba Juan Luis Brígido y había nacido en Auch. Su nombre figura en el arco de triunfo de la Estrella en París. Hay después una nota acerca de una señorita D’Espagne, hija del marqués D’Espagne, que en tiempo de la Revolución hizo una denuncia contra un tal Abolin, diputado del Consejo de los quinientos, porque este Abolin, antiguo hombre de negocios del marqués D’Espagne, se había quedado con algunas propiedades suyas.
»Viene luego una nota sobre el conde de España. Según unos, ha nacido cerca de Saint-Real, o más bien de Saint-Gaudens, en Cassagnabère, patria del cardenal d’Ossat. Según otros, nació en el Castillonais, en el Valle de Biros; es decir, aquí. La tradición local que menciona la estancia del conde de España en el castillo de Marbe, cerca de Castillon, hace creer que era del Couserans. Según algunos viejos, hubo en el siglo XVIII un duelo entre el conde de España y monsieur de Gerus, que acabó con la muerte a traición de este. Los castillonenses prohibieron la entrada del conde de España en Castillon.
—¿Cómo se puede decir eso si no había condes? —preguntó Max.
—No sé. Otra nota. En 1833, el conde de España, el general español, vivía en L’Isle-en-Dodon.
—¿Y allí quedará algo?
—Tampoco lo sé. Aquí se habla también de una marquesa de España asesinada cerca de Urgel, y que está enterrada en la iglesia de San Esteban de Seix. ¿Quién era esta señora? Lo ignoro. Dice después que se ve todavía en la iglesia de Seix la tumba de la madre del famoso conde de España; por ella se sabe que era esta de la familia de Terssac. Yo no tengo más datos.
—¿Le parece a usted poco? —le preguntó Hugo. Como el cura tenía intenciones de seguir, Max le dijo que no se molestara ya más.
—Una pregunta. ¿Aquí qué raza predomina? —preguntó Hugo.
—¡Oh! Yo no sé nada de eso; eso de la raza es tan vago… En este rincón pirenaico ha habido toda clase de razas: iberos, aquitanos, griegos, romanos, godos, francos, sarracenos, judíos… Aquí se habrá efectuado probablemente la fusión de sangre ibérica, céltica, romana, gótica, judía y sarracena. Se dice que los nobles del Languedoc todos tenían en su ascendencia alguna abuela sarracena o judía. Hay algunos que creen encontrar tipos característicos de estos pueblos andando por el campo. A mí me parece una ilusión.
Hugo y Max se levantaron y se despidieron del abate, que tomó su actitud distraída.
Los dos jóvenes salieron de casa del cura.