VI

MASONES

ES necesario hacer algo. Si no, vamos a quedar muy mal con nuestro amigo —dijo Hugo.

—Sí, no hay más remedio.

Decidieron investigar cada uno por su lado.

En Tolosa, Máximo recorrió las librerías, miró en las bibliotecas, anduvo por oficinas y negociados, en casas viejas con escaleras y suelo de ladrillos por el estilo de los pueblos de España.

Sacó la consecuencia de que los descendientes de la familia de Foix y de Comminges debían de estar entre los Narbonnes, los Polignac y los Montespán.

Le dijeron que, para encontrar datos de la familia, lo mejor sería ir a Saint-Gaudens y a Saint-Bertrand de Comminges.

Max fue después a la logia de la calle del Lobo, llamada Hijos de la Luz.

En la misma casa había una venta carbonaria de refugiados polacos, titulada de Praga, unida a una venta de italianos de la Joven Italia.

Hugo fue a casa de Josefina d’Esperamons, en la calle del May, cerca de la de Saint-Rome.

Josefina acogió al inglés amablemente y le preguntó por don Eugenio y por Pedro Leguía; tocó la guitarra, y al día siguiente, como entusiasta de su barrio, acompañó a Hugo por aquellas callejuelas y le enseñó los antiguos hoteles de la calle des Chapeliers, des Changes, des Balances, la calle Malcousinat con sus casas antiguas y torres.

Lo llevó también a la tienda de un comerciante, cerca de la plaza del Capitolio, antiguo contratista de paños para las tropas de don Carlos.

—¿Así que usted tiene curiosidad por averigurar los orígenes del conde de España? —lo dijo este—. Yo he conocido a un cura de Castillon en Couserans, muy erudito; hace tiempo que no le veo. Yo creo que él debe de saber algo. No sé si seguirá en el mismo pueblo.

El comerciante añadió que un castillonense tabernero y comerciante de caballos del barrio de San Cipriano seguramente lo sabría. La taberna se llamaba las Cuevas del Padre José, y el amo, Juan Martín Quiri. Hugo y Max fueron a verle.

Quiri resultó masón; atendió a Max y le dijo:

—Si quiere usted ir al Couserans, yo le prestaré un carricoche y un caballo.

Al día siguiente fueron al establecimiento de Quiri y montaron en el coche. Hugo sabía guiar y Max también.

El primer día marcharon a Saint-Bertrand de Comminges.