EN LA OSCURIDAD
MEDIA hora después la iglesia de Cervera se ha quedado vacía; los curas se han ido marchando, arrodillándose y quitándose el birrete al pasar por delante de los altares; el sacristán va matando las luces con el apagavelas, que recuerda una nariz sujeta en un palo.
Se han oído pisadas en las losas, golpes de vara y después el ruido estrepitoso de unos cerrojos y de unas llaves.
Por las calles próximas a la catedral, canónigos y curas marchan a buscar la pitanza cotidiana.