LA CONTESTACIÓN DE SUSANA
CUANDO Hugo volvió a las Roquetas, pasados los ocho días de término, se encontró con que Susana, con su niña, se había marchado de la finca, dejándole una carta.
La carta era muy expresiva. Decía en ella a Hugo que le quería y hacía votos por su felicidad; que no le podía abandonar a su marido porque comprendía que era un hombre desgraciado; que la suerte de los dos estaba unida; que si se escapaba de su casa, su hija, con el tiempo, se lo podía reprochar y sería para ella un dolor insoportable.
Después añadía que Hugo era casado y debía reunirse y reconciliarse con su mujer y volver a Inglaterra.
Por último, añadía que ella era más vieja que él, y que podía llegar el caso de que él se cansara de ella y entonces a ella no le quedaría nada: ni el cariño ni la satisfacción de haber cumplido con su deber.
Susana esperaba que Hugo no haría uso de aquella carta; que después de leerla la rompiera, y le recomendaba que se esforzara en olvidarla y en creer que el tiempo que había vivido en Berga había sido un sueño: Para él sería esto mucho más fácil que para ella.
Hugo leyó la carta y quedó durante mucho tiempo pensativo y melancólico.
Se le ocurrió volver a Berga, pero pensó que vencer la resistencia de Susana, que era mujer de energía y de carácter, sería ya imposible.