IV

UN INTRIGANTE CARLISTA

UN día se presentó en Berga Arias Teijeiro, el botánico gallego intrigante y maquinador, expulsado por Maroto del Real de Don Carlos antes del convenio de Vergara. Después de pasar algún tiempo en Francia, Arias Teijeiro fue a reunirse con Cabrera, y, al parecer, Cabrera le expulsó también de su lado, con lo que vino a presentarse al conde de España como víctima de la más negra e inaudita persecución.

No era fácil saber lo ocurrido entre Arias Teijeiro y Cabrera, qué motivos de riña existieron entre el tortosino y el gallego, y si lo que contó el gallego pasaba de ser una patraña inventada con el objeto de ser bien recibido por el conde.

Aunque el conde sintiese admiración por Cabrera como militar, no estaba siempre a su favor, y en algunas ocasiones le criticaba por sus pretensiones; el caudillo del Maestrazgo no se contentaba con mandar; muchas veces quería dogmatizar como un padre de la iglesia.

La petulancia de Cabrera con los generales del gobierno establecido, le parecía al conde un tanto excesiva y jactanciosa. El conde se mostraba casi siempre atento en sus oficios con los jefes de las fuerzas enemigas y no le gustaba emplear bravatas. Arias Teijeiro notó, con su astucia de intrigante, que el conde no era un incondicional de Cabrera y supo manejarle y hacerse amigo suyo.

Arias Teijeiro era servil, adulador, pacienzudo y petulante. Sabía contar con el tiempo y tenía la persistencia de la gota de agua.

Luego que Arias Teijeiro llegó a Berga se puso secretamente en comunicación con el canónigo Torrabadella y con los demás individuos de la Junta, los cuales, de acuerdo con él, resolvieron dirigir una exposición a Don Carlos quejándose de la conducta y del mando del general.

Arias Teijeiro no era el tipo de los enemigos catalanes del conde, violentos, sañudos, coléricos. Arias Teijeiro era ondulante, no le tenía odio personal al conde, pero quería quitarle de en medio por si de este modo quedaba un sitio para desarrollar él sus ambiciones personales.