http://13_EL MANIFIESTO ENCRIPTADO

Derek no pensaba darse por vencido. Aquello no había hecho más que empezar. Aun cuando su estado mental le obligara a permanecer prisionero entre cuatro paredes, no se quedaría quieto. Quería ayudar a Nerea, la chica con la que había compartido la primera videoconferencia realizada desde el Gran Boom, la chica a la que ahora consideraba su compañera de aventuras, la chica que hacía que su estómago diera un vuelco cada vez que pensaba en ella.

Nerea se había quedado grabada en su cerebro y, por más que se esforzara, no lograba quitársela de ahí. Incluso le parecía verla cuando contemplaba la pantalla oscura del ordenador. El rostro de Nerea surgía entre las sombras, como una psicoimagen fantasmal que usara el monitor para comunicarse con el mundo exterior. Y cuando se producía dicha aparición, Derek se repetía que era lo mejor que le había ocurrido desde su encierro. Así que no iba a dejar a su nueva amiga en la estacada. La ayudaría a descubrir quién se ocultaba tras el seudónimo de La Sombra y lo haría usando la única arma que dominaba a la perfección: la red.

Durante más de ocho horas, Derek buscó información en Internet sobre la secta Koruki-ya y sobre su fundador, Akunari Watanabe. La mayoría de las páginas estaban en japonés, pero también localizó algunas en inglés. Leyó cuanto pudo sobre esa organización y llegó a la conclusión de que, pese a la captura del líder, sus acólitos continuaban libres y seguramente activos.

Según pudo leer en algunas webs, la Interpol y el FBI daban por zanjado el tema porque consideraban que la única persona realmente peligrosa de toda la organización era Akunari Watanabe. Al resto de los fieles los tomaban por simples perturbados que se limitaban a idolatrar a un prisionero apocalíptico. Sin embargo, había quien desafiaba las opiniones de las fuerzas policiales. En algunos foros a los que sólo podían acceder auténticos expertos en la red, Derek encontró comentarios que aseguraban que Watanabe no era, ni mucho menos, el jefe supremo. Además, había consenso en que los miembros de Koruki-ya estaban preparando una operación a nivel mundial que, según sus creencias, cambiaría la estructura social del planeta tal y como hoy la conocemos. Otros usuarios afirmaban que se habían organizado en lo que ellos mismos habían bautizado como «El ejército de las sombras». Esta milicia secreta permanecería oculta a la espera de que su auténtico líder, del que nada se sabía, lanzara un llamamiento universal para que sus soldados salieran de sus madrigueras y sincronizaran un ataque colectivo en un buen número de grandes ciudades. Y un tercer grupo de usuarios respaldaba cierta leyenda urbana según la cual el líder de la secta había encriptado en varias páginas web un manifiesto donde se explicaban los objetivos de la secta Koruki-ya.

En principio Derek no creyó al cien por cien ninguna de las versiones que se daban en aquellos foros. Como experto en Internet, sabía que, si algo sobraba en la red, eran las medias verdades y las historias disparatadas. Estaba convencido de que la imaginación de cientos de usuarios se había visto excitada ante la posibilidad de que hubiera una secta resuelta a terminar con el dominio de la informática en nuestro mundo. Esos mismos internautas habían hinchado la paranoia añadiéndole todo tipo de fantasías.

No obstante, algo de verdad podía intuirse leyendo entre líneas. Por eso continuó investigando en torno a aquellos rumores, recurriendo a un último comodín: el foro de hackers H4CK. Se trataba de una página web a la que sólo se podía acceder rompiendo una serie de códigos de seguridad y contraseñas, una proeza reservada a aquéllos para los que la informática no guardaba ningún secreto. Derek había conseguido saltar todas las barreras de seguridad para acceder a H4CK mucho tiempo atrás y ahora sólo tenía que entrar en dicho portal para lanzar la pregunta que le rondaba por la cabeza:

¿Quién puede informarme sobre la posible supervivencia de la secta Koruki-ya?

En apenas veinte minutos recibió más de un centenar de respuestas. Todas coincidían en un punto: aun cuando hubieran detenido a un miembro destacado, la secta continuaba a pleno rendimiento. La información era fiable, porque nadie podía moverse por Internet con la pericia de los usuarios de aquel foro. Ahí no acudía gente con ganas de divertirse a base de fabricar historias de miedo, sino auténticos ciberexpertos con una idea muy clara de la importancia de no difundir meros rumores en la red. Así que Derek lanzó otra pregunta:

¿Cómo puedo infiltrarme digitalmente en la organización?

La cuestión era más compleja, motivo por el cual el número de respuestas se redujo considerablemente. Algunos usuarios le recomendaron que no lo hiciera, porque la organización criminal disponía de expertos informáticos dedicados en cuerpo y alma a rastrear cualquier ataque cometido desde fuera.

Convencido de que su habilidad frente al ordenador le permitiría driblar cualquier intento por descubrir su identidad, Derek desoyó tales consejos. Continuó leyendo los mensajes enviados por los otros usuarios durante un rato, hasta que un usuario con el nick «La luz aniquila la sombra» le escribió el siguiente mensaje:

Busca el manifiesto encriptado.

Derek replicó inmediatamente a este mensaje:

¿No se trata de una leyenda urbana?

Y obtuvo la respuesta que buscaba:

En absoluto. El líder de la secta Koruki-ya encriptó su manifiesto en decenas de páginas web de apariencia normal. Ese manifiesto contiene todas las claves para entender qué se oculta tras la organización.

Derek seguía albergando serias dudas sobre esta revelación, pero su interlocutor se mostraba tan convencido que decidió seguir indagando:

¿En qué páginas debo buscar?

La luz aniquila la sombra dijo:

Nadie lo sabe, pero alguna vez he leído en este mismo foro que los Koruki-ya captan a sus adeptos a través de páginas dedicadas a temas esotéricos. Es todo lo que puedo decirte.

Derek comprendió que hasta ahí llegaba la ayuda.

Gracias por la información, LLALS. Te debo una.

La respuesta le dejó bastante intrigado:

Algún día te pediré que me la devuelvas.

El niño de la habitación se puso a buscar en Google y otros motores de búsqueda páginas sobre esoterismo. Aparecieron miles de webs donde se hablaba de fantasmas, diablos, monstruos, duendes, reencarnados, zombis, vampiros y toda suerte de seres que, al entender de Derek, no pertenecían a otro reino que no fuera el de la fantasía. No era la primera vez que había tenido que buscar mensajes cifrados dentro de un número elevado de webs, por lo que, algunos meses antes, había creado un programa que se dedicaba a «deshacer» los portales que contuvieran alguna palabra o nombre que le interesaban. Este programa escaneaba todas las páginas seleccionadas y se adentraba en sus códigos ocultos para averiguar si escondían textos sólo visibles por ases de la red. De este modo había conseguido contactar con algunas asociaciones de hackers que encriptaban mensajes dentro de webs de apariencia inofensiva.

Dio las órdenes pertinentes al ordenador para que ese mismo programa comenzara a analizar los códigos ocultos en las páginas de esoterismo. Consciente de que la máquina tardaría varias horas en desenterrar algún mensaje, se puso a hacer flexiones. Cuando terminó, la pantalla del ordenador continuaba en blanco. Hizo una sesión de pesas, durmió una siesta y al despertar descubrió una alerta en el monitor: «Se ha encontrado una página encriptada dentro de la web: shadowphantom.net».

Derek pulsó el icono de desencriptar y de inmediato la página empezó a deshacerse. Las palabras e imágenes que la formaban fueron cayendo a lo largo del monitor como si se hubieran convertido en una lluvia de signos. Bajo esa cortina de letras asomó una segunda web en cuyo encabezamiento podía leerse, en grandes letras rojas, la palabra KORUKI-YA. La seguía este texto:

La tecnología ha convertido a los seres humanos en periféricos de los ordenadores. Nosotros, Guardianes de la Vida Biológica, revertiremos esta situación. No podemos permitir que la Vida Tecnológica acabe con el ser humano.

Hemos tratado de hacer comprender esta Verdad mediante palabras. Nadie nos ha escuchado. Ha llegado la hora de que invoquemos a todos los dioses que, a lo largo de los milenios, han acompañado a los seres humanos.

Hemos dado con la forma de llamar a esos dioses. Hemos dado con la forma de comunicarnos con los Creadores. Hemos dado con la forma de pedir a los Seres Supremos que aniquilen a cuantos quieren sustituir la Vida Biológica por la Vida Tecnológica.

El 20 de febrero de 2011 llevaremos a cabo el ritual de invocación de los Seres del Más Allá. Les pediremos que sólo salven a aquellos seres humanos que se han mantenido limpios de espíritu, que no han mezclado sus almas con los universos digitales, que han continuado tal y como vinieron al mundo. Ese día las Sombras dispersas por todo el planeta alzarán sus manos para derramar la sangre que dará origen a un nuevo mundo. Ese día se acabará con la existencia de 64 impuros que no supieron vivir acorde con los principios biológicos. Ese día los dioses, benignos y malignos, despertarán gracias al olor a sangre y bajarán a la Tierra para exterminar a los amigos de la tecnología.

Así sea. El fin está cerca. El principio también.

Derek se quedó paralizado. Notó que le temblaban las manos. Aquel mensaje era una clara amenaza para el hermano de Nerea. Hablaba de sangre derramada, de 64 víctimas, del fin de la tecnología, del origen de un nuevo mundo. Quiso enviar un mensaje de Facebook a su amiga, pero en el último momento se contuvo para no aterrorizarla y optó por seguir investigando en la web que acababa de aparecer ante sus ojos. Derek disponía de las herramientas necesarias para averiguar la IP desde donde había sido colgada aquella página. Activó un par de programas y, durante más de una hora, estuvo trabajando en torno al portal shadowphantom.net, hasta que descubrió lo que hubiera preferido no saber: el ordenador que creó esa página estaba en su propia ciudad. Aún peor, se hallaba a pocas manzanas de su domicilio y del de Nerea.