PULSIÓN

XIV

Todo reside ahí,

en la profundidad del pozo húmedo,

en la cueva que oculta el dulce sabor de la amargura.

Es el cuerpo que rige el camino,

atrae, invade, penetra el aire

y duele si no consuma su destino.

XV

Y sin tan solo pudiera alcanzar el infinito,

abandonarme a la caída,

sentir el placer en el desequilibrio.

La tierra tiembla porque mi piel se eriza,

porque mi cuerpo se rompe, se rompe por ti.

XVI

En mis brazos de perdición hallas la locura, amor,

enfurece a tu alma el calor de mi cuerpo, el veneno de mi corazón.

No me miras para no verte reflejado,

no me tocas para no sentirte atado.

Ven a mis brazos lobo receloso y hazme sangrar,

elévame al olvido,

si tú no hablas, yo no recordaré,

y a cambio, te acariciaré en tu sueño profundo.

XVII

Fuego que recorre mi cuerpo,

prende mis mejillas

exultante mi rostro

mi eterna sonrisa.

Se secaron los pozos de infinitas lágrimas que ahogaban mi corazón.

La pasión empuja, golpea mi vientre,

trata de abrirse camino

jugando, saltando, riendo.

Gente alegre que alegre mi existencia,

prolongue mi vida, mi juventud.

Proteger la llama para cuando mi campo esté sembrado de grietas,

fango, árboles de tronco torcido,

montañas podridas, cuevas cerradas.

Sobrevivir al cambio con la intensidad de una luz imperecedera,

un deseo, mi siempre deseo de sentirme viva.

XVIII

Se deshizo la carne saboreando la amargura de tus palabras,

mana la sangre en mi piel herida

y sin embargo, solo hallo consuelo en las heladas losas,

tumba que yace a tus pies,

besos de amor maldito.

Soy tu esclava,

pero yo sin ti vivo y tú sin mí no eres nada.

¿Qué susurras?

Pedazos escondidos sin coherencia alguna

tras ojos avergonzados de mirar al mundo informe.

Te quiero, pero, tú no tienes la culpa,

la culpa es solo mía.

XIX

Cuando la furia abrasa,

rompe la cordura imperante,

arremete contra un muro cual toro enloquecido

que hinca la pata en la tierra impenetrable

y se dispone a embestir ciegamente sobre su víctima culpable.

Como una niña… ¡no! ¡cómo una fiera!

Y cuánto deseo que vuelva a ocurrir,

que se vuelva a presentar la ocasión

en que mi alma se desgarre

y pueda romper mi grito en el aire.

Y cuánto deseo perder el control de mí misma

y abandonarme consumida al traqueteo de un vagón perdido en el tiempo,

y no ser persona, y sí bestia.

Morderte el cuello,

chupar tu sangre hasta que caigas a mis pies, rendido.

Ser cruel, contigo. Y conmigo.