Miles de huellas negras marcan los sentidos del alma,
siembran de penas tu corazón,
mas tu corazón es inmenso
y es impensable que alcance solo la sombra
pues no hay sombra si no existe la luz.
Rayos de sol acarician tu cuerpo desnudo
y lo hacen flotar sobre ríos de alegres lágrimas.
Sumergida entre las aguas,
observas cómo el cielo infinito se hace regalo para ti
rompiéndose en miles de cristales,
es el frío que golpea tu cuerpo y te grita…
¡Estás viva!
A Marina
Quisiera…
quisiera con los pies descalzos bailar sobre la desierta llanura, pradera de fino vestido, blanco resplandor, y no llevar puesto más que el velo de tus ensueños.
Llévame allí donde reina la calma
y el sol penetra en las dosis justas,
donde la quietud envuelve a la vida
y el caos envuelve al orden.
Existe la armonía en un banco de hierro,
bajo nubes de madera,
donde no hace frío ni calor,
donde existes, pero no como persona.
Quiero refugiarme en tus raíces,
grandes como brazos,
cálidas como suspiros.
Quiero huir del mundo y perder la cabeza
y no encontrar más la razón.
Quiero amar, pero no estar enamorada,
trompeta de soledad.
Curvas sinuosas dibujadas a través del vapor de los sueños,
cuerpo abatido, exhausto,
cuerpo que se deshace, se lamenta,
se pregunta sobre lo hecho, sobre lo que está haciendo.
La debilidad moja sus pies descalzos,
lame sus piernas desnudas,
llama, provocadora y embriagadora…
¡Quiero salir y hablar del mundo!
¡Quiero olvidar mi tormento!
Y recordar la suave lluvia que alberga mi existencia
y existir,
existir entre las ramas de un gran árbol
y trepar, hasta lo más alto.
Frenéticos los días que pasan sin horas,
los minutos sin segundos y los sueños sin pausa.
Si oculta entre mis cabellos puedo cerrar los ojos
y escuchar la quietud de mi cuerpo,
el silencio por fin,
me llama el azul del cielo, el profundo mar
y agradezco mi momento de soledad,
aquel en el que recupero mi ser.
Y no necesito ir más lejos, ni correr más alto.
Me envuelve la brisa de rumores que amanecen,
bendita sombra que reflejas mi imperfección,
el miedo se deshace en ritmos de guitarra
mientras yo, solo quiero dejarme llevar por la música de las entrañas.
Es un rumor que eriza los cabellos,
hace latir el corazón en sienes y garganta,
palpita tu cuerpo, tu mente escucha…
es la furia embravecida de un mar que se agita,
que rompe sus olas bajo tus pies y te grita:
¡Lánzate!
¡Lánzate a mis brazos descontrolados!
¡Vuela entre los acantilados si quieres encontrar bajo el manto salado de espuma blanca
el ansiado descanso!
Y no has de temer, pues no es la muerte, sino la vida, quien te reclama.
Y si sientes deseos de huir, habrás de saber que es en vano
pues hace tiempo que conoce tu nombre.
(Tus lágrimas confirman que estás hecha de mar)
Un escalofrío te hace enderezarte,
tienes los huesos entumecidos,
los músculos contraídos
¡estás riendo!
Si enmascaro mi rostro podré rugir como una bestia,
dejarme arrastrar por la corriente embravecida,
enfrentarme a la espuma de las olas,
temerosa, pero decidida.
Pisar la arena.
Hundir mis dedos en la humedad de las conchas bañadas,
emprender la búsqueda
que no es más que continuar la marcha.
Sentarme en el desierto
y esperar a que anochezca.
Girar y rodar y caer y reír y llorar.
Y cambiar las rocas por las hojas
y el barco por la hoguera.
Y navegar y jugar y soñar,
y correr y saltar y volar.