SOMBRAS

I

No recuerdo cuándo comencé a escarbar,

cuándo manché por primera vez mis manos de mierda,

cuándo cruce el umbral y comencé el camino,

siempre sola.

Niña asustada, marchita la flor, perdida la esencia.

Buscando en el lugar equivocado

se consumen los días

se derraman los sueños

se construyen mentiras.

Refugio de lágrimas es la música que escuchaba

las puertas que cerraba

las palabras que ocultaba.

Pero ¿qué decir cuando reina el caos, el desorden, el vacío, la tormenta?

¿Qué decir, cuando aún juegas con muñecas?

II

No hay aire en este lugar,

lugar cubierto de polvo,

habitado por sombras que oscurecen el camino

y rostros enmudecidos que te obligan a gritar,

voz desgarrada de soledad.

Amor marchito que vengas tu destrucción con la destrucción mía,

mas no te culpo, culpo al tiempo.

Solo cuando mueras volverás a respirar.

III

¿Qué sucede que mis ojos están ciegos,

mis manos heridas,

cuerpo hundido,

camuflado entre tus piernas mujer?

Siento la llamada pero no comprendo las palabras,

palabras que se pierden por el camino.

Hace mucho me dejé abrazar por las telarañas,

hilos de plata que tejen mi celda

porque yo, soy tu dulce presa.

¡Y qué falsa forma ocupó a la verdadera!

Prisionera y oculta.

Erigida sobre piernas forjadas en hierro,

soportando un peso, el peso de ser,

clavo las uñas en la pared, y descanso.

Pues la búsqueda es eterna como eterna seré yo.

IV

Sueño con un mar denso, cegador y terrible;

sueño con una casa que roza la sal marina, preciosa pero temblorosa.

Sueño con unos cimientos como frágiles sauces llorones,

sueño con mi reflejo hundido, roto en miles de cristales.

Y apenas me atrevo a tocar con mis dedos el vuelo de tu falda

y es que verde esmeralda es tu vientre nutrido,

y si tu cuerpo asusta respirando tranquilo,

aterra, cuando tu rostro se ilumina y tu corazón truena,

cuando el suelo se yergue y te alzas de puntillas.

Y a un lado y a otro observo la compañía de ciertas figuras,

todas ellas familiares y serenas,

y me pregunto cómo es posible que sonrían

cuando envuelve la oscuridad de la noche y la luna hiela.

V

De espaldas al mundo,

tratando de ocultar mi rostro,

mi dolor en esta realidad soñada,

dejando correr la sal que quema mis ojos,

aguantando hasta que la soledad me acompaña

y la tenue luz cae sobre mi nuca

mientras mi vientre se inflama.

El consuelo no lo hallo en este rojo apagado,

rojo sangre, que sostiene mi cuerpo volado.

Mundo extraño.

No existe la reconciliación,

era una burda mentira,

es una lucha perdida.

VI

Corriendo por un campo sembrado de hielo…

piel curtida en formas desenfocadas,

suave belleza que se hunde en el líquido espeso

de tu oscura y profunda mirada,

como el vasto horizonte que se extiende bajo mis pies,

bajo tu cuerpo embalsamado.