Este libro no existiría de no ser por dos personas muy especiales, dos almas que me acogieron bajo sus protectoras alas y pacientemente me animaron a volar, a remontarme. Mis más efusivas gracias a Jeannette Grimme y Carri Garrison por compartir este viaje literario con una profundidad más allá de toda medida.
Gracias al escritor Stephen Mitchell por su valiosa colaboración y por animarme con estas palabras: «Si no he traducido siempre las palabras, cuando menos he intentado traducir siempre su significado».
Gracias a Og Mandino, al doctor Wayne Dyer y a la doctora Elisabeth Kübler-Ross, todos ellos escritores y profesores de talento y personas auténticas.
Gracias al joven Marshall Ball por dedicar su vida a la enseñanza.
Gracias también a tía Nola, al doctor Edward J. Stegman, a Georgia Lewis, Peg Smith, Dorothea Wolcott, Jenny Decker, Jana Hawkins, Sandford Dean, Nancy Hoflund, Hanley Thomas, a la reverenda Marilyn Reiger, al reverendo Richard Reiger, a Walt Bondine, Jack Small, Jeff Small y Wayne Baker de Arrow Printing, a Stephanie Gunning y Susan Moldow de Harper-Collins, a Robyn Bem, a Candice Fuhrman, y muy especialmente a Steve Morgan, presidente de MM Co.