Oro pardo sobre la riada ahíta
Los racimos de rocosa vid se elevan y cimbrean.
Inmensas alas cobijan las aguas relucientes
De un día hosco.
Un derroche despiadado de aguas
Agita y eleva su cabellera de maleza
Allá donde el día absorto desliza fijamente su mirada sobre el mar
Con lánguido desdén.
Alzaos y agitad, oh vides doradas,
Vuestros frutos apiñados a la copiosa riada del amor.
Reluciente e inmensa y cruel, tal cual es
Tu incertidumbre.