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Con luciente montera y gallardetes,

Él canta en la cañada:

Seguidme, seguidme,

Todos los que amáis.

Dejad los ensueños a los soñadores

Que no han de venir,

A los que la canción y el regocijo

A nada los incita.

Con cintas que flamean

Él canta con arrojo;

En bandada a su hombro

Las abejas silvestres zumban.

Y el tiempo de soñar

Fantasías ha concluido…

Como amante hacia amante,

Bien mío, así voy.