XV

De sueños aljofarados, alma mía, álzate,

Desde el profundo letargo del amor y desde la muerte,

¡Pues contempla! los árboles rebosan de suspiros

Cuyas hojas la mañana reprende.

Hacia el Oriente la aurora se destaca paulatina

Donde surgen tenues ascuas candentes,

Que hacen estremecerse todos esos velos

De gasa gris y oro.

Mientras con dulzura, con gentileza, con sigilo,

Las campanas en flor de la mañana se animan

Y los doctos coros de tierras encantadas

Comienzan (¡incontables!) a escucharse.