XI

Di adiós, adiós, adiós,

Di adiós a tus días de doncella,

El venturoso Amor ha venido a cortejarte

Y a cortejar tus usos de doncella.

El ceñidor que te sienta soberbio,

La redecilla sobre tu áureo pelo,

Cuando hayas escuchado su nombre

Por encima de las trompetas de los querubines

Comienza tiernamente a desceñir

Tu pecho de doncella para él,

Y tiernamente a retirar la redecilla,

Que es el emblema de tu doncellez.