¿Qué consejo ha vertido en tu corazón
La luna encapuchada, mi tímida dulzura,
De amor en antiguo plenilunio,
Gloria y estrellas bajo sus pies:
Tal sabia que no es sino uña y carne
De aquel histrión capuchino?
Más bien créeme a mí que soy sensato
Al desconsiderar lo que es divino.
La gloria se inflama en esos tus ojos
Y tiembla bajo la luz de las estrellas. ¡Mía, oh mía!
No haya más lágrimas en la luna o en la niebla
Para ti, dulce sentimental.