IV

Cuando la tímida estrella avanza por el cielo

Toda ella modestia, desconsuelo,

Escucha en mitad del letargo vespertino

A quien canta junto a tu puerta.

Su canción es más tierna que el rocío

Y a visitarte ha venido.

Oh deja ya de inclinarte, arrobada,

Cuando al atardecer te solicite,

Y no reflexiones: ¿Quién puede ser este juglar

Cuya balada sobre mi corazón desciende?

Reconoce así, por el canto de tu amante,

Que soy yo quien viene a visitarte.