Esta novela va dedicada a los médicos que ejercen su profesión con el máximo rigor científico, poniendo todo su esfuerzo personal y cumpliendo sin concesiones ni desmayos con su juramento hipocrático. Su tarea silenciosa y benéfica para la humanidad es desplegada con altruismo, pasión y desinterés. Que haya algunos que se benefician indebidamente con su profesión no es otra cosa que la excepción que confirma la regla. Sus propios colegas y la Justicia se encargan de separarlos, como debería ser en todas las actividades reglamentadas.
Es para mí un honor contar con la amistad de muchos médicos, y a varios de ellos les estoy eterna y profundamente agradecido por sus curas, sus consejos y su calidez humana en momentos de angustia.
Por eso, deseo aclarar que los personajes y situaciones descriptos en este libro son producto de mi imaginación. Cualquier parecido con personajes reales o instituciones públicas y privadas es una mera coincidencia. No existe en mi ánimo intención alguna de desprestigiar ni de agraviar a nadie; sólo pretendo contar una historia.
Quiero agradecer la colaboración y ayuda que me proporcionaron quienes supieron sugerir ideas y aportar sus conocimientos, evitándome mucho tiempo de búsqueda de información.
También a todos aquellos médicos, abogados, funcionarios públicos y laboratorios y visitadores médicos que me han pedido reserva de sus identidades, lo cual respeto fielmente.