XXXV

MAROTO Y ESPARTERO

POR aquella época, verano y otoño de 1838, todas las conversaciones comenzaron a girar alrededor de Espartero y de Maroto. Durante el mando del general Guergué, el desorden y la indisciplina habían cundido en las filas carlistas. Los políticos amigos de Don Carlos vieron el peligro, y el real decidió destituir al general navarro y llamar a Maroto, que entonces residía en Burdeos.

El grupo carlista moderado, con el padre Cirilo, a la cabeza, patrocinó la idea, y el partido fanático, a cuyo frente se había puesto el joven gallego Arias Teijeiro, se opuso con energía.

Triunfó la tendencia moderada, y en julio de 1838 se encargó Maroto del ejército, restableció la disciplina, organizó las tropas y la administración militar, e hizo que sus fuerzas ascendieran a más de veinticinco mil hombres.

Esto no pudo llevar la concordia a las filas carlistas; Maroto no tenía ninguna simpatía por Don Carlos; don Carlos sentía gran desconfianza y gran temor por Maroto.

Mil resentimientos y rivalidades corroían el campo carlista; verdad es que en el liberal ocurría lo propio.

Así como Maroto aparecía a la cabeza de una facción carlista, Espartero, por entonces, era jefe adicto a la reina gobernadora, y dentro de las filas liberales no estaba afiliado ni a los moderados ni a los progresistas.

Los dos partidos cristinos se hallaban sin jefe militar; el moderado, por la emigración del general Córdoba; el progresista, porque no lo tenía desde la muerte del general Mina.

Los progresistas pensaron un momento en hacer su jefe militar a Narváez, y le favorecieron escandalosamente cuando postergaron sin motivo a Alaix y a Rodil, que eran amigos de Espartero.

Narváez no correspondió al favor de los progresistas, y después del movimiento de Sevilla se alió con los moderados, y tuvo que escapar de España.

Aviraneta afirmaba que los motines militares que estallaron en esta época fueron dirigidos por los progresistas y por la masonería escocesa, que quería desacreditar a Espartero, porque temían que un general, al parecer moderado, acabara la guerra con éxito y pudiera erigirse en dictador.