XIV

EN EXTREMADURA

AL final de la primavera llegó a Ciudad Rodrigo la noticia de la sublevación de algunos pueblos de Extremadura, que habían desarmado a la Milicia Nacional y proclamado el rey absoluto.

La primera ciudad importante que se rebeló en la región fue Coria; a esta, al parecer, debía seguir Plasencia y después la Vera y la serranía de Gata.

Las tropas del Empecinado salieron de Ciudad Rodrigo a final de mayo, pasaron por Fuenteguinaldo y por Moraleja y dieron la vista a Coria.

Dispuso el general que un parlamentario, con bandera blanca, se acercase al pueblo a intimar su rendición; pero al ponerse a tiro, comenzaron a gritarle desde arriba:

—No te acerques, no te acerques.

Algunos dispararon, y el parlamentario se retiró.

En vista de la resistencia, se decidió sitiar y atacar la ciudad.

Se acampó a media legua de distancia de las murallas, y la noche del día primero se hicieron varios reconocimientos.

Aviraneta, con una patrulla de cinco hombres, inspeccionó de noche la muralla, y fue de una punta a otra con un vecino liberal de uno de los barrios de extramuros.

El resultado de las investigaciones fue que la puerta del Carmen era la: más débil, que no tenía hierros, sino una tranca, y que por ella había que hacer el intento de entrar.

Antes de amanecer, cincuenta soldados, dirigidos por Aviraneta, se establecieron en unas casas próximas a la puerta del Carmen. Eran cinco zapadores, cuarenta fusileros, cuatro tambores y un pito. Debían esperar allí hasta el anochecer.

A media tarde, salió Aviraneta de su casa y se alejó de ella, acercándose al campamento del Empecinado a enterarse de las circunstancias de la lucha.

El Empecinado había comenzado un ataque aparatoso, mandó incendiar parte del barrio de San Francisco y se tiroteó a gran distancia con los realistas.

Aviraneta corrió a la casa donde estaba alojado a dar sus disposiciones. Era el momento en que tenía que obrar; un centinela desde el tejado anunció que los realistas se corrían hacia el sitio de la muralla, donde comenzaba el nuevo ataque, y que por el lado de la derecha no había nadie.

Se dispuso que cuatro zapadores avanzaran con Aviraneta inmediatamente a la puerta del Carmen, y comenzaran a aserrarla; veinte fusileros pasarían en seguida que esta se abriera, y otros veinte quedarían emboscados en la casa para hacer fuego desde los balcones sobre los realistas que aparecieran en la muralla.

Todo se hizo con rapidez. Aviraneta y los zapadores llegaron a la puerta, y en un momento la abrieron. Al ruido, aparecieron dos realistas en la muralla, que fueron tiroteados, y se retiraron en seguida. Abierta la puerta, los cincuenta hombres, precedidos por su jefe, pasaron, derribaron una barricada y entraron por una calle del pueblo.

Avanzaron todos en silencio por la callejuela.

—Tocad el Himno de Riego —dijo don Eugenio.

Coria estaba desierto. La pequeña tropa marchaba en medio de la oscuridad al compás del himno saltarín y bullanguero.

Poco después se oyeron otros tambores, y el Empecinado entraba en Coria.

Se encontraron el pueblo que parecía desalquilado. La gente estaba escondida. Las calles, sucias, completamente desiertas.

Fue un problema alojar los seiscientos hombres del Empecinado. El general y su ayudante fueron a parar a casa de don Marcelo Zugasti.

El Empecinado no quería quedarse en Coria, en donde apenas había medios de alimentar a sus hombres; lo que él pretendía era que el país sublevado no cortara las comunicaciones con el ejército de Extremadura.

Aviraneta hizo una pequeña expedición hasta Plasencia para tantear el país. Allí se encontró sorprendido con la noticia de que se esperaba al cura Merino, y como no tenía en el pueblo amigos ni confidentes, decidió volver a Coria.

Don Juan Martín averiguó que Merino, flanqueando a los generales franceses Vallin y Bourmont, venía persiguiendo a Zayas por la línea del Tajo.

En vista de estas noticias, en junta de oficiales decidió abandonar Coria y volver a Ciudad Rodrigo.

El 12 de junio, por la mañana, se desalojó Coria, se cruzó el arrabal de las Angustias, y por la tarde se entró en el pueblo llamado Moraleja de Hoyos o Moraleja del Peral.