PRÓLOGO

Aparecieron sin previo aviso, procedentes de más allá de los límites del espacio de la galaxia… una raza guerrera llamada yuuzhan vong, cuyas armas eran la sorpresa, la traición y una extraña tecnología orgánica que igualaba, e incluso superaba con demasiada frecuencia, a la de la Nueva República y sus aliados. Los mismos Jedi, dirigidos por Luke Skywalker, se vieron reducidos a una postura defensiva, desprovistos del más valioso de sus recursos. Pues, de alguna manera inexplicable, parecía que los yuuzhan vong eran completamente ajenos a la Fuerza. A pesar de una victoria inicial, las fuerzas de la Nueva República sufrían más derrotas que victorias. Quedaban devastados incontables mundos, morían incontables seres, entre ellos el wookiee Chewbacca, compañero y amigo leal de Han Solo, y más tarde Anakin Solo, hijo menor de Han y Leia. El único rayo de luz entre la oscuridad había sido el nacimiento del hijo de Luke y Mara, Ben Skywalker. La Nueva República se desmoronaba un poco más a cada tropiezo. Hasta los Jedi empezaban a resquebrajarse bajo la presión, sobre todo cuando los yuuzhan vong empezaron a prestar atención especial a la caza de los Jedi. La caída de Coruscant, el mundo capital, y la captura de Jacen Solo, había hundido las esperanzas… y había hecho caer a Jaina, la hermana gemela de Jacen, en una espiral de rencor y de sed de venganza. Los miembros supervivientes del Consejo de la Nueva República, dispersados tras la caída de Coruscant, se esforzaban por salvarse, sin haberse detenido más que el tiempo justo para presentar una defensa ficticia en el planeta Borleias, simple intento de ganar tiempo que no engañaba a nadie, y menos que nadie a los Jedi. Pero bajo el mando de Wedge Antilles y de Luke Skywalker, la defensa de Borleias había resultado un éxito contra todo pronóstico: la Nueva República alcanzaba por fin una victoria, aunque fuera reducida. Mientras tanto, el desaparecido Jacen Solo estaba recibiendo una educación como para marcar toda su vida, a manos de Vergere, criatura fascinante de poderes incomparables y de la que no era posible determinar a qué bando favorecía. Con ello, Jacen descubrió la clave para sabotear el proyecto del enemigo para reconvertir a Coruscant en una imagen de su legendario mundo natal, Yuuzhan’tar, así como el modo de encontrar a los yuuzhan vong por medio de la Fuerza. Ahora, por fin, cuando la descabalada Nueva República se esfuerza por sacar partido de su reciente victoria y se dispone a contraatacar a los yuuzhan vong, un Jacen muy cambiado vuelve a su casa…