PRÓLOGO

El curso de la historia no está determinado por las batallas, los asedios, o las usurpaciones, sino por las acciones de los individuos. La ciudad más fuerte o el ejército más numeroso son básicamente, en definitiva, una colección de individuos. Sus decisiones, sus pasiones, sus locuras y sus sueños moldean los años venideros. Si se puede aprender una lección de la historia, es que con mucha frecuencia el destino de ejércitos, de ciudades, de reinos enteros, descansa en las acciones de una persona. En ese momento ominoso de incertidumbre, la decisión de dicha persona, buena o mala, acertada o errónea, grande o pequeña, sin pretenderlo puede cambiar el mundo.

Pero la historia puede ser bastante traicionera. Nunca se sabe de qué persona se trata, dónde puede estar, o cuál es la decisión que ha de tomar.

Casi es suficiente para que crea en el Destino.

DE LOS ESCRITOS DE GAIUS PRIMUS

PRIMER SEÑOR DE ALERA

—POR favor, Tavi —suplicó la muchacha en la oscuridad crepuscular a la entrada de la cocina del asentamiento—. Solo este pequeño favor.

—No lo sé —le respondió el chico—. Hoy hay mucho trabajo.

Ella se acercó a él y el muchacho sintió cómo su cuerpo esbelto se amoldaba al suyo, suave, delicioso y con olor a flores. Ella apretó la boca contra su mejilla en un beso lento y le susurró al oído:

—Te estaré muy agradecida.

—Bueno —respondió el chico—. No estoy seguro de si… hum.

Ella le volvió a besar en la mejilla y susurró:

—Por favor.

El corazón le latió entonces con mayor rapidez y se le aflojaron las rodillas.

—De acuerdo, lo haré.