AGRADECIMIENTOS

Nadie hace las cosas solo y, en cierto sentido, esta historia es fruto de un esfuerzo compartido. Doy las gracias a Sharon Alkenbrack, una banquera realmente humana; a Jan Huffman del Buró de Investigaciones Criminales; a Gary Proskiw, que lo sabe absolutamente todo sobre los silos. Gracias a The Farmer’s Almanac, a Jolanda Bock por «los mapas de carreteras», y a Stephen George por los datos demográficos. Gracias a Judy Kift por proporcionarme los libros que necesitaba. Las madres no llegarían a ninguna parte sin ayuda especial y por eso doy las gracias a Tammy Hurst-Erskine. Mick Moloney compartió conmigo su experiencia agrícola, incluso después de preguntarle lo mismo cuatro veces. Josh Rioux y Mick leyeron la novela de cabo a rabo y me ayudaron a mejorarla con sus críticas. Michael me dio un motivo para volver a casa cada día. Un agradecimiento especial a Lynn Kinney. Gracias a Jackie Cantor por su paciencia y consejos: «Duerme un rato». Y a mi genial agente y amiga Helen Heller, gracias por responder a mis llamadas.