La liberación del territorio, lograda gracias al impulso de los aliados, no lo debe todo a la gesta gaullista. La Francia libre, transformada en la Francia combatiente, ciertamente escribió inmortales páginas de gloria: de 1941 a 1944, la cabalgada de Philippe de Hautecloque, el general Leclerc, desde Kufra, en el Sahara, hasta Estrasburgo; en junio de 1942, la resistencia del general Koenig, en Bir-Hakeim, en el frente libio. Pero en el Imperio, los combates fratricidas de 1940-1941 entre gaullistas y partidarios de Pétain sembraron rencores duraderos. Cuando los americanos desembarcan en Argel, en noviembre de 1942, no hay ni cien gaullistas en África del Norte. Después de la invasión de la zona libre, la mayoría de los oficiales que escapan de la metrópoli van a enrolarse, no con De Gaulle, sino con el general Giraud. Este último, que se había evadido de Alemania, pasó a ser comandante civil y militar de África del Norte después del asesinato de Darlan. Durante el invierno de 1942-1943, las Fuerzas Francesas Libres, de obediencia gaullista, representan menos de 40.000 hombres. De obediencia giraudista, el ejército de África reúne a cerca de 300.000 oficiales y soldados, de los que 230.000 son argelinos, marroquíes o tunecinos. Al llegar a Argel en mayo de 1943, De Gaulle es recibido fríamente por un ejército que ya ha retomado el combate al lado de los aliados y se ha enfrentado a Rommel en Tunicia.
Fundado en Argel, el Comité Francés de Liberación Nacional está copresidido por De Gaulle y Giraud. En noviembre de 1943, este último, militar de pura cepa, es suplantado por su rival. De ahora en adelante, el general De Gaulle es el jefe político de todos los franceses que han reiniciado el combate contra los alemanes. Pero nunca habrá entendimiento con el ejército de África: los pieds-noirs[239] siguen siendo partidarios del mariscal en su fuero interno. Algunos incluso piensan en ir a liberar a Pétain, prisionero de los alemanes. La unión entre las diferentes fuerzas francesas terminará por realizarse. Pero en las mentes, algo quedará de las antiguas divisiones entre gaullistas de la primera hora, como Leclerc, y los que, como Juin y De Lattre, habían pasado por el ejército de África forjado por Weygand.
Existe otra categoría de hombres que trabajaron por la liberación del país, algunos hasta sacrificar su vida, pero éstos son los olvidados de la memoria nacional. Porque no cuadran con los esquemas preconcebidos: fieles a la persona del mariscal Pétain, no gaullistas y a menudo antigaullistas, eran sin embargo enemigos a ultranza de los alemanes y de la colaboración. El historiador Jean-Pierre Azéma los denomina «vichysto-resistentes». Algunos eran funcionarios y utilizaban sus puestos en la administración de Vichy para llevar a cabo una acción de resistencia ante los alemanes, como los del Comisariado por la Lucha contra el Paro (CLC), que se convirtió en una oficina de falsos papeles, o los del Servicio Social de los Extranjeros (SSE), que se esforzó en esconder a los judíos. Como señala François-Georges Dreyfus: «¿Alguien cree realmente que esto se hizo sin la bendición de las autoridades? Entonces Vichy es un curioso régimen autoritario, en el que los altos funcionarios hacen lo que quieren»[240]. En la liberación, fueron juzgados 96 miembros del gobierno o altos funcionarios del Estado: el Tribunal Supremo de Justicia pronunció 42 sobreseimientos, la mayoría por «hechos de resistencia».
Pero la resistencia partidaria de Vichy es también de origen militar. En 1940, el armisticio dejó en Francia un pequeño ejército: 75.000 hombres reclutados por alistamiento voluntario, apoyados por 4.200 oficiales. Este ejército es partidario del mariscal, pero vive con la esperanza y a la espera de la revancha. Organiza sistemáticamente el camuflaje de armas y municiones que escaparán a los controles alemanes, y establece un plan de movilización clandestino. Sus servicios secretos se dedican a la caza de los espías del Reich. Ya en el mes de julio de 1940, el servicio secreto del ejército del aire está en contacto con su homólogo británico, transmitiéndole informaciones importantes. En 1942, los intercambios con los americanos que han entrado en guerra son los mismos. En enero de 1943, la Abwehr arresta a cuarenta oficiales franceses de información, todos antiguos miembros del ejército del armisticio. Disuelto éste después de la invasión de la zona libre, proporcionó 1.500 oficiales a las tropas de África, con las que se reunieron tras pasar por España.
Procedentes de este ejército del armisticio o desmovilizados desde 1940, otros 4.000 oficiales reemprenden el combate sobre el territorio nacional, apoyando especialmente a los maquis. Si estuvieron preparados es porque pertenecieron a redes de resistencia constituidas por militares. A principios de 1941, el coronel Heurteaux creó la Organización Civil y Militar (OCM): le animó a ello el propio Pétain. Con sus fondos secretos, el mariscal financiaba otra red, la de Paul Dungler, fundador, en el verano de 1940, de la 7.a columna de Alsacia. Arrestado por los alemanes, Dungler será deportado. Sin embargo, la red principal montada por oficiales es la Organización Militar Armada (OMA), rebautizada Organización de Resistencia del Ejército (ORA) en 1944. Con 68.000 hombres, la ORA es el tercer componente militar de la resistencia, detrás de las FTP (francotiradores y partisanos) comunistas y del Ejército Secreto del general Delestraint, partidario de De Gaulle. En abril de 1942, fue la ORA la que organizó la evasión del general Giraud. Después de su salida hacia África del Norte, en noviembre de 1942, la organización sigue en contacto con él. Dirigida sucesivamente por el general Frère (arrestado y fallecido en el campo del Struthof), el general Verneau (arrestado también) y el general Revers, la ORA trabaja con los servicios británicos o con los de Giraud, pero evita todo contacto con los movimientos clandestinos civiles, así como con los gaullistas. En la región de Lyon, la ORA organizó un maquis en el que, en 1943, todavía se cantaba Maréchal nous voilà[241].
En 1944, la ORA se integra —no sin dificultades— en las Fuerzas Francesas del Interior, y luego, después del desembarco de Provenza, en las unidades regulares del I Ejército. Sin salirse del marco militar, éstos habrán pasado así de Vichy a reanudar la guerra contra Alemania.
En la zona sur y en África del Norte, los Talleres de la Juventud —creados para encuadrar a los 100.000 reclutas de junio de 1940— sirven como sustituto del servicio militar. Con este fin, se emplea a 100 oficiales y a 500 suboficiales, situados fuera del marco del ejército del armisticio. Trabajos forestales, disciplina militar, ética de boy-scout: entre 1940 y 1944, por periodos de seis meses y luego de ocho, los Talleres encuadran a 400.000 jóvenes. Su mentalidad es claramente antialemana. Mantenidos después de la invasión de la zona libre, sufren presiones por parte del ocupante para proporcionar reclutas al Servicio del Trabajo Obligatorio. Pero, frente a esta petición, su comisario general, el general La Porte du Theil, muestra la máxima resistencia. Algunos Talleres protegen a judíos o a quienes se oponen al STO. Pronto, numerosos jefes se reúnen con los maquis o pasan a España para enrolarse en las tropas de África. En enero de 1944, a petición de los alemanes, La Porte du Theil es destituido por Laval. Arrestado por la Gestapo, fue deportado. En la liberación, citado ante el Tribunal Supremo, «este soldado de corazón puro» (Robert Paxton dixit) se verá favorecido con un sobreseimiento. Y el gobierno de la República convalidará el periodo cumplido en los Talleres como tiempo de servicio militar activo.
Citemos también a los Compagnons de France, dirigidos por Henry Dhavernas en 1940, y luego por Guillaume de Tournemire a partir de 1941. Partidarios de Vichy pero antialemanes, los Compagnons forman una clase de escultismo militar en el que se condena el colaboracionismo. Hasta su disolución, en 1944, acogen a los judíos. En 1943, Tournemire, resistente (red Alianza), pasó a la clandestinidad. En 1944, el jefe militar del Vercors, el comandante Huet, es un antiguo compagnon.