Por un lado el poder del oro, por otro el poder de la desesperación.
FRÉDÉRIC OZANAM
«A finales del siglo XIX, en el momento en que se desarrolla la gran industria, se exacerban las tensiones entre las clases trabajadoras y los poderes asentados. Crece la militancia de los sindicatos obreros y de los partidos socialistas, el movimiento anarquista penetra en las organizaciones profesionales y se multiplican las huelgas»[152]. Sacadas de un texto escolar, estas líneas representan una idea bien instalada en las mentes: en el momento de la industrialización de Francia, sólo socialistas o revolucionarios habrían tenido en cuenta la cuestión obrera. Una vez más, el estudio de los hechos desmiente esta visión parcial y de partido.