¿De dónde proceden los cátaros? El término, sacado del griego katharos («puro»), ha sido utilizado en primer lugar para designar a una secta de Renania. Estas ideas eran bastante semejantes a las que expresaban, en Lombardía o en el Mediodía francés, otros grupos heréticos. Ha habido herejías desde el origen del cristianismo, sobre todo en lo tocante a la definición de la divinidad. Para la Iglesia romana, Dios es uno en tres personas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo); para el arrianismo (condenado en el siglo IV), Cristo no era de la misma naturaleza que el Padre; el cisma con la Iglesia de Oriente, en el siglo XI, proviene entre otras cosas de un desacuerdo teológico sobre la interpretación de la relación entre Dios y su Hijo. Estos debates pueden parecer abstractos, y sin embargo han agitado apasionadamente a hombres para los que la fe en Dios primaba ante todo. Durante los siglos XI y XII, corrientes heréticas recorren Europa. Como el bogomilismo, una doctrina maniquea nacida en Bulgaria. En el norte de Francia, algunos círculos reivindican una pureza evangélica que la Iglesia habría traicionado. Hacia 1170, Pierre Valdes, un comerciante de Lyon, abandona a su familia y sus bienes para predicar la pobreza y la penitencia. Rechaza los sacramentos y la jerarquía eclesiástica, por lo que su doctrina es condenada por su obispo y luego por el Papa. Sus seguidores (los valdenses), excomulgados, se mantendrán clandestinamente en Provenza, en el Languedoc, en el Delfinado y en Italia.
A finales del siglo XI, se desarrolla un movimiento de oposición a la Iglesia en el actual suroeste de Francia. Aquí es donde aparecen los que llamamos cátaros. Ellos no emplean este término. Entre ellos, se denominan los Buenos Cristianos, los Verdaderos Cristianos, los Amigos de Dios o los Buenos Hombres. Su pensamiento se basa en un dualismo absoluto. ¿Acaso se inspira en el bogomilismo, o es una especificidad local? Por falta de fuentes, los especialistas todavía discuten sobre ello. El catarismo opone dos principios eternos. La bondad, que ha engendrado los espíritus, las almas y el Bien.
Y la maldad, que es el origen de la materia, del cuerpo, del Mal. Quien ha creado el universo no es Dios, sino Satanás. Toda realidad terrenal está marcada con la señal del Mal.
Los cátaros, procedentes de una sociedad cuya cultura es cristiana, recurren a nociones sacadas de los Evangelios, pero reinterpretadas por ellos. En su opinión, Jesús es un ángel cuya vida terrenal no ha sido más que una ilusión. Por lo tanto, Cristo no sufrió durante su Pasión, no murió y no tuvo que resucitar. De la misma manera, la Virgen María era sólo un puro espíritu con apariencia humana. Evadiéndose de la tierra, reino del mal, el alma se despoja de su envoltura impura para alcanzar el reino del espíritu.
La religión cátara diferencia dos clases de fieles. En primer lugar los creyentes, que conservan sus costumbres exteriores. Luego los perfectos que, habiendo pasado por el rito de la imposición de las manos, el consolamentum (pudiendo desde entonces conferirlo a su vez), forman el núcleo de esta contra-Iglesia. Tras romper con sus familias, los perfectos viven en comunidad. Como su moral establece la separación del alma y del cuerpo, observan la continencia más estricta. Se alimentan lo menos posible, siguen un régimen vegetariano, rechazan todo producto animal (carne, leche, queso, huevos). Algunos llevan hasta el extremo esta prueba de renuncia (endura): según ciertas fuentes, se producen casos de muerte por inanición. En virtud de la misma lógica, los perfectos practican la abstinencia sexual. Como la carne es impura y la procreación criminal (traer un hijo al mundo es precipitar una nueva alma en el reino del mal), se consagran a la castidad. Así pues, el que ha recibido el consolamentum está destinado al celibato o debe dejar a su cónyuge. Algunos perfectos, sin embargo, admiten las relaciones carnales, y condenan sólo la institución del matrimonio, lo que les lleva a preconizar la libertad sexual.
Más que una herejía, el catarismo constituye un replanteamiento integral del cristianismo. Al recusar a la Iglesia, la familia, la propiedad y el juramento de hombre a hombre, los cátaros niegan el fundamento del orden feudal. Al observar ritos iniciáticos, y obedecer a una jerarquía secreta, presentan todas las apariencias de una secta. Una secta que contraviene abiertamente la moral común de la época. Esta secta se desarrolla. A partir de 1160, el catarismo se organiza. No tienen clero, pero en Toulouse, Albi y Carcasona, algunos perfectos señalados por su celo están al frente de «diócesis». En 1167, un concilio cátaro se reúne en Saint-Félix-de-Lauragais, bajo la autoridad de un obispo hereje procedente de Constantinopla. Se contacta con la nobleza local. En 1205, la condesa de Foix deja a su marido y pasa a ser perfecta. En el Mirepoix, treinta y cinco vasallos del conde de Foix se convierten al catarismo. A su vez son captados los artesanos; se hace cátaro el gremio de los tejedores del Languedoc. En Béziers, en 1209, la herejía alcanza el 10 por ciento de la población.