1. El feudalismo

La Edad Media no era oscurantista. Cuando veo el impacto de las sectas entre nuestros contemporáneos, me pregunto dónde está el oscurantismo.

Otoño de 2001. Como réplica a los atentados cometidos el 11 de septiembre en Estados Unidos, un ejército occidental invade Afganistán. Durante varias semanas, periódicos y televisiones multiplican sus reportajes sobre los fanáticos que han tomado el poder en Kabul en 1996. Para describir su mentalidad, los medios de comunicación esgrimen una comparación: «Esto es digno de la Edad Media». Cuando hoy se quiere estigmatizar las costumbres de los talibanes o el oscurantismo de los mulás iraníes, se evoca el mundo medieval. Una casta cruel que esclaviza a un pueblo embrutecido por el miedo, un universo de barbarie, ¿no era eso la Edad Media?

Clichés continuos. Y contradicciones de la época. En Europa, los turistas que recorren un castillo se estremecen en la sala de torturas que, por supuesto, se les hace visitar. Pero, a Dios gracias, «ya no estamos en la Edad Media». Esos mismos viajeros se apiñan al pie de las pirámides, toman al asalto la Acrópolis y suben los escalones del Coliseo. El que las civilizaciones egipcia, griega o romana se hayan basado en la esclavitud, nadie lo recuerda. El siervo medieval, él sí, sigue personificando el pasado más abominable: el nuestro.