16

Zoey

—Me gusta su caballo —le dije a Lenobia.

—A mí también —convino ella, a pesar de que parecía molestarle enormemente reconocerlo.

Estábamos en pie en el corral, a poca distancia del grupo que se arremolinaba alrededor de Travis y de su gigantesco percherón, Bonnie. El vaquero había estado demostrando a una atentísima audiencia de iniciados rojos, a los que se habían unido Darius, Rephaim y Stark, como utilizar la lanza y el arco a lomos de un caballo.

—Entonces —dijo Johnny B—, ¿es lo único que sabe hacer? ¿Trotar hacia delante y hacia atrás en línea recta?

El vaquero, que estaba encaramado sobre Bonnie, lo miró desde una altura de un trillón de metros. En aquel momento tenía en ristre una larga lanza, y por un breve instante me pregunté si iba a clavársela al musculitos sabelotodo de Johnny B. Sin embargo Travis se limitó a echarse atrás el sombrero, colocarse la lanza en la cadera y decir:

—Mi chica es capaz de hacer exactamente lo mismo que cualquier otro caballo de menor tamaño. Domina todos los aires básicos: el paso, el trote, el galope y el galope largo. —Luego miró a Lenobia y su sonrisa desenfadada se convirtió en una mueca—. Evidentemente no gira con la misma velocidad que un cuarto de milla ni corre tan rápido como un purasangre, pero puede competir contra los mejores de ellos. No olvides que es capaz de llevarme a mí, una pila de armas y armaduras y derribar una casa. Y todo ello al mismo tiempo. Cualquiera que infravalore sus capacidades estaría cometiendo un error. —A continuación volvió a lanzarle una mirada de reojo a Lenobia y añadió—: Además, chaval, infravalorar a las hembras nunca es una buena idea.

Yo tuve que disimular mi risa con una tos fingida.

Lenobia se me quedó mirando.

—No le des coba. Se ha pasado el día rodeado de iniciados que lo idolatran. Las chicas querrían salir con él, mientras que a los chicos les gustaría ser como él. Me está poniendo la cabeza como un bombo.

—Entonces, ¿te gusta al menos un poquito?

Mientras me estremecía por la mirada helada de Lenobia, Travis levantó la voz y dijo:

—Eso tendréis que preguntárselo a vuestra profesora, pero si accede a que salgáis de excursión, podéis contar conmigo.

¿Cómo? ¿De excursión? De repente agucé el oído.

—¡Ah!, ¿pero en esta escuela salimos de excursión?

—Desde que empezamos a enfrentarnos con el mal, no —dijo Lenobia por lo bajo. A continuación levantó la voz y se dirigió hacia el vaquero y su caballo diciendo—: Lo siento, Travis. No estaba escuchando. ¿Qué es lo que me ha preguntando?

—A uno de los chicos le gustaría salir a dar un paseo a caballo para ver a Bonnie en acción. Yo no tendría ningún inconveniente en llevarme a algunos de ellos una de estas noches, siempre que haga bueno. Crecí a las afueras de Sapulpa y conozco los antiguos senderos petrolíferos de aquellas cumbres como la palma de mi mano.

Lenobia tomó aire y me di cuenta de que se estaba preparando para lanzar al vaquero a la estratosfera, cuando Hormiga, el más pequeño de los iniciados rojos, se acercó a Bonnie con cara de fascinación y le dio unas palmaditas en el hocico diciendo:

—¡Uau! ¡Un paseo a caballo! ¡Como hacían los antiguos vaqueros! ¡Eso sería una auténtica pasada! —A continuación, con evidente adoración, miró a Lenobia—. Profesora Lenobia, ¿de verdad podríamos?

Creo que la pregunta me pilló tan de sorpresa como a Lenobia. Hormiga tan solo estaba pidiendo hacer las típicas cosas que hacen los estudiantes, salir de excursión y comportarse como niños normales, en lugar de ocuparse de cuestiones como estar o no muertos, luchar contra los inmortales y los monstruos asquerosos traían con ellos o salvar el mundo.

—Es posible. Tengo que ver si puedo incluirlo en mi programa de estudios. Últimamente ya se han producido varios cambios —dijo Lenobia poniendo voz de profesora.

Johnny B suspiró.

—Cambios. Se refiere al hecho que no hayamos muerto y de que hayamos vuelto aquí a alterar los horarios.

—En realidad, creo que la profesora está hablando más de mí que de vosotros —dijo Rephaim—. Yo soy la razón por la que Stark y Darius han tenido que empezar una nueva clase aquí, en los establos.

—Los dos estáis equivocados —dijo Lenobia secamente—. Es cierto que habéis cambiado cosas en la Casa de la Noche, pero eso no tiene por qué ser necesariamente algo malo. Me gusta considerar los cambios como algo positivo. Evitan el estancamiento. Y me gusta la idea de que las clases de los guerreros se desarrollen en mis establos. Como Travis os ha demostrado hoy muy acertadamente, los guerreros y los caballos comparten una larga y rica historia juntos.

Me di cuenta de que Rephaim la miraba sorprendido y esbozaba una tímida sonrisa. Entonces sonó la campana y, antes de que nadie tuviera tiempo de salir pitando hacia la puerta, Travis los llamó.

—¡Eh, eh! ¡Un momento, chicos! Nadie puede salir de los establos hasta que no vea todo en su sitio. ¡Vosotros! ¡Ayudad a Stark y a Darius a colgar las lanzas y las dianas! —Luego señaló con el dedo a Rephaim y a Hormiga—. ¡Tú y tú! Ayudadme a quitarle los arreos a Bonnie y a limpiarla un poco. Hoy ha sido un día muy duro para ella.

Todo el mundo se puso en marcha sin pensárselo dos veces. Lenobia vaciló, pero luego hizo un gesto de asentimiento como si hablara consigo misma, cambió de dirección y se metió en su despacho.

¡Vaya! De manera que, de pronto, con el apoyo de una de las vampiras más duras que conocía, un hombre humano se permitía decirles a un antiguo cuervo del escarnio, a algunos no muertos y a un puñado de iniciados rojos lo que tenían que hacer. ¡Vaya!

Para cuando conseguimos reunir a todos los chicos, subirnos al autobús y volver a la estación, eran poco más de las seis de la mañana. Incluso yo estaba cansada, y también extremadamente feliz de que fuera fin de semana. Juro que lo único que quería hacer era dormir, ver telebasura y, tal vez, dedicar un poco de tiempo a decorar los túneles. Solo pensaba en mi gruesa manta azul (con la que había arramblado a correprisa cuando me había visto obligada a meter en una caja de cartón todas las cosas de mi dormitorio) y en lo genial que sería acurrucarme allí abajo junto a Stark y Nala cuando Stevie Rae decidió aguarme la fiesta.

—De acuerdo, tenemos que darnos prisa —dijo haciendo un gesto con la mano que me incluía a mí, a Rephaim, a Stark, a Darius, a Aphrodite, a las gemelas y a Damien—. Dentro de una hora y media amanecerá, y Zoey y Rephaim tienen que contarnos lo de Kalona.

Yo suspiré.

—Vale. Vamos a la cocina.

Nos llevó mucho más tiempo del previsto vaciar la cocina de iniciados hambrientos y mandarlos a sus habitaciones.

—Esto no puede seguir así. Necesitamos un sitio donde celebrar las reuniones del consejo sin un montón de imbéciles cotilleando a nuestro alrededor —dijo Kramisha mirando con cara de pocos amigos a Johnny B, que se recalcaba la boca de Cheetos como si intentara descubrir cuántos le cabían.

—Muh uh mu —masculló Johnny B a través de los Cheetos.

—Limítate a sacar tu culo de aquí. Tenemos asuntos que tratar —le espetó, sacudiendo la cabeza y, finalmente, echándolo junto al resto de iniciados rojos que todavía pululaban por la cocina. Cuando hubo terminado, Kramisha nos miró a los demás—. No. Yo no me voy.

—¡Joder! No nos vengas con que tienes otro poema —protestó Aphrodite.

—He leído en la revista People que la negatividad favorece la aparición de arrugas prematuras —le dijo Kramisha—. Deberías reconsiderar tu actitud cuando te miras al espejo. Porque sé que te encanta pasarte horas delante del espejo. —Luego emitió un gesto en plan «¿has entendido?» y dirigió la mirada primero a Stevie Rae y luego a mí—. Se me ocurrió durante la clase de latín.

—¿En clase de latín? ¿En serio? —preguntó Aphrodite—. ¡Pero si todavía no dominas el inglés!

Non scholae sed vitae discimus —recitó Kramisha con soltura.

Durante unos segundos se produjo un silencio sepulcral. Entonces Stevie Rae dijo:

—¡Caramba! El latín suena increíblemente inteligente. Buen trabajo, Kramisha.

—Gracias. Es un placer sentir que tu alta sacerdotisa valora lo que haces. En cualquier caso… —En ese momento se puso a escarbar en su gigantesco bolso hasta que encontró su bloc de notas de color morado, se acercó a la mesa y lo soltó delante de mí—. Esto es para ti.

—¿Por qué? —pregunté antes de que tuviera tiempo de pensar que debía mantener la boca cerrada.

Kramisha se encogió de hombros.

—No lo sé, pero se supone que tienes que leerlo.

—En serio, Kramisha. Sería de gran ayuda que nos dieras un poco más de información sobre cómo «se te ocurren» esos poemas —dijo Aphrodite citando sus palabras con sarcasmo.

—Arrugas —dijo Kramisha sin ni siquiera mirarla.

—De acuerdo. Lo leeré. —Luego cogí el papel y miré al grupo, que me observaba atónito—. Sí. En voz alta.

A continuación comencé:

La línea divisoria toma forma a partir de:

lágrimas de dragón,

años perdidos,

miedos superados,

la paradoja del hielo y del fuego,

vista con la visión verdadera.

La Oscuridad no siempre es lo mismo que el mal

y la Luz no siempre trae el bien.

Mientras leía las dos últimas líneas el estómago se me hizo un nudo. Levanté la vista y miré a Kramisha.

—Tenía razón. Se suponía que tenía que leer esto.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Stark.

—Los dos últimos versos, los que empiezas con «la Oscuridad», es lo que me dijo Nyx justo antes de besarme en la frente y llenar mi luna creciente el día en que fui marcada.

—¿Te dice algo el resto del poema? —quiso saber Damien.

—La verdad es que no lo sé. Todos sabemos por qué llora el dragón. —Rephaim escondió la cabeza entre los hombros y yo le miré como si le pidiera disculpas por lo que acaba de decir—. La parte de los años y de los miedos podría tener que ver también con Dragon. Está claro que tendremos que implicar a Shaylin debido a la parte de la visión verdadera. En cuanto a lo de la paradoja, ni siquiera estoy muy segura de lo que significa la palabra. —Entonces suspiré—. En otras palabras: no. No tengo ni idea de lo que quiere decir el resto del poema.

—Una paradoja es una afirmación o una situación contradictoria pero cierta —explicó Damien.

—¿Cómo? —dije yo.

—De acuerdo. Te pondré un ejemplo: la paradoja de la guerra es que tienes que matar a gente para que se deje de matar gente.

—¡Dios! Odio el lenguaje figurativo —protestó Aphrodite.

—Pero tú eres muy inteligente, preciosa mía. Cuando te concentras en algo, lo resuelves de inmediato —dijo Darius.

—La paradoja podría tener que ver con Kalona y Rephaim —intervino de repente Shaunee.

—¿A qué te refieres? —preguntó Stevie Rae.

—¿Gemela? —preguntó Erin—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, me encuentro perfectamente —respondió esta antes de proseguir—: Me refiero a que se trata de una situación paradójica, ¿no? Para que Rephaim demuestre que ha cambiado de bando y que ahora es bueno, tiene que darle la espalda a su padre, y eso es algo que en una situación normal se consideraría malo.

—Puede que tengas razón —dijo Damien.

—Ella es el fuego —dijo Aphrodite.

Yo parpadeé sorprendida.

—Y Kalona el hielo.

—Pero mi gemela no tiene nada que ver con Kalona —dijo Erin.

—Sí que lo tiene —opinó Rephaim—. Entiende cómo me siento con respecto a él, especialmente después de lo que ha pasado hoy.

—Rephaim, entiendo que quieras que tu padre se convierta en un buen tipo y que te quiera, pero tienes que dejarlo de una vez —le recriminó Stevie Rae. Pude percibir la frustración en el tono de su voz.

—Por favor, cuéntale lo de hoy —me suplicó Rephaim.

Yo reprimí un suspiro.

—Kalona quiere que acordemos una tregua. —Después de la conmoción y de los comentarios del tipo «de ninguna manera» y «oh, por favor» por parte de todos menos de Shaunee y de Rephaim, procedí a explicarles exactamente lo que había sucedido entre Kalona, Rephaim y yo. Cuando hube acabado, lo resumí diciendo—: De manera que no, no creo que podamos confiar en él, pero acordar una tregua no tiene por qué ser algo malo.

—Rephaim tiene que aprender a no ir largando nuestras cosas por ahí —añadió Kramisha mirándolo con severidad.

—Sí, ya hemos hablado de eso. ¿Has entendido, Rephaim? —pregunté.

—No volveré a contarle a mi padre nuestros secretos —dijo.

—No se trata solo de eso —intervino Stark—. No es un secreto que estemos viviendo aquí, pero Kalona no tiene por qué saberlo.

—Si no es un secreto, mi padre podría haberse enterado por algún otro —dijo Rephaim.

—Sí, puede ser. ¿Pero no se te ha ocurrido pensar que tal vez, si realmente hubiera dejado Tulsa y se hubiera traslado a algún lugar al oeste pensando que tú estabas en la Casa de la Noche rodeado de hijos de Érebo, hubiera seguido volando hacia el oeste y nos habríamos librado de él? —preguntó Stark.

—Eso no sucedería jamás. Mi padre nunca me abandonará.

—¡Pero si ya lo hizo! —le espetó de repente Stevie Rae. A continuación se puso en pie y cruzó los brazos como si intentara retener sus emociones físicamente—. Te dejó cuando optaste por el bien. El único motivo por el que ha vuelto es porque tus hermanos no consiguieron que espiaras para él. Lo ha hecho solo pensando en él.

—¿Espiarnos? —preguntó Darius.

Rephaim miraba a Stevie Rae como si acabara de propinarle un guantazo, pero aun así respondió a Darius.

—Sí. Era eso lo que mis hermanos querían pedirme. Yo me negué justo antes de que Dragon y esa criatura llamada Aurox me encontraran.

—De acuerdo, mirad. Como ya he dicho antes, está claro que no podemos fiarnos de Kalona, pero creo sinceramente que lo que ha dicho hoy tiene sentido. Si Neferet es inmortal y la única que puede destruirla es ella misma, vamos a necesitar ayuda para descubrir cómo empujarla en esa dirección. —Seguidamente hice una breve pausa y añadí—: También creo que podemos fiarnos de Rephaim, a pesar de que todavía quiera a su padre.

—Kalona es una bomba de relojería —dijo Stark.

—En su momento tú también lo fuiste. Igual que yo —dijo Rephaim.

Stevie Rae descruzó los brazos y cogió la mano de su amado.

—Yo también fui una bomba de relojería, Rephaim, como vosotros. Pero los tres elegimos la Luz, mientras que tu padre no. Te ruego que no lo olvides.

—Una vez más, estoy de acuerdo con la paleta —dijo Aphrodite.

—Y yo también —convino Erin.

En ese momento se produjo una comprensible pausa que Erin aprovechó para mirar a Shaunee que, a diferencia de lo que solían hacer siempre las gemelas, no le devolvió la mirada.

—Vaya, acaba de producirse un milagro. Que alguien llame al Vaticano —dijo Aphrodite con sequedad.

Rephaim alargó la mano que no sujetaba Stevie Rae por encima de la mesa y agarró el poema de Kramisha. Después de mirarlo durante unos segundos, leyó:

—«La Oscuridad no siempre es lo mismo que el mal. La Luz no siempre trae el bien». Tal vez sugiera que las cosas no son exactamente lo que parecen.

—Yo conozco una cosa que es exactamente lo que parece —dije yo—. Fue en el Otro Mundo, cuando Kalona le pidió a Nyx que lo perdonara. La Diosa le respondió que solo lo haría cuando se ganara el derecho a pedírselo. Y no se lo ha ganado, Rephaim.

—Todavía —dijo Shaunee quedamente.

—Todavía —repitió Rephaim.

—¿Todavía? —preguntó Erin sacudiendo la cabeza.

—De acuerdo. Os propongo un trato. Hasta que Kalona se gane el derecho de pedirle a Nyx que lo perdone, no nos fiaremos de él. Podemos acordar una tregua, pero bajo la premisa que el enemigo de mi enemigo es mi amigo —dije con la esperanza de haberlo dicho correctamente—. Punto y final.

—Pero no confiar en él no significa perder la esperanza —puntualizó Shaunee.

—No, no significa eso —dije lentamente, detestando la mirada triste y resignada de los ojos de mi mejor amiga mientras miraba a Rephaim.

—No te defraudaré —sentenció Rephaim mirando a Stevie Rae. Acto seguido, dirigiéndose al resto al resto de nosotros, añadió—: Ni a vosotros tampoco. Es como ha dicho Shaunee: puedo seguir teniendo esperanza, pero no confiaré en él.

—Te romperá el corazón —dijo Stevie Rae.

—Es demasiado tarde para preocuparse por eso —opinó él—. Ya lo ha hecho. —En ese momento un escalofrío recorrió el cuerpo de Rephaim de arriba abajo. Podría jurar que vi su piel vibrar—. Está amaneciendo —dijo. Seguidamente se puso en pie y besó a Stevie Rae con dulzura—. Tengo que irme. Te quiero.

—Voy con… —empezó a decir Stevie Rae. Sin embargo, se interrumpió a sí misma—. No. No quieres que vaya. No pasa nada. Sé que es algo que tienes que hacer solo. —A continuación se puso de puntillas y le dio un pico—. Vete antes de que te pille aquí abajo.

Rephaim asintió con la cabeza y salió a toda prisa de la habitación.

—¡Vaya! ¿Va a convertirse en pájaro? ¿Así, sin más? —preguntó Aphrodite.

—Exceptuando el hecho de que le duele horrores y que le resulta de lo más humillante, sí, así sin más —respondió Stevie Rae con un débil sollozo antes de salir disparada de la cocina.

—¡Joder, tía! Era solo una pregunta. No hace falta que se lo tome tan a la tremenda.

—¿Cómo te sentirías tú si Darius se convirtiera en pájaro todos los días? —le pregunté intentando, sin éxito, que sintiera cierta empatía por Stevie Rae.

—Cabreada —respondió—. Me gusta acurrucarme en sus brazos. —Aphrodite pareció estar considerando algo, y luego añadió—: ¿Sabes? Podría intentar encerrarlo en una jaula muy, muy grande justo antes del amanecer. Tal vez eso lo amansaría.

Los demás la miramos sin poder dar crédito.

—¿Qué? Era solo una idea.

—Pues la próxima vez te la guardas para ti —dijo Damien.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué debo o que no debo añadirla a la lista de cosas que tengo que comprar este fin de semana para mejorar nuestro hogar?

—Yo diría que la añadieras si me dejas que te ayude a elaborar el resto de la lista —dijo Kramisha.

—Me voy a hablar con mi mejor amiga —dije—. Y vosotras dos, comprad lo que queráis, pero sin borderías.

—¿Te molesta si me voy a la cama? —me preguntó Stark—. Estoy empezando a sentir los efectos del sol.

Yo me esforcé por esbozar una sonrisa y lo besé.

—Por supuesto que no. Yo iré enseguida.

—Tómate el tiempo que quieras. Asegúrate de que Stevie Rae está bien —dijo sin apenas mirarme antes de despedirse con la mano del resto de los chicos y salir de la habitación arrastrando los pies.

El hecho de que fuera a estar dormido cuando me fuera a la cama me producía una sensación extraña, como si de pronto tuviera una relación con un hombre mayor que no conseguía mantenerse despierto. No obstante, me esforcé por quitarme aquella idea de la cabeza, le dije adiós al grupo y corrí hacia la acogedora y ordenada habitación de Stevie Rae.

La encontré sentada en la cama, abrazada a Nala y llorando como una magdalena.

—¡Eh, chiquitina! —dije sentándome a su lado y dándole unas palmaditas a Nala—. ¿Estás cuidándome a Stevie Rae?

Aquello hizo que mi mejor amiga sonriera a través de las lágrimas.

—Sí, ya estaba aquí cuando he llegado. Al principio ha fingido estar supergruñona, pero enseguida ha saltado sobre mi regazo y después de estornudarme encima me ha puesto las pezuñas sobre el pecho, ha acercado su cara a la mía y ha empezado a ronronear.

—Nal hace muy bien su trabajo —dije.

—¿Su trabajo? —preguntó Stevie Rae, sonándose la nariz después de agarrar un pañuelo de papel de la caja que estaba junto a la cama.

—Terapia gatuna. Cuando entra en el «modo trabajo» me gusta pensar en ella como la doctora Nal.

—¿Te cobra por horas? —preguntó dándole unas palmaditas a Nala, que había puesto a tope la máquina de los ronroneos.

—Sí. Le pago con menta de gato. A montones.

Stevie Rae sonrió y se enjugó las lágrimas.

—Me aseguraré de tener un buen puñado a mano.

—¿Quieres llamar a tu madre? ¿Crees que te ayudaría a sentirte mejor?

—No, estará ocupada preparándole el desayuno a mis hermanos. Estoy bien.

Yo la miré con cara de «¿a quién pretendes engañar?».

—De acuerdo, no estoy bien, pero lo estaré. Es solo que estoy preocupada por Rephaim. Ya sé que no podéis olvidar que es un cuervo del escarnio, pero me gustaría que comprendierais que ya no es malo. Desde que Nyx lo transformó, durante las horas nocturnas no es más que un chico normal y corriente. Y no sabe gran cosa de lo que significa ser un chico. Z, tengo miedo de que Kalona haga algo que lo meta en un lío y que pueda perder su humanidad —dijo rompiendo a llorar amargamente.

Yo la abracé con fuerza, provocando las quejas de Nala.

—¡No, tesoro! Eso no sucederá jamás. Una vez que la Diosa te hace un regalo, ya no te lo quita, aunque el libre albedrio te haga fastidiarlo todo. Neferet es el ejemplo perfecto. No podría estar más zumbada y aun así conserva un porrón de poderes que le regaló la Diosa. Rephaim seguirá siendo un chico por las noches. Lo que tienes que decidir es si estás dispuesta a vivir con las debilidades que conlleva el hecho de que sea humano.

—¡Pero el amor no es una debilidad! —protestó Stevie Rae.

—Amar a la persona equivocada, sí —dije yo.

Ella me miró con los ojos muy abiertos y una vez más se llenaron de lágrimas.

—¿Crees que estoy cometiendo un error amándolo?

—No, tesoro. Creo que él comete un error queriendo a Kalona, y que eso hace de él una persona débil. —Entonces hice una pausa y admití en voz baja—. Sé de lo que estoy hablando. He pasado por ello. Sabes muy bien que creí querer a Kalona y que eso me hizo pensar que estaba cambiando.

—Sí, me lo figuré.

—Hizo falta que matara a Heath para que abriera los ojos —dije.

—¿Y si hiciera falta algo tan terrible como eso para que Rephaim deje de creer que va a cambiar?

Yo solté un suspiro.

—Tal vez el problema no es que Rephaim crea que va a cambiar, sino que espera que lo haga.

—¿Hay alguna diferencia?

—Sí, creo que existe una gran diferencia entre creer que algo va a suceder y esperar que así sea —dije—. Dale una oportunidad para gestionar esto. No es nada fácil y, como tú misma has dicho, es nuevo para él. Tú sigue queriéndolo durante un tiempo y espera a ver qué pasa. De veras creo que nunca te haría daño deliberadamente.

—De acuerdo —dijo ella—. Seguiré queriéndolo y esperaré a ver qué pasa.

Acto seguido, inspiró profundamente y me abrazó con fuerza, haciendo que Nala se retorciera quejiqueándose.

Stevie Rae y yo nos reímos de ella y pasamos un poco de tiempo tranquilizando a la gata.

—Bueno, me voy a la cama, de lo contrario acabaré cayéndome redonda aquí mismo. —Luego besé a Nala en la cabeza y se la entregué a Stevie Rae—. Quédate a la doctora Nal. Es genial cuando tienes ganas de achuchar a alguien.

—Gracias, Z. Eres la mejor.

Salí de la habitación apartando la manta que hacía las veces de puerta y recorrí lentamente el túnel hasta que llegué a la pequeña manta rosa de Mi Pequeño Pony que había pedido a Stark que colgara para tapar la entrada de nuestra habitación. Pasé la mano delicadamente por la suave parte delantera y sonreí al recordar lo mucho que me gustaba jugar a disfrazar a mi pequeño pony y cómo mamá le había cortado el pelo a algunos de los ponys para que supiera cuáles eran los chicos y cuáles las chicas.

Mamá…

Cerré los ojos intentando centrarme.

—Espíritu, te necesito —dije quedamente. Casi de inmediato sentí que el espíritu empezaba a llenarme—. ¿Esta vez podrías quedarte un poco? Solo hasta que me quede dormida. —El espíritu respondió a mi pregunta insuflándome una sensación de calidez que hizo que me entrara un sueño enorme.

Entonces pasé por debajo de la manta rosa y caminé lentamente hasta la cama. Sabía que me lo encontraría dormido. Me tumbé junto a él, tiré de la manta azul de forma que nos cubriera a los dos y me quedé mirando a Stark durante unos minutos mientras dejaba que el espíritu me arrullara. Tenía el ceño fruncido y por encima de los párpados pude ver que movía los ojos como si estuviera siguiendo un partido de ping-pong. En ese momento le acaricié suavemente la frente con la yema de los dedos intentando liberarlo de la tensión.

—No pasa nada —susurré—. No tengas pesadillas.

Aparentemente, mis palabras surtieron efecto, porque exhaló un largo suspiro, su rostro se relajó y me rodeó con uno de sus brazos permitiendo que me acurrucara junto a él mientras, finalmente, me dejaba llevar por un sueño dulce y profundo.

Kalona

Al principio le había resultado muy sencillo seguir el hilo del espíritu inmortal compartido que lo unía con Stark. Casi se podría decir que había sucedido de forma accidental. Se había introducido en la mente del joven vampiro con suma facilidad. Sin embargo, conforme avanzaban los días y su experiencia en el Otro Mundo se desvanecía poco a poco en el pasado, a Kalona le fue resultando cada vez más difícil invadir el subconsciente de Stark.

La mente del chico se estaba rebelando.

El espíritu invasor de Kalona tenía que permanecer en silencio y limitarse a observar al guerrero guardián de Zoey Redbird o, como mucho, hacerle solo pequeñas insinuaciones, de lo contrario el subconsciente de Stark oponía resistencia y, con más frecuencia de la que le hubiera gustado, cortaba el hilo que los unía y expulsaba al espíritu de Kalona con muy malos modos.

Evidentemente, le resultaba mucho más fácil si el chico estaba distraído, bien porque estaba haciendo el amor con Zoey, bien porque estaba dormido y soñando.

Al principio Kalona prefería entrar en Stark cuando este entraba en Zoey. De hecho, resultaba bastante placentero. Pero el sexo también era una distracción que el alado inmortal no necesitaba. De manera que, con el pasar de los días y las noches, Kalona había retomado una técnica que había perfeccionado muchos siglos atrás: entrar en los sueños de Stark.

Sin embargo, el inmortal no manipulaba los sueños de Stark, como había hecho con Zoey y con otros muchos.

Eso habría sido demasiado obvio. Stark se habría dado cuenta de lo que estaba pasando. Si hubiera percibido la presencia de Kalona, habría podido coger prestada la fuerza de los elementos de Zoey y bloquearlo. O, como mínimo, se habría puesto en guardia y en ese caso observar el subconsciente de Stark le habría aportado muy poco y habría supuesto una aburrida pérdida de su tiempo inmortal. Tenía que permanecer oculto y actuar de forma muy sutil. Sí, era mucho mejor permanecer al acecho en los recovecos más oscuros de la mente de Stark para susurrarle oscuros pensamientos y escuchar a escondidas.

Fue una feliz coincidencia descubrir que a la mente del joven vampiro le gustara hablar consigo misma. La verdad es que resultaba muy extraño que el subconsciente del guerrero tuviera siempre el mismo sueño recurrente en el que se encontraba a sí mismo en un trozo de tierra rodeado de nada y hablar con una imagen de sí mismo reflejada en un espejo, más dura y más malvada que el verdadero Stark y a la que el vampiro llamaba «el otro». Stark no visitaba al otro todas las noches, pero cuando lo hacía, Kalona a menudo escuchaba interesantes fragmentos de lo que le había sucedido a Stark aquel día.

Aquella noche, Kalona estaba a punto de romper el hilo que los unía, asqueado por un sueño absolutamente banal en el que Stark recordaba escenas de su infancia, cuando de pronto el sueño cambió y el chico creció, se transformó y se desdobló. Kalona se quedó callado y observó cómo las imágenes del espejo empezaban a hablar.

Ha sido un día de mierda, ¿verdad, capullo?

Sí, y tú eres el zurullo que faltaba para rematar este día de mierda.

¡Eh, Stark! Tranquilo. Sabes que puedes contar conmigo para mantenerte con los pies en el suelo, así que ¿por qué no hablamos de lo fácil que hubiera sido todo si hubieras tenido dos cojones en lugar de ser tan jodidamente amable?

Sí, Otro. Eso es algo que sé que nunca me faltará de ti, los malos modos.

Efectivamente, capullo, mi actitud es la que es, pero al menos no me pongo a lloriquear porque he tenido un mal día. Puedes contar con ello.

También puedo contar con que Zoey está en peligro por culpa de gente que está demasiado cerca de ella como para sentirme tranquilo.

Será mejor que me lo cuentes todo con pelos y señales. Sabes que me encanta hacer de abogado del diablo.

Ese maldito Rephaim está empezando a tocarme las narices.

Dile que deje de tomarte por tonto y que no confías en él.

Soy amable, no estúpido.

¡Eh, mariquita! ¿No se te ha ocurrido que si no puedes confiar en Rephaim tampoco puedes fiarte de los que están cerca de él?

Como, por ejemplo, Stevie Rae. Lo sé. Pensaba que tendría que vigilarla muy de cerca para asegurarme de que no ponía en peligro a Zoey, pero parece que está sucediendo exactamente lo contrario. Stevie Rae no deja de presionar a Rephaim para que espabile, se mantenga alejado de Kalona y pase olímpicamente de su padre.

Entonces, ¿dónde está el problema?

Shaunee.

El Otro soltó una carcajada.

¿Te refieres a una de las mitades del dúo de gemelas? Así que la parejita te está causando quebraderos de cabeza. ¿Por qué, en lugar de lloriquear por los rincones, no le das la patada a Zoey, coges a las gemelas y os hacéis juntos un sándwich? Esas zorras están para comérselas.

Eres un auténtico cabrón. No pienso darle la patada a Z. Estoy enamorado de ella. Y el problema no son las gemelas, solo Shaunee. Por lo visto tiene una especie de complejo de Electra y no hace más que darle coba a Rephaim, sugiriendo que al final Kalona cambiará.

La cosa no pinta muy bien que digamos. Será mejor que estés al loro, capullo, o al final la mierda acabará esparciéndose…

De repente, una hermosa pluma blanca apareció sobre la cabeza de Stark y la escena comenzó a desvanecerse.

No pasa nada… No tengas pesadillas.

Al mismo tiempo que se escuchaban la voz susurrante, la pluma se deslizó suavemente, dulcemente, por el rostro de Stark, haciendo desaparecer el ceño fruncido como habría hecho una escoba con un puñado de arena, arrastrando consigo la imagen del Otro.

En el lugar más oscuro y recóndito de la mente de Stark, Kalona sonrió y, por esta vez, interrumpió la conexión nocturna que existía entre ellos.