Zoey
De acuerdo. Ya se sé que soy una adolescente y todo ese rollo, pero en lo que respecta al uso de Skype, doy pena. En general soy bastante negada con todo lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías. Si se trata de invocar un círculo, vale; llamar a alguno de los cinco elementos, soy la mejor; pero si tengo que sincronizar mi iPhone con un ordenador nuevo, ya te digo que no. Solo pensar en tener que tuitear algo, me entra dolor de cabeza y empiezo a echar de menos a Jack.
—Mira, tampoco es tan difícil. Solo tienes que pinchar aquí. —Kramisha estiró el brazo por encima de mi hombro y agarró el ratón—. Luego le das aquí, ¡y ya está! Ya estamos conectados a Skype y la cámara está funcionando.
Entonces alcé la vista y descubrí a Stevie Rae y a todos los demás, incluidos Dragon, Lenobia y Erik, mirándome como pasmarotes.
Al menos Stevie Rae tenía una sonrisa de oreja a oreja y movía los labios rápidamente sin emitir ningún sonido para decirme: Tranquila.
—¿A qué se debe exactamente…? —empezó a decir Dragon. Sin embargo, la entrada de Neferet en la sala del Consejo hizo que se quedara callado. Y, por suerte, en ese preciso momento la autoritaria voz de la líder le llegó alta y clara a través del ordenador de Damien.
—Feliz encuentro, Zoey Redbird —le saludó Duantia—. Me complace hablar de nuevo contigo.
Yo me llevé el puño al pecho e incliné la cabeza en señal de respeto.
—Feliz encuentro, Duantia. Gracias por reservar un poco de tu tiempo para esta llamada.
—Feliz encuentro, Duantia —dijo Neferet situándose junto a mí y haciendo una reverencia. Vi que le lanzaba una breve mirada inquisitiva a Dragon antes de sonreír con dulzura para continuar diciendo—: Debo pedir disculpas. No sabía nada de esta llamada. Esperaba celebrar una simple reunión del Consejo Escolar. —A continuación me atravesó con sus ojos de color esmeralda—. ¿Eres tú la responsable de esto, Zoey?
—Sí, lo soy. Te lo hubiera dicho antes, pero acabas de llegar —dije sonriendo en un tono de lo más jovial. Antes de que Neferet tuviera tiempo de responder, desvié mi atención hacia Duantia—. Quería asegurarme de que el Alto Consejo escuchara todos los detalles sobre la asombrosa aparición de Nyx en la escuela ayer y… —En ese momento me detuve e hice un gesto con la barbilla a Neferet como si la estuviera incluyendo—. Sabía que Neferet también estaría deseosa de compartirlo con vosotros.
—De hecho, sabemos muy poco al respecto. Es una de las razones por las que esperaba con ansia esta llamada. —Duantia desvió la mirada hacia Neferet—. He intentado contactarte durante el día y después he dado instrucciones a Dragon para que permitiera a los iniciados rojos y al grupo de Zoey que empezaran a asistir a las clases a partir de hoy, pero no he conseguido dar contigo, alta sacerdotisa.
Me di cuenta de que Neferet se ponía tensa, pero lo único que dijo fue:
—He estado recluida para rezar en la más absoluta intimidad.
—Más razón todavía para realizar esta llamada —dijo Duantia.
—Lo que hizo Nyx fue un milagro —dije haciéndole gestos a Stevie Rae para que se acercara a la pantalla—. Esta es Stevie Rae, la primera alta sacerdotisa roja.
Stevie Rae se colocó el puño a la altura del pecho e hizo una profunda reverencia.
—Es un honor conoceros, señora.
—Feliz encuentro, Stevie Rae. He oído hablar mucho de ti y de los iniciados rojos. Y, por supuesto, ya he tenido ocasión de conocer al guerrero rojo, Stark. Hay que reconocer que Nyx es muy generosa con los milagros.
—Ummm, gracias, pero… la verdad es que el hecho de que seamos rojos y todo lo demás no es el milagro. —Stevie Rae me miró y añadió—: Bueno, al menos no es el milagro al que se refiere Zoey. —A continuación se aclaró la garganta y dijo—: El milagro de Nyx tiene que ver con mi consorte, Rephaim.
Los ojos de Duantia se abrieron como platos.
—¿No es ese el nombre de una de esas criaturas llamadas cuervos del escarnio?
—Así es. —La voz de Dragon sonó tan severa como la expresión de su rostro—. Es el nombre de la criatura que mató a mi amada Anastasia.
—No lo entiendo —dijo Duantia—. ¿Cómo es posible que llames a ese ser abominable «consorte»?
Rápidamente, antes de que Neferet pudiera saltar con algo horrible, empecé a balbucear:
—Antes Rephaim era un cuervo del escarnio, y Dragon tiene razón, por aquel entonces mató a Anastasia. —Seguidamente levanté la vista para mirar al profesor de esgrima, pero me resultó muy difícil mirarle a los ojos—. Rephaim pidió perdón a Nyx por eso.
—Y por todas las cosas malas que había hecho como hijo de Kalona —añadió Stevie Rae.
—El perdón pleno es… —empezó a decir Neferet antes de que yo la interrumpiera.
—El perdón pleno es un regalo que puede otorgar nuestra Diosa, y eso es exactamente lo que hizo anoche —dije. Luego miré a Stevie Rae—. Cuéntale a la líder del Alto Consejo lo que hiciste.
Stevie Rae asintió, tragó saliva y dijo:
—Hace varias semanas encontré a Rephaim agonizante. Le habían disparado mientras surcaba el cielo. No lo entregué. —En ese momento levantó la vista de la pantalla del ordenador y de Duantia, miró a Dragon y dijo en tono implorante—: No quería herir a nadie ni hacer nada incorrecto.
—¡Ese ser abominable mató a mi compañera! —dijo Dragon—. La misma noche en la que le dispararon y en la que debería haber muerto.
—Profesor Lankford, le ruego que permita a la alta sacerdotisa roja continuar con su confesión —intervino Duantia.
Dragon apretó la mandíbula y levantó ligeramente el labio con gesto de desprecio, pero las palabras de Stevie Rae hicieron que volviera a centrar mi atención en ella.
—Dragon tiene razón. De no ser porque yo lo salvé, Rephaim habría muerto aquella noche. No le hablé a nadie de él. Bueno, excepto a mi madre, pero eso fue más tarde. En cualquier caso, en vez de eso me ocupé de él. Le salvé la vida. Y a cambio él salvó la mía. Dos veces. Una de ellas enfrentándose al toro blanco de la Oscuridad.
—¿Se enfrentó a la Oscuridad por ti? —Duantia parecía no dar crédito.
—Sí.
—De hecho, le volvió la espalda a la Oscuridad por ella —dije continuando la historia en su lugar—. Y anoche pidió perdón y se comprometió a seguir el camino de la Diosa.
—¡Y entonces la Diosa lo transformó en un chico! —exclamó Stevie Rae con tanto entusiasmo que incluso las comisuras de Duantia se curvaron con una sonrisa.
—Solo desde el ocaso al amanecer —añadió Neferet en un tono que dejaba claro que quería echar a perder el momento lanzando un jarro de agua fría—. Durante el día está condenado a ser un cuervo, una bestia incapaz de recordar su humanidad.
—Es la consecuencia de las cosas malas que hizo en el pasado —explicó Stevie Rae.
—Y ahora, durante el tiempo que es un chico, Rephaim quiere venir al colegio como cualquier otro iniciado —concluí.
—Admirable —dijo Duantia.
—Esa criatura no pertenece a esta escuela —protestó Dragon.
—No es la criatura la que está en la escuela —dije—. Es el chico. El mismo chico que Nyx perdonó. El mismo chico que Stevie Rae ha elegido como consorte. El mismo que intentó jurarte que estaría a tu servicio.
—Dragon, ¿lo rechazaste? —preguntó Duantia.
—Así es —respondió este secamente.
—Y esa es la razón por la que los expulsé a todos —dijo Neferet en un tono calmado, razonable, de adulto—. Mi maestro de esgrima no podía tolerar su presencia, y con toda la razón. Cuando el grupo de Zoey decidió dejar de mostrarnos su lealtad para trasladarla a Stevie Rae y al cuervo del escarnio no tuve más remedio que pedirles que se marcharan.
—¡Pero ya no es un cuervo! —protestó Stevie Rae en un tono que demostraba que estaba tremendamente cabreada.
—Pero sigue siendo el ser que acabó con la vida de mi compañera. —La voz de Dragon sonó como un latigazo.
—¡Basta! —tronó Duantia a través del ordenador. Incluso a miles de kilómetros de distancia y a través de Skype, la potencia de su voz inundó la habitación, convirtiéndose en una presencia tangible—. Neferet. Quiero estar absolutamente segura de haber entendido bien los acontecimientos de anoche. ¿Nuestra Diosa, Nyx, apareció en tu Casa de la Noche y perdonó al cuervo del escarnio, Rephaim, le otorgó después el regalo de convertirse en un chico humano durante la noche y, como penitencia, lo condenó a tener la forma de un cuervo durante el día?
—Sí —respondió Neferet.
Duantia negó con la cabeza lentamente.
—Neferet, hay una parte de mí, lo que queda de cuando todavía era muy joven, que entiende tu reacción ante estos inesperados acontecimientos. No obstante, he de decir que te equivocaste. En pocas palabras, no puedes expulsar a un grupo de iniciados que lo único que han hecho ha sido apoyar a sus amigos. Y menos aún a este grupo de iniciados —dijo Duantia remarcando esta última frase—. Este grupo ha sido tocado demasiadas veces por la Diosa para ser desterrado.
—En cierto modo eso trae a colación la segunda cuestión que quería consultar contigo —dije—. En realidad, debido a las diferencias entre los iniciados rojos y el resto de iniciados, fue mucho mejor que nos expulsaran. —Entonces fruncí el ceño—. Esperad. Creo que no me he expresado bien.
—Lo que quiere decir es que no podemos descansar bien, a menos que lo hagamos bajo tierra —explicó Stevie Rae en mi lugar—. Y aquí no hay muchas posibilidades de estar bajo tierra.
—De manera que durante el día les gustaría estar en los túneles bajo la estación de Tulsa y durante la noche de los días de diario querrían venir a la escuela en autobús. No hay muchos iniciados rojos en el grupo de Stevie Rae, y exceptuándome a mí, ningún iniciado azul abandonó en ningún momento la escuela, de manera que, entre una alta sacerdotisa roja, dos guerreros transformados y yo deberíamos ser capaces de arreglárnoslas bastante bien allí. —A continuación, con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en mi rostro, miré a Neferet—. Y sé muy bien que Neferet es una alta sacerdotisa tan extraordinaria que será capaz de gestionar perfectamente todos los cambios que están teniendo lugar aquí.
En ese momento se produjo un largo silencio durante el cual Neferet y yo nos quedamos mirándonos fijamente sin que ninguna de las dos apartara la vista en ningún momento.
Al final Duantia preguntó:
—¿Tú qué opinas, Neferet?
Antes de que se girara hacia la cámara, percibí un atisbo de suficiencia en la expresión de su rostro.
—Después de escuchar tus sabias palabras, Duantia, me doy cuenta de que anoche me precipité con mi decisión. Como alguien que ha sido recientemente perdonada por Nyx, lo menos que puedo hacer es esforzarme por emular la benevolencia de la Diosa. Es evidente que tiene planes especiales para Zoey y su grupo. Quizás un lugar apartado para descansar sea lo mejor. Por supuesto, deberán seguir ateniéndose a las normas de esta Casa de la Noche y considerándome su legítima alta sacerdotisa.
—Ummm, no necesariamente —dije ignorando la penetrante mirada de Neferet y concentrándome en Duantia—. Los días que pasé en Skye con la reina Sgiach realmente significaron mucho para mí. Llegamos a estar muy cerca la una de la otra. Sgiach incluso llegó a decirme que le gustaría convertirse en mi mentora y empezar a abrir Skye al mundo moderno. En este momento no puedo estar en Skye con ella, pero sigo queriendo seguir sus pasos. —Entonces inspiré profundamente y concluí rápidamente—: Es por eso que quiero declarar oficialmente la estación de Tulsa fuera de la jurisdicción de la Casa de la Noche, de la misma manera que hizo Sgiach con Skye. —A continuación miré directamente a Neferet—. Y al igual que Sgiach, no me meteré en tus asuntos si tú no te metes en los míos.
—¿Tienes la desfachatez de declararte a ti misma reina? —Neferet parecía anonadada.
—En realidad no fui yo quien lo hizo. Fue Sgiach, y también su guardián. Además, Stark ha sido aceptado como guardián. En el Otro Mundo tenía la espada y todo lo demás. Es mi guerrero, de manera que, por defecto, significa que he sido declarada reina. Aunque una reina pequeña —añadí.
—No me parece justo —dijo Neferet.
—Estoy de acuerdo con Neferet —dijo Dragon.
Yo me quedé mirándolo fijamente, intentando trasmitirle: ¿En serio? ¿De veras estás diciendo que estás de acuerdo con Neferet después de todo lo que sabes sobre ella? Sin embargo, Dragon pasó la mirada por encima de mí como si no pudiera verme.
—Tengo que discutir este asunto con el Alto Consejo, Zoey Redbird. No somos partidarios de la idea de que existan reinas vampiras. Los vampiros son altas sacerdotisas, guerreros y profesores, y siguen los diferentes caminos vitales que se originan de estos títulos. Esa ha sido nuestra tradición durante mucho tiempo.
—¡Pero Sgiach es una reina! —insistí—. Lo ha sido durante siglos. Debería ser tiempo suficiente para que también sea considerada una tradición.
—¡Pero no una tradición vampírica! —La forma en que levantó la voz hizo que se me erizaran el vello de los brazos. La líder del Alto Consejo inspiró profundamente, como intentando recobrar la compostura, antes de continuar en un tono más calmado—: Sgiach apenas puede ser considerada una vampira. Lleva muchos siglos separada de nosotros. Es como si tuviéramos con ella una incómoda tregua sin que nunca haya sido declarada. No podemos entrar en su isla y ella no tiene ninguna intención de salir. —Duantia hizo una pausa y levantó una ceja—. ¿Se ha producido algún cambio al respecto, Zoey? ¿Acaso Sgiach está planeando dejar Skye?
—No —dije—. Pero sí que me dijo que iba a considerar la posibilidad de volver a aceptar alumnos.
—Permitir que unos desconocidos entraran y salieran de Skye sería algo excepcional. —La manera en que lo dijo me hizo pensar que Duantia no creía que «excepcional» fuera sinónimo de «una buena cosa».
—Creo que abrirse a los desconocidos es algo que todos deberíamos hacer en estos tiempos de cambios —dijo Neferet.
Todo el mundo la miró de hito en hito. Hasta Duantia se quedó sin palabras.
—De hecho, estoy tan convencida de ello, que he decidido abrir las puertas de mi Casa de la Noche a los humanos del lugar para que realicen algunos trabajos de poca categoría. Me parece algo sensato y responsable, especialmente en estos tiempos de crisis económica. Espero que Sgiach tome ejemplo.
—Es una idea excelente, Neferet —convino Duantia—. Como bien sabes, los humanos son una presencia constante aquí, en la isla de San Clemente, desde hace siglos. —La alta sacerdotisa de los vampiros sonrió—. Desde que nos volvimos modernos y civilizados.
—Y a la Casa de la Noche le gustaría hacer lo mismo —dijo Neferet.
—De acuerdo. Entonces, la decisión está tomada. La Casa de la Noche de Tulsa contratará a humanos del lugar. Rephaim, los iniciados rojos y el grupo de estudiantes de Zoey asistirán a clase en la Casa de la Noche de Tulsa pero descansarán en los túneles bajo la estación durante el día. Pasaré una nota para hablar con el ayuntamiento de Tulsa acerca de la adquisición de la estación.
—¿Y qué hay del estatus de Zoey como reina y de la lealtad de la estación hacia mí y hacia esta Casa de la Noche? —inquirió Neferet.
Yo contuve la respiración.
—Como ya he dispuesto, una cuestión tan seria como la de que una joven y talentosa iniciada pueda ser considerada reina, aunque sea una reina en prácticas, debe ser consultada con el Alto Consejo en su totalidad. Hasta que podamos tomar una decisión, Zoey Redbird y la estación serán una extensión de la Casa de la Noche.
—Y, por lo tanto, seguiré siendo su alta sacerdotisa —concluyó Neferet.
Stevie Rae se aclaró la garganta y todos dirigimos la mirada hacia ella.
—Ummm, no es que quiera ser mezquina ni nada parecido, pero si no podemos llamar reina a Z, y tenemos que tener una alta sacerdotisa, la siguiente de la fila soy yo. Mis iniciados rojos necesitan a alguien como ellos que los comprenda. Y esa soy yo. De manera que podéis considerarnos una sucursal de la Casa de la Noche si queréis, pero si tenemos que tener una alta sacerdotisa al mando, seré yo.
—Lo que dices tiene mucho sentido, joven sacerdotisa —dijo Duantia sin vacilar lo más mínimo, lo que me hizo pensar que quizás estaba esperando que Stevie Rae manifestara su disconformidad—. Stevie Rae, hasta que se resuelva la cuestión del título de Zoey Redbird, actuarás como alta sacerdotisa de la extensión de la Casa de la Noche en la estación.
—Gracias, señora —respondió Stevie Rae—. Y no pretendía ser irrespetuosa.
Los afilados rasgos de Duantia se suavizaron y esbozó una sonrisa.
—No has sido irrespetuosa. Has hablado como una alta sacerdotisa. Y ahora, si no hay más asuntos que tratar, me gustaría aplazar la sesión para poner al día al resto de los miembros del Consejo acerca de lo sucedido y de las decisiones que han sido tomadas.
—Yo he terminado —dije.
—Y yo —dijo Stevie Rae.
—Creo que lo que hemos conseguido es más que suficiente para un día —dijo Neferet.
—Excelente. Entonces me despido de vosotros y os deseo que seáis benditos.
El ordenador emitió ese extraño sonido que indica que Skype ha sido desconectado y la imagen desapareció de la pantalla.
—¡Vaya! ¡Ha sido muy interesante! —dijo Lenobia.
Al oír sus palabras me di cuenta de que no había abierto la boca en todo el tiempo durante el trascurso de la llamada. Aquello me hizo preguntarme qué debía pensar de ella. Era cierto que en el pasado había puesto de mi parte y en contra de Neferet, pero también lo había hecho Dragon.
—Sí, «interesante» es una de las palabras que se podrían usar para describir lo que ha pasado —dijo Neferet.
—¡Felicidades, alta sacerdotisa! —le dije a Stevie Rae.
—¡Eso! ¡Felicidades! —dijo Erik.
—Ya eras nuestra alta sacerdotisa, pero me alegra que lo hayan hecho oficial —dijo Kramisha.
—¡No lo quiero en mi clase! —intervino Dragon con brusquedad, cortándonos totalmente el rollo.
Empecé a abrir la boca para defender el derecho de Rephaim a asistir a la clase de esgrima o a la que le diera la gana a pesar de que seguía sintiéndome extraña defendiéndolo en lo que fuera, cuando de repente la respuesta de Stevie Rae me sorprendió y me hizo callar al mismo tiempo.
—Creo que tienes razón. Sé lo difícil que debe ser para ti. ¿Qué te parece si le pido a Darius y a Stark que den algunas clases particulares sobre el uso del cuchillo y demás chismes? Rephaim podría asistir.
—Me parece buena idea —dijo Lenobia—. Dado que todos los iniciados tienen que recibir algún tipo de formación en defensa personal, con la inesperada llegada de los iniciados rojos tus clases estarán demasiado llenas.
—Sí, se suponía que estábamos muertos. El hecho de que no lo estemos sin duda fastidiará el tamaño de las clases —dijo Kramisha.
Neferet suspiró profundamente y luego dijo:
—Todos los iniciados deben asistir a clases de defensa personal para protegerse de los ataques de los cuervos del escarnio. ¿Soy la única a la que le parece terriblemente irónico lo que estáis diciendo?
—No, a mí también. Y no solo irónico —dijo.
—Pues a mí lo que me parece es que tú no haces más que remover la mierda —dijo Stevie Rae, que se había girado y se encontraba a escasos centímetros de la cara Neferet, con expresión desafiante. No parpadeaba. Ni tampoco se movía de donde estaba. Mi mejor amiga parecía una tipa dura, fuerte, y mucho mayor de la edad que realmente tenía.
Stevie Rae se estaba comportando como una alta sacerdotisa.
Una alta sacerdotisa que se estaba buscando enemigos muy peligrosos.
—Duantia ha decidido que Rephaim y el resto de nosotros podemos quedarnos —dije yo poniéndome en pie y colocándome entre Stevie Rae y Neferet—. Creo que lo que tenemos que hacer es encontrar la manera de llevarlo a cabo sin ocasionar un montón de problemas o tensiones. —En ese momento miré a Dragon intentando encontrar en sus ojos llenos de rencor al sabio y amable profesor de esgrima que yo había conocido—. Creo que todos nosotros hemos tenido más que de sobra últimamente como para que nos duren una buena temporada, ¿no creéis?
—Estaré en la casa de campo con los iniciados normales —dijo Dragon antes de abrirse a paso a empujones para salir de la habitación.
—Stevie Rae, puedes decirles a Stark y a Darius que pueden dar clase en los establos —dijo Lenobia.
—Me alegra descubrir una actitud tan acomodaticia por su parte, profesora Lenobia —dijo Neferet—. El primero de los humanos que voy a contratar será un mozo de cuadras para que la ayude con todas las… —En ese momento se detuvo y nos miró a Stevie Rae, a Kramisha y a mí—. Con las «aguas residuales» de los establos.
—Estiércol —respondió Lenobia rápidamente—. En mis establos no hay aguas residuales. Tengo estiércol. Y no necesito ninguna ayuda para manejarlo.
—Pues tendrás que aceptarla, primero porque es lo correcto y segundo porque el Alto Consejo así lo ha dispuesto.
—Haré lo que creo que debo hacer.
—Entonces harás lo que espero de ti. —Neferet se giró y le dio la espalda con actitud despreciativa—. Zoey y Stevie Rae, los iniciados rojos deberán retomar el plan de estudios que estaban siguiendo antes de morir —dijo en un tono que no admitía discusión—. Y vosotras dos tendréis que uniros a ellos. No me importa si habéis cambiado de forma anormal —dijo chasqueando los dedos rápidamente en dirección a donde se encontraba Stevie Rae—, o sois simplemente iniciados anormales —añadió dirigiendo su atención hacia Kramisha y hacia mí—. Tenéis que asistir a clase. Sois demasiado jóvenes para resultar interesantes sin haber recibido una educación mejor. En este momento deberían estar dando la segunda hora. Doy por terminada la reunión del Consejo.
Acto seguido, sin desearnos siquiera que fuéramos bendecidos, se largo de la habitación.
—Esta tía está fatal —dijo Kramisha.
—¿Fatal? Fatal es poco. ¡Se le ha ido la pinza por completo! —dijo Stevie Rae.
—Pero al menos ya la conocemos. Cuando nos enfrentamos a ella, sabemos que tenemos delante a una alta sacerdotisa que ha tomado el mal camino y que está completamente loca —dijo Lenobia lentamente—. El que realmente me preocupa es Dragon.
—Entonces, ¿estás de nuestra parte? —le pregunté a la profesora de equitación.
Lenobia me miró fijamente con sus ojos grises.
—Una vez te dije que había luchado contra el mal. Todavía llevo las cicatrices de ese enfrentamiento, tanto físicas como emocionales, y nunca permitiré que el mal y la Oscuridad vuelvan a diezmar mi vida. Estoy contigo, y contigo, y contigo —dijo inclinando levemente la cabeza hacia Stevie Rae y Kramisha—, porque estáis del lado de la Diosa. —Después se giró hacia Erik, que se había puesto en pie, pero que no había hecho ni el más mínimo amago de marcharse y le preguntó—: ¿Y tú? ¿Dónde estás tú?
—¿Yo? Yo soy el rastreador de la Casa de la Noche.
—Eso ya lo sabemos, pero ¿a favor de quién estás? —preguntó Stevie Rae.
—Estoy a favor de marcar chavales y cambiar sus destinos —respondió Erik capeando la pregunta.
—Erik, algún día tendrás que tomar partido —le dije.
—Perdona, pero solo porque no me acerque a dos centímetros de Neferet con gesto desafiante no quiere decir que no haya tomado partido.
—No, significa solo que es un gallina —dijo Stevie Rae.
—Te crees que lo sabes todo, ¿verdad, Stevie Rae? Pues sabes lo que te digo: ¡Que paso de ti! —dijo marchándose de la habitación hecho una furia.
Kramisha resopló ruidosamente.
—¡Qué desperdicio de chico! ¡Con lo bueno que está!
Muy a mi pesar, tenía que darle la razón.
—Voy a empezar a separar una parte del ruedo para las clases de Rephaim con los dos guerreros —dijo Lenobia—. Mientras tanto, deberíais reunirlos e informarles de que van a ser profesores, al menos provisionalmente.
—No debería ser difícil encontrarlos —dije—. Lo más probable es que Stark y Darius estén en la casa de campo jugando con sus espadas.
—Voy contigo —dijo Stevie Rae.
—Y yo supongo que tendré que ir a clase —dijo Kramisha con un profundo suspiro.
Una vez dejamos la habitación, Stevie Rae me agarró del brazo y me obligó a reducir el paso para que camináramos la una al lado de la otra.
—¡Oye! El hecho de que el Alto Consejo me haya nombrado alta sacerdotisa no quiere decir que quiera ser tu jefa ni nada parecido. Lo sabes, ¿verdad?
Yo parpadeé sorprendida.
—Por supuesto que lo sé. Y de todos modos, tú eres alta sacerdotisa, y eso significa que no te comportarás como una marimandona que se pasa el día dando el coñazo.
No se rio como pensé que habría hecho. En vez de eso se tiró de uno de sus mechones rizados, un signo inequívoco de que estaba estresada.
—De acuerdo, es un detalle por tu parte decir algo así, pero hace solo… ¿cuánto? ¿Dos segundos que soy alta sacerdotisa? Necesito estar segura de que me ayudarás.
Yo la agarré del brazo y le di un golpecito amistoso con el hombro.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo.
—¿Incluso después de lo de Rephaim?
—¿Incluso después de lo Loren, lo de Kalona y lo de Stark? —le pregunté yo a modo de respuesta.
Ella empezó a sonreír.
—Siempre tienes que quedar un escalón por encima de mí, ¿verdad?
—Lo siento, pero esta vez he quedado tres escalones por encima —dije. En esta ocasión mi comentario sí que consiguió hacerle reír, pero en cambio hizo que se me escapara un suspiro.
Dejamos atrás la parte de la Casa de la Noche donde se encontraba el centro de telecomunicaciones en forma de torre y, tras girar a la izquierda, echamos a andar por la acera que rodeaba la casa de campo y los establos. Hacía frío, pero la noche era superclara. El cielo estaba lleno de estrellas, que se veían perfectamente por entre las ramas de los grandes robles que crecían por todo el campus.
—Es un encanto, ¿verdad?
Yo fingí que no entendía de qué me estaba hablando.
—¿Quién? ¿Stark? Pues sí.
Ella me pegó un empujoncito con el hombro.
—¡Me refiero a Rephaim!
—¡Ah! ¡Él! Bueno, sí. No está mal. —Entonces vacilé y estuve a punto de no decir nada, pero al final me decidí a preguntar. Al fin y al cabo, éramos mejores amigas. Y las mejores amigas tienen que tener la confianza para preguntarse cualquier cosa.
—Entonces, ¿lo viste convertirse en pájaro?
Casi pude ver cómo la tensión invadía su cuerpo, pero su voz sonó casi normal cuando respondió:
—Sí, lo vi.
—¿Y cómo fue?
—Horrible.
—Y… esto… ¿se quedó por allí? ¿O echó a volar justo después?
No podía evitarlo. La curiosidad me estaba comiendo por dentro.
—Se fue enseguida. Pero tan pronto como se puso el sol, regresó. Dice que siempre encontrará el camino para regresar hasta donde yo esté.
—Entonces lo hará —dije detestando el tono preocupado con que respondió.
—Le quiero, Z. Es muy bueno. Te lo prometo.
Estaba abriendo la boca para decirle que la creía cuando un grito me interrumpió. En un primer instante no entendí lo que decía la voz, pero reaccioné a la sensación de peligro que trasmitía. Sin embargo Stevie Rae sí que lo entendió.
—¡Oh, no! ¡Es Dragon! ¡Está llamando a los guerreros para que corran en su ayuda!
Acto seguido me soltó el brazo y echó a correr hacia la voz de Dragon. Y sintiendo como si se cerniera sobre nosotras un terrible presagio, salí disparada detrás de ella.